lunes, 8 de octubre de 2012

CRUEL DESTINO

           Erika estaba tendiendo la ropa cuando vio una figura moverse entre los árboles. A punto estuvo de caérsele al suelo uno de los camisones de las hijas de sus señores.
             Lo tiró a la cesta.
            No hacía otra cosa más que pensar en aquel hombre. El amante de la señorita Sarah...
            Erika no sabía qué sentía hacia él. Por un lado, la repelía por todas las historias que corrían sobre él. Sin embargo...
             Nunca antes había conocido a un hombre como Darko Raven. Era misterioso, apuesto y viril. La clase de hombre con el que sueña toda joven.
               También estaba el hecho de que Darko estaba enamorado de Sarah. Erika echó unos pantalones de mister Wynthrop sobre la cuerda con rabia.
              ¡Siempre era Sarah! Sarah tenía a los mejores padres del mundo. Sarah tenía a dos hermanas que la adoraban. ¿Y qué era lo que tenía Erika? ¡No tenía nada!



             Sólo tenía aquel trabajo. Y llevaba algún tiempo odiando aquel trabajo. Pero no podía abandonar la mansión de los Wynthrop. ¿Adónde iría?
                 Tenía la sensación de haber visto aquella figura en algún sitio. Dio la vuelta a un árbol y le vio.
-Buenos días nos dé Dios-lo saludó-Viene usted temprano.
-Buenos días-exclamó Darko sobresaltado.
               Erika observó cómo los pantalones se ceñían a las musculosas piernas de aquel hombre. Tenía el nombre más raro que jamás había oído, pero algo en su interior se encendía cada vez que pensaba en él. Lo había visto muy pocas veces. Sabía que él estaba interesado en la señorita Sarah. Pero no le importaba porque lo deseaba.
-¿Estaba buscando a alguien, señor?-preguntó Erika.
             Darko maldijo su mala suerte. ¿Y si la criada iba a contarle a los padres de Sarah que él estaba allí? Debía de mostrarse amable con ella. Sonrió con amabilidad. Aquella sonrisa, aún siendo amable, cautivó a Erika.
-Estaba buscando a miss Sarah-respondió.
               Erika se sintió sofocada. ¡Qué voz más ronca y sensual tenía aquel hombre! Era capaz de llevar a una mujer a la perdición.
             Tragó saliva. La camisa de aquel hombre tenía algunos botones desabrochados. Veía su torso musculoso. ¿Tendría vello?, se preguntó Erika. ¿O sería lampiño?
-¿Y para qué quiere ver usted a miss Sarah?-quiso saber la joven.
-Ya sabrá que soy un amigo suyo-contestó Darko-Y me gustaría verla.
-Usted está interesado en la señorita, señor. A mí no me engaña. Lo he visto con ella en un par de ocasiones. En la calle...En el puerto...
-Entonces, ya sabes quién soy. No sé si habrás oído hablar de mí. Pero sí te digo que necesito ver a miss Sarah. ¿Está ella en casa?
-Creo que ha salido con sus hermanas y con su madre.
             Darko maldijo su mala suerte. Debía de irse de aquella casa sin haber visto a Sara. Le hizo una inclinación de cabeza a Erika a modo de despedida. Se dispuso a ir. Pero, de pronto, sintió los dedos de Erika clavándose en su brazo.
           Vio el deseo dibujado en el rostro de aquella joven.
-¿Por qué tiene que irse tan pronto?-le preguntó ella.
-Miss Sarah no está-respondió Darko-No sé qué hago yo aquí.
            Desde luego, no estaba allí para aliviar los ardores de aquella joven. En otro tiempo, a lo mejor sí. Se hubiera quedado con ella.
             Pero no podía hacerle eso a Sarah. Y, además, en su vida no había lugar para otra mujer. No desde que aquella joven apareció en su vida. Le había costado trabajo asimilar que estaba enamorado de ella. Y no pensaba tirarlo todo por la borda.
-El señor jamás dejará que su hija se case con un hombre como usted-afirmó Erika-Y la señorita no es mujer para usted. Está muy flaca. ¿No lo ha visto?
-Me casaré con ella-insistió Darko-¿Qué es lo que quieres?
-¿No lo adivina?
           Darko quiso desasirse de los brazos de Erika. Pero no pudo. De pronto, sintió los labios de la joven pegado a los suyos. No sintió el beso que le dio. La apartó de su lado como pudo. Sin ningún tipo de miramiento. La empujó y Erika cayó al suelo.
              Lo vio salir corriendo.
              Erika sonrió. No le cabía la menor duda. Aquel hombre debía de ser suyo. Ya se encargaría de separarlo de la señorita Sarah.
                Darko se limpió la boca con la mano. Quería borrar todo rastro del beso de Erika.
               Escupió al suelo. No le gustaba nada aquella mujer. Es una fuente de problemas, pensó. Debía de andarse con cuidado.
              Por culpa de Erika, podía llegar a perder a Sarah. Y eso era algo que Darko jamás soportaría. No quería perder a su amada ahora que estaban juntos.

4 comentarios:

  1. Dios!! Odio a Queta ¡mala mujer! y Darko no dejará a Sara, eso es seguro.
    Muy buen capi corazón
    besos

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  2. Qué final de capítulo, y qué angustia. Habrá que armarse de paciencia y esperar a ver qué pasa.

    Besos.

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  3. He dividido a los malos en dos tipos: los que sabes que son malos desde el primer momento y los que, como digo yo, las matan callando. Queta es una mujer que lo ha pasado muy mal en la vida y está muy resentida contra el mundo. Odia ver a los demás felices cuando ella no lo es. Y sí, va a traer muchos problemas.
    Es la primera vez que consigo que alguien odie a uno de mis personajes.
    Darko quiere a Sara y va a pelear con ella. Aunque siga haciéndose sus pajas mentales.
    Un abrazo, Anna.

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  4. Los capítulos son cortos. No tengo tiempo de escribir más. Aún queda mucho. Pero creo que va a merecer la pena, Aglaia. Aunque no sé si os acabará gustando el final de esta historia. Quiero sorprender a la gente.
    Espero que te siga gustando conforme vaya avanzando.
    Un abrazo, Aglaia.

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