sábado, 30 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, es sábado. Toca un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. 
En este fragmento, veremos cómo el espíritu de Nicole queda preso dentro del castillo.
Espero que os guste.

                               Nicole tardó varias semanas en ponerse de pie. Había perdido mucha sangre a consecuencia del aborto. Según el médico que la atendió, la joven había estado a punto de morir. Tuvo fiebre muy alta y deliraba preguntando por su hijo. Su cuerpo tardó varias semanas en recuperarse. Durante todo el tiempo que estuvo enferma, tía Phoebe no se apartó de su lado en ningún momento. El cuerpo de Nicole acabaría sanando. Pero su alma parecía haber quedado destruida.
                            Para colmo de males, el médico que la atendió le comunicó a tía Phoebe que Nicole había quedado incapacitada para tener hijos.
                            Cuando a la joven le bajó la fiebre, abrió los ojos. Creyó divisar la figura borrosa de tía Phoebe. La mujer la miraba con el rostro bañado en lágrimas.
-¿Cómo te encuentras, niña?-le preguntó.
-Mal...-respondió Nicole.
-El médico dice que te vas a poner bien. Debes de hacerle caso en todo lo que te diga.
-Sí...
                          Después de perder a su hijo, lo único que le quedaba a Nicole era lord Duncan. El tiempo pasaba y no le llegaban cartas de él. Pensaba que los Williams las estaban ocultando. Creía que tía Phoebe era la encargada de destruirlas. Algo se estaba apagando en la mente de Nicole. La joven pasaba largas horas en la atalaya. Miraba al horizonte. A veces, su imaginación le jugaba una mala pasada.
-¡Es Duncan!-gritaba-¡Duncan!
                      Corría de un lado a otro de la atalaya. Hacía ademán de querer salir a la calle. Pero el ama de llaves la retenía.
-¿Adónde va, señorita?-le preguntaba.
-Voy al embarcadero-respondía Nicole-¡Duncan ha vuelto!
-Usted no va a ir a ningún sitio. Aún no está recuperada.



                               La ausencia de lord Duncan no era lo único que atormentaba a Nicole. Le perseguía una y otra noche el recuerdo de su hijo perdido. Su vientre estaba vacío.
                               No podría sentir sus movimientos. No experimentaría la alegría de verlo nacer. De tener algo de su amado con ella. Aquel niño no había podido nacer. Y Nicole lloraba al pensar en su hijo.
                             Tía Phoebe no sabía qué hacer para consolarla.
                             En un primer momento, pensó que el aborto había sido lo mejor que había podido pasarle a Nicole. Pero veía que estaba equivocada.
                              Una tarde, Nicole se puso a leer en voz alta a su tía un libro de poemas de William Wordsworth. Tía Phoebe estaba tejiendo un chal de lana para la joven. La vio más delgada y más pálida que nunca.
-Mi querida Nicole...-empezó a hablar-Sólo quiero que sepas que lo siento mucho.
-¿Qué es lo que siente, tía?-inquirió la joven, fingiendo no saber a qué se estaba refiriendo.
-La pérdida de tu hijo...Es lo peor que puede pasarle a una mujer.
-Usted nunca ha tenido hijos. ¡No diga que sabe lo que siento porque eso no es verdad! ¡No puede entenderme!
-Pero me compadezco de ti, querida.
-¡Ahórrese su compasión! ¡No la necesito!
                      Airada, Nicole tiró el libro de poemas al suelo. Salió dando zancadas del salón. Sus pasos la llevaron hasta la atalaya. Duncan, por favor, regresa, pensó la joven con desesperación. Las lágrimas caían sin control por sus mejillas.
                       Para desgracia de Nicole, su amado no regresó. Los meses se fueron convirtiendo en años y no había noticias acerca de lord Duncan. Un día, mister Williams fue a visitar a Nicole. Traía consigo una carta que le había llegado un rato antes.
-¿Es de Duncan?-le interrogó Nicole.
-Lo siento mucho-dijo mister Williams.
                       Estaba muy pálido. Le costaba trabajo hablar. Nicole le arrebató la carta y la leyó. Pero dejó de leer en una de las primeras líneas. Su rostro se desencajó. Tía Phoebe, quien estaba a su lado, se asustó.
-¡No es posible!-gritó Nicole enloquecida.
                        Lord Duncan había muerto fusilado. Sus propios compañeros habían acabado con su vida con deshonor. Por lo visto, el conde de Berwick tenía la intención de desertar para regresar a Inglaterra. Nicole cayó desmayada al suelo. Cuando volvió en sí, rompió a llorar mientras sentía cómo su corazón se rompía en mil pedazos.
                        Nunca se recuperó de aquel duro golpe.
                         Cayó postrada en la cama. Sufría accesos de fiebre cerebral. Tía Phoebe cuidó de ella hasta el último minuto. Pero el doctor sabía que el origen del mal que padecía Nicole se debía a un corazón roto. Lord Duncan había muerto. Y Nicole sentía que había muerto algo de ella con él.



                       Nicole Bascomb murió un día soleado.
                       Tía Phoebe fue la única que acudió a su entierro. Pero la mujer tenía el alma rota al ver cómo era enterrada la única persona que había estado a su lado durante tanto tiempo.
                         La mujer se obsesionó con la idea de que su sobrina no se había ido del todo. Decía que subía a la atalaya porque sentía que Nicole estaba allí, esperando en vano el regreso de su amado Duncan.
                        Tía Phoebe murió un año después de la muerte de Nicole. El castillo pasó, entonces, a manos de la familia de Vanessa. Pero los rumores acerca de la presencia de Nicole en la atalaya se dispararon. Los padres de Joseph afirmaron, al poco de llegar, que habían visto a una mujer en la atalaya mirando al horizonte. Los criados también hablaron de la aparición de un hermosa mujer cuyo aspecto coincidía con el aspecto de Nicole Bascomb.
                         La leyenda de la viuda iba tomando forma. Los Woods habían intentado mantener a Vanessa apartada de aquel rumor durante mucho tiempo. Hasta que Erin cayó enferma.

                        Nicole contempló a la joven que estaba al lado de aquel apuesto joven que tanto le recordaba a su amado Duncan. Sintió cómo algo se encendía dentro de ella porque la muchacha no podía estar al lado de él.
                         La abandonará, pensó Nicole. Igual que me abandonó a mí.
                         Vanessa llevaba puesto un bonito vestido de color rosa y suspiró aliviada cuando Stephen cerró el libro.
                          Al ver lo pálida que se había puesto Vanessa, Stephen le cogió la mano y se la oprimió con delicadeza.
-¡Dios mío!-exclamó Vanessa, aturdida-¡Pobre Nicole! Ha sufrido muchísimo en su corta vida. Perdió al hombre que amaba. Perdió a su bebé.
-Está aquí-dijo Stephen.
                       Esta vez, fue Vanessa la que oprimió con mucha fuerza la mano de Stephen. Necesitaba algo en lo que apoyarse porque tenía la sensación de que se iba a desmayar.
-¿Cómo lo sabes?-inquirió.
-Puedo sentirla-contestó.
                          Una muchacha encantadora, pensó Nicole.
                           Tenía el cabello de color rubio muy claro. Su cara era un óvalo perfecto. Su piel era blanca y aterciopelada. Y sus ojos eran de un color azul muy claro. Era esbelta y de estatura mediana. La bella Vanessa podría convertirse en otra viuda, como su prima, pensó Nicole. Como yo...
                           Stephen se llevó la mano de Vanessa a los labios. Le parecía absurdo creer en fantasmas, pero estaba trastornado tras haber leído la historia de Nicole. Le parecía demasiado trágica como para ser cierta. Pero sentía que había algo de verdad en ella.
-¿Y qué podemos hacer para ayudarla?-le preguntó a Vanessa.
-No pone nada en el libro-respondió la chica-Sólo cuenta su historia. No dice qué es lo que hay que hacer para que su espíritu descanse en paz.
-Tendremos que descubrirlo. Hay que ayudarla.
                         Dicho esto, Stephen besó con cariño a Vanessa en la comisura de los labios. Nicole sintió que había visto demasiado. Se alejó de ellos. No hay nada que me haga descansar en paz, pensó la joven. Mi alma está atrapada en este lugar. A la espera de que venga Duncan.

viernes, 29 de noviembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un nuevo fragmento de mi relato Segundas oportunidades. 
Ajena a los planes casamenteros de sus tíos, la vida de Margaret transcurre con total tranquilidad, hasta que Edith la avisa.

                          Margaret y Edith estaban en el jardín dando cuenta cada una de un vaso de zumo de limonada. Hacía una tarde espléndida, muy rara en la isla de Sanda.
-Debemos disfrutar del día de hoy, en el que hace poco frío-comentó Margaret.
-¿Acaso piensas salir a dar un paseo?-inquirió Edith.
                         Margaret se encogió de hombros y bebió un sorbo de su vaso de limonada.
-Podrías acompañarme-le propuso a su prima-Te conviene salir de casa. Te vas a convertir en una solitaria, como lo soy yo.
                     Edith pensó en la carta que su padre le había enviado a su primo Adam invitando al hijo de éste a que pasara una temporada en su casa. Pensó que si él y Margaret se conocían podría surgir el amor entre ambos. A lo mejor, eso era lo que su prima necesitaba. Enamorarse y casarse.
-¿Conoces a Jonathan Lennon?-la interrogó.
-He oído hablar de él-contestó Margaret-Pero no le conozco. Es el hijo de un primo de tu padre. Supongo que tú le conocerás mejor que nadie.
-Lo he visto un par de veces cuando era muy pequeña. Apenas tengo un vago recuerdo de él. Pero es un buen chico.
-¿Por qué me preguntas acerca de ese joven? Sospecho que hay algo más que simple curiosidad.
                  Edwin le había pedido a su hija que guardara silencio porque quería mantener a Margaret al margen de sus planes casamenteros, pero Edith era incapaz de guardar un secreto porque era bastante cotilla. Le cogió las manos a Margaret y se las oprimió con cariño. Casi podía verla saliendo de la Iglesia del brazo de Jonathan Lennon el día de su boda.
-Papá ha decidido que te va a emparejar con el hijo de su primo Adam-contestó Edith.
-¿Qué estás diciendo?-se escandalizó Margaret-¿Cómo puede mi tío Edwin buscarme marido sin consultar antes conmigo? ¿Se ha vuelto loco?
-Sólo piensa en tu bien, Maggie.
-¡No se trata de mi bien, Edie! No me pienso casar con alguien a quien no ame.
-No digas eso, por favor. Aún no conoces al primo Jonathan. A lo mejor, quién sabe. Te enamoras de él y él se enamora de ti. Tienes muchas virtudes.
                    Margaret soltó las manos que sujetaba su prima. Era obvio que su tío Edwin había perdido por completo la cabeza. Y, por lo visto, Edith parecía apoyarle.
-Se trata de mi vida-le recordó a su prima.
-Se trata de que no quiere que te quedes sola-afirmó Edith-Quiere que te cases y que seas feliz.
                       Los ojos de Margaret estaban abiertos como platos al pensar en lo que su tío pretendía hacer. Edith se preguntó el porqué su prima no quería casarse. Era una mujer muy hermosa, con unos bonitos ojos de color violeta.
                       Se puso de pie y empezó a caminar por el jardín. Edith también se puso de pie y se cogió de su brazo porque la veía muy confundida.



-Mi hermana no es feliz en su matrimonio-le confesó Margaret a su prima-A ella la obligaron a casarse.
                      Luego, pensó en sí misma. En lo que era su vida.
                      Tenía ya veinticinco años. Muchas jóvenes amigas suyas se habían casado. Tenían hijos. Y Margaret no era ciega. Sabía que la miraban con pena y que pensaban que se había convertido en una vieja solterona. Aquellas miradas la herían profundamente.
-¿Nunca has pensado en casarte?-le preguntó Edith-¿Nunca te has enamorado? ¿No sabes lo que es ser cortejada?
-No tenía dote alguna-respondió Margaret-Nadie venía a mi casa a cortejarme. Ni siquiera los viudos...
-Entonces...No sabes lo que es dar un beso. ¿Verdad?
-Jamás...Ningún hombre me ha besado.
-Entiendo. Si...Si te soy sincera, a mí tampoco. Quiero decir, que a mí tampoco me ha besado nunca un caballero. Digo. Espero que no te haya importunado mi pregunta.
-No pasa nada.
                       Las mejillas de Edith estaban encendidas. Siempre había sido muy curiosa. Pero lo último que quería era ofender a Margaret, a la que quería como si fuera una hermana. Su prima, al adivinar lo que estaba pensando, le dedicó una sonrisa de complicidad. Le gustaba estar al lado de Edith. Era como una hermana pequeña para ella. Se casará antes que yo, pensó Margaret.
-Cuando llegue el momento, me enamoraré y pasará lo que tenga que pasar-decidió la joven-Si así lo quiere tu padre, conoceré a ese joven. Seré cortés con él. Pero no puedo prometer nada más. Nadie manda en el corazón de las personas. Es una lección que quiero que aprendas. No puedes forzar a otra persona a que te ame.
-No he estado nunca enamorada-admitió Edith-No puedo entender lo que dices. Pero no lo olvidaré. Descuida.
                      Margaret le dio un cariñoso abrazo a su prima. Y también le dio un beso en la mejilla.
-Siento curiosidad por conocer a ese tal Jonathan Lennon-tuvo que admitir.
-Mi padre dice que es un joven muy serio-le contó Edith-¡A lo mejor, él y tú tenéis muchas cosas en común!


jueves, 28 de noviembre de 2013

TODAS LAS HISTORIAS MERECEN TENER UN FINAL. REABRIENDO "ECOS DEL PASADO"

Hola a todos.
Una buena amiga mía me dio un consejo una vez hace mucho tiempo. Me dijo que una historia no debía de quedar a medias.
Cuando me lo dijo, pensé que tenía toda la razón del mundo.
Las historias no deben quedarse nunca a medias.
Hace ya mucho tiempo abrí, ¿os acordáis?, un blog llamado "Ecos del pasado". Iba a subir en él mi blog novela del mismo nombre, Ecos del pasado. 
Subí apenas unos pocos fragmentos que he borrado. No estaba satisfecha con el resultado.
Luego, la olvidé.
Pero ese blog no debe de quedar en el olvido. No cuando tiene una historia que contar.
Después de mucho pensarlo. Después de darle demasiadas vueltas a la cabeza, he decidido que voy a reabrir mi blog "Ecos del pasado". Tengo muy claro lo que quiero contar y no voy a parar hasta que termine de subir mi blog novela a él.
Lo revisaré a lo largo de este fin de semana porque quiero empezar a publicar Ecos del pasado en breve.
Tengo bastante claro el tipo de historia que me gustaría contar.
He de cerrar historias para seguir adelante.
Este blog quedará un poco descuidado, si exceptuamos los sábados, que seguiré subiendo de forma puntual La viuda de la atalaya. 
¿Y qué es lo que voy a contar?
Vamos a dejarnos de historias liosas y vamos a lo sencillo.

En lugar de irnos lejos, vamos a quedarnos por aquí cerca.
Estamos en el año 1770, en una tranquila y pequeña isla del norte de España.
Carolina Pradera es una joven de buena familia que vive con sus padres y con su prima Teresa. Va a contraer matrimonio con un joven aristócrata, Jorge del Campo. Sin embargo, un vecino suyo, Miguel Cubillas, enamorado de ella desde hace mucho tiempo, hará lo que sea con tal de impedir que se case. Carolina también ama a Miguel, pero se siente incapaz de romper el compromiso. Romance en estado puro...¿Qué pasará entre estos dos enamorados?
Solo hay una forma de descubrirlo.
A partir del lunes, de lunes a viernes, en mi blog "Ecos del pasado".

martes, 26 de noviembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un fragmento de mi relato Segundas oportunidades. 
En el fragmento de hoy, veremos los recuerdos de Jonathan  y cómo fue su matrimonio con Abby, su difunta esposa.

              Aún recordaba la primera vez que besó a Abby. Abigail  Sullivan y él habían crecido juntos. Al llegar a la adolescencia, descubrieron que algo había pasado entre ellos. Había cambiado su relación de un modo que jamás habrían imaginado.      
               Entonces, Jonathan era un adolescente que vivía en el cotagge de su familia. Era alto y desgarbado y Abby le miraba a hurtadillas. Por supuesto, Jonathan no lo sabía.          
               Me he enamorado de Abby casi sin darme cuenta, pensaba Jonathan.
               Salieron aquella tarde a dar un paseo por la villa romana que hay en las afueras de Chedworth.
-¿Te imaginas a la gente que vivió aquí?-le dijo Abby-Y nosotros estamos pisando este lugar. Me siento rara.
              Jonathan la contemplaba con fascinación. Deseaba ser capaz de cogerle una mano. Casi sin darse cuenta, así lo hizo. Cogió la mano de Abby. Se la llevó a los labios. Se la besó. Abby se le quedó mirando con gesto sorprendido.
-¿Qué estás haciendo?-le preguntó.
-Algo que quería hacer desde hace mucho tiempo-respondió Jonathan.
-¿Por qué querías hacer eso?
-Porque...
                Se le trabó la voz. No sabía cómo confesarle a Abby todo lo que sentía por ella. Los ojos de color verde de la joven brillaron al posarse sobre Jonathan y éste escuchó los latidos de su corazón. Latía al mismo compás que el corazón de Abby. Los dos estaban solos entre los restos de la vieja villa romana. Jonathan tragó saliva. Se acercó con paso tambaleante hacia Abby.
                   Se inclinó sobre ella. Los dos se habían detenido cerca del ninfeo. Estaba seco y ya no manaba agua de su interior, como había hecho en siglos pasados. Abby sintió que no quería estar lejos de Jonathan nunca. Los dos se fundieron en un fuerte abrazo. Y aquel abrazo fue coronado por un beso. Un beso que estuvo cargado de dulzura.
-Te quiero, Abby-le confesó Jonathan.
               Al separarse, los ojos de la chica estaban llenos de lágrimas. Entonces, se atrevió a confesarle a Jonathan que ella también le quería.



             Se casaron algún tiempo después. Fue una boda por todo lo alto, porque así lo quisieron los padres de Jonathan. Abby estaba guapísima. Eliza le dejó su vestido de novia, el mismo que había lucido el día de su boda con Adam.
                Entró en la Iglesia cogida del brazo de Duncan, el cual iba llorando. Un hombre con fama de duro lloraba al casar a su hija adoptiva, pensó Adam.
                 Jonathan recordaba el día de su boda como el más feliz de su vida. El sacerdote le declaró a Abby y a él marido y mujer. Pensaron que su felicidad sería eterna. Que estarían siempre juntos. Pero no fue así.
                 Luego, vino la noche de bodas. No fue algo espectacular. Pasaron la noche de bodas en una posada. Abby estaba muy nerviosa.
                 Los dos eran vírgenes. Eire le había explicado a su hija en un aparte en la cocina cómo sería su primera vez.
-No has de tener miedo-le aconsejó-Jonathan es ahora tu marido.
-¿Y qué tengo qué hacer, madre?-quiso saber Abby.
-No tienes que hacer nada. Te dejarás hacer. Habrá terminado antes de que te hayas dado cuenta.
-¿Y qué me puede pasar?
-La primera vez siempre duele. No puedo decir que sea algo agradable. Pero tienes que hacerlo si quieres ser madre.
                    Eire le regaló a su hija el camisón que llevaba puesto.
                    Jonathan no sabía a ciencia cierta qué era lo que debía de hacer. Sabía más o menos en qué consistía. Pero nunca lo había hecho con una mujer. Ni siquiera solía frecuentar a las prostitutas de la taberna.
-¿Tienes miedo?-le preguntó a Abby.
                    Su recién estrenada esposa asintió. Jonathan se dio cuenta de que estaba temblando.
                     Se sentó a su lado en la cama. Sólo llevaba puesta una camisa corta de dormir.
                    Intuía qué era lo que debía de hacer. Abby estaba muy tensa. La besó con pasión en los labios. La recostó sobre la cama.
-¿Estás preparada?-le preguntó Jonathan.
                  Abby cerró con fuerza los ojos. Jonathan la abrazó. La besó con pasión. Llenó de besos su rostro. Pero, aún así, le hizo daño al invadir su cuerpo. No fue una noche agradable para ninguno de los dos.

            Jonathan recordaba sus cinco años de matrimonio con Abby como la época más feliz de su vida. Abby era la hija adoptiva de Eire, la doncella, y de su esposo Duncan. Jonathan y Abby habían crecido juntos. Habían jugado juntos cuando eran pequeños. Y, al llegar a la vida adulta, habían creído que envejecerían juntos.
                          Habían dormido juntos durante cinco años. Sus cuerpos habían buscado calor en invierno bajo las mantas. Por las noches, se sentaban cerca de la chimenea. Dormían juntos la siesta acurrucados en el sofá.
                        Ponían juntos el Árbol de Navidad. Tomaban juntos el té mientras hablaban de sus cosas.
-Me gustaría mucho tener un hijo-le confesó Abby durante uno de aquellos tés-Pero tengo miedo. Los hijos no vienen. Creo que soy estéril.
-Los niños vendrán cuando tengan que venir-la tranquilizó Jonathan.
-Nunca supe quién fue mi verdadera madre ni el porqué me abandonó. Por eso, quiero tener un hijo. Quiero darle a mi hijo todo el amor que mi verdadera madre no pudo o no quiso darme.
-Te entiendo, cariño.
                     Les gustaba salir a pasear por el campo. Por las noches, salían al jardín. Se tumbaban sobre la hierba del jardín. Y contemplaban la Luna. Hacían dibujos con las estrellas que veían reflejadas en el cielo. Se sentían libres. Eran felices.
-Me gustaría poder llegar al cielo-le confesó en una de aquellas noches Jonathan a Abby-Cogería la estrella más hermosa. Y te la regalaría.
-¿De verdad harías eso por mí?-se alegraba Abby.
-Haría cualquier cosa por ti, amor mío. Sólo quiero que seas feliz.
                       Acostados sobre la hierba del jardín, se fundían en un fuerte abrazo. Jonathan le daba gracias a Dios porque estaba vivo. Porque tenía a Abby con él.
                        Cuando llegó a la adolescencia, supo que él y Abby habían nacido para estar juntos.
                         Su matrimonio fue la experiencia más maravillosa de su vida. Cierto era que no era un matrimonio apasionado. Pero eso no importaba.
                        Jonathan y Abby eran felices correteando por el jardín. Sentían el Sol dándoles de lleno en los rostros mientras se sentían más vivos que nunca. Jonathan disfrutaba viendo cómo su mujer se agachaba para coger flores. Era una estampa preciosa.



-Estaremos así siempre-le decía Abby-Tú y yo...Y los niños, cuando vengan.
                      Cuando se iban a la cama, Jonathan pensaba que se dormiría viendo el rostro relajado de Abby. Era su cara lo primero que veía cuando se despertaba. Jonathan sentía que no necesitaba más para ser feliz. Era feliz, incluso, cuando veía a Abby tejiendo una manta para cubrir su cama en invierno. El trabajo en el despacho y recorriendo sus tierras se le hacía corto porque pensaba que Abby estaba en casa
esperándole. Y así era.
                     Eran felices cuando salían a pasear. Bajaban mucho al pueblo. Abby iba a ver a sus amigas. Jonathan iba a ver a sus amigos. Pero siempre volvían el uno al lado del otro. Eran una pareja feliz. Irradiaban felicidad a cada paso que daban.
                          No tenían miedo en abrazarse en mitad de la calle. Jonathan la besaba en los labios con dulzura. Hundía su cara en el cabello de color rojizo de Abby. Aspiraba su perfume. Abby le inspiraba un sentimiento poderoso de protección. No tenía nada que ver con el deseo. Pero eso poco le importaba porque era amor. Acunaba entre sus manos el rostro de su mujer. Le acariciaba el pelo con la mano.
-Nos están mirando-le susurraba Abby.
-¿Y qué importa?-replicaba Jonathan.
-Me da vergüenza.
-No deberías de sentir vergüenza. Estamos casados.
-Sí...
                        Estaba el terreno íntimo. Jonathan prefería no pensar en eso. Era como una especie de mancha en su perfecto matrimonio. Una vez a la semana, tenían relaciones íntimas. Abby soñaba con ser madre. En su fuero interno, Jonathan creía que él era el estéril. Que no podía darle a su mujer el hijo con el que ella tanto soñaba. Abby y él tenían un origen bien parecido. Los dos habían sido rechazados por sus verdaderas madres. En el caso de Jonathan, su madre había intentado matarlo cuando aún estaba en su seno. Era el fruto del más atroz de los actos. El fruto de una violación...
                         Por eso, soy estéril, pensaba Jonathan.
                        Cuando besaba a su mujer mientras tenían relaciones, Abby se ponía tensa. Era incapaz de disfrutar de aquel acto con su marido. Nunca sintió placer. Y Jonathan lo sabía. Por eso, se resistía a pensar en las relaciones sexuales con su mujer. Le avergonzaba demasiado.
                        Cuando murió Abby, Jonathan sintió que su corazón moría con ella. No podía volver a amar.
                       Jonathan estaba en el despacho. Revisaba el libro de contabilidad.
                       Pero no podía concentrarse. Le preocupaba el viaje que su padre le había propuesto. Alejarse de Chedworth significaba también alejarse de Abby. Ya no podría visitar su tumba con la frecuencia con la que lo hacía. Cuando lo hacía, Jonathan hablaba con ella. Le contaba lo mucho que la echaba de menos. Todavía recordaba a aquel maldito perro que Abby había encontrado. Por su culpa, su mujer estaba muerta.
                     Unos golpes en la puerta hicieron reaccionar a Jonathan.
-Adelante...-dijo.
                     Eire, la madre adoptiva de Abby, entró en el despacho. La mujer había envejecido veinte años desde la muerte de su hija adoptiva.
                     La mujer portaba una bandeja con una taza de té. Le dedicó una sonrisa triste a Jonathan. Le quería desde el mismo instante en el que le vio tirado en el suelo, envuelto en un charco de sangre. Una masa sonrosada...No era un bebé, había pensado Eire más tarde. Pero no lo pensó en aquel momento. Cogió a Jonathan entre sus brazos. Lo estrechó contra su cuerpo dándole calor. Nunca entendió el porqué Mary había cometido aquella locura. Y, con el paso del tiempo, seguía sin entenderlo.
-¿Todavía sigues trabajando?-le preguntó-No has salido del despacho en todo el día. Y me temo que no has comido nada.
-Lo siento-respondió Jonathan-Pero no tengo hambre.
                   Eire depositó la bandeja sobre la mesa repleta de papeles. Acarició con la mano el pelo de Jonathan.
-Me hago cargo de que no has superado aún la pérdida de mi Abby-observó Eire.
-Y me temo que nunca lo haré-se lamentó Jonathan.
-A mi Abby no le habría gustado verte tan triste. Ella siempre estaba alegre y de buen humor.
-Me falta la vida. Me falta ella. Si no tengo a Abby, ¿qué es lo que me queda? ¡Nada!
-Puede volver a aparecer el amor en tu vida. Sé que no será lo mismo. Pero me gustaría verte de nuevo sonreír, Jonathan. Y me gustaría verte feliz.
                 Eire le dio un beso en la frente.

 

                      Se retiró de manera discreta. Su corazón sufría por la pérdida de su querida hija. Pero también sufría al ver el dolor en el que estaba sumido Jonathan. Los recuerdos de la doncella volaron hasta el día en el que vino al mundo. Las horas que pasó acunando a aquel ser que ni siquiera era un bebé. Temiendo que se le muriera en cualquier momento. Gracias a Dios, eso no había pasado. Lo había visto crecer hasta convertirse en aquel joven tan inteligente del que sus padres adoptivos se sentían tan orgullosos. Lo mismo que Eire...
                Jonathan se recostó sobre la silla. ¿Cómo iba a volver a ser feliz si había perdido a Abby? No existe la mujer que pueda reemplazarla en mi corazón, pensó.

lunes, 25 de noviembre de 2013

"VOLVERTE A VER" EN PUBLIZE

Hola a todos.
Sé que hoy tenía que empezar una de mis historias, pero las circunstancias me han obligado a hacer esta entrada.
Escribo con muchos nervios la entrada de hoy porque ahora mismo no sé si he hecho bien o si he hecho mal. Si puedo tener éxito o me voy a dar la leche de mi vida.
Pero he aprendido a lo largo de los últimos meses que si no me arriesgo no conseguiré nada. Estoy dando pequeños pasos, pero entiendo que no son los suficientes.
Hoy, he dado otro paso.
Me gusta mucho navegar por Internet. Me gusta conocer otros lugares. Y, navegando por Internet, he descubierto un sitio llamado publize.com
Se trata de una red social donde se pueden leer historias, subirlas y compartirlas con los demás.
Después de mucho pensarlo, he subido a publize.com uno de mis relatos favoritos (está mal que lo diga, pero le cogí mucho cariño a sus personajes) Volverte a ver. 
El argumento, ya lo sabéis, es el siguiente:
Cuenta la historia de amor entre Jacobo, un joven soldado, y Eugenia, una muchacha de buena familia y hermana de su superior, una historia de amor bruscamente truncada cuando Jacobo tiene que partir hacia La Habana para combatir.
Esta tarde, no hace nada, se me ha ocurrido, tras abrir la correspondiente cuenta, subí Volverte a ver a publize.com.
El relato está registrado en Safe Creative.
Lo podéis leer en este link:

http://www.publize.com/volverte-a-ver

Esta semana estará cargada de noticias.
Estad atentos.
En estos momentos, lo que más deseo es que alguien me diga que todo irá bien y que he hecho lo correcto. ¡Madre mía! Seré una exagerada. Pero tengo la sensación de estar saltando desde un avión elevado a muchos metros de altura e ignoro si el paracaídas se abrirá o si está roto.

domingo, 24 de noviembre de 2013

FRAGMENTO RETRASADO DE "LA VIUDA DE LA ATALAYA"

Hola a todos.
Lo prometido es deuda.
Con un día de retraso, hoy os traigo un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. Seguimos indagando en la trágica historia de amor entre Nicole Bascomb y el conde de Berwick.
¿Qué ocurrió entre ellos?

                         Fueron muchas las veces en las que Nicole intentó hablar con tía Phoebe. La mujer no daba su brazo a torcer.
-No te casarás con él-le ordenó-No te conviene.
                         Nicole estaba desesperada. Amaba a lord Duncan más que a su propia vida. Veía a su tía Phoebe tejer una manta mientras ella se asfixiaba dentro de aquel castillo.
-¿No se da cuenta de que nos amamos?-le espetó a la mujer-¡Lord Duncan me quiere! Y quiere que nos casemos.
-Sólo quiere aprovecharse de ti, querida-afirmó tía Phoebe-Una joven como tú jamás sería condesa. Además, tu sitio está aquí. A mi lado...
                     Nicole tenía ganas de ponerse a gritar de desesperación. Tía Phoebe nunca había sido una mujer muy cariñosa con ella. ¿Con qué derecho le prohibía estar al lado de lord Duncan?
-Me casaré con él-afirmó con vehemencia-¡Y usted no podrá hacer nada para impedirlo!
-Puedo hacerlo-replicó tía Phoebe con total tranquilidad-Te recuerdo que soy tu tutora. No puedes tomar ninguna decisión sin contar conmigo.
                       Nicole abandonó el salón llorando.

                       A lord Duncan le llegó una carta en la que se le comunicaba que tenía que partir rumbo a España. El Ejército había pensado seriamente en expulsarle con deshonor tras su participación en el duelo. Pero la expulsión nunca se hizo oficial. Y, ahora, se veía obligado a partir rumbo al frente.
                     Reinaba en España el hermano de Napoleón, José Bonaparte. Napoleón parecía dispuesto a conquistar toda Europa.
                      El Ejército inglés llevaba algún tiempo combatiendo a Napoleón en España. Lord Duncan no podía seguir con su exilio en la isla de Saint Patrick. Tenía que dar la cara.
                      Le dolía de corazón tener que separarse de Nicole. Pero había peleado en muchos combates. Confiaba en que regresaría a la isla sano y salvo. Entonces, podría hacer realidad su sueño de casarse con Nicole. Huirían a Gretna Green. Nadie les encontraría.
                     Le envió una nota a Nicole explicándole que tenía que verla aquella misma noche. Debía de partir al día siguiente. Pero no quería irse sin haberla visto por última vez. Le hablaría de la carta que había recibido.
                       Se vieron aquella noche en los alrededores de la Torre Redonda, que se encontraba en la isla.
-He de partir para España-le informó lord Duncan a Nicole con pesar-No sé cuándo regresaré.
-¿Volverás?-le preguntó Nicole con angustia.
-Por supuesto...Antes o después, estaré aquí de vuelta. Y huiremos a Gretna Green. Serás mi esposa, Nicky.



                       Empezaron a besarse y se dieron cuenta de que no podían parar.
                       Nicole vivió en brazos de lord Duncan la primera y única noche de amor que tuvieron.
-Vuelve-le pidió la joven-Te lo ruego.
-Te lo juro-le prometió el conde-Volveré por ti.
                      Cayeron al suelo. Lord Duncan se quedó completamente desnudo. Nicole conservó su camisola interior. Los besos que le dio lord Duncan la atontaron. Su cuerpo y su corazón tomaron el control. Se abrazaron con fuerza. Se acariciaron mutuamente muchas veces. Los labios de lord Duncan recorrieron el cuello de Nicole. Llenó de besos sus hombros.
                     Al día siguiente, los dos se vistieron casi en silencio. Se abrazaron con fuerza antes de separarse.
-Espérame, Nicky-le pidió lord Duncan a su amada.
                    Se besaron de manera larga y prolongada. Pero tuvieron que separarse. Nicole vio cómo lord Duncan se alejaba poco a poco de ella. Tuvo la certeza de que se llevaba su corazón con él.
-¡Regresa!-le gritó.
                     Le gritó que siempre le esperaría. Después de eso, Nicole echó a correr. Estaba empezando a amanecer.
                      La joven permaneció todo el día encerrada en su corazón. No podía parar de llorar. Le dolía el corazón al imaginar a lord Duncan lejos de ella. Muchas ideas pasaron por su mente. ¿Y si lord Duncan no regresaba nunca? Tiene que volver, pensó Nicole. Me ha dicho que volvería y Duncan nunca miente. Yo lo esperaré siempre. Siempre...

                    Pasó un mes desde la marcha de lord Duncan. Nicole se dio cuenta de que el periodo no le había bajado aquel mes. Tía Phoebe se fijó en que la joven vomitaba todo lo que caía en su estómago. La mujer se enfrentó a su sobrina y le arrancó la verdad, que estaba embarazada. Lo peor de todo era que el padre del bebé que esperaba Nicole estaba combatiendo en España contra Napoleón. Y, además, era lord Duncan Hazzard, el conde de Berwick.
                      Tía Phoebe se puso furiosa con Nicole.
-¡Eres una perdida, como tu madre!-le chilló-¡Vas a parir otro bastardo, como lo eres tú!
                       La mujer encerró a Nicole en su habitación.
-Ya veré lo que hago contigo-le advirtió.
                       Nicole estuvo llorando durante días. Ella pensaba en escaparse. Iría a España a buscar a lord Duncan. Muchas mujeres seguían a sus maridos soldados. Pero ignoraba dónde podía estar. Una criada era la encargada de servirle la comida. Pero Nicole no tenía hambre. Tenía que escaparse de alguna manera. Pasó un mes encerrada en su habitación. No podía conciliar el sueño por las noches. Se preguntaba qué iba a hacer tía Phoebe con ella.
                        La mujer no quería dirigirle la palabra. En su opinión, Nicole la había defraudado.
                        Una noche, la joven logró abrir la puerta de su habitación usando una horquilla de su pelo.
                         Se puso encima de su vestido una capa de color oscuro. Sabía que los Williams eran parientes de lord Duncan. A lo mejor, pensó, ellos sabían dónde estaba destinado su amado. Nicole abandonó el castillo sin ser vista. Imaginó que iría a buscarle y que él la recibiría con los brazos abiertos. Sonrió ante aquella imagen. Llegó corriendo a la casa de los Williams. Golpeó la puerta de la cocina.
                           Le abrió la puerta una criada de unos sesenta años. Nicole le dijo que quería hablar con el matrimonio Williams.
                          El matrimonio bajó a la cocina.
                          El hombre vestía una camisa corta de dormir. La mujer se había puesto un chal de lana encima del camisón. Los dos se sorprendieron al ver a Nicole. La joven estaba muy nerviosa.
                         La hicieron pasar a la cocina. Se sentaron alrededor de la mesa. Una sospecha pasó por la mente de mister Williams.



-¿Por qué está buscando a Duncan, miss Bascomb?-la interrogó.
-¡Eso no importa!-contestó Nicole con evasivas-¡Tengo que saber dónde está! Ustedes son sus parientes. ¡Deben de saber algo de él!
-No sabemos nada de él.
-¡Eso no es cierto! Se lo ruego. ¡Díganme dónde está Duncan! ¡He de saberlo!
                      Pero los Williams no supieron darle razón alguna de él.
                      Nicole abandonó la casa destrozada. Se dijo así misma que los Williams le estaban mintiendo. Pensó que tía Phoebe les había pagado para que no le dijeran dónde estaba lord Duncan. Las lágrimas caían abundantemente por sus mejillas. En aquel momento, no pensó en el bebé que estaba creciendo en su vientre. Pensaba en el dolor que sentía al sentirse lejos del hombre que amaba. Un presentimiento se adueñó de su mente. Tiene que regresar, pensó Nicole con desesperación. Me ama. Tiene que regresar porque voy a darle un hijo y porque me ama. Como yo le amo a él.
                       Pasó otro mes. Nicole estaba en su tercer mes de embarazo. Tía Phoebe aún no había decidido qué iba a hacer con ella.
                       Pero el embarazo de Nicole no tardaría mucho en empezar a notársele. Tía Phoebe pensó en su sobrina, la madre de Nicole. No le dio tiempo a arreglar su situación, pues unas fiebres acabaron con su vida a los pocos días de nacer su hija. Sabía que su hermana y su cuñado habían apalabrado su matrimonio con un conocido. ¿Podía hacer ella lo mismo? ¿Podía buscarle un marido a Nicole? ¿Y quién aceptaría casarse con una joven bastarda que iba a traer al mundo a un hijo ilegítimo?
                     Nicole estaba a punto de cumplir su cuarto mes de embarazo. Empezaba a sentir cómo su hijito se movía en su interior. Por lo menos, se decía así misma, algo de Duncan permanecía con ella.
                        Todo cambió un atardecer en el que Nicole sintió un fuerte dolor en su vientre. En un primer momento, no le dio importancia. Se acostó en la cama en la creencia de que si dormía un poco el dolor cesaría. Pero no fue así.
                      Los dolores fueron cada vez a más. De pronto, Nicole sintió cómo un líquido espeso corría por sus piernas. Asustada, la joven juntó las piernas con fuerza. Algo va mal, pensó con terror. Le pasa algo malo a mi bebé. ¿Y si lo perdía? En aquel momento, entró la criada. Portaba la cena en una bandeja. Vio a Nicole muy pálida y acostada en la cama. Y vio también sangre manchando el colchón.
                     La criada fue corriendo a avisar a tía Phoebe. Ésta ordenó a un criado que fuera a buscar al médico.
                       Nicole estaba sumida en la oscuridad.
                      No sentía ya el dolor. Ya no sentía la sangre corriendo por sus piernas. Lo único que sentía era una terrible sensación de pérdida. Un gran vacío dentro de ella...
-Lo siento mucho-oyó decir al médico-Ha perdido al bebé.
                      Nicole estaba semi inconsciente. Le oyó a la perfección. Y deseó no haberle escuchado. Sentía que algo en su interior había muerto junto con su hijito.


 

sábado, 23 de noviembre de 2013

EPÍLOGO ADELANTADO DE "FIESTA DE COMPROMISO"

Hola a todos.
Ya sé que hoy tocaba un nuevo fragmento de mi blog novela La viuda de la atalaya. 
Sin embargo, he decidido adelantar para hoy el epílogo de mi relato Fiesta de compromiso, que tenía pensado subir mañana.
Será mañana cuando suba el fragmento correspondiente a La viuda de la atalaya. 
Vamos a ver en el epílogo cómo Nell encuentra el verdadero amor.

                           Pasó un año desde la ruptura del compromiso entre Nell Campbell y Douglas Crane.
                           Fue la comidilla de Escocia durante mucho tiempo. Los rumores se cebaron sobre Nell.
                           Después de la boda de Catriona y de Devin, la joven estuvo mucho tiempo sin querer salir de casa. A través de Devin, a Nell le llegaban noticias de Douglas. Una parte de su ser seguía amándole. Sin embargo, Nell luchaba por borrar de su mente todo rastro de aquel amor insano y no correspondido.
                          Seis meses después de la boda de Devin y de Catriona, llegó a Innis Chonain una mala noticia. Douglas Crane había sido asesinado en Palermo.
                          Por lo visto, el marido de una de sus numerosas amantes le había perseguido tras sorprenderle con su mujer. Una vez que le dio alcance, le acuchilló muchas veces. La gravedad de las heridas sufridas por Douglas acabaron con su vida. Nell cayó enferma cuando lo supo. Pensó que la vida había dejado de tener sentido para ella.
                        El doctor Fang Acair fue el médico encargado de atender a Nell. Tenía unos cuarenta años y todavía no se había casado. De algún modo, el doctor Acair fue el encargado de sanar la mente de Nell. Veía que la enfermedad que sufría la joven no tenía que ver sólo con el cuerpo, sino también con el corazón. Sufría los estragos de un amor no correspondido.
                       El doctor Acair cayó rendido ante los encantos de Nell. Le pareció la mujer más bella que jamás había visto. Con su largo cabello de color negro...Con sus ojos de color violeta...Además, era bastante alta.
                      Iba a visitarla y hablaba con ella. Le recetaba medicinas para sanar su cuerpo. Y, a escondidas, le escribía versos que no se atrevía a recitar en su presencia. Versos de amor...Se atrevía a besarla en la mejilla a modo de saludo.
-Las personas son las que se forjan su propio destino-le decía-No podemos hacer nada para remediarlo. Ni siquiera basta con el amor...
                       Nell empezó a agradecer las visitas que le hacía el doctor Acair. Le parecía un hombre agradable y atento. Tuvo que admitir, para sus adentros, que, incluso, le parecía atractivo. Al mirar los ojos del doctor Acair, Nell se veía reflejada. Aquello la dejó muda.
-Usted está enamorado de mí-le dijo en una de sus visitas, cuando ya podía levantarse de la cama.
                   El doctor Acair se sinceró con ella y le confesó que la amaba.
-Y yo he empezado a enamorarme de usted, doctor-se sinceró Nell.
-Hablaré con su tío-decidió el doctor Acair-Le diré que quiero hacerla mi esposa. No soy rico.
-Eso no importa.
-Le juro que consagraré mi vida a hacerla feliz.
                    El doctor Acair le pidió a Gilroy la mano de Nell al día siguiente. El hombre aceptó la oferta de matrimonio del médico. Sabía que era mejor hombre que Douglas.
-Sólo le pido que haga feliz a mi sobrina-le pidió.
                     La boda se celebró pocos meses después.
                     Entre los brazos del doctor Acair, Nell se sintió feliz. Supo lo que era sentirse amada de verdad por un buen hombre. Y le devolvió cada beso que recibió de él. Cada caricia...Esto es el verdadero amor, pensó Nell.

                        Mientras tanto, noche tras noche, Catriona recibía los besos de Devin. Le devolvía cada beso que su marido le daba. Un año de besos, pensaba la joven dichosa.
                        No sentía pudor alguno cuando estaba con él. Le acariciaba y sentía las caricias de las manos y de los labios de Devin. Catriona había aprendido a acariciarle con las manos y con los labios.
                        Se abrazaban con fuerza. Se apretaban el uno contra el otro. Se abandonaba el uno en brazos del otro. Se chupaban mutuamente. Se lamían mutuamente.
                         Aquello era el Paraíso.

FIN

viernes, 22 de noviembre de 2013

¡"EL VIAJE" YA A LA VENTA EN LULU!

Hola a todos.
Nuestra buena amiga Anna ha dar el gran paso y va a publicar en Lulu su novela El viaje. 
¿Y de qué trata esta novela?
Nuestra protagonista, Ruth, es una adolescente hija de padres divorciados que se ve obligada a pasar las Navidades a bordo de un crucero en compañía de su padre y de su nueva esposa.
Contada en primera persona, veremos cómo Ruth va madurando a lo largo de este viaje. Vivirá toda clase de experiencias la ayudarán a formarse como persona. Verá que su madrastra Mariola no es como la madrastra de Blancanieves. Aprenderá a llevarse mejor con su padre. Encontrará el amor encarnado en la figura de Asier. Y conocerá a personas que la enseñarán un poco acerca de la vida.
No es sólo una novela romántica. Es una novela en la que se descubre y se vive el viaje que inicia una adolescente hacia la vida adulta.
Si lo queréis, podéis adquirirlo en este link:

http://www.lulu.com/shop/anna-s-segura/el-viaje/paperback/product-21306796.html 

Os invito a que conozcáis a Ruth y a que la acompañéis en el viaje hacia su madurez. 
¡Será una experiencia inolvidable! 


jueves, 21 de noviembre de 2013

FIESTA DE COMPROMISO

Hola a todos.
Hoy, llegamos al desenlace de Fiesta de compromiso. 
Después de varias semanas, por fin leeremos el final de la historia de Devin y Catriona.
Este domingo, me gustaría subir un epílogo contando qué fue de ellos y, de paso, que Nell también tenga su propio final feliz, que se lo merece.
El epílogo es un añadido mío actual porque, en el original, no existía. Pero me daba pena el final de Nell.
¡Vamos a ver lo que pasa hoy!

                             Habían pasados varias semanas desde que Devin pidió la mano de Catriona en matrimonio.
                              Al pie del Altar de la pequeña Iglesia de Innis Chonain, Devin se quedó sin habla al ver entrar a Catriona cogida del brazo de Gilroy y vestida de blanco. Tuvo la impresión de que estaba viendo un ángel.
                              Su compromiso había dado de qué hablar. Todo el mundo estaba al tanto de la ruptura de Nell y de Douglas. Así como de que Devin se iba a casar con la prima de la ex prometida de su hermano mayor. Douglas se opuso en redondo a la boda. Pero Devin no le hizo caso. Indignado, Douglas se negó a asistir al enlace.
                           Al llegar a su altura, Devin besó la mano de Catriona.
                          Siendo sinceros, le dolía la ausencia de Douglas.
                          Su hermano no se encontraba en Escocia en el momento de la boda. Había huído días antes. No le quiso contar a Devin los motivos de su marcha.
                          Los acreedores le perseguían. Además, el marido de una de sus amantes quería desafiarle a un duelo. Y era mejor tirador que Douglas. De modo que tuvo que huir. No le dijo a nadie adónde iba. Y Devin ignoraba cuándo regresaría.
                         Fue una ceremonia emotiva. Devin no echó en falta la ausencia de su hermano mayor. Tenía a Catriona a su lado. En un momento de la ceremonia, la muchacha rompió a llorar. Devin, saltándose el protocolo, levantó su velo de tul que cubría su cara. Llenó su rostro de besos. Quería consolarla y Catriona agradeció aquel gesto tan tierno.
                      La ceremonia prosiguió cuando la joven dejó de llorar. Intercambiaron los anillos. Y se juraron ante Dios y ante los hombres que se amarían eternamente. Que permanecerían siempre juntos. Y que el engaño no existiría entre ellos.
-Y yo os declaro marido y mujer-pronunció el sacerdote.
-Ya estamos casados-sonrió Catriona.
                       No pudo decir nada más porque Devin la abrazó con fuerza y se fundieron en un beso largo y prolongado.

 

                      Al separarse, Catriona recibió el abrazo de su madre. Luego, su padre también la abrazó y Catriona vio que tenía los ojos llenos de lágrimas. Entonces, Nell la abrazó con fuerza. Le dio un beso en la mejilla y le deseó toda la dicha del mundo.
-Que seas feliz en la vida-le dijo-Y que el amor te acompañe siempre.
-Prima...-dijo Catriona-Sé feliz tú también. Llegará el día en el que olvides a Douglas. Encontrarás un hombre al que amarás y que también te amará. Te hará feliz. Sólo tú existirás para él. Ten fe en ello, Nelly.
-Gracias...

                        La celebración nupcial tuvo lugar en la casa de los Campbell. Acudieron todos los habitantes de la isla.
                         Nell se mantuvo un poco al margen de la fiesta. Disfrutó viendo cómo Catriona y Devin cortaban el pastel.
                          Se brindó a la salud de los recién casados después de eso. Animada por su tía, le tocó a Nell pronunciar unas palabras.
-No sé muy bien qué decir-empezó hablando-Sólo quiero deciros que estoy muy contenta. Y que seáis muy felices.
                         No fue un discurso muy elocuente. Pero las palabras de Nell salieron de su corazón. Catriona admiró su gesto. Bebieron todos champán a la salud de los recién casados.

                         Devin y Catriona pasaron su primera noche de casados en la posada de Innis Chonain. Los dos tenían la sensación de estar sumidos en un sueño. Y no querían despertar.
                          Devin contempló a Catriona. Visualizó una vida repleta de dicha a su lado.
                         Una idea pasó por su mente y quiso compartirla con ella. Se preguntó si Catriona estaría de acuerdo.
-Ya no hay nada que me ate a Edimburgo-se sinceró-Si te soy sincero, todo lo que tengo me une a esta isla. No quiero regresar a Edimburgo. Me quiero quedar contigo aquí. Quiero que vivamos en esta isla. Así, estarás cerca de tus padre.
                       La oferta dejó muda a Catriona. Había dado por sentado que Devin y ella vivirían en Edimburgo. La idea de separarse de sus padres y de su prima la destrozaba. Notó cómo su recién estrenado marido le apretaba la mano. No sabía bien qué decir. ¿En serio Devin iba a renunciar a vivir en Edimburgo por ella? Me ama tanto como yo le amo a él, pensó Catriona dichosa.
-No puedes estar hablando en serio-afirmó.
                       Se perdió en los ojos de Devin. Vio sinceridad reflejada en aquellos ojos. Unos ojos que no se cansaban de mirarla con amor. Se llevó la mano del joven a los labios para besársela. Catriona tuvo la certeza de que Devin y ella estarían siempre juntos. El joven no se parecía en nada a Douglas. ¿Por qué había tenido tantas dudas al principio?
-Soy una estúpida-pensó.
                   Y dijo en voz alta:
-¿Y qué va a pasar con tu vida en Edimburgo? Tus amigos...Todo lo que tienes allí. ¿Qué va a pasar?
                  Devin tomó aliento.
-Mi vida está aquí, contigo-contestó-Viviremos en una casita en esta isla. Desde aquí, podré ocuparme de los negocios de mi familia.
                 Catriona esbozó una sonrisa de alegría. Devin estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por hacerla feliz.
-Nunca dejes de sonreír, mi querida Cathy-le pidió el joven-Sólo tú me llenas de dicha. Y quiero hacerte feliz.
            Los dos se fundieron en un beso cargado de ardor. El traje de novio de Devin y el vestido de novia de Catriona desaparecieron. 

            Se abandonaron el uno en brazos del otro. Se besaron muchas veces. Se abrazaron con fuerza. Se acariciaron mutuamente con las manos y con los labios. 
            Devin no dejó ni una porción del cuerpo de Catriona sin chupar. Sin lamer. 
             Catriona quedó encima de él. Su cabello castaño caía sobre sus hombros. Los ojos de ambos estaban muy abiertos. Se besaron muchas veces mientras daban rienda suelta a todo lo que sentían. Se entregaron el uno al otro. 
-Juro que me dedicará a hacerte feliz-pensó Devin-No sólo te demostraré mi amor con palabras. Te lo demostraré con gestos. Te verás reflejada en mis ojos. No te dejaré nunca. Nos tenemos el uno al otro. Seremos muy dichosos en Innis Chonain. Tú perteneces a esta isla. Yo también pertenezco a esta isla. Tu corazón está aquí. Y mi corazón está donde estás tú, Cathy. 
             Devin sonrió al pensar en el futuro que le aguardaba. Catriona sonrió al imaginar su vida al lado de su marido. Su marido...¡Qué raro sonaba en su mente! Pero así era. ¡Estaba casada con Devin!
           

              Mientras tanto, Nell se encontraba sola en su habitación. Permanecía acostada en su cama recordando lo ocurrido a lo largo de aquel día. Sonrió al pensar en lo feliz que era Catriona. Pero su mente la traicionaba. Le hacía pensar en Douglas. ¡Cuán falsos habían sido todos los besos que le había dado! Se sentó en la cama. Tengo que olvidarle, pensó Nell. He de hacer algo para sacármelo de la cabeza. Jamás podría haberse abandonado en sus brazos sabiendo que no era amada. 
                 Acabó sentándose en la cama. 



                   ¿Seré feliz yo algún día?, se preguntó. 
                   ¿Seré amada? ¿Podré volver a amar? 
                  Aún estaba muy reciente la ruptura de su compromiso con Douglas. Su corazón todavía lloraba por él. Pero Nell esbozó una sonrisa. Antes o después, encontraría el amor. Y aquel amor sería verdadero. Y correspondido...

No pongo fin todavía porque falta el epílogo, que subiré el domingo. 
Espero que hayáis disfrutado de esta historia y que os haya gustado. 
El lunes, nueva historia. Bueno, es una historia vieja, pero quiero compartirla con vosotros. 
¡Mil gracias por estar ahí!
¡Hasta mañana! 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

FIESTA DE COMPROMISO

Hola a todos.
Hoy, veremos lo que pasa, no sólo entre la pareja principal de este relato. También veremos lo que pasa entre Devin y Catriona.

                          Devin abandonó la casa de los Campbell saltando por la ventana. Le habría gustado ir a la habitación de Gilroy y de Evanna y hablar con ellos. Pero Catriona lo impidió.
-Ya hablarás luego con ellos-le dijo mientras terminaba de abrocharse el camisón.
-¿Y por qué no quieres que lo haga ahora?-le preguntó Devin.
-Debes asearte y cambiarte de ropa. Además, mi padre es capaz de pegarte un tiro se te ve salir de mi habitación.
-Está bien.
                        Se fundieron en un beso cálido. Devin cogió su ropa y saltó desnudo por la ventana. Catriona ahogó un grito al verlo caer sobre el jardín.
-¿Estás bien?-le preguntó asomándose a la ventana.
                       Devin se puso de pie de un salto y Catriona se rió aliviada.
                      En aquel momento, entró Raisie en su habitación.
-¿Qué está haciendo mirando por la ventana?-inquirió curiosa.
-Estaba mirando el jardín-contestó Catriona. La aparición de Raisie la había sobresaltado. Vio a Devin esconderse para vestirse. Le dedicó una sonrisa. Aún tenía los labios hinchados por los besos que se habían dado la noche antes-Hace un día precioso. Quería ver los rayos de Sol dando de lleno sobre las flores. Es un espectáculo precioso. ¿No crees?
                     Raisie arqueó una ceja. Catriona se giró hacia ella y la vio más contenta. Más animada...
-El señor Crane está a punto de llegar-le advirtió a la joven.
                     Catriona tardó unos instantes en comprender que Raisie se estaba refiriendo a Douglas.

                    Douglas llegó aquella mañana a la casa de los Campbell. Estaba convencido de que Nell ya habría fijado una fecha para la boda. Sin embargo, su sospecha fue mayúscula cuando no encontró eso. Nell le comunicó con total tranquilidad que quería romper el compromiso.
-Debe de ser una broma-se indignó Douglas-¿Cómo que quieres romper el compromiso? ¡Es demasiado tarde! ¡Nos vamos a casar!
-Ya no...-decidió Nell-No quiero casarme contigo, Douglas. He cambiado de opinión.
                 Catriona y sus padres estaban presentes en el salón en aquel momento.
-¡No puedes cambiar de opinión de la mañana a la noche!-insistió Douglas, cada vez más indignado-¿Qué ha pasado?
                   Nell permaneció sentada en el sofá. Douglas se paseaba de un lado a otro del salón con gesto airado. Nell trataba de disimular el miedo que sentía. Por favor, dime que me amas, pensó. Haz que me vea reflejada en tus ojos y cambiaré de opinión. Pero no veía amor en los ojos de Douglas. Aquel convencimiento la destrozó.
                   Douglas no paraba de gritar. Quiso saber quién había forzado a Nell a tomar la decisión de romper su compromiso con él. Estaba convencido de que la joven estaba viéndose a escondidas con otro hombre. Aquel comentario indignó a Gilroy.
                   El hombre tuvo que salir en defensa de su sobrina.
-¿Puede Elaine decir lo mismo de usted, mister Crane?-le acusó-¿Puede usted jurarnos que no se ve a escondidas con otras mujeres? Innis Chonain es una isla pequeña y alejada de Edimburgo. Pero el viento trae hasta aquí noticias acerca de lo que usted hace cuando está lejos de Elaine. Así que le voy a rogar que no injurie a mi sobrina.
                      El tono de voz de Gilroy era tranquilo. Pero había cierta amenaza bajo la superficie. Douglas se puso rojo de ira. Lanzó una mirada cargada de odio a los allí presentes. Abandonó dando grandes zancadas el salón de los Campbell. Nell le oyó salir dando un portazo. Y sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos.
-Ya ha pasado todo, cariño-le dijo Evanna.
                   Le dio un fuerte abrazo intentando tranquilizarla. Gilroy también la abrazó y le dijo que se sentía orgulloso de ella. Catriona, por último, abrazó a su prima. Y le dio un beso en la mejilla.
-Has hecho lo que debías-le aseguró-Te aseguro que acabarás encontrando a un hombre que te amará por lo que eres. Y al que tú amarás. Y te olvidarás de Douglas Crane para siempre.
-¡Ojala tengas razón!-suspiró Nell-Pero me va a costar mucho trabajo hacerlo. A pesar de todo, yo aún le amo. Y pienso que le amaré siempre.
-Los malos amores terminan curándose-afirmó Evanna.

                    Aquella misma tarde, el mayordomo de los Campbell entró en el salón para anunciarles que tenían una visita. Era mister Crane.
-Échalo-le ordenó Gilroy.
                 Nell se sobresaltó.
-No es mister Douglas Crane-le corrigó su mayordomo-Es su hermano menor.
-¡Devin!-exclamó Catriona.
-¿Qué está haciendo aquí?-le preguntó Nell.
                 Devin entró en el salón.
-Buenas tardes a todos...-saludó.
-Mister Crane, si ha venido para intentar convencer a mi sobrina de que debería de reconsiderar la idea de la ruptura del compromiso con su hermano, ya puede estar yéndose-le advirtió Gilroy-Elaine ha tomado una decisión. Y exijo que su decisión sea respetada.
-Estoy al tanto de lo que ha pasado entre Nell y Douglas, mister Campbell. Y debo decir que me alegro mucho-Le guiñó un ojo a Catriona. La chica se ruborizó-Pero no he venido a hablar de eso. Vengo a hablar con usted acerca de su hija.
                   Se hizo el silencio en el salón. Nell sonrió para sus adentros. Era obvio que su prima y Devin estaban muy enamorados. Sólo bastaba con ver cómo Devin miraba a Catriona. Había amor en aquellos ojos. Se alegró de ver que Catriona era feliz. A lo mejor, pensó, encuentro yo también el amor. Y se dijo así misma que tanto Devin como Catriona habían nacido para estar juntos.



-Estoy enamorado de su hija Catriona, mister Campbell-se sinceró Devin-Y mi mayor deseo es convertirla en mi esposa. No soy como mi hermano. Amo de verdad a Catriona y me consagraré a ella cuando nos casemos. La honraré de todas las maneras habidas y por haber. Seré un marido fiel y devoto. Y permaneceré siempre a su lado.
                   Los ojos de Catriona se llenaron de lágrimas al escuchar las palabras de Devin. Evanna también estaba llorando. Incluso Gilroy sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta. Pensó que aquel joven no tenía nada que ver con su hermano mayor. Veía sinceridad y honestidad en él.
-Tendrá que hablarlo con mi hija-le sugirió-Es ella quien decide.
                  Devin se puso de rodillas delante de Catriona. La muchacha se quedó sin palabras cuando Devin le pidió, de aquella forma, matrimonio. Reaccionó cuando le dio un codazo Nell. Desde luego era algo que Catriona jamás habría imaginado que iba a pasar. Ni siquiera en sus sueños más locos...No pudo reprimirse y rompió a llorar.
-Sí...-contestó entre sollozos.
                 No podía decir nada más. No podía parar de llorar de felicidad. Jamás pensó que acabaría derramando lágrimas de alegría. Devin la besó con fuerza en la boca. Le susurró palabras de consuelo y de amor. Él también estaba llorando. Había discutido con Douglas antes de salir a ver a los Campbell. Su hermano estaba furioso por la ruptura del compromiso. Sin embargo, Devin se alegraba de saber que Nell no se casaría con Douglas. En su opinión, la joven se merecía a alguien mejor.
-No llores, cariño-le pidió a Catriona-¡Pero si tienes que estar contenta!
-Es que lloro de alegría-se justificó la joven.
                   Devin llenó de besos el rostro de Catriona secando sus lagrimas con sus labios. La abrazó con fuerza. Y se juró así mismo que haría lo imposible con tal de hacerla feliz. Catriona era su vida.
                    Se separaron un poco. Nell se acercó a Devin y le dio un beso en la mejilla.
-Hazla feliz-le pidió al joven-Cathy es buena. Merece ser amada.
-Ya la amo-le aseguró Devin-La amo más que a mi vida. Y moriría por ella si es preciso. Cathy es mi vida. Mi corazón...Mi todo...
                 Nell sonrió al oírle hablar. Devin era sincero en sus palabras y en sus actos. Los padres de Catriona se acercaron para felicitarla y también para consolarla. Nell se dio cuenta de que estaba ella también llorando. Sé feliz, Cathy, pensó.

Y, mañana, ¡el desenlace!
No os lo perdáis.
Es posible que el domingo suba un epílogo de esta historia.
¡Hasta mañana!


martes, 19 de noviembre de 2013

FIESTA DE COMPROMISO

Hola a todos.
El fragmento de hoy en lo relacionado con Devin y Catriona viene caliente en muchos sentidos, je, je.

                   A la hora de la cena, Nell salió de su habitación acompañada por Raisie y por Catriona. Gilroy y Evanna estaban sentados a la mesa cuando vieron a su sobrina entrar en el comedor. Nell estaba muy pálida y tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Al verla entrar, Evanna se puso de pie y fue hacia ella para darle un abrazo.
-¿De verdad no estáis enfadados conmigo?-le preguntó Catriona.
                      Tanto Evanna como Gilroy le respondieron que no estaban enfadados con ella.
-Respetamos tu decisión-dijo Gilroy acercándose a su sobrina. Le acarició con suavidad el pelo-Mereces ser feliz, querida. Y mereces también ser amada.
-Tío...-susurró Nell.
                    Estaba a punto de romper a llorar. Sentía que no merecía la indulgencia que sus tíos le estaban mostrando. Catriona le apretó con suavidad el brazo.
-Me prometiste que no ibas a llorar-le recordó.
                   Nell le dio un beso en la mejilla a su prima. Miró con cariño a su fiel Raisie. De no ser por ellas, se habría vuelto loca en aquellos días de incertidumbre que había vivido.
-Anda, Nelly-dijo Evanna-Vamos a cenar. Apuesto lo que quieras a que no has comido nada en estos días. Pues tienes que comer porque no quiero que caigas enferma. Ven y siéntate con nosotros.

                     Catriona fue a darle las buenas noches a Nell. Encontró a su prima sentada frente al tocador. Raisie cepillaba su pelo suelto. El semblante de Nell seguía estando serio. Sin embargo, Catriona vio que su prima parecía estar más tranquila que en días pasados.
-Mañana, vendrá Douglas a verme-le contó Nell-Aprovecharé su visita para decirle que quiero romper el compromiso. Se lo he dicho a tío Gilroy. Estará conmigo cuando venga Douglas.
-Es lo mejor-opinó Catriona-Esta situación no puede prolongarse por más tiempo. Te está haciendo daño, Nelly.
-¡Ya has oído a tu prima!-afirmó Raisie-Mañana, ese sinvergüenza habrá desaparecido de tu vida.
-Haz caso a Raisie, prima.
                   Catriona se acercó a Nell y le dio un beso en la frente. Después, se dirigió a su habitación. Cerró la puerta. La ventana estaba abierta. No se le ocurrirá venir, pensó Catriona. No estará tan loco como para presentarse aquí.
                  Se sentó en la cama. Dejó la lámpara de la mesilla de noche encendida. Le temblaba todo el cuerpo.
                  Un ruido la sobresaltó. Se puso de pie de golpe. Para su sorpresa, vio a Devin a punto de meterse en su habitación. ¡Había trepado por la fachada de su casa sólo para verla! El corazón de Catriona dio un vuelco al verle.
-¡Te dije que vendría!-le sonrió Devin, metiéndose en la habitación de la chica-¡Menuda sorpresa te he dado!
-¡Cielo Santo!-exclamó Catriona, entre escandalizada y feliz-¿Te has vuelto loco?
-Estoy loco por ti, Cathy.
-Vas a llevarnos a la ruina a los dos.
                     A pesar de todo, Catriona besó a Devin con fuerza en la boca. El joven tenía muy claro lo que quería hacer. Hablaría con los padres de Catriona. Les pediría su mano en matrimonio.
-Mañana, mi prima romperá el compromiso con tu hermano-le comunicó la muchacha.
-¡Mejor para ella!-afirmó Devin-Cathy, Nell se merece a otro hombre. Casándose con Douglas, nunca sería feliz. Pero yo sí quiero hacerte feliz a ti, mi vida. Quiero que nos casemos ya.
                  Llena de alegría, Catriona llenó de besos el rostro de Devin.
                  Los ojos de Catriona estaban llenos de fuego. Los recuerdos de la noche que habían vivido semanas antes volvieron a sus mentes. Devin decidió que no quería esperar más.
                   Acarició con la mano el cabello castaño de Catriona que caía sobre su espalda igual que un manto.
                   La recostó sobre la cama. Al mismo tiempo, la ropa que llevaba puesta Devin desapareció de su cuerpo. Catriona le ayudó a deshacerse de la camisa. Una vez que el joven quedó desnudo, despojó a Catriona de su camisón. Era una joven esbelta. Devin acarició con la mano su cuerpo. Estaba muy bien formada.
                    Intentaron hacer el menor ruido posible. La habitación de Catriona estaba pegada a la habitación de Nell.
-Te amo, Cathy-le dijo Devin.
-Yo también te amo-le corroboró ella.
                      Se besaron largamente.
                     Devin pensó que estaba soñando. ¡Catriona también le amaba! La joven puso en aquel beso toda la pasión que sentía por él. Una pasión que no quería reprimir.



                      Catriona tenía los ojos muy abiertos y reaccionaba a todo lo que le estaba haciendo Devin. El joven recorrió su cuerpo con la boca. Llenó cada centímetro de su piel de besos. No se cansaba de lamer su piel.
                       Catriona tenía la sensación de que nada de lo que estaba pasando era real. Ella estaba con Devin. De algún modo, sabía que acabarían juntos. Sentía que conocía a aquel joven desde hacía mucho tiempo.
                       Devin contempló el rostro arrebolado de Catriona. Acarició con la mano su cara. La besó repetidas veces en el cuello. Catriona se dejó llevar por la pasión de Devin.
                        El joven acarició con la mano el pelo castaño de su amada. La luz de la Luna se colaba por la habitación de Catriona. Se reflejó en el cuerpo de ella, confiriéndole un aire sobrenatural. Su pelo se extendía sobre la almohada. Es un ángel, pensó Devin sobrecogido.
                       No había estado con ninguna mujer hasta que conoció a Catriona. Douglas se había reído de él por aquel motivo. Pero Devin pensaba más con el corazón y no pensaba con la entrepierna. Quería entregarse a una mujer por amor. Y eso fue lo que hizo la noche de la tormenta. Cuando Catriona entró en su habitación. Todo cambió para ambos.
                     Se besaron muchas veces. Catriona le devolvió a Devin todos los besos que él le dio. El joven no se cansaba de saborear sus labios.
                       Devin recorrió con la mirada el cuerpo de Catriona. Se fijó en los pechos de la chica, que eran pequeños, pero firmes. Llenó de besos sus pechos. Los lamió con ansia. Los chupó con ansiedad. La sintió moverse debajo de él.
                     Devin se introdujo lentamente en el cuerpo de Catriona. Ella se arqueó para recibirle. Rodeó con sus piernas la cintura de Devin. Los dos se movieron al mismo compás.
                      El joven notó cómo Catriona seguía sus movimientos. Parecían que estaban bailando. La muchacha se entregó a él. Pensaba en él. No quiso mostrarse reprimida. Fue una unión poderosa y fuerte. Sintieron cómo sus cuerpos se fusionaban. Se sentían un solo ser. El mundo estalló a su alrededor al mismo tiempo.
                     Todo acabó. Ambos estaban exhaustos. Devin apoyó la cabeza sobre el hombro de Catriona. Al alzar la vista, se encontró con la sonrisa que la joven le dedicó.
                       Le dio un beso en la mejilla.
-Eres la mujer más apasionada que jamás he conocido-la piropeó-Y lo digo en serio. Yo...Antes de ti...
                    Catriona sonrió aliviada al escuchar la confesión de Devin. Le habría molestado saber que hubo otras mujeres en su vida antes que ella. Era tontería, pero así lo sentía.
-Me alegro mucho-admitió-Me alegro de que yo sea la primera. Tú has sido el primero para mí.
                     Devin se echó a reír. Besó con pasión a Catriona en sus labios hinchados. Se apartó de ella para no aplastarla con su cuerpo. La chica apoyó la cabeza en el pecho de Devin.
                      Se fundieron en un fuerte abrazo. Catriona fue la primera en quedarse dormida. Devin hundió la cara en la cabeza de su amada y también se quedó dormido. Mañana, pensó Devin. Mañana será un día decisivo. Lo intuyo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

FIESTA DE COMPROMISO

Hola a todos.
Hoy, Devin y Catriona se encuentran de nuevo después de que el chico se le haya declarado. Antes, Catriona tendrá una interesante charla con su madre Evanna.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                   Era la hora del té.
                   Catriona se sorprendió cuando, al entrar en el salón, se encontró a Evanna sola. La mujer la invitó a que tomara asiento junto a ella en el sofá. Catriona se sentó a su lado y cogió una pasta para darle un mordisco.
-Me gustaría hablar contigo a solas-empezó a hablar Evanna-Tu padre y yo nos hemos dado cuenta de que ya no eres una niña. Hemos visto cómo tu prima sufría por culpa de ese canalla y no queremos que pases lo mismo que ella. Quiero que seas sincera conmigo, hijita. Sospecho que el amor ha llegado ya a tu vida.
                       Las mejillas de Catriona se encendieron al escuchar las palabras de su madre. Decidió que debía de sincerarse con ella en la medida de lo posible.
-No te has equivocado en nada, mamá-admitió la muchacha-Lo cierto es que hay alguien en mi vida.
-¿Y ese alguien te quiere?-quiso saber Evanna-¿Te respeta?
                     Catriona le dio otro mordisco a su pasta. Asintió con la cabeza.
-Cuando estamos juntos, sólo existo yo-contestó. Había sinceridad en su voz-Es muy cariñoso conmigo. No sólo me demuestra lo que siente por mí con palabras. También lo hace con gestos. Sus sentimientos hacia mí son sinceros. Se desvive por mí. Sé que nunca me faltará de nada si me caso con él. He tenido muchas dudas acerca de la veracidad de sus sentimientos. Es educado. Es honesto. Es dulce. Todos los gestos que tiene hacia mí. La manera en la que me mira. Yo siento que él me ama. Y yo también le amo con todas mis fuerzas. Quiere verme sonreír.
                    Evanna apretó con cariño la mano de su hija.

   

-Entonces, ese joven te quiere de verdad-opinó la mujer-Seguro que no tarda en pedirte que te cases con él.
-De hecho, ya me ha pedido que me case con él-se sinceró Catriona-Pero, en un primer momento, me negué.
-La última palabra, en mi opinión, tienes que tenerla tú. Hiciste mal en rechazarle, cariño.
                     Catriona no se atrevió a contarle lo que había pasado antes a su madre entre Devin y ella. Evanna se habría desmayado de la impresión. Y habría pensado que su hija era una cualquiera.
-Siempre se ha dicho que una mujer debe casarse con el mejor partido-afirmó Evanna-Yo pienso que una mujer debe casarse por amor y sabiéndose amada. Lo demás no importa.
-Eso mismo me decía mi institutriz-recordó Catriona. Sonrió con el recuerdo-Nos enseñó a Nelly y a mí a caminar erguidas. Nos enseñó a hablar francés. Pero nunca nos enseñó a enfrentarnos a la vida. A que el amor no es tan bonito como lo pintan en los libros. A que se puede sufrir mucho por su culpa. Yo he sufrido por amor, mamá.
-Me lo imagino-suspiró Evanna-Pero te pareces a tu padre. Nunca demuestras tu preocupación. Habla con ese joven. Que venga a vernos. Si es bueno y te ama de verdad, tu padre no se opondrá a que te cases con él.
                     Acarició con la mano la mejilla de su hija.
-Eso es lo que haré-decidió Catriona-Tendría que haber hablado contigo antes. Me siento mejor.
                     Evanna la abrazó.

                     Catriona salió a dar un paseo. Caminaba por la orilla del lago sumida en sus propios pensamientos. Todo el mundo le había aconsejado que había llegado el momento de que pensara en ella misma.
                          Catriona no quería ser egoísta. Siempre había antepuesto la felicidad de los demás a la suya.
                          Se odiaba así misma por ser feliz. No podía ser feliz cuando veía que Nell era tan desgraciada. Maldijo a Douglas por no ser capaz de amarla como merecía ser amada. Y maldijo también a Devin porque se había enamorado de él. Y también le maldijo por amarla. De pronto, se detuvo en seco al oír una voz que la llamaba a gritos. Era la voz de un hombre joven. Con el corazón acelerado, Catriona se dio la vuelta.
                         Y vio cómo Devin se acercaba corriendo hasta donde estaba ella.
                        ¿Qué está haciendo aquí?, se preguntó Catriona.
-¡Menuda sorpresa te he dado!-le sonrió Devin de aquel modo que la cautivaba.
                         La tomó entre sus brazos y llenó su rostro de besos. Catriona estaba atónita.
-¿Qué estás haciendo aquí?-inquirió.
-He venido a verte-contestó Devin-Estuve en tu casa y hablé con Nell. Me lo ha contado todo.
-Entonces, ya sabes que mi prima quiere romper su compromiso con tu hermano.
-Si te soy sincero, me alegro muchísimo. Douglas no se merece a una mujer como Nell. Ella merece un hombre bueno. Que la ame de verdad.
-Me alegro de que lo comprendas. Y que no estés enfadado. Después de todo, Douglas es tu hermano. Y, a pesar de todo, lo quieres.
-El bienestar de Douglas no me preocupa nada. Sólo quiero que tú seas feliz, Cathy. Y tu felicidad está unida a la dicha de tu prima.
                    Catriona se sintió conmovida al escucharla. Devin era el ser más comprensivo que jamás había conocido. Se sentó en la hierba.
                    Tenía la sensación de que todo le daba vueltas. Devin se sentó a su lado en la hierba. Todo lo que sabía era que no podía vivir sin Catriona.
-Douglas aún no lo sabe-dijo la chica.
                     Devin se encogió de hombros. Atrajo a Catriona hacia sí para abrazarla.
-Lo que haga o diga mi hermano no me importa nada-admitió el joven-Durante años, ha hecho lo que le ha venido en gana sin hacer caso de los consejos que le daba nuestro padre, que en paz descanse. Él mismo está forjando su propio camino.
-Pero le ha hecho daño a Nell-se lamentó Catriona-Y no se lo merece.
-Quieres mucho a tu prima, Cathy.
-Es como una hermana para mí. Me ha dicho que no me preocupe tanto por ella. Que piense un poco más en mí.



                          Desde que conoció a Catriona, Devin pudo conocer su manera de ser.
                          Era una chica alegre e inocente. Pero también era el ser más desprendido que jamás había conocido. Vivía alegremente a la sombre de su hermosa prima Nell. Y ésta se había dado cuenta de que Catriona no podía permanecer escondida por más tiempo. Debía de mostrar su fulgor. Catriona era como una estrella brillante.
                         Las estrellas no pueden permanecer escondidas por más tiempo.
-Vendré a verte esta noche-le aseguró Devin.
-¡No lo harás!-se escandalizó Catriona.
                       Devin la besó de una manera tan apasionada que Catriona pensó que se iba a derretir.
                       Recordó la conversación que había mantenido antes con su madre. Se había sincerado con ella hasta cierto punto. Pero había cosas que una hija no podía contarle a su madre. Y los recuerdos volvieron a su cabeza como un fogonazo.
                       Aquella noche...
                      Cuando estuvo en brazos de Devin. Cómo se entregó a él. Los besos que él le dio. Las caricias que de él recibió.
                        Regresó al presente cuando el joven le cogió las manos para besárselas.
-Y hablaré con tus padres mañana-decidió Devin-No pienso seguir esperando ni un segundo más a hacerte mi mujer.
-¿Y qué va a pasar con tu hermano?-se angustió Catriona-Se enfadará mucho cuando Nell le diga que quiere romper su compromiso.
-Douglas se sentirá herido en su orgullo-Devin abrazó a su amada con fuerza-Sólo vive para sí mismo. Nell está haciendo lo correcto. Se lo he dicho.
-¿Cómo la has encontrado?
-Está mucho más tranquila.
                   A modo de despedida, Nell le dio un beso en la mejilla.
-Haz feliz a Cathy-le pidió.
                    Y pensaba cumplir con la promesa que le había hecho.
                     Volvió a besar a Catriona en los labios. Quería beber de aquella boca que tanto amaba. Y se dijo así mismo que se encargaría de hacer feliz a Catriona hasta el último día de su vida.