viernes, 30 de mayo de 2014

NUEVA ANTOLOGÍA EN EL CLUB

Hola a todos.
Como muchos de vosotros ya sabréis, Dulce, la administradora del Club de las Escritoras, está preparando una nueva Antología de Relatos.
El plazo de apertura para la recepción de nuevos manuscritos está abierto desde el pasado día 23 y podéis enviar los relatos cuando podáis.
Sólo se aceptarán los 80 primeros relatos. Después de un periodo de valoración, el jurado escogerá los 22 relatos que consideren más adecuados para que formen parte de la Antología.
Los relatos han de ir en formato PDF a la siguiente dirección del club:

elclubdelasescritoras@hotmail.com

En el asunto pondrá: 

"Relatos para la Nueva Antología".

Los relatos no han de ir firmados, puesto que serán entregados al jurado como anómimos. Solamente irá el título de la otra y el texto de la misma. 
En el e-mail se indicará el nombre de la autora, su número de socia, el seudónimo con el que desea participar y, en el caso de que su relato sea escogido, el link del blog que desee que aparezca. 
También pueden participar los integrantes masculinos del Club. 
Los relatos han de pertenecer al género erótico, que está muy de moda en los últimos tiempos. Pueden tener toques paranormales o románticos, pero debe de ser erótico. 
Los relatos han de tener una extensión que no sea inferior a 8 páginas ni superior a 10. 
El texto debe de estar escrito con letra tipo Arial, con un tamaño de 12 y un interlineado de 1,5. 
No debe de tener faltas de ortografía, pero pasará por un periodo de corrección en el caso de que sea seleccionado. 
Las autoras y los autores que deseen participar deben de comprometerse a cumplir con los plazos de entrega de relatos y de corrección de los mismos que se establezcan. 
También deben de aceptar que el relato sea corregido en el caso de que sea elegido y de colaborar con las correcciones. 
Seguramente, si todo sale bien, la Antología salga a la venta el día 1 de febrero del año que viene. 
Os deseo toda la suerte del mundo y os animo a que participéis. 
¡Va a ser divertido! 

jueves, 29 de mayo de 2014

CUANDO UNO DE LOS PROTAGONISTAS ES ESPAÑOL

Hola a todos.
Hacía algún tiempo que no hacía ninguna entrada hablando de los grandes tópicos de la novela romántica. Creo que este tema ya iba siendo hora de que alguien lo tocara.
Los españoles hemos aparecido en muchas novelas románticas.
Personalmente, salvo contadas ocasiones, la sensación que he tenido es que nos han dejado a la altura del betún. Se han centrado únicamente en los tópicos. Por ejemplo, si hay una novela romántica que hable de la Guerra de la Independencia, los ingleses aparecen como los héroes de la función. Los españoles parecen que no saben defenderse de nadie. Ni siquiera de los invasores franceses...¿Lo de las partidas de bandoleros y de guerrilleros no les suena a ninguna escritora?
O escritor...El caso es lo mismo.
Parece que todos bebemos de la novela Carmen, de Prosper Mérimeé. La protagonista era una joven española sensual y apasionada. Siempre se ha dicho que los españoles tienen un carácter muy apasionado y temperamental.
Eso es cierto hasta cierto punto. No todos los españoles tienen un carácter tan pasional. Hay españoles que son fríos y serenos. Hay españoles que son tímidos. Podéis encontrar a muchos españoles que se alejan del tópico del llamado carácter mediterráneo. Que no son nada pasionales. O que son más bien tímidos y callados.
Yo no soy nada pasional. Y soy española.
Otro rasgo a destacar es el físico. En toda novela romántica, los españoles aparecen caracterizados de la misma manera.
Poco importa si sale un español o si sale una española. Todos somos de cabello negro, de ojos negros y de piel morena. Es cierto que hay españoles que reúnen esos rasgos.
Pero tampoco es del todo cierto. En mi colegio, había un crío que iba con su hermana, que estaba adelantada un curso. Los dos eran pecosos y pelirrojos. Y los dos eran españoles.
También iba un curso adelantada una cría. Era rubia y tenía los ojos de color azul y la piel muy blanca.
No era de ningún país nórdico. También era española. Volvemos al mismo tema de antes. Hay muchas clases de españoles. No sólo en el carácter...
También hay muchas clases de españoles en el físico. En ocasiones, tengo la sensación de que la imagen que los autores anglosajones tienen de nosotros no se aleja demasiado de los tópicos que aparecen de nuestro país en las series y en las películas estadounidenses. Da la sensación de que somos un pueblo atrasado.
Que los hombres van vestidos de toreros. Y que las mujeres van a todas partes con el traje de sevillanas. Que nos pasamos la vida bailando flamenco. Que somos una pandilla de trogloditas vagos que no saben valerse por sí mismos. Y eso no es cierto.
La única novela que he leído en la que los españoles salimos bien parados es La bodega, de Noah Gordon. Toda la acción transcurre en el norte de España. Todos los protagonistas son españoles, pero están bien retratados.
Al menos, se alejan de los tópicos. Parece que se relaciona a los españoles con el sur de España. Y eso no es del todo cierto. España no es sólo Andalucía. También está Canarias.
Está la zona del norte, como Galicia o el País Vasco. Lugares que merecen ser conocidos. De los que vale la pena escribir.
Esta entrada la hago para desahogarme. ¡Porque me cansa que se tenga una imagen tan penosa de nosotros!
¿Es que no se ha cambiado la imagen que se ofrece de nosotros desde Estados Unidos? Es una imagen patética. Y muy falsa...
Es cierto que los tópicos pueden dar mucho juego en un primer momento. Pero, si se abusa de los tópicos, éstos pueden llegar a ser cansinos. No tengo un vestido de sevillana. Y no sé bailar flamenco.
Y sí, soy española.
Y no conozco a nadie que salga a la calle vestido con el traje de luces.

 Escena de la recién acabada serie Cómo conocí a vuestra madre. 
¿Alguien sabe dónde está Valencenia?

miércoles, 28 de mayo de 2014

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CITU!

Hola a todos.
Hoy, hago esta entrada rápida porque quiero desearle un feliz cumpleaños a una buena amiga nuestra.
Se trata de Judith Álvarez, más conocida como Citu.
Hace unos días que fue su cumpleaños y, aunque soy muy desastre para las fechas, no puedo dejar pasar la oportunidad de felicitarla.
Citu es de Ecuador y, con frecuencia, sube a su blog "Enamorada de las letras" fotos de ciudades y de paisajes de su país de origen. Gracias a ella, he podido conocer un bellísimo archipiélago llamado Jambelí. A mí, lo admito, me encantan las islas pequeñas y sí, puede ocurrir cualquier cosa en un entorno que se aleje de Londres. Además, me gusta conocer nuevos lugares.

 Anochecer en Jambelí.

Citu está subiendo, como ya sabéis, todos los viernes a su blog su novela Melodías prohibidas, donde tendréis el dudoso honor de conocer a hijaputa número tres de mi top 5 de hijoputas literarios: lady Gertrude Ledger, una anciana psicópata a la que le deseo un sangriento final porque se lo merece después de lo que leí este viernes.
El link para leer una de las mayores atrocidades que ha perpetrado esta cabrona (con perdón, pero es que esta tía no merece más que insultos y un final espantoso) contra alguien de SU PROPIA SANGRE es éste:

http://enamoradadelasletras.blogspot.com.es/2014/05/melodias-prohibidas-capitulo-18.html

En estos momentos, Citu está cosechando muy buenas críticas con su primera novela Más allá del viento, una historia preciosa llena de romance, aventuras, magia y acción que transcurre en un lejano planeta y donde desplega toda su imaginación para inventar países, ciudades, historias de las ciudades, personajes y un largo etcétera.

Amiga Citu, te envío desde La Unión un tirón de orejas. Deseo de corazón que hayas pasado un día alegre y feliz rodeada de la gente que más te quiere. Ése es el mejor de los regalos.
Un fuerte abrazo, amiga.




Espero que Citu me perdone. Pero antes lady Sarah Caine (madre de Annemarie, la protagonista), Louise Abbot y lady Gertrude se disputaban el número tres de mi top 5. He llegado a la conclusión de que lady Sarah y Louise son dos zorrupias (zorra elevada a la enésima potencia), pero, hasta el momento, no llegan a los niveles de crueldad a los que ha llegado la hija de p...de lady Gertrude.

Espero que se vea la felicitación. Me pasa que, a veces, no se ven las imágenes.

domingo, 25 de mayo de 2014

RETOMANDO "NO TE VAYAS" Y PONIÉNDOLE BANDA SONORA

Hola a todos.
¿Os acordáis de una historia que comencé el año pasado con toques veraniegos?
Se titulaba No te vayas y toda la acción transcurría en una isla galesa durante el verano de 1820. Contaba la historia de amor que surge entre dos jóvenes que han sido invitados a pasar las vacaciones a la casa de un adinerado matrimonio, Amanda y Paul.
Sé que prometí que la acabaría a mi vuelta de vacaciones, pero no lo hice.
Quiero terminar todas las historias que tengo empezadas. De momento, he logrado acabar El ánima, que podéis leer en mi blog "Berkley Manor".
Pero me da pena dejar a medias No te vaya cuando le queda tan poco para que termine.
Por eso, me he puesto la pilas y, a lo largo de toda la semana entrante, veréis su final.
Me he animado, incluso, a ponerle una preciosa banda sonora. ¿Quién ha dicho que el rock y el heavy son ruido?
Esta bellísima canción del grupo estadounidense Boston nos indica cuán equivocados estamos si pensamos eso.
Son autores de canciones repletas de sentimiento, como lo es More than a feeling. 
La canción que he escogido como banda sonora es la más apropiada. Se titula igual que la protagonista de No te vayas, Amanda. 
Es una lindísima declaración de amor.
¡Escuchadla y lo comprobaréis!


viernes, 23 de mayo de 2014

EN LA ISLA

Hola a todos.
He podido avanzar otro poquito con En la isla. 
Espero que os guste este trocito que he escrito.

                 La modista les enseñó unas preciosas telas blancas que acababan de llegarle. Contó, muy nerviosa, que eran de París. Phoebe miró las telas casi con desdén, demasiado indiferente. No quería pensar que iba a hacerse su vestido de novia.
-Os quedará muy bien, milady-le aseguró la modista.
-No te veo muy ilusionada para estar ante tu futuro vestido de novia-observó Meredith. Había ido junto con Phoebe y con una criada a la modista-Lo cual no me extraña. Hay que tener en cuenta que no te casas con el hombre del que estás enamorada.
                Phoebe frunció el ceño.
-Lo último que quiero es discutir contigo sobre mi boda-afirmó-Ya he tomado una decisión. Lamento que no haya fiesta de compromiso. Nuestro padre quiere que el compromiso aparezca en The Times. Dentro de unos días, todo el país sabrá que voy a ser la próxima vizcondesa de Kirkcaldy. ¡Qué gran honor!
                  Phoebe tocó la tela blanca que le mostró la modista. Pensó que se habrían acabado para ella los vestidos oscuros. Desde hacía dos años, antes de la partida de Gabriel, se veía obligada a vestir vestidos marrones. Como una solterona...
-Puedes escoger otro color para tu vestido de novia-sugirió Meredith.
-¿Y qué color me sugieres?-inquirió Phoebe.
-Podrías encomendar tela de color negro. Y que te hagan un vestido de novia con ese color. Después de todo, más que una boda, tengo la sensación de que se va a celebrar un funeral.
                 Phoebe se envaró. Todavía recordaba el enfado de Meredith cuando se anunció su compromiso con lord Kirkcaldy. Tuvo que admitir que su hermana tenía razón. Estaba a punto de cometer el mayor error de su vida. Pero lord Kirkcaldy era su única oportunidad de casarse. Así lo pensaba ella.
                ¿Por qué Meredith no la apoyaba? Su hermana tenía la mentalidad de una chiquilla que todavía creía en el amor.
-Tengo que escoger tela para que me hagan un vestido para la boda-suspiró Meredith. No tenía ganas de ir a aquella boda. Pero tenía que estar al lado de su hermana-Un vestido...Creo que un vestido de color azul me iría bien. O, a lo mejor, un vestido de color rosa.
                 O un vestido de luto, pensó Meredith.
-Quiero que pienses en el lado bueno-le pidió Phoebe-Cuando me case, podré vestirme como quiera. No tendré que parecer una solterona.



                      Eso se había convertido en su principal obsesión. No quería terminar siendo una solterona.
-¿Desde cuándo te preocupa tanto la opinión de los demás?-le preguntó Meredith.
                      Phoebe guardó silencio.
-Tu hermana está haciendo lo correcto, prima-respondió Lily-Y tú deberías de empezar a pensar como ella. En cuanto Phoebe y yo nos casemos, mi tío te buscará un marido.
                     Meredith miró las telas que se amontonaban encima de la mesa. La modista les había hecho pasar a la trastienda.
                       Salió unos instantes para atender a unas clientas. Phoebe estaba muy pálida.
                       No quiere casarse, pensó Meredith.
                      Le dieron ganas de ponerse a gritar. No entendía el porqué Phoebe estaba obrando de aquel modo.
-Espero que lo pienses bien-afirmó Meredith-Y no cometas la locura que estás a punto de cometer.
                      Phoebe la miró con los ojos llenos de lágrimas.
-Quizás, por una vez en mi vida, esté obrando de manera correcta y sensata-replicó-Quizás, este matrimonio me sirva para madurar. Mi futuro marido es un buen hombre.
                       Pero no estás enamorada de él, pensó Meredith. Y sospecho que él, a su vez, tampoco está enamorado de ti. Lily se acercó a Phoebe y le dio un abrazo ligero.
-Vas a ser una esposa perfecta-le auguró.
                     Phoebe estaba como ida. Meredith lo percibió.
-Aún estás a tiempo de dar marcha atrás-le recordó.
                      Phoebe no se movió. Tenía la sensación de estar en un lugar lejano. Que su espíritu se había separado de su cuerpo.
                     Lo que le estaba pasando no le estaba pasando a ella. Le estaba ocurriendo a otra persona.
                     Gabriel, pensó con tristeza.
                     Meredith miró a su hermana. Tuvo la sensación de saber lo que estaba pensando su hermana. Está pensando en Gabriel, se dijo así misma. Y él no la ama.
                      Oyó a la modista llamar a Lily señorita Mary Therese. Vio a su prima enrojecer de rabia. Mary Therese era el verdadero nombre de Lily. A su prima la llamaban Lily de forma cariñosa desde que era pequeña. Pero odiaba que alguien la llamara por su verdadero nombre. No lo soportaba. Siempre había sido Lily para todo el mundo.

jueves, 22 de mayo de 2014

EN LA ISLA

Hola a todos.
Hoy, vamos a seguir descubriendo con En la isla. 
En el siglo XIX, los padres de una joven eran quienes decidían con quién debían de casarse. El peso del mundo y del tiempo parece haber aplastado finalmente a Phoebe cuando su padre pacta su matrimonio con un hombre al que no ama.

                  Los días fueron pasando.
                    Gabriel no parecía tener interés en cortejar a Phoebe. La joven se decía así misma que eso no le importaba mucho. Pero, para ser sincera consigo misma, le dolía.
                   Después de lo ocurrido días antes en el jardín, Gabriel y Meredith no se habían vuelto a ver a solas. Meredith se decía así misma que era lo mejor. Creía que Gabriel era el único que podía disuadir a Phoebe de cometer la mayor locura de su vida.
                   Gabriel le deseaba a Phoebe toda la suerte del mundo. Siempre le había parecido una joven realmente hermosa. Pero no la amaba.
                   Se daba cuenta de que no sería capaz de amarla. No quería casarse sin sentir amor por la mujer con la que iba a compartir su vida. Sentía un gran cariño fraternal por Phoebe.
                   Sin embargo, era de otra joven de quien Gabriel estaba profundamente enamorado. Se había dado cuenta mientras estaba en la Península. El recuerdo de aquella muchacha de ojos azules como el cielo le había perseguido.
                   Se había aferrado a su recuerdo. Al beso que le robó antes de partir para el frente.
                   De aquella manera, pudo sobrevivir a aquel Infierno. Vio morir a muchos de sus compañeros.
                   Y vio a compañeros suyos convertirse en poco menos que animales con otros seres humanos. Llegó a la conclusión de que la guerra sacaba lo peor de cada ser humano. Estaba luchando en una causa que no era la suya por culpa de la ambición de los hombres. No le quitaba a Inglaterra su parte de culpa en aquel sangriento delirio. Wellington era tan ambicioso como Napoleón. Inglaterra se había librado. Pero Francia y España enterraban a sus muertos.

                  Una tarde, lord Kirkcaldy apareció en la mansión de los Leighton.
-Sir Henry, desearía hablar con usted a solas-le dijo al barón.
                  Pasaron a la biblioteca.
                 Meredith había sido testigo de la escena.
                 Tengo que decírselo a Phoebe, pensó.
                 Meredith encontró a su hermana en el salón.
                 Estaba sentada en el sofá bordando un pañuelo. Lily estaba sentada a su lado tejiendo.
                 Meredith se acercó muy nerviosa a Phoebe.
-Lord Kirkcaldy ha venido-le comunicó.
                  Phoebe empezó a temblar de manera visible. Estuvo a punto de pincharse con la aguja con la que estaba bordando. Sabía que aquel día tenía que llegar antes o después.
-¿Están hablando de mí?-indagó.
-¡Ha venido a pedir tu mano!-palmoteó Lily-No tardarás mucho en ser lady Kirkcaldy.
-Papá lo ha hecho pasar a la biblioteca para poder hablar a solas-le explicó Meredith a su hermana-Supongo que estarán hablando de ti. Y puede ser que lord Kirkcaldy quiera tu mano. Y casarse contigo.
                 Phoebe dejó a un lado el pañuelo.



-Estoy muy contenta-mintió-Es un día feliz. Muy feliz...
                   Meredith cogió el pañuelo. Phoebe estaba como en estado de shock. ¿Acaso no se daba cuenta su hermana de que estaba a punto de destrozar su vida?
-Puedes negarte-le aseguró-Aún estás a tiempo.
-¿Cómo puedo rechazar la única oferta de matrimonio que me han hecho en toda mi vida?-se indignó Phoebe.
-¡No puedes darle calabazas a lord Kirkcaldy!-se escandalizó Lily.
                  Phoebe lo había pensado desde hacía hacía mucho.
                   Soltera...
 -Y no le voy a dar calabazas-le prometió a su prima-Descuida.
                   Meredith negó con la cabeza. Phoebe no estaba pensando con la cabeza. Estaba obrando nuevamente de un modo alocado y temerario. ¿No se daba cuenta de que iba a sufrir mucho si se casaba con aquel hombre sin amarle? Una vez más, Phoebe no pensaba.
-¡Serás una desgraciada durante el resto de tu vida!-vaticinó.
                 Ya soy una desgraciada, pensó Phoebe. Las lágrimas se agolparon en sus ojos. Se dijo así misma que tenía que reprimirlas. Es un día de felicidad, pensó.
-Aprenderé a querer a lord Kirkcaldy-afirmó.
-¿Lo ves?-aplaudió Lily-Phoebe es muy razonable. Deberías de aprender de ella.

-Debo decir que me siento muy satisfecho-dijo sir Henry.
               Estaban todos reunidos en el salón.
-¡No entiendo cómo has podido acceder a esta locura!-se indignó Meredith-¿Acaso no has pensado en Phoebe?
-Tu padre ha tomado esta decisión pensando en tu hermana-le recordó lady Honora. Miró en dirección al sofá. Lord Kirkcaldy estaba sentado allí junto a Phoebe. Le había cogido las manos. Incluso, le había dado un beso en la frente. El rostro de Phoebe estaba descompuesto-Lord Kirkcaldy le ha asegurado que no piensa coger ni una libra de la dote de Phoebe para pagar sus deudas. Tiene un negocio entre manos.
               Sentada en una silla, Meredith permanecía muy rígida. No entendía el porqué Phoebe no se había rebelado cuando su padre le comunicó que lord Kirkcaldy le había pedido su mano en matrimonio.
-Estoy muy contenta-mintió Phoebe.
-Serás una excelente vizcondesa-le auguró Lily.
-Nunca me defraudará-le aseguró lord Kirkcaldy a Phoebe.
-Y me imagino que la boda se celebrará dentro de unos meses porque los compromisos han de ser largos-vaticinó Meredith-Espero que durante el compromiso mi hermana entre en razón.
                 Lord Kirkcaldy negó con la cabeza. Lo tenía todo previsto. Phoebe no se atrevía a mirarle. Sabía que Meredith tenía razón. Pudo haberse rebelado. Pero no lo había hecho. Era demasiado tarde como para dar marcha atrás.
-Pienso solicitar una licencia especial para casarme con lady Phoebe-anunció el vizconde-Mi mayor deseo es verla convertida en mi esposa lo antes posible. No deseo una boda por todo lo alto. Me conformo con una ceremonia sencilla y muy íntima. Y la celebración, si es posible, desearía evitarla.
-Se hará lo que vos digáis-susurró Phoebe.
                ¿He dicho yo eso?, se asombró.
-Mi querida hija ha cambiado mucho en los últimos tiempos-observó sir Henry.
-Es verdad-intervino Lily-Antes, Phoebe estaba algo loca. Pero la veo más serena.
                Meredith empezó a ponerse nerviosa.
-Papá, Phoebe no está en su sano juicio-le reprochó a sir Henry-¿Te has parado a preguntarle lo que desea?
-Yo deseo casarme con lord Kirkcaldy-afirmó Phoebe, con voz antinatural.
-Es normal que sintáis dudas-opinó el aludido-Pero os aseguro que vais a ser muy feliz a mi lado. Se lo he dicho a vuestro padre. Os honraré. A mi lado, nunca os va a faltar de nada. A cambio, prometo seros fiel siempre y nunca os haré daño alguno.
                 Meredith se puso de pie. Se quedó mirando a su familia y a aquel hombre que pensaba casarse con su hermana. ¿Acaso se habían vuelto todos locos? No entendía la pose sumisa de Phoebe.
-¡Por el amor de Dios!-exclamó-¿No eres capaz de reaccionar, Phoebe? ¿No te das cuenta del terrible error que vas a cometer si te casas con un hombre al que no amas?
-¡Meredith!-se escandalizó Lily.
              Los ojos de Phoebe se llenaron de lágrimas.



-Por primera vez en su vida, la loca de tu hermana ha entrado en razón-afirmó sir Henry.
                   La mandíbula de Meredith se tensó.
-¡Papá, escúchame!-le pidió la joven-Te has encerrado en la biblioteca con este hombre y habéis decidido entre los dos el futuro de Phoebe. Me extraña que mi hermana no se haya rebelado. No reconozco a la Phoebe que tengo delante de mí.
-He cambiado-dijo la aludida.
                 Lord Kirkcaldy le besó la mano.
-¿Lo ves?-le indicó sir Henry a su hija menor.
-Aún estás a tiempo para dar marcha atrás-le pidió Meredith a Phoebe, poniéndose de rodillas a su lado. Phoebe no se atrevía a mirarla-Puedes irte una temporada de Tresco. El compromiso todavía no es oficial, hermana. Siempre has dicho que tú y yo éramos muy diferentes entre nosotras porque a ti no te daba miedo decir lo que pensabas. Yo puedo hablar por ti. Pero no quiero hacerlo porque eres mucho más valiente que yo, hermana. Phoebe, te lo ruego. ¡Di algo!
-Casarme con lord Kirkcaldy no será tan terrible como piensas-le aseguró la joven.
                  Meredith golpeó con el puño el brazo del sofá en un gesto de rabia. Phoebe pensó que la chica acabaría igual que ella. Cansada de luchar...Las cosas no iban a cambiar nunca.
-Voy a haceros una pregunta, milord-Se dirigió a lord Kirkcaldy-¿Cuáles son vuestros sentimientos hacia mi hermana?
                  Aquella pregunta le pilló de improviso al vizconde.
-Siento un gran cariño por lady Phoebe-contestó.
                 Meredith se puso de pie. Sus ojos de color azul cielo traspasaron el alma del vizconde de Kirkcaldy. Lord Julian Stanyon no sabía qué contestar.
-¿Sólo sentís eso?-ironizó Meredith.
-Es suficiente-intervino Lily-Piensa en mis padres. Nunca les vi besarse. Aunque, ahora que lo pienso, habría sido muy indecoroso. Pero mis padres nunca se quisieron.
-El vizconde dice que siente un gran cariño por Phoebe-se burló Meredith-¿Y qué es eso, milord? Un gran cariño se puede sentir por un familiar. O por un amigo...Incluso, se puede sentir un gran cariño por un perro. ¿Y por la mujer que va a ser vuestra esposa? ¿Se puede sentir sólo eso? ¡Sea sincero, maldita sea!
-No creo que vos seáis la persona menos indicada con la que hablar de mis sentimientos-replicó lord Kirkcaldy-Me voy a casar con vuestra hermana. Pero no le permito que me habléis de ese modo. ¡No soy ningún criminal! Ignoro quién ha podido poneros en mi contra. ¡Pero os ha mentido! Os aseguro que soy un buen hombre.
                  Meredith le fulminó con la mirada. Lord Kirkcaldy nunca pensó que su futura cuñada le pondría en aquel grave apuro.
-Me gusta hablar con vuestra hermana y me gusta escucharla-admitió.
-Decís que os gusta hablar con mi hermana, pero sé de buena tinta que a los hombres les gusta ir a los clubs para hablar porque no suelen hablar con sus esposas-atacó Meredith-¿Y qué vais a hacer cuando os caséis con mi hermana? Vivirán en Londres. ¿O vivirán en Tresco? No quiero alejarme de Phoebe. Sospecho que voy a ser su paño de lágrimas.
                   Lord Kirkcaldy se envaró.
-No haré llorar a lady Phoebe-sentenció.
-¡Escúchale!-le imploró Lily-¿No ves que está hablando en serio?
                   Phoebe pensó que no reconocía a la criatura desafiante que tenía delante de ella. ¡Aquella joven no podía ser su tímida hermana menor! ¿Qué te ha pasado, Meredith?, se preguntó.
-Tengo la sospecha de que no le habéis declarado vuestro amor a mi hermana-volvió a atacar la joven rubia.
                   Phoebe quiso morirse. ¿Por qué Meredith se rebelaba? ¿En qué momento había decidido cambiar? Ella no recordaba en qué momento decidió tirar la toalla. Tan sólo se sintió cansada. Muy cansada de todo...
-¿No os dais cuenta de una cosa, milord?-prosiguió Meredith-Aunque mis padres y mi hermana digan lo contrario, pienso que el amor debe de ser la base de un matrimonio. Lo digo aunque Lily diga lo contrario también.
                  Los dientes de lord Kirkcaldy rechinaron.
-La obediencia y el respeto mutuo son las bases de un buen matrimonio-atacó el vizconde-Lo demás son sólo tonterías románticas.
                      Meredith bufó de una manera nada propia de ella. Phoebe estaba empezando a asustarse. Ya estaba asustada por el comportamiento de su hermana.
-¡Maldita sea, Phoebe!-estalló Meredith-¿Por qué no haces algo? Si necesitas escapar, yo te puedo ayudar a huir. No me importa lo que papá haga después. ¡Te lo juro! ¡Pero dime que no quieres esto! Dime que no quieres casarte con el vizconde y yo, con mucho gusto, haré lo que sea con tal de que no destroces tu vida.
¡Dime algo!
-Sois muy rebelde, lady Meredith-observó lord Kirkcaldy.
-Meredith, querida, estás nerviosa-intervino lady Honora-No lo vamos a tener en cuenta. Te preocupa tu hermana. Pero será una magnífica vizcondesa. Lord Kirkcaldy la va a hacer feliz. ¡Deberías de alegrarte, hija! No todos los días vas a ver a tu única hermana casarse con uno de los mejores partidos de todo el país. Ni tu padre ni yo te vamos a regañar por tu comportamiento de esta tarde por ser hoy un día de celebración para nosotros.
                    Los ojos de Phoebe estaban vidriosos.
-La boda se celebrará lo antes posible-anunció lord Kirkcaldy-Como ya he dicho, no veo la hora de desposar a lady Phoebe.
-Iré a la boda por mi hermana-decidió Meredith-Pero os voy a decir una cosa. Espero que la hagáis feliz, milord. Ella se lo merece.
                 El pie de lord Kirkcaldy empezó a golpear el suelo de manera nerviosa.
-¡Por supuesto, milady!-casi exclamó.
-Phoebe es muy afortunada-afirmó Lily-Va a casarse con un vizconde. Y será la madre de un futuro vizconde.
                   Los ojos de Meredith se posaron en el rostro pálido de Phoebe. Tuvo la sensación de que su hermana había envejecido prematuramente durante los últimos minutos. Phoebe sentía un gran peso sobre sus hombros.
-Necesitas un hombre que te comprenda, hermana-le dijo Meredith-Antes, eras una joven rebelde y llena de vida. No sé lo que te ha pasado que tengo la sensación de que la Phoebe que estoy viendo no es la misma Phoebe que antes desafiaba al mundo. No vas a ser feliz. Y siento rabia porque no puedo hacer nada para impedirlo. No quieres aceptar mi ayuda. Sólo le pido a Dios que hayas tomado la decisión correcta.
-Sí...-susurró Phoebe.
                 Lord Kirkcaldy se marchó de la mansión de los Leighton una hora después. Antes de irse, se atrevió a robarle un beso a Phoebe en los labios.
                  La joven corrió a encerrarse en su habitación. Rompió a llorar en cuanto se vio sola. ¿Qué es lo que he hecho?, se preguntó una y otra vez. Y tuvo la horrible certeza de que Meredith tenía razón.

miércoles, 21 de mayo de 2014

EN LA ISLA

Hola a todos.
No puedo mantener por más tiempo este relato a medias.
Sólo subí un fragmento, pero queda aún mucho que contar.
Me he animado a escribir un poco más. Y he podido sacar adelante un buen pedazo.
Espero que os guste.

                 Phoebe se resignó al cortejo de lord Kirkcaldy. Pensaba que no le quedaba otra opción.
                 Aquel aristócrata se comportaba con suma corrección. Pero también actuaba con mucha frialdad con ella. Sus palabras eran las justas y las más adecuadas. Phoebe le miraba directamente a los ojos. Pero no veía nada en ellos. Aquel hombre le hablaba de matrimonio. Pero sus ojos no reflejaban ningún tipo de sentimiento hacia Phoebe. No se veía reflejada en aquellos ojos.
               Meredith era la única que compartía con Phoebe aquella sensación. Y se rebelaba. Phoebe aún estaba a tiempo de dar marcha atrás. La joven se maldecía por haber leído tantas novelas en su juventud. Creía que, por ese motivo, no era capaz de apreciar al único pretendiente que tenía. ¡Su único pretendiente! Sus padres le recordaban lo afortunada que era por haber captado la atención de un caballero tan refinado como lord Kirkcaldy.
                Para Lily, el matrimonio también era algo práctico y así se lo dijo una tarde a sus dos primas mientras estaban bordando en el salón.
-Yo sólo busco un marido rico-afirmó.
-La riqueza no lo es todo-replicó Meredith-También debe de contar el amor.
-Hermana, lo que tienes que hacer es madurar un poco, aunque falta algo de tiempo para que eso pase-observó Phoebe-Creo que Lily tiene razón cuando dice que piensa casarse con un hombre rico.
-Y que tenga un título-añadió la aludida-No busco nada más. Mi padre se arruinó y no quiero vivir en la miseria. No quiero tener que preocuparme si van a venir a embargar mi casa. ¡Quiero vivir tranquila!
-Haces bien en querer estar tranquila, prima-le aseguró Meredith-Pero piensa que el matrimonio es para toda la vida.
-¡Y quiero vivir toda mi vida en paz!
                  Meredith pensó que su prima tenía algo de razón al hablar de aquel modo.
-Estás empezando a hablar igual que Phoebe-bufó-Tu querida prima va a cometer la mayor locura de su vida. Se va a casar con un hombre del que no está enamorada.
-He oído hablar de eso-dijo Lily-Lord Kirkcaldy...Tía Honora dice que es muy buen partido-Lady Honora Leighton, baronesa de Clarence. Y madre de Phoebe y de Meredith-No le conozco personalmente. Meredith, hablas porque eres aún muy joven. Pero no debes de bajar la guardia. Ya tienes diecinueve años. No te hicieron ninguna oferta de matrimonio cuando estuviste en Londres. Phoebe tiene veintitrés años. Yo tengo veinticinco años. ¿Sabes lo que eso significa? ¡Significa que nunca me casaré! Tendré que conformarme con un cualquiera. ¡Y no quiero eso!
-Créeme cuando te digo que te entiendo-afirmó Meredith-Lamento mucho todo lo mal que lo has pasado por culpa de mi tío. Y perdona que te hable así. Pero no deberías de conformarte con tan poco. ¡Mereces mucho más, Lily!
-No le hagas caso a mi hermana, prima-intervino Phoebe-Es todavía joven e impresionable. Lo terrible es que yo pensaba igual que ella hace cuatro años.
                      Alguien llamó a la puerta y el mayordomo acudió a abrir.
-Mister Bane...-le saludó.
-¡Es Gabriel!-exclamó Phoebe.
                     El corazón le dio un vuelco a Meredith. Hacía casi seis meses que no sabía nada de Gabriel.
                      Durante el tiempo que había estado en la Península, él le había escrito de manera regular.
                     Sólo a ella, porque no le había escrito ninguna carta a Phoebe. Hacía mucho tiempo que lo conocía. De hecho, los Bane habían vivido muy cerca de los Leighton. Gabriel había sido compañero de juegos en su niñez de Phoebe. Era tan sólo un año mayor que ella. A Meredith la trataba como a su más querida hermana pequeña. Sin embargo, cuando se marchó a la Península, Meredith empezó a albergar la sensación de que Gabriel sentía algo más por ella. No pudieron hablar porque él tenía que marcharse. ¡Pero había regresado!
-¡Phoebe!-exclamó-¡Meredith!
-¡Has vuelto!-exclamaron las dos hermanas a la vez.
                   Se acercaron a él para abrazarle. Lily se mantuvo al margen.
                  En el frente, Gabriel había tenido mucho tiempo para pensar.
                   Había pensado en las hermanas Leighton. Las dos eran distintas como la noche y el día.
                 Phoebe podía tener muchos defectos. Sin embargo, por edad, era la más apropiada para ser su esposa. Sin embargo, era por Meredith por quien sentía algo. Un día, aquella niña tímida creció. Y se convirtió en una hermosa mujer. Nunca había cortejado en serio a Phoebe. Pero había visto de cerca la muerte estando en el frente. Se había marchado siendo un joven atolondrado. Volvía convertido en todo un hombre. Había visto el miedo reflejado en los ojos de las personas.
                Había estado a punto de morir debido a una herida de bala en el brazo.
-Deja que te presente a nuestra prima-dijo Phoebe. Señaló a Lily-Ésta es nuestra prima Lily. Vive con nosotros desde hace unos meses. Lily, querida, éste es nuestro vecino Gabriel Bane.
-Encantada de conocerle, mister Bane-dijo Lily.
-El placer es mío-contestó Gabriel.



                     Los Leighton no tardaron en enterarse del regreso de Gabriel Bane. Y se asustaron con la idea.
                     Gabriel podía cortejar a Phoebe. Era un buen muchacho, pero no tenía un título y tampoco era muy rico que digamos.
                      Aún así, Gabriel empezó a visitar de nuevo la mansión que el barón de Clarence tenía en Tresco. Había pensado en cortejar a Phoebe.
                     Sin embargo, no tardó en enterarse de que le había salido un posible rival. El vizconde de Kirkcaldy era el que más oportunidades tenía con Phoebe. Pero la joven no había olvidado a Gabriel. Había sido su compañero de juegos en la niñez. Su corazón aún suspiraba por él. A pesar del tiempo que habían pasado separados, Phoebe no le había olvidado. Se ponía contenta cada vez que él iba a visitarla.
                   Por supuesto, no estaban nunca solos. Meredith y Lily hacían las veces de carabina. Siempre se veían en el salón de la mansión. Hablaban de temas frívolos. Nunca hablaban de la estancia que había pasado Gabriel en el Ejército.
                    Phoebe no quería saber nada de la guerra. En su cabeza, Inglaterra era un lugar inexpugnable.
                    Napoleón jamás invadiría su país. Sin embargo, Meredith sí quería saber cómo lo había pasado Gabriel en el frente.
                    No se atrevía a preguntarlo delante de su hermana y de su prima. Pero la curiosidad le picaba mucho.
                   Una tarde, acompañó a Gabriel a la puerta.
                   Había ido a visitar a Phoebe. De pronto, se dio cuenta de que se le había hecho tarde. Tenía que irse. Se despidió de Phoebe. Y Meredith lo acompañó a la puerta.
                   Salieron al jardín. Gabriel tuvo la sensación de que Meredith quería hacerle alguna pregunta. Sus ojos recorrieron su figura esbelta. ¡Cuánto la había extrañado en el frente! Pero había vuelto. Se preguntaba si Meredith estaría prometida a alguien.
-¿Cómo estás, Gabriel?-le preguntó la joven.
                   Gabriel hubiera querido responderle que estaba bien, pero no quería mentirle.
-A ti te lo puedo contar-respondió-Me duele mucho el hombro.
-¿Qué te pasó?-inquirió Meredith.
-Me hirieron cerca de los Pirineos. Varios miembros del contingente en el que yo estaba íbamos de avanzadilla. Nos sorprendieron los soldados franceses. Dos soldados ingleses murieron. Lo malo fue que tuve que matar a un soldado francés. Tenía la misma edad que yo. Eso fue lo que me dijeron.
-Gabriel...¡Lo siento mucho!
-Me han mandado a casa hasta que cesen los dolores. Pero pueden volver a llamarme otra vez. Está muriendo gente. No es culpa de Napoleón. Wellington...El zar...El Rey Carlos...Nuestro Rey...¡Todos son culpables!
                    Gabriel parecía estar desencantado con todo.
-Son ambiciosos-afirmó Meredith-Sólo desean poder. Y más poder...
                    Gabriel se preguntó si Phoebe opinaba lo mismo que Meredith. Ella hablaba con entusiasmo de los valientes soldados que luchaban en la Península.
-Los franceses no son malos-le aseguró Gabriel.
-Phoebe cree que son monstruos-dijo Meredith-Pero me río cuando la oigo decir eso. Le digo que los monstruos tienen dos cabezas y cuatro brazos.
-Los franceses son víctimas. Más víctimas que nosotros...Francia está bañada en sangre. Inglaterra, a Dios gracias, está a salvo.
                     Los dos empezaron a pasear por el jardín. El cielo estaba cubierto por nubarrones negros. Meredith pensó que iba a llover. Daba las gracias a Dios porque Gabriel había vuelto a casa. A lo mejor, Phoebe se decidía a olvidar la tontería de casarse con lord Kirkcaldy. ¡Era con Gabriel con quien tenía que casarse!
-En Francia, se respira miedo-prosiguió el joven-Aquí, en cambio, la gente habla de la guerra sin conocimiento de causa. Sigue yendo a los bailes. No veo a familias muriendo de hambre. No veo a mujeres enterrando lo poco que queda de sus esposos o de sus hijos. No veo ríos de sangre en vez de las aguas del Támesis.
-Estás siendo duro-observó Meredith-No conocía esa faceta tuya.
-La guerra te cambia.
                    Meredith se sentó en una silla. Gabriel se colocó a su lado.
-A veces, desearía ser hombre-le confesó la joven-Cogería un rifle y empezaría a disparar.
-¿Contra quién dispararías?-inquirió Gabriel.
-Contra los culpables de esta locura...Contra Napoleón...Contra Wellington...Todos...Contra la gente que mata a otra gente. ¡Dios mío! ¡Cuánta locura!
                       Gabriel compartía con Meredith aquel pensamiento.
                       Tiene razón, se dijo.
-¿Cuándo tendrás que irte?-quiso saber la joven.
                       Gabriel se encogió de hombros. No quería regresar a aquel Infierno por nada del mundo.
-Tengo las manos manchadas de sangre-contestó-Siento asco de mí mismo.
                       Cayó de rodillas junto a Meredith. Apoyó la cabeza sobre el regazo de la joven. Ella le besó en la cabeza.
                      Sus ojos se llenaron de lágrimas. Un sollozo se escapó de su garganta. No había sido capaz de confesarse con Phoebe. Pero sí se sentía capaz de abrirle su corazón a Meredith. Y de apoyarse en ella cuando sentía que estaba a punto de venirse abajo.
-Vas a reírte de mí-afirmó Gabriel-Los hombres no deben llorar. Mi padre solía decirlo. Bueno...Eso es lo que dicen. Yo era muy pequeño cuando él murió. Apenas me queda un vago recuerdo de él.
-Llorar es bueno-le confesó Meredith-Cuando persona llora, se lava por dentro. Si no saca todo lo que lleva en su interior, puede acabar pudriéndose. Y no quiero que te pase eso a ti, Gabriel.
-¡Bendita seas por existir, Meredith!
                    Ella lo meció entre sus brazos. Lo volvió a besar en la cabeza. Lo besó en la frente. De alguna manera, Gabriel encontró el consuelo que tanto buscaba sintiéndose amparado por ella. Nada malo podía pasarle estando con Meredith. Era su ángel de la guarda.
                     Gabriel alzó la cabeza. Miró a Meredith a los ojos. Ella no le apartó la vista. De pronto, sintió cómo los labios de Gabriel tocaban suavemente sus labios en un beso corto.

                        A la hora del desayuno, lady Honora miró preocupada a Phoebe. Desde que regresó Gabriel, los ojos de su hija menor reflejaban una emoción que hacía mucho tiempo que había desaparecido. Y eso le preocupaba.
-Mamá, te noto preocupada-observó Meredith.
 -¿Ocurre algo, tía Honora?-inquirió Lily-¿Te encuentras bien?
                      Phoebe fingió no darse cuenta de que su madre no dejaba de mirarla mientras le daba un mordisco a su tostada untada con mantequilla. Oculto tras un ejemplar de The Times, su padre, sir Henry Leighton, no perdía detalle.
-Me preocupa que Gabriel venga a verte, hija-le dijo a su primogénita-Sobre todo, ahora, que lord Kirkcaldy está tan interesado en ti.
-Es buen amigo de Meredith y mío-le recordó Phoebe-Es más amigo mío que de mi hermana. Ha vuelto a casa como el héroe que es.
-No es ningún héroe-intervino sir Henry-No ha sido condecorado. Y, encima, los gabachos le hirieron en el brazo.
-Pero no fue culpa de Gabriel-intervino Meredith.
                  Sus padres la ignoraron.
-Todos sabemos cuál es su origen-recordó lady Honora-Su madre era una loca. Lo que hizo fue una estupidez. Aún así, tuvo suerte. No es ningún muerto de hambre.
-Pero Phoebe va a casarse con lord Kirkcaldy, tía-dijo Lily.
-Es decisión de Phoebe-replicó Meredith-Decida lo que decida, tendremos que apoyarla. Nuestra prioridad es que sea feliz. Lo demás...Es secundario. No importa.
-Yo...-balbuceó la aludida-Gabriel no me corteja. Es la verdad. Viene a verme. Seguimos siendo muy buenos amigos. Pero...No me ha hablado nunca de amor. No se me ha declarado. Y lord Kirkcaldy... Bueno...Él viene a verme. Me dice cosas bonitas. ¡Y me gusta escucharle!
-Será mejor que venga a visitarte menos porque no queremos que lord Kirkcaldy empiece a pensar cosas raras-sugirió lady Honora.
                Meredith se envaró.
                ¿Acaso Gabriel no podía pisar su casa?
-¡No puedes hacer eso, mamá!-exclamó-¡Gabriel es casi como de nuestra familia! ¡Y Phoebe quiere verle! ¡Son amigos!
                Su hermana le tocó la mano. Hacía mucho que Phoebe no se hacía ilusiones con respecto a su relación con Gabriel.
-Querida, tu hermana podría contraer un matrimonio muy ventajoso con uno de los mejores partidos del país-le recordó lady Honora a su hija menor-Lo último que quiero es que la gente empiece a murmurar de ella antes, incluso, de la boda. ¿No te das cuenta de que sólo pienso en el bienestar de Phoebe? No tengo nada en contra de Gabriel. Lo conozco desde hace mucho tiempo y sé que es un joven extraordinario. Pero hay que ser realistas. No es la clase de hombre que le convenga a Phoebe.
-Tía Honora tiene razón-intervino Lily-Tenemos que dejar que ella actúe conforme a lo que piensa. Apenas conozco a ese joven. Sólo sé lo que me habéis contado de él. Pero no es bueno que venga a visitar a la prima Phoebe. Ni me parece decoroso que sigan siendo tan amigos.
-Es cierto-suspiró sir Henry-Gabriel siempre será bienvenido a esta casa. Pero hay que tomar precauciones.
                    Meredith bufó de rabia. El silencio de Phoebe le parecía demasiado extraño.
-Se lo diremos a lord Kirkcaldy-decidió sir Henry-Se opondrá. Pero no creo que eso le impida seguir cortejando a nuestra Phoebe.
                      La joven seguía guardando silencio.
-Lord Kirkcaldy está en la ruina-dijo Meredith-Sólo quiere a Phoebe por su dote. Y mi hermana no está enamorada de él. ¿Por qué no se lo preguntáis a ella?
                     Phoebe mantenía la vista baja. No se atrevía a alzar la cabeza. Sentía todo el peso del mundo sobre sus hombros. No quería seguir luchando contra la sociedad. Estaba cansada de pelear.
-Es cierto lo que dice Meredith, pero eso no significa nada-se sinceró-Estoy cansada de esperar a que aparezca mi Príncipe Azul subido a lomos de un caballo blanco. No soy una niña. Y tengo que pensar en mi porvenir.
-Los Príncipes Azules no existen-afirmó con pesar Lily-Sólo existen los sapos.
-Te hará una desgraciada-insistió Meredith.
-Intentaremos ser felices por nuestro bien-la tranquilizó Phoebe.
-Me alegra saber que, por fin, después de todos estos años cometiendo toda clase de locuras, hayas entrado en razón, hija mía-suspiró lady Honora-Siempre pensé que acabarías cometiendo alguna locura. Celebro ver que no es así.
                      Por primera vez en todo el desayuno, Phoebe se atrevió a alzar la vista. Meredith observó, alarmada, que sus ojos ya no tenían el brillo desafiante de antaño.
-Mamá, Phoebe no ha entrado en razón-replicó la joven-¡Lo que va a cometer es la mayor locura de su vida!
                   La aludida tomó un sorbo de su taza de café. Le temblaba visiblemente la mano.
-Casarse con un lord no es ninguna locura, hija mía-le aseguró lady Honora a su hija menor.
-Es cierto, tía-corroboró Lily.
-Sé sensata, Meredith-intervino sir Henry-Phoebe tiene veintitrés años. No está en edad de escoger por sí misma. Lord Kirkcaldy le ha hecho un gran favor al cortejarla. Estoy siendo duro y cruel, lo comprendo. Pero...Phoebe ha dejado pasar toda su juventud esperando un imposible. Yo quiero ser abuelo. Mi pensamiento es egoísta, pero tienes que darte cuenta de que es importante que Phoebe haga un buen matrimonio.
                    Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas.
-Somos perfectamente conscientes de que lord Kirkcaldy tiene numerosos problemas económicos-admitió lady Honora-Pero también somos conscientes de que la dote de Phoebe ayudará a solucionar todos esos problemas. Es un hombre muy importante. Por lo que nos ha contado, es íntimo amigo del Príncipe Regente, que hace poco que lo es, y también conoció al pobre Rey Jorge, por lo que se trata de un hombre muy poderoso. Phoebe será respetada en toda Inglaterra. Es lo que debe de importarnos.
                Meredith fulminó a sus padres con la mirada.
-¿Y qué pasa con la felicidad de mi hermana?-preguntó.
-¡Será vizcondesa!-exclamó Lily.
-Será una lady-aplaudió lady Honora-Tendrá más poder que yo. Sus hijos serán respetados. Será la madre del próximo lord Kirkcaldy. ¿Qué más puede pedir? ¿Amor?
                  Meredith masticó con potencia lo que le quedaba de su tostada. ¿Por qué Phoebe no se rebelaba?, se preguntó. ¿Dónde estaba su rebelde hermana mayor, dispuesta a enfrentarse al mundo?
                   Sus padres, de pronto, le parecían dos auténticos desconocidos.
-Papá, no sé si estás dispuesto a aceptar que mi hermana se case con un hombre que nunca la hará feliz-le dijo Meredith a su padre-Pero quiero que seas razonable. No importa el título. Lo que importa es lo que uno de verdad siente.
                  Lady Honora frunció el ceño.
-Tu padre se va a comportar como el hombre razonable que es-auguró-Lord Kirkcaldy le pedirá la mano de tu hermana antes o después. Sólo es cuestión de tiempo que eso pase y estoy plenamente convencida de que va a pasar. El romanticismo es bonito cuando uno se es joven y Phoebe ya no es ninguna niña.
-¡Qué suerte tienes!-exclamó Lily, dirigiéndose a su prima-Has llamado la atención del mejor partido del país. ¡Serás vizcondesa!
-Espero ser una buena esposa-dijo Phoebe-Quiero que nuestro matrimonio, de producirse, empiece bien.
                    Meredith se sirvió más leche en su taza. Bebió un sorbo.
-Me gusta verte de esa forma-sonrió lady Honora. Miraba a su hija mayor-Ya eres una mujer madura. La pena es que has tenido que ver que te vas a quedar soltera para que entres en razón.
                  Soltera, pensó Phoebe. Antes, la soltería no la había asustado ni un ápice.
                  Miró a su hermana y se preguntó si Meredith entendería sus motivos. Su hermana se estaba mostrando irrazonable.
-¡Por el amor de Dios!-exclamó Meredith-¡Antes, solías rebelarte cuando intentaban imponerte algo! ¿Por qué te quedas callada como una muerta?
-¡Meredith!-la regañó sir Henry.
-Tengo la suerte de ser cortejada por un aristócrata-afirmó Phoebe-Lord Kirkcaldy tiene muchos defectos. Pero confío en poder corregírselos.
-No hagas eso-le sugirió Lily-No se puede corregir a un hombre.
-Ese hombre viene a verte y yo me he dado cuenta de que te aburres en cuanto empieza a contarte sus cosas-observó Meredith. Miraba a Phoebe-Sus intenciones serán todo lo honorables que quieras. Pero no estás enamorada de él.
-Puede que no tengamos nada en común lord Kirkcaldy y yo, pero eso no significa que no pueda llegar a quererle-¿A quién tratas de engañar, Phoebe? ¿A tu hermana? ¿O a ti misma?-Le estoy cogiendo mucho cariño. Es frío. Pero creo que podría llegar a ser cariñoso. No tiene muchos vicios. Bueno...Le gusta jugar a los naipes. ¡Me ha prometido que no volverá a jugar! Será un buen padre cuando tengamos hijos. ¡Es un buen hombre!
                    Una lágrima rodó por la mejilla de Phoebe.
-Lo único que quiero es que seas feliz, hermana-afirmó Meredith-Y no quiero que cometas la locura de casarte con un hombre al que no amas. Se trata de tu felicidad y se trata también de tu futuro y de lo que va a ser tu vida una vez casada. No quiero que te equivoques casándote con el hombre menos adecuado.
-¡Tonterías!-exclamó sir Henry.
-Nuestro padre tiene razón al hablar así-dijo Phoebe.
                  Su voz sonaba cargada de tristeza.

martes, 20 de mayo de 2014

EMBARAZOS Y ABORTOS EN EL PASADO

Hola a todos.
La entrada de hoy tiene mucho que ver con la maternidad en épocas pasadas.
Hace muchos años, someterse a un aborto era algo realmente peligroso. No sólo se mataba al bebé, sino que también podía morir la mujer. Tanto si se lo provocaba una curandera como si se lo provocaba ella misma.
Un aborto espontáneo era algo peligrosísimo.
La mujer podía morir a consecuencia de una hemorragia si el médico no podía detenerla. Pero también podía enfermar a consecuencia de alguna infección.
El peligro iba en aumento dependiendo del periodo de gestación de la mujer al abortar.
Hay que tener en cuenta que, entonces, no existían las medicinas que hay hoy en día. Si la mujer sangraba y existía un riesgo real de aborto, se le recomendaba que se acostara y no se levantara. Pero, a pesar de todo, el riesgo estaba ahí y podía pasar.
El peligro también estaba presente a la hora de dar a luz.
Sólo las más privilegiadas contaban con la ayuda de un médico. Las que más debían de conformarse con contar con la ayuda de una comadrona experimentada. Casi siempre era una mujer vecina o familiar de la parturienta que había dado a luz a muchos hijos.
En el pasado, los instrumentales médicos no eran esterilizados. Tanto si era de clase alta como si era una pobre campesina, la futura madre también corría un serio riesgo al dar a luz.
Podía morir a consecuencia de una hemorragia tras expulsar a su hijo si no era controlada a tiempo.
Tras el parto, la mujer quedaba débil y era vulnerable.
La fiebre puerperal era una de las causas más frecuentes de muerte entre las parturientas.
Tiene su origen en las heridas que se producen en el aparato genital de la mujer después del parto. Este tipo de mal aparece a las 48 horas del parto.
En las novelas románticas, si el protagonista es viudo, su esposa ha podido morir a consecuencia de un aborto espontáneo que se ha complicado o muere durante el parto.
Son pocas las novelas en las que el protagonista queda viudo tras sufrir su esposa un aborto espontáneo. Pero hay novelas en la que el protagonista, al inicio, es un hombre felizmente casado y a punto de ser padre. Entonces, alguien, el malo de turno, aparece y mata a la esposa y al hijo no nato del protagonista. Ello sirve para que el héroe se llene de odio y jure vengar la pérdida de su mujer y de su hijito no nacido.
En muchas novelas, la protagonista está a punto de morir desangrada o a consecuencia de la fiebre puerperal tras el parto. Por suerte, se salva.
También puede estar a punto de sufrir un aborto porque sangra o le ocurre algo que puede hacer que aborte, pero, casi siempre, se salva de perder el bebé. Las pocas veces que una protagonista de novela romántica pierde el niño que espera casi se muere o tarda mucho en recuperarse. Sólo he encontrado una protagonista de novela romántica que da a luz a un niño que vive pocas horas, hijo del protagonista. Se trata de Caitlin, la protagonista de Pecado perfecto. Caitlin tarda lo suyo en recuperarse del parto y la putada que le hace el protagonista después no la ayuda demasiado.
En la novela Su único deseo, Ian, el protagonista, hizo creer a todo el mundo que su mujer había muerto a consecuencia de las fiebres puerperales. Sin embargo, su esposa muere cuando cae al río durante una violenta noche de tormenta en un forcejeo con Ian cuando éste va a buscarla después de haberse fugado de casa para ir al encuentro con su amante.
Lo he dicho siempre. El siglo XIX es una época perfecta con la que soñar. Pero es una época muy difícil para ser mujer. No eres dueña de nada. Ni siquiera eres dueña de tu persona ni de tu cuerpo. No podías rebelarte porque el mundo se te echaba encima. Debías de andar con pies de plomo si no querías ser condenada al ostracismo. No podías casarte con quien tú quisieras, sino que te buscaban un marido y debías de aceptarlo sin rechistar. Y, encima, corrías un serio peligro a la hora de dar a luz.
Una época con luces, pero también con demasiadas sombras.

 Portada de Su único deseo, de Gaelen Foley.

lunes, 19 de mayo de 2014

ENFERMEDADES VENÉREAS EN LA NOVELA ROMÁNTICA

Hola a todos.
El tema del que quiero hablaros no es ningún tópico de novela romántica. Es más, creo que que rara vez se menciona en una novela romántica.
Podría decirse que es inexistente.
Me refiero a las enfermedades venéreas.
Ser libertino en una novela romántica no supone problema alguno. Sabes que se va a reformar en cuanto conozca a la joven de carácter independiente, pero virgen, de la que se va a enamorar.
No tiene ningún hijo ilegítimo, algo rarísimo, ya que se ha acostado con tantísimas mujeres que debería de tener unos cuantos. ¡Pero no ha embarazado a ninguna! Si hay por ahí un niño que esté bajo cuidado, será su protegido por ser el hijo de su mejor amigo muerto o porque es un niño de la calle que ha adoptado como hijo suyo. Nunca será hijo suyo. Si, por un casual, una de sus amantes queda embarazada, no pasa nada. Ya se encargará la autora de hacer un triple salto mortal para que ese niño no sea suyo.
Y lo mismo pasa con las enfermedades venéreas.
El sida no existía en el siglo XIX, pero sí existían otras enfermedades de transmisión sexual.
En la novela romántica contemporánea, todos los personajes toman conciencia, no sólo de los embarazos no deseados, sino también de esta clase de enfermedades y utilizan métodos para no lamentarse después. La píldora evita embarazos, pero no previene esta clase de enfermedades.
La clamidia es una de ellas y es la más frecuente.
El herpes es otra de ellas.
Las más conocidas son las cándidas, la gonorrea y la sífilis.
La gonorrea es la más antigua de las enfermedades de transmisión sexual conocidas. Los egipcios empezaron a sufrir sus estragos. En los hombres, sus síntomas pasan por sentir un fuerte escozor al orinar. En las mujeres, aumentan las ganas de orinar y se experimentan también molestias. No es una enfermedad mortal, pero sí puede traer consigo terribles consecuencias, ya que puede ocasionar esterilidad en tanto en el hombre como en la mujer.
La más terrible de ellas es la sífilis. Está dividida en tres etapas. En la primera, se puede producir el contagio si se mantiene relaciones sexuales con una persona que está inoculando la enfermedad. En la segunda etapa, aparecen los síntomas. Se empiezan por una serie de ronchas de color rosado que se extienden por el pecho, la cara y la espalda. Se tiene fiebre muy alta y naúseas. En la tercera etapa, si no se pone un tratamiento, se ataca al sistema nervioso.
Isak Dinesen, seudónimo de la escritora danesa Karen Blixen, la célebre autora de Memorias de África, fue contagiada de esta enfermedad por su marido, el cual, previamente, había tenido relaciones con una mujer en la fase de inoculación. Tuvo que abandonar África para regresar a su Dinamarca natal para ser tratada con arsénico de esta enfermedad. En la película basada en la biografía de la gran escritora, se nos cuenta que, de no tener éxito el tratamiento, Karen podría volverse loca.
En las novelas románticas, el protagonista ha pasado por miles de camas de mujeres con mucha experiencia.
No hablo ya de que una de esas mujeres se quede embarazada (lo cual sería bastante probable), sino de que pueda coger una enfermedad.
En las novelas románticas, la amante de turno está teniendo otra relación paralela con el galán.
¿Cómo es posible que las enfermedades venéreas ni siquiera se mencionen en las novelas románticas?
El héroe afirma que utiliza métodos de protección como la marcha atrás (no dice la marcha atrás precisamente) o utiliza preservativos. Los preservativos son muy buenos a la hora de prevenir tanto enfermedades venéreas y embarazos no deseados. Sin embargo, no son infalibles.
Los preservativos, si no se colocan bien o se rompen, pueden ocasionar todo aquello que se quiere evitar.
Entiendo que los protagonistas son unos suertudos en el juego, porque siempre ganan. No tienen problemas económicos, aunque estén derrochando el dinero en sus amantes y en juergas. Pero, ¿también tienen suerte con los preservativos? Antes, eran peores que ahora. ¿Cómo es posible que ninguno embarace a sus amantes? ¿O que no sufran ninguna de esas terribles enfermedades?
Son cosas en las que pienso cuando reflexiono acerca de las novelas románticas.
Entiendo que un héroe enfermo no llama la atención. Pero, ¿y un héroe recuperado? Le daría más credibilidad a la historia. Se le vería con buenos ojos porque demuestra fortaleza a la hora de recuperarse. El cambio sería más creíble, ya que ha visto al lobo muy de cerca, como se suele decir.
Siempre es bueno analizar con cierto sentido crítico las historias que leemos.

 Un retrato de Isak Dinesen.

Si existe algún héroe de novela romántica que haya estado enfermo de una de las enfermedades anteriormente mencionadas, me gustaría saberlo.
Porque es que, si va en grupo con otros libertinos, ni siquiera ninguno de éstos enferma.

viernes, 16 de mayo de 2014

DULCE CELEBRA SU CUMPLEAÑOS CON UN CONCURSO. ¡AÚN ESTÁIS A TIEMPO DE PARTICIPAR!

Hola a todos.
Hace unos días, Dulce, la administradora del Club de las Escritoras, celebró su cumpleaños.
El caso es que la celebración sigue a día de hoy porque Dulce ha decidido tirar la casa por la ventana y celebra un concurso.
Tenéis de plazo para participar hasta el domingo día 18, que es cuando se cierra el plazo. ¡Aún estáis a tiempo de animaros y de participar!
Es un concurso a nivel nacional y sólo habrá dos ganadores.
El premio es un lote de dos libros muy interesantes: No me dejes ser tu héroe y Monster, de Andrea Acosta.
Sólo tenéis que cumplir unos requisitos muy sencillos:

-Seguir el blog del club:
http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/
-Seguir el blog de Dulce:
http://dulcecautivalopez.blogspot.com.es/
-Seguir la cuenta de Facebook de la editorial que publica ambos libros y que los cede generosamente para el sorteo:
https://www.facebook.com/acosta.ars?fref=ts
Debéis de apuntaros en este link:
http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2014/05/concurso-expresespecial-de-mayo-para.html

Y eso es todo.
Os animo a que participéis porque será más divertido cuanta más gente participe.
¡Y aún estáis a tiempo de hacerlo!
Un fuerte abrazo a Dulce.

Aquí os dejo con las portadas de las novelas que se sortean.






¡FELIZ CUMPLEAÑOS, DULCE!

jueves, 15 de mayo de 2014

BORRANDO "FIESTA DE COMPROMISO"

Hola a todos.
Hago esta entrada para comunicaros que pienso borrar mi relato Fiesta de compromiso. 
El motivo es que me gustaría que viera la luz en algún sitio. Es una historia que disfruté escribiéndola y me gustó mucho subirla a este blog. Me encariñé con los personajes de Catriona y Devin, lo confieso.
Considero que merece la oportunidad de que vea la luz, ya sea en Amazon, en Lulu o en Bubok. Le haré algunos retoques y me gustaría publicarla.
Por eso, os comunico que voy a borrar el relato en los próximos días.
Espero que lo entendáis y os pido perdón por ello.
¡Espero también no equivocarme!
Muchas gracias por estar ahí.
¡Un fuerte abrazo!

 Carey Mulligan o como yo me imagino a Catriona Campbell, la protagonista de Fiesta de compromiso. 

lunes, 12 de mayo de 2014

PONIÉNDOLE BANDA SONORA A "MÍA STELLA"

Hola a todos.
Hay una canción que ronda por mi cabeza cuando intento avanzar un poco en mi novela Mía Stella. 
De momento, la estoy escribiendo en una libreta.
No sé cuándo la pasaré al ordenador.
La canción se llama Demons y es del grupo estadounidense Imagine Dragons. Esta canción habla de nuestros demonios internos, de todo aquello que nos angustia y que nos atormenta.
Cuando Freddie llega a La India, ya no es el joven tímido, pero lleno de vitalidad y con su punto de alegría que era en Un amor imposible. Dos sucesos realmente trágicos marcarán su vida, convirtiéndole en un joven atormentado y lleno de rabia contra el mundo.
Creo que Demons es la canción que más encaja con Freddie en Mía Stella. 


¿Qué opináis vosotros?

sábado, 10 de mayo de 2014

CRÍTICA A "BÉSAME A MEDIANOCHE"

Hola a todos.
Me he prometido a mí misma no dejar pasar esta semana sin haber hecho esta crítica.
Espero estar cogiéndole el truquillo a esto de hacer críticas literarias porque creo que llevo ya cinco o seis, además de la que voy a hacer a continuación.
Bésame a medianoche es una novela que ha tenido un largo recorrido. Vio la luz en el primer blog que tuvo su autora, Elizabeth Bowman. Entonces, la autora se hacía llamar Akasha Bowman y su blog novela se llamaba Miss Emily. 
Por miedo, quizás, yo leía su relato fielmente todos los lunes, esperando saber qué pasaba a continuación. Sin embargo, por timidez, nunca me atreví a dejar un comentario. Deseaba saber más de lo que ocurriría a continuación, pero me daba miedo comentar.
Finalmente, Akasha Bowman se convirtió en Elizabeth Bowman y pudo publicar su novela. Sin embargo, por problemas con la editorial que se portó mal con ella (y no es el primer caso que tengo oídas. Le ocurrió también a otra compañera, Raquel Campos), decidió romper el contrato que tenía con ella y publicar ella misma su historia en Amazon. Le añadió nuevos fragmentos y así nació Bésame a medianoche. 
Lo importante es que no mutó la esencia de la novela. Lo que la convierte en una historia maravillosa que te hace querer más.
La acción transcurre en el año 1803. Tres hermanas, Emily, Charity y Pippa (una en plena edad casadera, la otra una adolescente y la tercera una niña) se han quedado solas en el mundo, tras la muerte de su padre. Por si fuera poco, las tres deben de abandonar su casa para ir en busca de una tía lejana para vivir con ella. Durante un trayecto tenso porque no saben lo que les aguarda cuando lleguen a la casa de la tía y en mitad de una terrible tormenta, su mala suerte se vuelve aún peor cuando un grupo de gitanos las asalta para hacerles Dios sabe qué. Entonces, como en los cuentos de hadas, aparece su salvador, Byron Drake. Éste decide alojarlas en su propiedad en calidad de invitadas.
Byron es de ascendencia romaní, es rico, no es ningún aristócrata (¡gracias a Dios!) y guarda numerosos secretos. Es un hombre de oscuro pasado que guarda grandes pasiones en su interior.
Entre él y Emily nace una fuerte atracción. Sin embargo, Emily no es la típica protagonista de novela romántica impulsiva y terca. Es una joven de carácter fuerte porque alguien tiene que ser fuerte cuando el mundo se te viene encima (huérfana, al cuidado de dos hermanas y alejada de su hogar). Es soñadora y le encanta escribir. Lo encuentra su manera de escapar de la realidad y de ser fuerte cuando todo se viene abajo. Me he sentido identificada con ella en ese aspecto. Escribir me relaja. Me permite evadirme cuando siento que no puedo más.
También es sensata y precavida. Siente cierta desconfianza hacia Byron porque intuye que el hombre oculta algo. Sin embargo, ese aura de misterio que le envuelve también le atrae.
Una atracción recíproca porque Byron ve en Emily sinceridad, seguridad, fortaleza. Todo lo que él necesita. Y ve luz.
Su relación se desarrolla de un modo creíble. Emily no se entrega a Byron en la página siguiente de conocerse. La relación se va desarrollando poco a poco, a medida que pasan los días conviviendo en la casa de él. Se resiste a él y a lo que siente por él. El carácter precavido y sensato de Emily hubiera sido inverosímil si ella se hubiese acostado con Byron en la página 10.
Tenemos a Darlington que entra directamente al puesto número 2 en mi lista de Hijos de Puta Literarios. El ganador de esta lista lo diré próximamente y el número 3 está muy reñido. Lo que este mamón hace hacia el final de la novela clama al Cielo y te hace desear que Byron le encuentre y le abra en canal.
Este hijo de su madre sólo actúa movido por su ambición. Odia a Byron con todo su ser y le atacará haciéndole daño donde más le duele.
Y sí. Notas cómo Byron se va enamorando cada vez más de Emily hasta el punto de saber que no va a poder vivir sin ella, pero siente que Emily no merece estar a su lado porque se menosprecia así mismo.
Otro rasgo que me ha gustado muchísimo es la relación que Emily mantiene con sus hermanas Charity y Pippa.
Charity es una adolescente amante de los insectos, actividad poco común en una chica de su edad. Es una adolescente típica de su edad, con su genio y con su punto de rebeldía ante el mundo que parece haberse ensañado con ella, pero que adora a sus hermanas.
Pippa es una niña encantadora y traviesa que no es nada repelente. Es consciente de la situación en la que se halla, pero no deja de ser una niña con ganas de jugar y de divertirse. Es madura para su edad, pero no es ningún repelente adulto en miniatura.
Si buscáis a un chico malo, en el buen sentido, tenemos a Kavi. Lo odiarás y lo amarás en muchos momentos. No es ningún Santo, pero tampoco es ningún villano. Es, simplemente, humano.
Otro rasgo a destacar es que no hay casi nada de sexo. Hay una escena en la que se deja a la imaginación lo que pasa, describiendo más bien emociones y sentimientos. Si estáis saturados de tanto sexo de Kamasutra, os encantará Bésame a medianoche. El sexo, cuando es demasiado, satura y cansa. Además, cuando una novela engancha y atrapa, ni lo pide ni nadie lo echa en falta. Y estamos ante una narración buenísima y altamente recomendable.
Si os gustan las historias románticas donde haya romance del bueno, unión familiar, acción, amor en todos sus nombres, misterio y ternura, Bésame a medianoche es una buena opción.

MI PUNTUACIÓN: 9.5.

martes, 6 de mayo de 2014

GRANDES TÓPICOS DE LA NOVELA ROMÁNTICA: EL HERMANO MAYOR DE ÉL

Hola a todos.
Hoy, seguimos desgranando más tópicos acerca de nuestras novelas románticas favoritas.
Nos vamos a centrar en un personaje que suele estar ahí en ocasiones, aunque no intervenga, a excepción si se trata de una saga familiar: el hermano mayor del protagonista.
Ya he hablado de este tópico, me gustaría hacer más hincapié en ellos.
En casi todas las novelas románticas de época, el protagonista ostenta un título o varios títulos. Si os fijáis bien, todos son de duque, marqués o conde. Muy pocos son vizcondes (si exceptuamos a Anthony Bridgerton) y casi nunca verán como protagonista a un barón o a un baronet.
Los protagonistas heredan dichos títulos de un padre difunto desde hace años, pero, en ocasiones, heredan el título de un hermano mayor que acaba de morir.
Así es. Si el heredero legítimo es mayor que el protagonista, no se preocupen. Habrá muerto al inicio de la novela.
El hermano mayor aparece en todo momento idealizado. Es perfecto en todo. El protagonista es un libertino de tomo y lomo que se va todas las noches de juerga a beber y a tener sexo con fulanas o con la actriz/ viuda que sea su amante en ese preciso momento. La relación entre el protagonista y su padre habrá sido mala por distintos motivos.
En cambio, el hermano mayor será representado como el hijo perfecto en todos los aspectos. El que se ocupa de las tierras. El que lleva las cuentas. Será serio y comedido. Nunca se meterá en líos. Nunca tendrá una amante actriz o viuda. Su carácter será tranquilo y reposado. Adora vivir en el campo, lejos de la ciudad. Se dedica al estudio y a la lectura. Hará las veces, en los recuerdos del héroe, de pacificador entre el hermano menor y futuro heredero y el padre castigador. Por supuesto, el padre le adorará y podría llegar a culpar al hijo menor de la tragedia, lo que hará que la relación se estropee aún más y el protagonista sigue yendo por el mal camino. Si el hermano mayor está prometido en matrimonio y no se ha casado en el momento de su muerte, la prometida podría vivir un apasionado romance con el hermano heredero, por el que siempre ha sentido una secreta pasión. Si está casado, corre el riesgo de morir junto a su mujer, dejando, casi siempre, una o dos niñas para que el hermano que herede el título, al casarse, tenga un hijo varón con la protagonista, casi siempre, la institutriz de las niñas.
Pocas son las veces en las que el hermano mayor muere y deja un heredero varón.
Un caso conocido es el pequeño Jeremy, de El jardín de las rosas silvestres. Su padre es un duque, hermano mayor de Edward, el protagonista. El padre de Jeremy fallece y el niño queda al cuidado de su tía materna y de su tío paterno.
Otro dato curioso es que los hermanos mayores de nuestros galanes pueden morir de una enfermedad o de un accidente o suicidándose en un principio. A medida que va avanzando la novela, el protagonista descubre que la enfermedad/accidente/suicidio del hermano mayor es en realidad un asesinato y que los malos malísimos de turno están tras él.
Si es en una saga familiar, el hermano mayor no muere, sino que es el protagonista de una de las novelas y aparecerá en otras, o bien, antes de encontrar él el amor, o bien, habiéndolo encontrado y disfrutando de su amada y de su prole.
Lo triste de todo es que tenga que morir alguien para que el protagonista herede el título de marras.

lunes, 5 de mayo de 2014

LAS HEROÍNAS SEGÚN BÁRBARA CARTLAND

Hola a todos.
Hoy, me gustaría analizar con vosotros el carácter de las protagonistas de las novelas de Bárbara Cartland.
Seguramente, habréis leído alguna de sus obras. Son novelas cortas. Se mencionan sucesos históricos que realmente ocurrieron. Tienen títulos del tipo de Una estrella en mi corazón. 
Por lo general, escribía novelas románticas de época, pero también escribía novelas que transcurrían en su época (El precio es amor fue escrita en 1960 y transcurre en ese año).
A Bárbara Cartland la recordamos por ser madre de la madrastra de la añorada Lady Di, por vestir siempre de rosa chicle y por rodearse de pekineses. Una de sus novelas, por cierto, se llamó El Príncipe y el pekinés. 
He aquí una foto suya.



Bárbara Cartland estaba en contra del divorcio (curioso porque su hija Raine se casó con el divorciado padre de Lady Di). Decía que la mujer debía de llegar virgen al matrimonio y que a los hombres se le podían perdonar ciertos pecadillos. 
Sus protagonistas eran, por lo general, de estatura baja. Algunas tenían nombres rarísimos (Lalitha, Theola, Titania). Otras tenían nombres más comunes (Gisele, Lucinda). Y otras tenían nombres preciosos (Astara).
Tenía a muchas rubias en su haber, pero también tenía algunas morenas y pelirrojas. No recuerdo haber leído a ninguna protagonista de Bárbara Cartland que tenga sea castaña.
Casi todas eran de buena familia, pero, por algún motivo, vivían en la miseria. Casi todas eran huérfanas y vivían con un tío y una prima o con una madrastra. En el caso de la prima y de la madrastra porque la heroína era más hermosa que ellas y le tenían envidia.
Sus facciones eran delicadas y perfectas. Los ojos podían variar de color. Pero todas eran de estatura bajita.
¡Estamos ante una perfecta Mary Sue!
La educación que estas chicas han recibido es la típica de una joven de su tiempo. Es inteligente, pero sin pasarse. Han recibido una educación esmerada en un internado o con una institutriz. Puede tener a un niño a su cargo, ya que trabaja de institutriz o se ha hecho cargo de algún sobrino huérfano o de un hermano pequeño o del hijo de unos parientes.
Casi siempre son huérfanas y tienen muy idealizados a sus padres. O pueden estar vivos los padres y hacerles la vida imposible porque los tratan con frialdad o porque están casados en segundas nupcias (en el caso de haber enviudado del padre o de la madre de la protagonista) con la madrastra o el padrastro (éstos son menos) que las maltratan y son tan cobardes que prefieren beber a defender a sus hijas.
La heroína es siempre virgen. Puede terminar la novela siendo virgen porque el héroe no se ha casado con ella, pero piensa hacerlo. La novela puede concluir con la noche de bodas, donde no se entra en detalles, pero sí habla de vuelo, de estrellas y de cielo.
Nunca ha recibido ni un sólo beso. No tienen idea alguna de sexo. ¡Lo juro! En una novela de Bárbara Cartland, la protagonista se escapa de casa de sus tíos porque éstos y sus primos la maltratan. Ella conoce al héroe, al que pide ayuda para escapar y le cuenta que quiere ir a Londres para ser cortesana, pero que no tiene ni idea de lo que es una cortesana, pero piensa que es algo que le hará ganar dinero. Quiere ser cortesana porque oyó a su primo hablarle a su tío de una cortesana con la que está liado, pero no significa lo que es eso. ¡Es totalmente cierto!
Por supuesto, el héroe es el primero que le da un beso. Y, al final de la novela, si hay boda, es el primero que se acuesta con ella.
En casi todas las novelas de Bárbara Cartland, los protagonistas se conocen porque ella está huyendo de casa de la prima/madrastra envidiosa o porque se encuentra en peligro y él la salva. Se convierte desde ese momento en su protector. De hecho, actúa más con ella como si fuera un padre que como si fuera un enamorado. Siempre es mayor que ella, duplicándole en ocasiones la edad.
En ocasiones, se ve forzada a casarse con él porque lo han decidido sus padres o porque sustituye a una hermana o a una prima bondadosa aunque frívola que está enamorada de otro. Se trata de un matrimonio sin amor. Ella logra ganarse el cariño de la familia del protagonista, quien la adora, además de conseguir que los criados de éste se desvivan por servirla, ya que es alegre, dulce y encantadora.
El protagonista, en estos casos, le es infiel con la amante que tiene, aún estando casado con ella porque, en ese momento, no la ama. No tienen relaciones íntimas, pero el protagonista se va enamorando de la heroína porque es inocente, cándida, dulce, paciente y abnegada. En lugar de discutir con él, obedece y cede. Nunca le echa en cara nada. Si lo hace, aún teniendo razón, le pide perdón rápidamente casi de rodillas. ¡Es totalmente cierto!
Al final, el protagonista deja a la amante y va al lado de su esposa, jurándole amor eterno y diciéndole que le ha conmovido su abnegación y su entrega, además del hecho de que es virgen.
No se percibe en estos casos un verdadero enamoramiento. Él está cansado de las mujeres experimentadas y se enamora de la que está a su lado porque es virgen y no va a irse con otro. Si un amigo del héroe se enamora de ella, la protagonista le baja de las nubes rápidamente porque quiere a su marido, aunque le esté poniendo los cuernos con otra. Si el marido se entera, le monta un pollo de los gordos porque su mujer ha de ser sólo de él, aunque él sea de otras.
Por cierto, en los momentos en los que él se declara, ella empieza a balbucear, a tartamudear y a flipar en colores.
Aunque estas chicas puedan ser perfectos retratos de cómo eran las chicas de su época, en ocasiones, dan ganas de matarlas porque cuesta trabajo que, aún habiendo leído tanto (lo da a entender la autora) puedan no saber nada de nada. Que sean tan buenas y tan generosas que perdonen a un marido putero, aunque éste no llegue a pedirles perdón nunca, más que con la boca pequeña.
Si ellas deciden marcharse, no se preocupen. Dejan las pistas necesarias para que ellos las encuentren en cinco minutos. Piden perdón con la boca pequeña, sin sentirlo realmente y ellas les perdonan rápidamente.
Otra cosa que me llama la atención es que no se ve un enamoramiento real. Él se queda prendado de la belleza angelical de ella y del hecho de que es casta y pura en todos los aspectos. Y ella decide que está enamorada de él. En un momento dado, empieza a gritar para sus adentros que lo ama y que lo ama.
Lo ve tan apuesto y tan gallardo que, aunque sea un imbécil integral, ha decidido que lo ama. Entre quedarse con él y aguantar cuernos a volver a su casa y soportar palizas, no opta por la opción de largarse (quizás porque habría sido imposible irse en aquella época, aunque podría hacerse) a empezar de cero en otra parte.
Posiblemente, las chicas de Bárbara Cartland sean realistas en su comportamiento. Pero es que la autora hace que pierdan realismo. Que queden como unas tontas que no saben nada y que tragan y justifican hasta lo injustificable por amor.
Un amor demasiado extraño, diría yo.



Los celos, la posesividad y la infidelidad no son sinónimos de amor.
Por cierto, en las portadas de las novelas de Bárbara Cartland se puede ver que las protagonistas parecen todas ellas clones.

jueves, 1 de mayo de 2014

A TODAS NOS ENCANTA JANE AUSTEN

Hola a todos.
El título puede dar lugar a errores. No es sólo que a nosotras nos encante Jane Austen, que hayamos disfrutado con las novelas que nos dejó para la posteridad, con sus inolvidables personajes, con la forma irónica que tenía de describir la sociedad de su tiempo y un largo etcétera.
Si os fijáis bien, al leer una novela romántica de La Regencia, en varias de ellas, a la protagonista le apasiona leer. Y desea ser escritora. Su modelo y su escritora favorita es la misma: Jane Austen.
Son varias las novelas románticas en la que las protagonistas hablan abiertamente de lo mucho que les gusta la manera de escribir de Jane Austen y de que disfrutan leyendo cada una de sus novelas.
En la última que he leído de Mary Balogh, Más que una amante, a la protagonista, Jane, le gustan las novelas de Jane Austen y comenta con el protagonista aquéllas que ha leído y cuáles le queda por leer.
En otra novela que leí hace un par de años, Una mujer poco convencional, la protagonista, Letitia, además de dirigir y ser profesora en una Academia Para Señoritas, aún siendo de buena familia, también sueña con ser escritora, tiene dos novelas publicadas y ha empezado a escribir una tercera. Es admiradora de las novelas de Jane Austen y la casualidad hace que la conozca y se hagan buenas amigas.
Es el sueño de toda admiradora de la gran Jane: vivir en su época, conocerla y hacerse amiga suya.
Estas menciones a Jane Austen y su aparición especial en alguna que otra novela revelan todo el respeto y toda la admiración que le tienen las autoras hacia su figura, hacia su forma de escribir y hacia las novelas que nos legó.
De algún modo, las novelas de Jane Austen nos han influido a la hora de escribir. Sus personajes, las situaciones que describe, sus historias forman parte de nuestra memoria. Nos sirven, incluso, de guía. Ella no se ha ido.
Sigue muy viva entre nosotros.