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lunes, 27 de enero de 2014

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, retoma a este blog, aunque sólo sea en un breve fragmento, La viuda de la atalaya. 
¿Os acordáis de Nicole Bascomb, una joven a la que la vida había maltratado y cuyo espíritu vagaba por el castillo de la isla de Saint Patrick? ¿Os acordáis de Stephen? ¿Y de las primas Vanessa y Erin?
Bueno, aunque sólo sea por hoy, aquí os dejo con este fragmento de La viuda de la atalaya. 
Espero, de corazón, que os guste.

                             Una criada sirvió de postre, a la hora de la cena, muffins de plátano con canela. Vanessa cogió un muffin y le dio un mordisco.
-Está delicioso-le indicó a Erin.
                           La joven cogió un muffin y le dio un mordisco desganado.
                          Se respiraba un ambiente raro en el comedor.  Todo el mundo lo percibía.
                           Vanessa podía sentir que Nicole Bascomb estaba cerca de Erin. Las profundas ojeras que surcaban los ojos de su prima así se lo indicaban.
                            Vanessa se puso tensa. No sabía qué era lo que quería Nicole de Erin.
-Si quieres, puedes dormir en mi habitación esta noche-le ofreció.
-No, gracias-negó Erin-Estoy bien en mi cuarto.
-Es un poco fría.
                          Lucille y Joseph empezaron a hablar de tonterías. Vanessa les fulminó con la mirada. Intentaban fingir que Nicole no estaba allí con ellos. Pero el espíritu de aquella mujer estaba al lado de Erin. Vanessa le palmeó la mano a su prima.
                          Erin sintió que se estaba asfixiando. Alguien me está mirando, pensó la joven. ¿Acaso era cierto que el fantasma de Nicole la estaba acosando? No era sólo tristeza lo que sentía por la muerte de Bastien. Era algo más que dolor por su muerte. Por su traición...
-¿No tienes hambre, querida?-inquirió Lucille.
-No tengo mucha hambre, tía-contestó Erin-Tengo el estómago revuelto.
                       Vanessa le acarició el rostro con la mano.

 

                          Joseph bebió un sorbo de su copa de vino.
                          De pronto, la mesa tembló. Erin empezó a chillar con fuerza. Vanessa intentó calmarla como pudo. Joseph estuvo a punto de atragantarse. Lucille se puso pálida como la cera.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó, muy nerviosa.
-Uno de nosotros le ha dado una patada a la mesa sin darse cuenta-respondió Joseph.
-No hemos sido nosotros-negó Erin-¡Ha sido Nicole!
                       Vanessa le rodeó los hombros con el brazo.
                       Le latía muy deprisa el corazón. Dio gracias a Dios porque estaba sentada. De haber estado de pie, posiblemente, se habría desmayado.
-Erin, cariño, no existen los fantasmas-le aseguró Joseph a su sobrina-Esa mujer no existe. Existió hace muchos años. Pero murió. Su cuerpo descansa en paz. No le hemos hecho nada.
                       Erin rompió a llorar. Vanessa pensó que su padre les estaba mintiendo porque no quería asustarlas. El fantasma de Nicole no les iba a dejar nunca en paz, pensó. Y estaba dispuesta a llevarse consigo a Erin. No sabía lo que quería. No sabía nada.
                       No dejaré que haga daño a mi prima, decidió Vanessa con firmeza.

Hoy es un día especial por varios motivos.
Hoy es el aniversario del blog "Enamorada de las letras", de nuestra amiga Judtih Álvarez, más conocida como Citu. El blog cumple la friolera de ¡4 años! En la blogsfera, son muchos años. Yo espero que siga muchísimos más años en activo. ¡Y que nosotros lo veamos!
Os invito a que os paséis por su blog. Os enamorará su novela Melodías prohibidas. 
Las ventas de la novela El viaje, de nuestra buena amiga Anna Soler Segura, van viento en popa. ¡Y que así sea!
Para las dos, ¡Felicidades!
Y que este año esté lleno de éxitos y de alegrías para las dos.
Sois maravillosas y dos grandes amigas.
¡Os queremos muchísimo!



martes, 17 de diciembre de 2013

FRAGMENTO DE "LA VIUDA DE LA ATALAYA" Y ANUNCIO

Hola a todos.
Hoy, el fragmento de La viuda de la atalaya va a ser muy breve. El motivo es que se trata de una despedida. ¡No! No pienso dejar de subirla a este blog.
El caso es que dejaré de subirla durante la Navidad y me gustaría retomarla cuando hayan pasado las fiestas. Todos los sábados, ya en enero, veremos cómo termina esta historia de amor y de fantasmas.
Y aprovecho para decir que retornaré a subir historias mías que escribí hace la tira de tiempo cuando pasen también las Navidades.
El año 2014 está llegando y sólo Dios sabe lo que podría pasar. Yo espero que sea un poquito mejor que el año 2013, que está llegando a su fin.
Nuevos retos nos esperan. Y hay que echarle narices para enfrentarse a ellos. Yo, de momento, estoy muy contenta con los pequeños pasos que estoy dando. Por lo menos, no quiero sentir que soy una cobarde.
Y, sin más dilación, os dejo con el fragmento de hoy de La viuda de la atalaya. 
En enero, veremos cómo continúa esta historia de amor y fantasmas.
¡Espero que os guste!

                      Erin estaba acostada en su cama. Había pasado una noche intranquila, sin poder conciliar el sueño. Su doncella advirtió a Lucille en el salón de la palidez cadavérica que presentaba el rostro de Erin.
-Descansa, querida-le exhortó Lucille a su sobrina cuando fue a verla a su habitación.
-Yo me encuentro bien-le aseguró Erin.
-Y yo no quiero que caigas enferma. De modo que pasarás todo el día en la cama.
-De acuerdo...
                 Vanessa entró al cabo de un rato en la habitación de su prima. Vio a Erin muy pálida.
                 Llevaba puesto el camisón. Su cabello rojizo estaba suelto. Vanessa ahogó un grito al verla.
                 Fingió una sonrisa y se sentó a su lado en la cama.
-¿Me estoy volviendo loca?-le preguntó Erin a Vanessa.
-Siempre has sido un poco loca-respondió la chica.
                 Quería hacerla sonreír bromeando con ella. Pero Erin parecía estar realmente angustiada.
-He estado soñando con Nicole Bascomb-le contó-Estaba aquí, en mi habitación. Sus ojos carecían por completo de expresión. Me decía que yo era otra viuda abandonada, como lo era ella.
                  Vanessa respiró hondo. Se preguntó qué pretendía Nicole de ellas. No podía percibir la presencia de aquella mujer en la habitación de Erin. La ventana de la habitación estaba cerrada. Las cortinas también estaban echados.
-Tengo mucho miedo-admitió Erin-Puede hacerme cualquier cosa.
-No es mala persona-le aseguró Vanessa-Ha sufrido mucho en esta vida. Conozco su historia. Perdió al hombre que amaba. Perdió el hijo que esperaba.
-¿Qué me estás contando?



                     Vanessa le contó la visita que Stephen y ella habían hecho al vicario Laurens. Le explicó la información que habían conseguido acerca de Nicole Bascomb. Gracias a aquella información, habían logrado averiguar algo más.
-Esa mujer ha sufrido el mismo calvario que he sufrido yo-opinó Erin con tristeza.
                    Vanessa tuvo que admitir dos cosas. Ignoraba qué había hecho el médico con el hijo no nato de Nicole. Y también ignoraba dónde estaba enterrado el conde de Berwick.
-¿Tú crees que eso es importante?-le preguntó Erin.
-Lo único que quiero es que Nicole descanse en paz-respondió Vanessa.
                   La aludida entró en la habitación.
                   Escuchó lo que Vanessa acababa de decir. Negó moviendo la cabeza.
                   Yo no puedo descansar en paz, pensó. Estoy atrapada en este castillo hasta que Duncan venga a buscarme. He jurado que le esperaré siempre.
-¿Y qué tienes que ver esa mujer conmigo?-se asustó Erin.
                   Vanessa había llegado a una conclusión. El espíritu de Nicole se acercaba a aquellas mujeres que estaban sufriendo por amor.
-Sobre todo, cuando ese amor es ingrato-añadió Vanessa-Erin, tenemos que ser francas. Bastien nunca estuvo enamorado de ti.
                    Al escuchar aquella afirmación, la joven rompió a llorar.
-Ya lo sé-se lamentó.
                    Nicole sintió rabia al ver llorar a Erin. También ella había derramado demasiadas lágrimas por culpa de su tía Phoebe. Ella nunca había entendido que amaba a Duncan con todas sus fuerzas. Culpaba a tía Phoebe de su desgracia. De haber perdido a Duncan. Y del aborto que había sufrido.
-Está aquí-susurró Erin, abriendo los ojos de manera desmesurada.
                   Vanessa buscó a Nicole con la mirada por todas partes. También ella podía sentir que aquel espíritu estaba cerca de ellas.
-¿Qué es lo que quieres?-le preguntó en voz alta.



                      Erin empezó a temblar de manera violenta. Si Nicole hacía o decía algo, se desmayaría. Estaba segura de ello.
-¡Déjanos en paz!-le gritó Vanessa a Nicole-¡Haz lo que sea para que descanses en paz! Pero deja a mi prima tranquila. No tiene nada que ver contigo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Después de dos semanas sin subir ningún fragmento de esta historia, hoy, por fin, retorna a mi blog La viuda de la atalaya. 
En esta ocasión, el fantasma de la atormentada Nicole Bascomb va a hacer de las suyas.
Es un fragmento corto. Pido perdón por no haber subido esta historia antes y porque este fragmento sea tan corto.
Pero espero que os guste.

                    En opinión de todos, Vanessa sólo poseía un único talento. Era bastante buena pintando. La chica pasaba largas horas dibujando. Compraba lápices de colores. Compraba cuadernos de dibujo. Plasmaba todos sus pensamientos en aquellos cuadernos.
                     Aquella tarde, subió a la atalaya a dibujar.
                     Pasabas muchas horas aquí, pensó Vanessa.
                     Podía percibir a Nicole cerca de ella. No la veía y tampoco la escuchaba. Pero sí la sentía.
-¿Qué estás dibujando?-le preguntó Lucille.
                     Vanessa estaba sentada en el suelo. Lucille se inclinó para mirar bien el dibujo.
-Es Nicole Bascomb-respondió Vanessa-La estoy dibujando. Yo siento que ella está aquí, mamá.
                     Lucille veía una figura femenina. Estaba envuelta en la oscuridad.
-¿Estás dibujando a un fantasma?-se inquietó la mujer.
-No sé qué hacer para ayudarla-admitió Vanessa.
-No me gusta que pienses en esas cosas. Los fantasmas están para dejarlos quietos y no meterse con ellos. ¡Quién sabe lo que podrían hacer! Y no te preocupes por Erin, querida. Nosotros la ayudaremos.
                     Vanessa no lo creía.
                     Antes, Erin era distinta. Bromeaba con ella y le decía que iba a ser una pintora famosa.
                     Nicole se acercó a Vanessa. Iba camino de convertirse en una hermosa muchacha, delicada y educada. Todo lo que Nicole nunca había sido en vida.



                   A Vanessa se le habían deshecho los rizos que le había hecho Erin días antes. No se atrevía a rizarse ella misma el pelo. Estaba segura de que se le quemaría. Era un desastre. Erin siempre había sido mucho más coqueta que ella.
                   Vanessa poseía un porte digno de una aristócrata. Y sus modales eran muy refinados.
-Te has enamorado-oyó que una voz le susurraba-Y eso no es bueno. El amor lo destruye todo.
                   Vanessa sintió cómo se le paraba el corazón. Lucille se angustió cuando la vio ponerse pálida de golpe. Es ella, pensó Vanessa.
-¿Estás bien, cariño?-le preguntó Lucille.
-Nicole está aquí, mamá-respondió Vanessa.
                   De pronto, Lucille empezó a tiritar de frío.
-Será mejor que nos vayamos-sugirió-Están a punto de dar las cinco. Y me gustaría tomar el té con tu prima.

                    Stephen se despertó empapado en sudor.
                    Se sentó en la cama. Miró por todas partes. Ella ya no estaba. Se había ido.
                    Ella...
                    Una joven a la que nunca antes había visto. ¿Quién sería?
                     De pronto, tuvo la sensación de que sabía con quién había estado soñando. Nicole, susurró. Encendió la luz de la lámpara de su mesilla de noche. Estaba solo en su habitación. Pero había sentido a Nicole. Había sentido a Nicole cerca de él.
                    Stephen volvió a acostarse. Había soñado con Nicole Bascomb. Meneó la cabeza con nerviosismo. Aquel asunto estaba poniéndole los pelos de punta. Los fantasmas no existen, pensó. Los fantasmas no existen.
                     Se preguntó qué significaría aquel sueño. Es sólo un sueño, pensó. Nicole Bascomb es un maldito fantasma. Y debería de estar descansando en su tumba en lugar de rondarnos. Nos haría un favor. Le haría un favor a Nessie.
                     ¿Sólo un sueño? Stephen lo dudaba.
                     Era mucho más que un sueño. ¿Una pesadilla? Podría ser.  

sábado, 30 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, es sábado. Toca un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. 
En este fragmento, veremos cómo el espíritu de Nicole queda preso dentro del castillo.
Espero que os guste.

                               Nicole tardó varias semanas en ponerse de pie. Había perdido mucha sangre a consecuencia del aborto. Según el médico que la atendió, la joven había estado a punto de morir. Tuvo fiebre muy alta y deliraba preguntando por su hijo. Su cuerpo tardó varias semanas en recuperarse. Durante todo el tiempo que estuvo enferma, tía Phoebe no se apartó de su lado en ningún momento. El cuerpo de Nicole acabaría sanando. Pero su alma parecía haber quedado destruida.
                            Para colmo de males, el médico que la atendió le comunicó a tía Phoebe que Nicole había quedado incapacitada para tener hijos.
                            Cuando a la joven le bajó la fiebre, abrió los ojos. Creyó divisar la figura borrosa de tía Phoebe. La mujer la miraba con el rostro bañado en lágrimas.
-¿Cómo te encuentras, niña?-le preguntó.
-Mal...-respondió Nicole.
-El médico dice que te vas a poner bien. Debes de hacerle caso en todo lo que te diga.
-Sí...
                          Después de perder a su hijo, lo único que le quedaba a Nicole era lord Duncan. El tiempo pasaba y no le llegaban cartas de él. Pensaba que los Williams las estaban ocultando. Creía que tía Phoebe era la encargada de destruirlas. Algo se estaba apagando en la mente de Nicole. La joven pasaba largas horas en la atalaya. Miraba al horizonte. A veces, su imaginación le jugaba una mala pasada.
-¡Es Duncan!-gritaba-¡Duncan!
                      Corría de un lado a otro de la atalaya. Hacía ademán de querer salir a la calle. Pero el ama de llaves la retenía.
-¿Adónde va, señorita?-le preguntaba.
-Voy al embarcadero-respondía Nicole-¡Duncan ha vuelto!
-Usted no va a ir a ningún sitio. Aún no está recuperada.



                               La ausencia de lord Duncan no era lo único que atormentaba a Nicole. Le perseguía una y otra noche el recuerdo de su hijo perdido. Su vientre estaba vacío.
                               No podría sentir sus movimientos. No experimentaría la alegría de verlo nacer. De tener algo de su amado con ella. Aquel niño no había podido nacer. Y Nicole lloraba al pensar en su hijo.
                             Tía Phoebe no sabía qué hacer para consolarla.
                             En un primer momento, pensó que el aborto había sido lo mejor que había podido pasarle a Nicole. Pero veía que estaba equivocada.
                              Una tarde, Nicole se puso a leer en voz alta a su tía un libro de poemas de William Wordsworth. Tía Phoebe estaba tejiendo un chal de lana para la joven. La vio más delgada y más pálida que nunca.
-Mi querida Nicole...-empezó a hablar-Sólo quiero que sepas que lo siento mucho.
-¿Qué es lo que siente, tía?-inquirió la joven, fingiendo no saber a qué se estaba refiriendo.
-La pérdida de tu hijo...Es lo peor que puede pasarle a una mujer.
-Usted nunca ha tenido hijos. ¡No diga que sabe lo que siento porque eso no es verdad! ¡No puede entenderme!
-Pero me compadezco de ti, querida.
-¡Ahórrese su compasión! ¡No la necesito!
                      Airada, Nicole tiró el libro de poemas al suelo. Salió dando zancadas del salón. Sus pasos la llevaron hasta la atalaya. Duncan, por favor, regresa, pensó la joven con desesperación. Las lágrimas caían sin control por sus mejillas.
                       Para desgracia de Nicole, su amado no regresó. Los meses se fueron convirtiendo en años y no había noticias acerca de lord Duncan. Un día, mister Williams fue a visitar a Nicole. Traía consigo una carta que le había llegado un rato antes.
-¿Es de Duncan?-le interrogó Nicole.
-Lo siento mucho-dijo mister Williams.
                       Estaba muy pálido. Le costaba trabajo hablar. Nicole le arrebató la carta y la leyó. Pero dejó de leer en una de las primeras líneas. Su rostro se desencajó. Tía Phoebe, quien estaba a su lado, se asustó.
-¡No es posible!-gritó Nicole enloquecida.
                        Lord Duncan había muerto fusilado. Sus propios compañeros habían acabado con su vida con deshonor. Por lo visto, el conde de Berwick tenía la intención de desertar para regresar a Inglaterra. Nicole cayó desmayada al suelo. Cuando volvió en sí, rompió a llorar mientras sentía cómo su corazón se rompía en mil pedazos.
                        Nunca se recuperó de aquel duro golpe.
                         Cayó postrada en la cama. Sufría accesos de fiebre cerebral. Tía Phoebe cuidó de ella hasta el último minuto. Pero el doctor sabía que el origen del mal que padecía Nicole se debía a un corazón roto. Lord Duncan había muerto. Y Nicole sentía que había muerto algo de ella con él.



                       Nicole Bascomb murió un día soleado.
                       Tía Phoebe fue la única que acudió a su entierro. Pero la mujer tenía el alma rota al ver cómo era enterrada la única persona que había estado a su lado durante tanto tiempo.
                         La mujer se obsesionó con la idea de que su sobrina no se había ido del todo. Decía que subía a la atalaya porque sentía que Nicole estaba allí, esperando en vano el regreso de su amado Duncan.
                        Tía Phoebe murió un año después de la muerte de Nicole. El castillo pasó, entonces, a manos de la familia de Vanessa. Pero los rumores acerca de la presencia de Nicole en la atalaya se dispararon. Los padres de Joseph afirmaron, al poco de llegar, que habían visto a una mujer en la atalaya mirando al horizonte. Los criados también hablaron de la aparición de un hermosa mujer cuyo aspecto coincidía con el aspecto de Nicole Bascomb.
                         La leyenda de la viuda iba tomando forma. Los Woods habían intentado mantener a Vanessa apartada de aquel rumor durante mucho tiempo. Hasta que Erin cayó enferma.

                        Nicole contempló a la joven que estaba al lado de aquel apuesto joven que tanto le recordaba a su amado Duncan. Sintió cómo algo se encendía dentro de ella porque la muchacha no podía estar al lado de él.
                         La abandonará, pensó Nicole. Igual que me abandonó a mí.
                         Vanessa llevaba puesto un bonito vestido de color rosa y suspiró aliviada cuando Stephen cerró el libro.
                          Al ver lo pálida que se había puesto Vanessa, Stephen le cogió la mano y se la oprimió con delicadeza.
-¡Dios mío!-exclamó Vanessa, aturdida-¡Pobre Nicole! Ha sufrido muchísimo en su corta vida. Perdió al hombre que amaba. Perdió a su bebé.
-Está aquí-dijo Stephen.
                       Esta vez, fue Vanessa la que oprimió con mucha fuerza la mano de Stephen. Necesitaba algo en lo que apoyarse porque tenía la sensación de que se iba a desmayar.
-¿Cómo lo sabes?-inquirió.
-Puedo sentirla-contestó.
                          Una muchacha encantadora, pensó Nicole.
                           Tenía el cabello de color rubio muy claro. Su cara era un óvalo perfecto. Su piel era blanca y aterciopelada. Y sus ojos eran de un color azul muy claro. Era esbelta y de estatura mediana. La bella Vanessa podría convertirse en otra viuda, como su prima, pensó Nicole. Como yo...
                           Stephen se llevó la mano de Vanessa a los labios. Le parecía absurdo creer en fantasmas, pero estaba trastornado tras haber leído la historia de Nicole. Le parecía demasiado trágica como para ser cierta. Pero sentía que había algo de verdad en ella.
-¿Y qué podemos hacer para ayudarla?-le preguntó a Vanessa.
-No pone nada en el libro-respondió la chica-Sólo cuenta su historia. No dice qué es lo que hay que hacer para que su espíritu descanse en paz.
-Tendremos que descubrirlo. Hay que ayudarla.
                         Dicho esto, Stephen besó con cariño a Vanessa en la comisura de los labios. Nicole sintió que había visto demasiado. Se alejó de ellos. No hay nada que me haga descansar en paz, pensó la joven. Mi alma está atrapada en este lugar. A la espera de que venga Duncan.

domingo, 24 de noviembre de 2013

FRAGMENTO RETRASADO DE "LA VIUDA DE LA ATALAYA"

Hola a todos.
Lo prometido es deuda.
Con un día de retraso, hoy os traigo un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. Seguimos indagando en la trágica historia de amor entre Nicole Bascomb y el conde de Berwick.
¿Qué ocurrió entre ellos?

                         Fueron muchas las veces en las que Nicole intentó hablar con tía Phoebe. La mujer no daba su brazo a torcer.
-No te casarás con él-le ordenó-No te conviene.
                         Nicole estaba desesperada. Amaba a lord Duncan más que a su propia vida. Veía a su tía Phoebe tejer una manta mientras ella se asfixiaba dentro de aquel castillo.
-¿No se da cuenta de que nos amamos?-le espetó a la mujer-¡Lord Duncan me quiere! Y quiere que nos casemos.
-Sólo quiere aprovecharse de ti, querida-afirmó tía Phoebe-Una joven como tú jamás sería condesa. Además, tu sitio está aquí. A mi lado...
                     Nicole tenía ganas de ponerse a gritar de desesperación. Tía Phoebe nunca había sido una mujer muy cariñosa con ella. ¿Con qué derecho le prohibía estar al lado de lord Duncan?
-Me casaré con él-afirmó con vehemencia-¡Y usted no podrá hacer nada para impedirlo!
-Puedo hacerlo-replicó tía Phoebe con total tranquilidad-Te recuerdo que soy tu tutora. No puedes tomar ninguna decisión sin contar conmigo.
                       Nicole abandonó el salón llorando.

                       A lord Duncan le llegó una carta en la que se le comunicaba que tenía que partir rumbo a España. El Ejército había pensado seriamente en expulsarle con deshonor tras su participación en el duelo. Pero la expulsión nunca se hizo oficial. Y, ahora, se veía obligado a partir rumbo al frente.
                     Reinaba en España el hermano de Napoleón, José Bonaparte. Napoleón parecía dispuesto a conquistar toda Europa.
                      El Ejército inglés llevaba algún tiempo combatiendo a Napoleón en España. Lord Duncan no podía seguir con su exilio en la isla de Saint Patrick. Tenía que dar la cara.
                      Le dolía de corazón tener que separarse de Nicole. Pero había peleado en muchos combates. Confiaba en que regresaría a la isla sano y salvo. Entonces, podría hacer realidad su sueño de casarse con Nicole. Huirían a Gretna Green. Nadie les encontraría.
                     Le envió una nota a Nicole explicándole que tenía que verla aquella misma noche. Debía de partir al día siguiente. Pero no quería irse sin haberla visto por última vez. Le hablaría de la carta que había recibido.
                       Se vieron aquella noche en los alrededores de la Torre Redonda, que se encontraba en la isla.
-He de partir para España-le informó lord Duncan a Nicole con pesar-No sé cuándo regresaré.
-¿Volverás?-le preguntó Nicole con angustia.
-Por supuesto...Antes o después, estaré aquí de vuelta. Y huiremos a Gretna Green. Serás mi esposa, Nicky.



                       Empezaron a besarse y se dieron cuenta de que no podían parar.
                       Nicole vivió en brazos de lord Duncan la primera y única noche de amor que tuvieron.
-Vuelve-le pidió la joven-Te lo ruego.
-Te lo juro-le prometió el conde-Volveré por ti.
                      Cayeron al suelo. Lord Duncan se quedó completamente desnudo. Nicole conservó su camisola interior. Los besos que le dio lord Duncan la atontaron. Su cuerpo y su corazón tomaron el control. Se abrazaron con fuerza. Se acariciaron mutuamente muchas veces. Los labios de lord Duncan recorrieron el cuello de Nicole. Llenó de besos sus hombros.
                     Al día siguiente, los dos se vistieron casi en silencio. Se abrazaron con fuerza antes de separarse.
-Espérame, Nicky-le pidió lord Duncan a su amada.
                    Se besaron de manera larga y prolongada. Pero tuvieron que separarse. Nicole vio cómo lord Duncan se alejaba poco a poco de ella. Tuvo la certeza de que se llevaba su corazón con él.
-¡Regresa!-le gritó.
                     Le gritó que siempre le esperaría. Después de eso, Nicole echó a correr. Estaba empezando a amanecer.
                      La joven permaneció todo el día encerrada en su corazón. No podía parar de llorar. Le dolía el corazón al imaginar a lord Duncan lejos de ella. Muchas ideas pasaron por su mente. ¿Y si lord Duncan no regresaba nunca? Tiene que volver, pensó Nicole. Me ha dicho que volvería y Duncan nunca miente. Yo lo esperaré siempre. Siempre...

                    Pasó un mes desde la marcha de lord Duncan. Nicole se dio cuenta de que el periodo no le había bajado aquel mes. Tía Phoebe se fijó en que la joven vomitaba todo lo que caía en su estómago. La mujer se enfrentó a su sobrina y le arrancó la verdad, que estaba embarazada. Lo peor de todo era que el padre del bebé que esperaba Nicole estaba combatiendo en España contra Napoleón. Y, además, era lord Duncan Hazzard, el conde de Berwick.
                      Tía Phoebe se puso furiosa con Nicole.
-¡Eres una perdida, como tu madre!-le chilló-¡Vas a parir otro bastardo, como lo eres tú!
                       La mujer encerró a Nicole en su habitación.
-Ya veré lo que hago contigo-le advirtió.
                       Nicole estuvo llorando durante días. Ella pensaba en escaparse. Iría a España a buscar a lord Duncan. Muchas mujeres seguían a sus maridos soldados. Pero ignoraba dónde podía estar. Una criada era la encargada de servirle la comida. Pero Nicole no tenía hambre. Tenía que escaparse de alguna manera. Pasó un mes encerrada en su habitación. No podía conciliar el sueño por las noches. Se preguntaba qué iba a hacer tía Phoebe con ella.
                        La mujer no quería dirigirle la palabra. En su opinión, Nicole la había defraudado.
                        Una noche, la joven logró abrir la puerta de su habitación usando una horquilla de su pelo.
                         Se puso encima de su vestido una capa de color oscuro. Sabía que los Williams eran parientes de lord Duncan. A lo mejor, pensó, ellos sabían dónde estaba destinado su amado. Nicole abandonó el castillo sin ser vista. Imaginó que iría a buscarle y que él la recibiría con los brazos abiertos. Sonrió ante aquella imagen. Llegó corriendo a la casa de los Williams. Golpeó la puerta de la cocina.
                           Le abrió la puerta una criada de unos sesenta años. Nicole le dijo que quería hablar con el matrimonio Williams.
                          El matrimonio bajó a la cocina.
                          El hombre vestía una camisa corta de dormir. La mujer se había puesto un chal de lana encima del camisón. Los dos se sorprendieron al ver a Nicole. La joven estaba muy nerviosa.
                         La hicieron pasar a la cocina. Se sentaron alrededor de la mesa. Una sospecha pasó por la mente de mister Williams.



-¿Por qué está buscando a Duncan, miss Bascomb?-la interrogó.
-¡Eso no importa!-contestó Nicole con evasivas-¡Tengo que saber dónde está! Ustedes son sus parientes. ¡Deben de saber algo de él!
-No sabemos nada de él.
-¡Eso no es cierto! Se lo ruego. ¡Díganme dónde está Duncan! ¡He de saberlo!
                      Pero los Williams no supieron darle razón alguna de él.
                      Nicole abandonó la casa destrozada. Se dijo así misma que los Williams le estaban mintiendo. Pensó que tía Phoebe les había pagado para que no le dijeran dónde estaba lord Duncan. Las lágrimas caían abundantemente por sus mejillas. En aquel momento, no pensó en el bebé que estaba creciendo en su vientre. Pensaba en el dolor que sentía al sentirse lejos del hombre que amaba. Un presentimiento se adueñó de su mente. Tiene que regresar, pensó Nicole con desesperación. Me ama. Tiene que regresar porque voy a darle un hijo y porque me ama. Como yo le amo a él.
                       Pasó otro mes. Nicole estaba en su tercer mes de embarazo. Tía Phoebe aún no había decidido qué iba a hacer con ella.
                       Pero el embarazo de Nicole no tardaría mucho en empezar a notársele. Tía Phoebe pensó en su sobrina, la madre de Nicole. No le dio tiempo a arreglar su situación, pues unas fiebres acabaron con su vida a los pocos días de nacer su hija. Sabía que su hermana y su cuñado habían apalabrado su matrimonio con un conocido. ¿Podía hacer ella lo mismo? ¿Podía buscarle un marido a Nicole? ¿Y quién aceptaría casarse con una joven bastarda que iba a traer al mundo a un hijo ilegítimo?
                     Nicole estaba a punto de cumplir su cuarto mes de embarazo. Empezaba a sentir cómo su hijito se movía en su interior. Por lo menos, se decía así misma, algo de Duncan permanecía con ella.
                        Todo cambió un atardecer en el que Nicole sintió un fuerte dolor en su vientre. En un primer momento, no le dio importancia. Se acostó en la cama en la creencia de que si dormía un poco el dolor cesaría. Pero no fue así.
                      Los dolores fueron cada vez a más. De pronto, Nicole sintió cómo un líquido espeso corría por sus piernas. Asustada, la joven juntó las piernas con fuerza. Algo va mal, pensó con terror. Le pasa algo malo a mi bebé. ¿Y si lo perdía? En aquel momento, entró la criada. Portaba la cena en una bandeja. Vio a Nicole muy pálida y acostada en la cama. Y vio también sangre manchando el colchón.
                     La criada fue corriendo a avisar a tía Phoebe. Ésta ordenó a un criado que fuera a buscar al médico.
                       Nicole estaba sumida en la oscuridad.
                      No sentía ya el dolor. Ya no sentía la sangre corriendo por sus piernas. Lo único que sentía era una terrible sensación de pérdida. Un gran vacío dentro de ella...
-Lo siento mucho-oyó decir al médico-Ha perdido al bebé.
                      Nicole estaba semi inconsciente. Le oyó a la perfección. Y deseó no haberle escuchado. Sentía que algo en su interior había muerto junto con su hijito.


 

sábado, 16 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, es sábado y, como viene siendo ya costumbre en este blog, os traigo un nuevo trozo de La viuda de la atalaya. 
Vamos a meternos de lleno en la historia de la misteriosa Nicole Bascomb y su trágica historia de amor con lord Duncan Hazzard.

                          Para Nicole, los días transcurrían tranquilos. Era feliz viviendo el sueño de su primer amor de la mano de lord Duncan. Y él sentía algo por ella. No quería admitirlo porque no sabía cómo abordar el tema. Nicole sentía que su vida en la isla de Saint Patrick había empezado realmente cuando conoció a lord Duncan. Había vivido prácticamente sola durante toda su vida. Por supuesto, quería mucho a tía Phoebe. Aquella mujer la había cuidado. Se había esforzado en darle una educación esmerada.
-Debes de tener cuidado, niña-le dijo tía Phoebe una tarde.
                      Nicole estaba leyéndole en voz alta Los viajes de Gulliver. El comentario de tía Phoebe la interrumpió.
                        Cerró el libro de golpe. Intentó disimular que se había puesto nerviosa. ¿Acaso tía Phoebe sospechaba algo acerca de su relación con lord Duncan? Los dos habían sido muy cuidadosos. Ni siquiera los miembros del servicio estaban al tanto de su relación.
-¿Por qué me dice eso, tía?-inquirió Nicole.
-Los hombres sólo buscan una cosa de nosotras, las mujeres-contestó tía Phoebe-Y es llevarnos a la perdición. Acuérdate de lo que le pasó a tu pobre madre.
-A mí no me pasará eso, tía. Sé cuidar de mí misma.
-Eso mismo decía tu madre. ¡Y mira cómo terminó! No quiero que te pase a ti lo mismo.
                     La piel de Nicole era blanca y suave al tacto. Poseía un largo cabello de color castaño con reflejos rojizos. Y sus ojos eran de color verde musgo con destellos azulados. Se había convertido en una belleza casi sin darse cuenta.
-Tendré cuidado, tía-dijo.
-Eso espero, niña-suspiró tía Phoebe-Anda, sigue leyendo. ¿Cómo que hay un país habitado por gigantes?

     

                 Era cierto que Nicole era muy hermosa. Los hombres se sentían atraídos por ella. Nicole maldecía su belleza porque la consideraba culpable del ataque que había sufrido. Pero carecía por completo de dote y, además, era ilegítima. ¿Qué clase de hombre la querría como esposa? Entonces, apareció lord Duncan. Y todo cambió para ella. Hasta aquel momento, Nicole prácticamente había vivido aislada en el castillo.
                    Su corazón daba saltos de alegría cuando el mayordomo anunciaba la llegada de lord Duncan al castillo. Se escribían cartas de amor. Le regalaba ramos de flores. Nicole empezó a soñar con un futuro maravilloso al lado de lord Duncan. Se veía así misma siendo la condesa de Berwick. Teniendo hijos con él. Envejeciendo a su lado.
                    Tía Phoebe, en un primer momento, aceptó de buen grado aquellas visitas porque se trataba de un conde. Lord Duncan tenía familia en la isla, los Williams, quienes no pertenecían a la nobleza y estaban considerados como la rama pobre de los Hazzard. Se había hospedado en casa de éstos. El principal motivo por el cual se encontraba en la isla era porque estaba huyendo. Había protagonizado un sonado escándalo en Londres después de haberse enfrentado en duelo con un compañero de juergas, al cual había herido en una pierna. Lord Duncan ostentaba el grado de teniente en el Ejército inglés. Si era detenido, sería sometido a un consejo de guerra. Y es que el hombre al que había herido en el duelo también ostentaba el grado de teniente en el Ejército.
                   Su pariente fue el primero que le habló de Nicole Bascomb. Lo hizo una tarde en la que estaban jugando a las cartas. Lord Duncan quería saber si vivía alguien en el castillo.
-Lo veo abandonado-dijo.
-En ese castillo vive la vieja solterona Phoebe y la hija de una pariente-le explicó su pariente-Una joven llamada Nicole Bascomb...
-No la conozco.
-Esa joven vive prácticamente recluida desde hace algún tiempo en el castillo. Tiene una historia muy triste a sus espaldas. No creo que quieras conocerla.
-Me apetece conocerla. Y quiero conocerla también a ella.
                    La información que le sonsacó a su pariente despertó la curiosidad de lord Duncan. No conocía a aquella joven, pero no veía la hora de conocerla. Se propuso conquistarla a cualquier precio.
                    Lord Duncan había estudiado en su niñez en Harrow, en su adolescencia en Eton y había querido estudiar en Oxford. Pero acabaron expulsándole de allí debido a su comportamiento pendenciero. Se decía que su padre había muerto de un disgusto porque no sabía cómo meterle en vereda. Lord Duncan era el menor de tres hermanos. Sus dos hermanos mayores eran mujeres. Las dos se habían casado. Las dos tenían hijas. Ningún hijo...Lord Duncan no terminaba de asumir sus responsabilidades. Las delegó en su administrador. Ignoraba que éste era un hombre bastante ambicioso.
                    Lord Duncan había adquirido una merecida fama de libertino y de pendenciero. Por su vida y por su cama habían pasado numerosas mujeres. A pesar de los escándalos que había protagonizado, seguía siendo perseguido por las madres de jovencitas casaderas que lo querían como yerno. Era íntimo amigo del Príncipe Regente. De algún modo, éste le protegía. Y lord Duncan había creído que sería así siempre. Hasta que tuvo lugar aquel maldito duelo.
                   Sus ojos eran de color gris como el acero. Su piel estaba tostada por el Sol. Y su cabello era de color negro como la noche.
                   Conocer a Nicole cambió para siempre su vida. Desde luego, aquella joven no se parecía en nada a otras damiselas que había conocido en Almacks. Damiselas que lo perseguían por su título y por su fortuna.
                    Se fue enamorando de Nicole poco a poco.
                   Para la joven, conocer a lord Duncan le hizo conocer el significado de la palabra flechazo. Guardaba como un tesoro los encuentros en la atalaya del castillo.
                 
                    Se encontraron aquella tarde en la atalaya.
-Voy a pedirle a tu tía tu mano en matrimonio-le prometió lord Duncan a Nicole.
-¿Harías eso por mí?-se ilusionó Nicole.
-Me he enamorado de ti, Nicky. Y quiero casarme contigo. ¿Qué me dices?
-¿Es eso una oferta de matrimonio?
-Lo único que quiero es pasar el resto de mi vida a tu lado. Quiero que seas la madre de mis hijos. Quiero que seas mi condesa. ¿No quieres tú lo mismo?
-¡Claro que sí! ¡Duncan, es lo que más deseo en el mundo!
                    Nicole, enamorada, besó con fuerza a lord Duncan en los labios. Sus ojos brillaban de alegría. Abrazó con fuerza a su amado.



-¿Cuándo vas a venir a hablar con tía Phoebe?-inquirió Nicole-¡Tiene que ser lo más pronto posible! Hoy...
-Vendré mañana. Te lo juro. Nicky, te amo.
                     En aquellos momentos, lord Duncan estaba siendo sincero con ella. Nicole despertaba en él un sentimiento tan fuerte como desconocido hasta aquel momento. Y se dijo así mismo que aquel sentimiento era el amor. Estaba convencido de que tía Phoebe aprobaría su unión con Nicole. Su origen no le importaba nada en absoluto. La quería a ella. Además, estaba acostumbrado a las habladurías.
                    Para entonces, lord Duncan se había convertido en un asiduo visitante del castillo. Nicole se había colado casi sin darse cuenta en su mente y en su corazón. Sus primos pondrían el grito en el cielo cuando se enteraran de cuáles eran sus planes, pero no le importaba. Era el conde de Berwick. Podía hacer lo que le diera la gana.

                        Tía Phoebe reaccionó muy mal cuando, a la tarde siguiente, lord Duncan le informó que quería casarse con Nicole. Fue en el salón y en presencia de la joven. Ésta se quedó horrorizada cuando su tía no quiso ni oír hablar del tema. Lord Duncan se quedó también atónito. Había creído que la mujer estaría encantada de deshacerse de su pariente pobre e ilegítima. Pero eso no entraba dentro de los planes de tía Phoebe.
-¡Nicole se quedará aquí conmigo!-alegó la mujer-Se ha quedado soltera porque tiene que cuidar de mí.
-Si vos así lo queréis, me quedaré a vivir aquí-le aseguró lord Duncan-O, si lo preferís, os podéis venir a vivir a mi mansión solariega. Os aseguro que allí estaréis bien atendida. Mis criados...
-¡Yo no me muevo de este castillo! Estoy segura de que vos no tardaréis en aburriros y volveréis a Londres. Conozco muy bien a los hombres de su calaña, milord.
-Mis intenciones hacia Nicole son las más honorables. Como os acabo de decir, quiero casarme con ella. Conozco la historia de su origen. Y os juro que eso no me importa en absoluto. Cuando Nicole se case conmigo, las habladurías cesarán.
-Las habladurías nunca cesan, milord. Debéis de estar acostumbrado a ellas. Os harán la vida imposible a Nicole y a vos. Y mi sobrina no podría soportarlo. Lo siento, pero me opongo a vuestras intenciones. Buenas tardes...
                    La negativa de tía Phoebe estuvo a punto de matar de dolor a Nicole. La joven pasó todo un fin de semana encerrada en su habitación llorando desconsoladamente. Maldijo a tía Phoebe por ser tan egoísta y por pensar sólo en ella misma.
                   Lord Duncan encontró la manera de colarse dentro del castillo. Siguió viéndose a escondidas con Nicole en la atalaya. Los dos empezaron a planear su huida a Gretna Green, donde se casarían. Pero ocurrió algo que trastocaría para siempre sus planes.

domingo, 10 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Y aquí termina el fin de semana que he dedicado a mi blog novela La viuda de la atalaya. 
¡Muchísimas gracias por vuestros comentarios!
Me alegro muchísimo de que os esté gustando.
La próxima semana, dedicaré varios días a subir fragmentos adelantados de Segundas oportunidades. 
También me gustaría hacer algunas promos la semana que entra. ¡Os van a gustar, espero!
Bueno, y sin más dilación, aquí os dejo con un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. 
¡Vamos a ver lo que pasa!

                              Lord Duncan siguió visitando a Nicole en el castillo durante los días siguientes. El lugar favorito de ambos para sus encuentros era en la atalaya. Nicole era la mujer más feliz del mundo cuando apoyaba su mejilla en la mejilla de Lord Duncan. Cuando él la abrazaba. Cuando él le daba un beso lleno de amor.
                           Para lord Duncan, aquella relación con Nicole era sólo pura diversión. Sin embargo, tuvo que admitir para sus adentros que la joven se estaba colando poco a poco en su pensamiento. Nicole no era como las otras mujeres que había conocido. Era una mezcla perfecta de inteligencia y de ingenuidad. Sabía qué debía de decir para desarmarle.
                         Por eso, nunca faltaba a sus encuentros con ella.
-Mi tía Phoebe no sospecha nada-le decía Nicole-Y, aunque se entere, no me importa.
-Hablaré con tu tía-le aseguraba lord Duncan-No quiero arruinar tu reputación. Nicky, sólo quiero hacerte feliz.
-Jamás pensé que este día pudiera llegar.
-Créelo.
                         Nicole le abrazaba con alegría y con fuerza. La sensación de saberse amada la colmaba de dicha.

                          Stephen se despertó sobresaltado. Había estado soñando con Nicole y con un hombre. En el sueño, no sabía quién era aquel hombre. Sólo sabía que Nicole se refería a él como lord Duncan. Debe de ser el hombre que la enamoró, pensó Stephen.
                         Se sentó en la cama. No era capaz de regresar a la realidad. Aquel hombre tenía cierto aire a él. Negó con la cabeza, pensando que era absurdo.
                         Se reunió con su familia a la mesa del desayuno. Stephen bebió un sorbo de su taza de café.
-¿Cómo has pasado la noche, hijo?-inquirió la señora Williams.
-He dormido mal, madre-contestó Stephen-He tenido unos sueños muy raros.
-Te pasas el día en ese castillo maldito-le espetó su padre.
                      Su mujer le miró con miedo. Pero Stephen le clavó una mirada inquisitva. El señor Williams guardó silencio.
-No creo en fantasmas-afirmó-Pero hay que tener cuidado con lo que no se ve. Da más miedo que lo que sí se ve. ¡Acuérdate de lo que le pasó a tu hermano!
-Bastien murió en un naufragio, padre-le recordó Stephen.



                     La mención de su hermano le trajo a Stephen un sabor amargo. Su mente luchaba por no pensar en Bastien. Le sabía mal admitirlo, pero su hermano mayor había hecho demasiado daño a Erin Barrett. Y también se lo estaba haciendo a Vanessa, al sufrir ésta por su prima. Lo único que había hecho bien Bastien, en opinión de Stephen, era morirse. Era cruel por pensar así. Pero era verdad.
-Me gustaría haceros alguna pregunta-dijo Stephen-¿Nosotros estamos emparentados con algún miembro de la aristocracia?
-Me temo que no, hijo-contestó el señor Williams.
-Eres tú el que no está emparentado con la aristocracia-intervino la señora Williams-Pero mi padre, tu abuelo, sí estaba emparentado con la aristocracia. Era primo del conde de Berwick. De hecho, yo me apellido Hazzard.
-¿Somos familia de los condes de Berwick?-se asombró Stephen.
-El título, por desgracia, ya no existe. Desapareció hace muchos años, cuando el último conde murió de manera deshonrosa. Fue fusilado por un pelotón cuando Napoleón escapó de Elba. El conde, por lo visto, también quiso hacer algo parecido. Quiso desertar. Las malas lenguas dicen que lo hizo por cobardía. Yo escuché que lo hizo para encontrarse con una mujer.
                       Stephen vio cómo su madre le daba con tranquilidad un mordisco a su tostada untada con mermelada de frambuesa.
                        Intentó analizar todo lo que había escuchado. Le parecía algo absurdo. Entendía el porqué su madre le había ocultado su parentesco con el conde de Berwick, ya que había sido fusilado por deserción. Una pregunta empezó a rondar por su cabeza. ¿El conde de Berwick podría estar relacionado con Nicole Bascomb? Los dos habían vivido en la misma época. A lo mejor, habían coincidido.
                     Por la tarde, Stephen acudió a ver a Vanessa al castillo. Se encerraron en la biblioteca.
-¿A que no sabías que estoy emparentado con la nobleza?-apostilló nada más cerrar la puerta-Por lo visto, mi abuelo materno era primo de un conde.
-¿Eres un aristócrata?-inquirió Vanessa.
-Nunca llegué a serlo, amiga mía. Al conde primo de mi abuelo lo fusilaron por deserción.
-No hay nada peor que ser pariente de un cobarde. Eso es algo que se intenta evitar a toda costa.
-Ha llegado la hora de que descubramos algo más acerca de nuestra buena amiga Nicole.
                   Los dos se sentaron a la mesa. Cada uno cogió una silla. Stephen era quién se había quedado con el libro que les había entregado el vicario Laurens. Lo abrieron.
-Vamos a descubrir lo que le pasó a esa pobre chica-comentó Stephen.

sábado, 9 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, es sábado.
Dado que este fin de semana va a estar dedicado a mi blog novela La viuda de la atalaya, aquí os traigo un nuevo fragmento.
La presencia de Nicole Bascomb empieza a hacerse notar en el castillo.

                            Vanessa contempló la escena. Su padre estaba sentado en el sillón leyendo The Times. Desde que Vanessa recordaba, su padre estaba suscrito a aquel periódico. Su madre, por su parte, estaba bordando un mantel. Decía que formaría parte del ajuar de bodas de Erin. Aún pensaba que su sobrina acabaría casándose. Vanessa, por su parte, estaba intentando leer un libro, Jane Eyre. Pero había leído ya tres veces la misma página, cuando mister Rochester aparece disfrazado de adivina y todos quieren que le lean el futuro, sin reconocerle. Vanessa deseaba estrangular con sus propias manos a la víbora de Blanche. ¿Y por qué decía que Adele no era su hija, si había tenido relaciones con la madre?
                            Erin, por su parte, estaba de rodillas junto a la chimenea. Miraba fijamente, sin ver, las llamas.
-Está aquí-susurró Erin.
-¿Quién está aquí, querida?-quiso saber su tío Joseph, el padre de Vanessa.
-Nicole...Ella está aquí. ¿No la sientes?
-No debes de hablar de esos temas, Erin-le sugirió su tía Lucille-Los fantasmas no existen. Y la historia de esa Nicole Bascomb es sólo una leyenda. No habita ningún fantasma en el castillo. Tanto tu prima como tú estáis obsesionadas con ese tema. Y eso no es bueno.
-Yo noto algo raro aquí-afirmó Vanessa-Es como si no estuviéramos solos.
-¡Vanessa, por favor, no digas eso!-se exasperó Joseph.
-Puede que Erin tenga razón, papá. Puede que Nicole esté con nosotros.



                           El perrito pequinés de Vanessa, Rey Carlos, daba círculos nervioso alrededor de la mesita del salón. La joven se dio cuenta. De pronto, se fijó en que Rey Carlos ladraba a algo a lo que sólo él podía ver.
-¿Qué te pasa?-le preguntó Vanessa. Lo alzó en brazos-¿A quién le ladras? Aquí no hay nadie. Sólo estamos nosotros.
-Le ladra a Nicole-respondió Erin.
-¡Ya basta!-exclamó Joseph, muy alterado.
                     Erin iba a contestarle.
                     Pero, en aquel momento, ocurrió algo.
                     Sonó un ruido extraño.
-¿Qué ha sido eso?-inquirió Lucille, sobrecogida.
                      Parecía el ruido de un mueble al caerse. Entonces, vieron la mesita tirada en el suelo.
-¡Ha sido Nicole!-gritó Erin, poniéndose de pie de un salto-¡Está aquí! ¡No estoy loca!
-Le habré dado una patada sin darme cuenta-excusó Vanessa.
-Querida...-balbuceó Lucille-Yo...No te he visto darle una patada a la mesa. Ni yo se la he dado. Ni tu padre...Ni...
                      Joseph se quedó callado. Vanessa nunca antes había visto palidecer a su padre.
-¿Quieres que busque las sales?-inquirió-Creo que las vamos a necesitar todos.
-¡No salgas!-contestó Erin.
                       Joseph reaccionó. Se dijo así mismo que los fantasmas no existían. Y que, por desgracia, su sobrina estaba delirando. Le dijo a Erin que fuera a acostarse. Lo que más necesitaba era descansar.
                       Vanessa se puso de pie para acompañar a Erin. Rey Carlos no paraba de ladrar con agitación.
-No estoy loca, Nessie-le aseguró Erin cuando salieron del salón-¡Te juro que no estoy loca! Nicole estaba con nosotros en el salón. ¿La has sentido?
-Sí...-contestó Vanessa-Yo creo que Nicole Bascomb existe. La siento en este castillo. Y te está acechando. No entiendo el porqué te acecha. Pero hay que deshacerse de ella. Debemos de conseguir que su espíritu descanse en paz de una vez por todas.
                      Una lágrima resbaló por la mejilla de Erin. Vanessa pudo percibir el miedo que su prima sentía.
-No dejaré que te haga daño-le prometió.

viernes, 8 de noviembre de 2013

FRAGMENTO ADELANTADO DE "LA VIUDA DE LA ATALAYA" Y VARIOS ANUNCIOS

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela La viuda de la atalaya. 
Ya sé que hoy no es sábado, pero mañana también habrá un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. Mi idea es dedicarle todo el fin de semana, desde hoy hasta el domingo. Una especie de especial que me habría gustado haber llevado a cabo la semana pasada, que pegaba más, por ser Halloween y el Día de Todos los Santos.
En este trozo, conoceremos una parte de la historia de la misteriosa Nicole Bascomb, la joven cuyo espíritu se encuentra atrapado en el castillo donde vive Vanessa.

ISLA DE SAINT PATRICK, 1812

                  Lord Duncan Hazzard, conde de Berwick, era un asiduo visitante del castillo de Saint Patrick. El principal motivo por el cual realizaba aquellas visitas tenía nombre de mujer. Se llamaba Nicole Bascomb y tenía veintiún años. Vivía en el castillo haciéndole compañía a su solterona tía Phoebe. La pequeña isla de Saint Patrick era el refugio favorito de lord Duncan. Le permitía escapar de todas aquellas mujeres que estaban obsesionadas en convertirse en su esposa. Mujeres viudas...Jovencitas en edad casadera...Lord Duncan tenía una fama terrible. Una fama a la que Nicole era ajena. 
                   Lo amo, decidió Nicole. 
                   Y llegó a la conclusión de que lord Duncan también la amaba. Aquella tarde, él la acompañó en su paseo por la atalaya. Era el lugar favorito de Nicole. De algún modo, allí se escondía de las numerosas exigencias de su tía Phoebe. 
                    Lord Duncan estaba al tanto de su historia. 
                   La madre de Nicole había escandalizado a la alta sociedad al quedarse embarazada siendo soltera. La enviaron a vivir al castillo de la isla de Saint Patrick, junto con su solterona prima Phoebe. Nicole nació allí y su madre apenas vivió unos días después del parto. 
-Es una historia muy vulgar, como habéis podido escuchar-le comentó a lord Duncan-No soy más que una vulgar bastarda. No sé quién pudo ser mi verdadero padre. Y, para ser sincera, tampoco es algo que me importe mucho. 
-Seré sincero con vos-dijo el conde-A mí tampoco me interesan vuestros orígenes. Vos sois la que me interesáis. Sois muy fascinante. 
                  Nicole se sintió halagada al escuchar aquellas palabras. Lord Duncan era todo un experto en el arte de seducir mujeres. Había seducido a la mayoría de las mujeres del lujoso barrio londinense de Mayfair. 
-Hay algo que me gustaría hacer-dijo el conde. 
                      Se acercó mucho a Nicole. 
-Lo que queréis hacer es besarme-sugirió la joven. 
                       Lord Duncan podía percibir cómo el cuerpo de Nicole temblaba de manera ligera, a pesar de que le hablaba con cierto descaro. Veía amor en los ojos de la joven. Se acercó mucho a ella hasta el punto de que la estaba rozando. 
-Y vos queréis que os bese-corroboró lord Duncan. Nicole carecía por completo de experiencia. Sonrió para sus adentros. Deseaba con toda su alma enamorarse de ella-Y sospecho que no os han besado. 
-Os equivocáis en ese aspecto-replicó Nicole-He besado muchas veces a mi tía Phoeba cuando me voy a la cama. 
                        Una carcajada salió de la garganta de lord Duncan. Nicole le miró con las cejas arqueadas y se preguntó qué era lo que le había hecho tanta gracia. 
-No me refiero a esa clase de besos-le explicó. 
-No sé a qué os referís-le aseguró Nicole. Intentó no ruborizarse-He visto a parejas besarse. Pero...Hago de carabina con las pocas amigas que tengo. Y...Las he visto besarse con los hombres que las cortejan. 


-Estoy refiriéndome a la clase de beso que se dan un hombre y una mujer-le contó lord Duncan. 
-No me gustan. Una vez...Hace algún tiempo, un joven de por aquí intentó besarme. De hecho, consiguió besarme. Y quería hacerme algo más. Pero...
                      Lord Duncan se puso tenso al escuchar la confesión que le hizo Nicole. Desde luego, no se lo esperaba. 
-¿Qué me estáis contando?-se indignó-¿Intentaron abusar de vos? ¡Buen Dios! ¿Y qué pasó? 
-Él...-titubeó Nicole-Me besó de un modo muy violento. Fue en la playa. Estaba muy borracho. Me tocó con manos muy rudas. El miedo se apoderó de mí. Él...Quería hacerme cosas. Y yo...Me defendí como pude. De no ser por un pescador que venía de faenar. Aquel hombre...Me...
-Aquel hombre no quería besaros, sino haceros daño. No es lo mismo. Y no vale la pena que sigáis pensando en él. No lo merece. 
-Y, por lo visto, vos sí queréis sólo besarme. 
                     El recuerdo había puesto nerviosa a Nicole. Procuró mostrarse retadora con lord Duncan. ¿A quién pretendía engañar? Aquel hombre estaba empeñado en derribar todas sus defensas. Y eso la asustaba. 
                      El amor no debía de asustar. Nicole estaba locamente enamorada del conde de Berwick. Y estaba convencida de que, antes o después, él acabaría casándose con ella. 
-No haré eso ahora-le prometió lord Duncan-Pero me gustaría enseñaros, cuando estéis lista, lo que es un beso de amor. 
                       Se inclinó sobre Nicole y le dio un beso en la mejilla. Entonces, la joven se convenció así misma de que el amor que sentía por lord Duncan era correspondido. 

Y, ahora, vienen otros anuncios. 
El primero tiene que ver con una buena amiga de este blog, Laidy Turquesa. 
Como ya sabéis, está de aniversario en su maravilloso blog "La guarida de los libros". Para celebrarlo, ha decidido tirar la casa por la ventana, como quien dice. 
Va a organizar un concurso en el que se sortean los siguientes libros:
-Cuando pase la tormenta, de Lucía de Vicente, 
-La prometida rebelde, de Jo Beverly. 
-Mentiras de hielo, de Marta Andrés. 
Las bases del concurso son las siguientes:
-El sorteo es dentro del territorio español. 
-Tenéis hasta el 16 de diciembre para apuntaros. 
-Los libros son de papel, no en formato E-Book. 
Habrá dos ganadores. 
El primer ganador se llevará un lote compuesto por Cuando pase la tormenta y Mentiras de hielo. 
El segundo ganador se llevará La prometida rebelde. 
Tiene que haber un mínimo de 32 concursantes para que el concurso se lleve a cabo. De lo contrario, se retrasará. 
Se asignarán números a los que se vayan apuntando para el concurso. Entre los días 17 y 18 de diciembre se conocerán a los ganadores. 
El sorteo se llevará a cabo mediante Ramdon.org. 
Para más información acerca del concurso, os dejo con este link, donde se os explicarán los requisitos que debéis cumplir:


Yo os animo a que participéis porque tiene muy buena pinta. ¡Cuántos más seamos, más divertido será! 
Por cierto, éste es el banner, del concurso:


Es muy chulo. ¿Verdad que sí? 

El segundo tiene que ver con mi blog "Romántica Lilith". Si os gustó mi relato Nunca te enamores de un hombre lobo, aquí os dejo una especie de epílogo que está dividido en dos partes. La primera la he subido hace un rato. En este link, la podéis leer. 


La segunda parte la subiré en los próximos días. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
El fragmento de hoy de La viuda de la atalaya es un poco más corto de lo habitual.
Mañana, no podré hacer ninguna entrada en ninguno de mis blogs porque me marcho a Cartagena a pasar el día.
Se lo dedico a una buena amiga de este blog y apasionada seguidora de esta historia, Judith Álvarez, más conocida como Citu. Citu no se encuentra bien y le pido a Dios que se recupere lo antes posible. Ella es fuerte y fijo que se pone enseguida bien. ¡Citu, amiga, cuídate mucho!
De ahí, que haya adelantado el fragmento de mi relato La estrella que pensaba subir mañana.
Vamos a ver lo que pasa hoy entre Stephen y Vanessa.

                               Stephen le escribió una nota a Vanessa. En ella le pedía que se reuniera con él en la catedral.
                                Lucille frunció el ceño al ver a su hija poniéndose una capa encima del vestido.
-No me gusta que te veas a solas con Stephen-le comentó.
-Los dos somos amigos desde que éramos pequeños, mamá-le recordó Vanessa.
-Pero el tiempo pasa. Ni tú eres una niña. Ni Stephen es un niño. La gente os ve mucho juntos y solos. Y ya sabes lo que le gusta murmurar.
-Stephen quiere ayudarme con Erin. Mi prima no está bien. Necesita toda la ayuda del mundo.
                             Vanessa se puso el sombrero. Abrazó con cariño a su madre. Y salió de casa.
-Volveré antes de la hora de la cena-le anunció.
                              Stephen la estaba esperando fuera, frente al castillo. Sonrió al verla salir. Le dio un beso accidental en los labios cuando fue a saludarla. Su intención real era darle un beso en la mejilla.
-No has debido de hacer eso-le regañó Vanessa, toda sofocada.
                              Se dirigieron a la catedral. A pesar de que estaba en ruinas, la gente seguía acudiendo allí los domingos a escuchar la Misa. De vez en cuando, se hacían confesiones allí.
                               El vicario Laurens estaba en su despacho cuando oyó dos golpes en la puerta. Para su sorpresa, entró una joven pareja a la que él conocía de verles por la isla y por la catedral.
-Vicario Laurens...-dijo Stephen-Venimos a hablar con usted.
-Pasad, hijos-les invitó el hombre-¿De qué se trata?
                            El vicario les invitó a que tomaran asiento frente a él. Estaba arreglando unas gestiones para casar a una pareja de la isla. La mesa del despacho de la catedral estaba repleta de papeles.



 -Queremos que si, es usted tan amable, nos dé cierta información-contestó Vanessa-Va a parecerle una locura. Se trata de una vecina de esta isla que vivió aquí no hace mucho. Unos treinta años o así...Nicole Bascomb...
                         El vicario Laurens frunció el ceño al escuchar el nombre de Nicole Bascomb. Como todos los habitantes de la isla, conocía la historia de la pobre Nicole de haberla oído. No había tenido el honor de conocerla en persona, ya que llevaba algunos años ejerciendo de vicario en Saint Patrick.
                          Vanessa y Stephen intercambiaron una mirada cargada de preocupación.
-¿Por qué queréis saber de esa mujer?-inquirió el vicario.
-Es sólo simple curiosidad-contestó Stephen.
                          El vicario no terminaba de creérselo. Recordó, entonces, que Vanessa vivía en el castillo donde había vivido Nicole tiempo atrás. Y se preguntó si era cierto lo que se decía. El espíritu de Nicole permanecía atrapado en aquel castillo. Convertido en un ánima en pena...Atormentando a las jóvenes que, como ella, habían sido abandonadas por los hombres que amaban.
-No suelo hacer esto a menudo-dijo el vicario Laurens.
                     Se puso de pie. Stephen y Vanessa le vieron salir del despacho. Casi sin darse cuenta, Vanessa le cogió la mano a Stephen y se la oprimió con fuerza. Stephen se llevó la mano de la muchacha a los labios. Quería calmarla.
                       El vicario Laurens regresó al cabo de un rato. Traía un viejo libro en las manos. Se lo tendió a Stephen. En aquel libro, según les explicó, estaba recogida toda la historia de la desdichada Nicole Bascomb. Aquel libro podía servirles de ayuda. Era un libro viejo y algunas hojas estaban pegadas las unas a las otras. Había sobrevivido al paso del tiempo.
-Está en el sótano de la catedral desde la muerte de esa pobre mujer-le explicó a Stephen y a Vanessa-Por lo visto, lo entregó un familiar suyo. Su tía...Si queréis saber algo de ella, toda la información viene aquí. Yo nunca me he atrevido a abrirlo. Pero conozco su historia. Lo que se cuenta de ella.
-¡Muchísimas gracias, vicario Laurens!-exclamó Vanessa.
-Iros en paz, hijos míos. Y rezad mucho. Rezad por vosotros. Es lo que yo haré.

Por cierto, una amiga nuestra que llevaba algún tiempo desaparecida de la blogsfera, la Princesa Jazmín, administradora del blog "Quisiera ser Amanda", ¡ha vuelto!
La entrada que hizo el pasado miércoles no tiene desperdicio. ¡Adoro a Johnny Depp!
Éste es el link de la entrada:

http://loschicosdelaprincesajazmin.blogspot.com.es/2013/10/una-caricia.html

sábado, 26 de octubre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, es sábado y toca un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. 
Vamos a ver lo que pasa entre Vanessa y Stephen.
Por cierto, todavía estáis a tiempo de votar en la encuesta.

                     A la tarde siguiente, Vanessa y Stephen se encontraron en la playa.
-Te noto nerviosa-observó el joven.
-Sé que no crees en los fantasmas-dijo Vanessa-¡Pero los fantasmas existen!
-¿Qué me quieres decir?
-Tengo la sensación de que he estado cerca de Nicole Bascomb. Estaba en la atalaya. ¡He podido sentirla!
                  Stephen no entendía nada de lo que le estaba diciendo Vanessa. Era cierto que el comportamiento de la muchacha había cambiado un poco. Tenían que hablar de lo ocurrido días antes. Pero Vanessa estaba muy nerviosa. No paraba de pasear de un lado a otro, a la orilla del mar.
-¿Estás segura de lo que dices?-le preguntó a Vanessa.
                   La joven asintió con vehemencia. Se frotó los brazos y sintió frío.
-Erin la sintió-respondió-Dice que llegó a escuchar su voz. Crees que nos estamos volviendo locas. ¿No?
                    Stephen se mesó el pelo.
-Creo que Erin está muy afectada por la muerte de Bastien-contestó.
                    Las olas se acercaban a menudo a ellos. Stephen se apartó de la orilla. Cogió del brazo a Vanessa y la apartó de la orilla.
-Y tú estás muy preocupada por ella-observó Stephen.
                   Vanessa asintió. Stephen no sabía qué pensar. Había oído hablar de la leyenda de Nicole Bascomb. No creía en ella. Pero...¿Y si el fantasma de aquella joven estaba atrapado en el castillo? Vanessa estaba muy pálida.



                          Se sentaron en la arena de la playa.
-Es mi prima-se sinceró Vanessa-Pero es mucho más que mi prima. Es como mi hermana mayor. Yo la quiero muchísimo.
                       Stephen llevaba varios días pensando en lo que ocurrió entre Vanessa y él días antes, cuando se vieron por última vez.
-Tenemos que hablar de otro tema-dijo-Sobre lo que pasó entre nosotros hace unos días. ¿Lo has olvidado?
                      Vanessa negó moviendo la cabeza. Había intentado olvidar lo ocurrido entre Stephen y ella. Pero le costaba trabajo olvidar. Los problemas de Erin le habían servido como asidero para no pensar en el beso que le había dado Stephen.
                       Se sentía egoísta por pensar en sí misma y por no pensar en Erin. Notaba cómo su corazón latía cada vez más deprisa. Es por Stephen, pensó Vanessa.
-Preferiría olvidarlo-se sinceró la muchacha-Deseo olvidar lo que pasó. Fue un error.
                    Stephen se acercó más a Vanessa. No había dejado de pensar en ella desde lo ocurrido entre ellos días antes. Sin embargo, ya antes Vanessa ocupaba un lugar en su mente. En su corazón...Lo que más deseaba en el mundo era ayudarla. Si tenía que averiguar algo más acerca de Nicole Bascomb, lo haría. Pero lo haría por Vanessa.
                       Aquella mujer, aún después de muerta, parecía afectar a los habitantes de la isla de Saint Patrick. Más muerta que viva...Stephen se estremeció. Se inclinó sobre Vanessa.
-Te ayudaré-le prometió-Haré lo que sea. Si esa mujer existe. Si ese fantasma está atormentando a tu prima, buscaré la manera de hacer que descanse en paz.
                    Los ojos de Vanessa se abrieron como platos al escuchar aquellas palabras. No era consciente de lo que estaba haciendo. Sólo sabía que Stephen la iba a ayudar. Lanzó un gritito de alegría. Palmoteó con entusiasmo. Y besó con el mismo entusiasmo a Stephen en la boca.
-¡Oh, Stephen!-exclamó. Lo abrazó con fuerza-¡Muchas gracias! ¡Gracias!

sábado, 19 de octubre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
¡Por fin es sábado!
Hoy, toca un nuevo fragmento de La viuda de la atalaya. La misteriosa Nicole Bascomb entra en escena.
Y se fija en las dos primas.

                             Treinta años, pensó Nicole.
                             Llevaba treinta años atrapada en aquel lugar.
                             Se fijó en la joven que vegetaba sentada en un balancín. De algún modo, Nicole se sentía unida a ella. Otra pobre viuda con el corazón roto por un amor ingrato, pensó. Nadie la veía.
                             La joven se llamaba Erin. No le parecía una joven fea. Al contrario...Era muy atractiva. Nicole la conocía de verla en el castillo corretear de un lado a otro. Antes de enamorarse de Bastien, Erin había sido muy alegre. Había sido también muy extrovertida. Siempre estaba haciendo visitas a las casas de sus vecinos.
-Yo te entiendo-le susurró Nicole.
-¿Nessie?-inquirió Erin sobresaltada.
                        Miró por todas partes buscando a su prima. Pero Vanessa no estaba en su habitación.
-¿Quién me ha hablado?-preguntó Erin en voz alta-¿Quién anda ahí? ¿Nessie? ¿Eres tú?
                        Nicole se acercó a ella y se fijó en su mentón ligeramente cuadrado. Su nariz era recta. Y sus ojos eran grandes y de mirada profunda. Los ojos de Erin parecían estar vacíos de toda expresión. Estaban cubiertos por una fina capa de pestañas doradas. Su piel se estaba tornando blanquecina del tiempo que llevaba encerrada en el castillo. Ya no se parecía en nada a la joven que salía a la calle sin querer llevar puesto el sombrero sobre su cabeza. O sin querer llevarse la sombrilla para protegerse de los débiles rayos del Sol inglés.
                     Nicole alzó la mano y acarició con sus dedos invisibles el rostro de Erin. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la joven. Había alguien en la habitación. Alguien a quien ella no podía ver.
                     El cabello de Erin, de color rojo, estaba suelto. Siempre lo llevaba suelto. Le caía en graciosos rizos por la espalda. Lo llevaba algo enredado.
-No tengas miedo-le susurró Nicole.
-¿Quién eres?-preguntó Erin.
-Soy como tú. Otra viuda...
                       Erin se puso de pie de un salto y Nicole se percató de lo alta que era.



                      Muy asustada, Erin salió corriendo de la habitación.
                      Vanessa estaba en la atalaya. Miraba con cierto pesar hacia el horizonte. Dos amores que se truncaron, pensó la joven. Nicole había sido abandonada por su amante. Y Erin había sido abandonada por el hombre que ella amaba.
                         En aquel momento, apareció Erin corriendo en el atalaya.
-¡Nessie!-chilló.
                         Su rostro estaba desencajado. Vanessa se asustó porque su prima estaba muy pálida. Parecía que estaba a punto de desmayarse.
-Hay un fantasma en mi habitación-le contó-Ha hablado conmigo.
-¿Qué estás diciendo?-se asustó Vanessa.
-Dice que ella es como yo. He podido sentirla. Era una mujer.
-Nicole...
-¿Cómo lo sabes?
                        Los pasos de Nicole la llevaron hasta la atalaya.
                         Vio a Erin. No estaba sola porque había una muchacha más joven a su lado acompañándola.
                           Era una joven con el cabello de color rubio. Sus ojos eran de color azul claro, como el cielo. Había una auténtica preocupación en aquellos ojos al posarlos sobre Erin.
-¿Acaso crees que el fantasma de Nicole Bascomb me está acechando?-inquirió la joven.
-Todavía no lo sé, prima-contestó Vanessa-Las dos fuisteis engañadas por dos hombres que no os amaron. Hay muchas similitudes entre vosotras.
-El caso de esa mujer es distinto. Bastien me amaba.
-¿En serio lo crees? Erin, todo el mundo sabe que Bastien te traicionó. Te fue infiel con Simone. Un hombre que ama de verdad a una mujer no la engaña con otra. Tú lo sabes.



                          Nicole pensó que Vanessa tenía algo de la inocencia que le arrebataron una vez. Se acercó a ella.
                         De pronto, un escalofrío recorrió la columna vertebral de Vanessa. Tenía la sensación de que Erin y ella no estaban solas en la atalaya. La atalaya...El lugar favorito de Nicole...
-Está aquí-susurró Vanessa.
-No nos hará daño-le aseguró Erin.
-¿Cómo lo sabes?
-Creo que le doy pena porque también me abandonaron. Como la abandonaron a ella.
-Será mejor que bajemos al salón.
                     Vanessa estaba aterrada. Empezó a caminar con paso apresurado.
                     Erin, en cambio, permaneció un rato más en la atalaya. Nicole y ella tenían muchas cosas en común.
                      Sabía que Nicole estaba allí.
                      No podía verla, pero sí podía sentirla.
-¡Erin!-la llamó a gritos Vanessa.
-Ya voy-contestó la aludida-Nicole...
-Sabes que Bastien no volverá-le volvió a susurrar aquella voz.
                    Era una voz cansada. La voz de una persona que llevaba sufriendo muchos años. Erin abandonó la atalaya a toda prisa. Pero sentía que Nicole se quedaba allí. Intuía que volvería a saber de ella antes o después.