miércoles, 17 de octubre de 2012

ANUNCIO DEL CLUB DE LAS ESCRITORAS Y NUEVO CAPÍTULO DE CRUEL DESTINO

Antes de empezar con un nuevo capítulo de "Cruel destino", quería comentaros una iniciativa de Dulce, nuestra buena amiga y creadora de El Club de las Escritoras. Es una buena iniciativa, a mi entender.
A Dulce se le ha ocurrido la idea de crear varias secciones en el club. En una se pueden publicar los videos de las presentaciones de nuestras historias.  En otra se pueden poner los enlaces de las entrevistas que nos han hecho. Y en otra se pueden poner los booktrailers de nuestras historias.
Yo no he hecho una presentación ni un booktrailer. Aún, pero no descarto hacerlo más adelante. De modo que pienso enviarle los enlaces con las dos entrevistas que me han hecho (¡Gracias Anna y Rae!).
Tenéis que enviar los enlaces de vuestras presentaciones, entrevistas y booktrailers al siguiente correo.
elclubdelasescritoras@hotmail.com
Dulce se compromete a subir los enlaces en cuanto pueda.
Creo que es una gran oportunidad que no se debe desperdiciar.
Le agradezco de corazón a Dulce su iniciativa por seguir ayudándonos sin pedir nada a cambio.
Y, ahora, os dejo con un nuevo capítulo de "Cruel destino". Espero que os guste:

          Sarah se preguntó si debía de contarle a su madre su relación con Darko.
           Entró en el salón donde su madre estaba sentada en el sofá, frente a la chimenea apagada. Estaba leyendo aquella novela que tanto le gustaba a Sara y a sus hermanas. Frankenstein...
         Al principio, mistress Wynthrop no había querido leer aquella novela.
         Decía que le daba miedo.
         ¿Cómo podía una joven escribir la historia de un médico que crea un monstruo a partir de trozos de cadáveres? ¿Y el monstruo se dedicaba a ir por ahí matando gente? Le asustaba sólo de pensarlo.
           Por suerte, Sarah la hizo cambiar de opinión. Le habló de que la novela hacía una muy buena crítica a ciertos sectores de la sociedad. Como la Justicia con el capítulo que habla de la ejecución de Justine, acusada de la muerte de uno de los hermanos menores de Víctor Frankenstein. También hablaba de los nuevos inventos que se estaban desarrollando. La electricidad podía ser muy útil.
           Sarah había conseguido contagiar a su madre de su entusiasmo por Frankenstein. Le quedaba la parte más dura. Hablarle de Darko.
            Una cosa era una novela. Otra cosa muy distinta era el matrimonio.
            Sarah se armó de valor. Era mejor hablar cuanto antes con su madre. A lo mejor...Se ponía de su parte. O la encerraba en un convento de por vida.
-Madre-la llamó. Mistress Wynthrop alzó la vista-¿Puedo sentarme con usted? A su lado...
-Sí, hija-contestó la mujer-Estoy leyendo el momento en el que el monstruo cobra vida. Es curioso. La hermana del capitán se llama igual que la hermana del conde de Maredudd. Margaret...
             La mujer percibió que había cierto nerviosismo en su hija mediana. Sarah estaba muy rígida cuando se sentó a su lado.
             De algún modo, tuvo la sensación de estar viendo a su hermana. Por culpa de aquel canalla, se había suicidado.
-Estás nerviosa, hija-observó mistress Wynthrop-¿Te pasa algo?
-No sé si debería de decírselo, madre.
-Puedes contarme lo que quieras. Soy tu madre. Estoy aquí para ayudarte, cariño.
            Sarah se retorció las manos con nerviosismo. No se atrevía a mirar a mistress Wynthrop a la cara. ¿Y si su madre no era capaz de entenderla? ¿Y si acababa oponiéndose a su amor por Darko? Todavía no entendía la relación entre Katherine y mister Winter.
             Tragó saliva.
-Puedes contarme lo que sea, hija-la invitó mistress Wynthrop-Sabes que puedes contar conmigo. Eres mi hija y te quiero.
-No la va a entender-se lamentó Sarah.
              La joven empezó a mover los pies con nerviosismo. Mistress Wynthrop empezó a preocuparse. Dejó a un lado el libro. Lo dejó abierto. Miró a su hija.
-Tengo que decirle una cosa-atacó Sarah-Se lo tengo que contar. Yo...
            Sarah se puso de pie. Empezó a pasearse nerviosa de un lado a otro del salón.
           Sentada en el sofá, mistress Wynthrop miraba a su hija.
-Madre, me he enamorado-le confesó Sara.
-¡Eso es maravilloso, hija mía!-exclamó doña Hilda entusiasmada-¿Y de quién se trata?
           En el piso de arriba, Sarah oyó a Mary cantar a dúo una canción con Katherine. Los dos estaban desafinando adrede. Se reían.
            Miró por la ventana del salón. El cielo se había cubierto de nubes grises. Se encargó con su madre. Sacó fuera el secreto que llevaba meses ocultándole. De alguna forma, intuía que no podía confiar eternamente en el silencio de Erika. Desde hacía varios días, tenía la sensación de que la criada la evitaba. Le hurtaba la mirada cada vez que se veían. Y eso estaba asustando mucho a Sarah.
-¡Un delincuente!-se escandalizó su madre.
-Es un buen hombre, madre-le aseguró Sara.
-No puede ser un buen hombre cuando tiene tantos delitos a sus espaldas.
           Sarah se puso de rodillas junto a mistress Wynthrop. Le habló de todos sus encuentros con Darko. Del amor verdadero que desprendían sus ojos cada vez que se encontraban.
-¡Él también me ama, madre!-afirmó Sarah.
              Mistress Wynthrop quería pensar que su hija estaba siendo sincera con ella.
-¿Y él te respeta?-quiso saber-El amor siempre va unido al respeto por el ser amado.
-Me respeta muchísimo, madre-le confesó Sarah-Quiere que nos casemos. Respetará mi virtud hasta nuestra noche de bodas. No se atreve a venir aquí y hablar con padre. Le tiene miedo. Piensa que padre se opondrá a nuestro amor.
-Tiene un pasado demasiado oscuro, Sarah. ¿Has pensado en lo que va a ser de vosotros?
            Sarah trató de tranquilizar a su madre. Darko estaba dispuesto a empezar de cero. Renunciaría a todo lo que había ganado de manera ilícita. Buscaría trabajo como contable en cualquier sitio. Era un hombre que se había hecho así mismo. Lo que le pasaba era que no había tenido a nadie a su lado que lo cuidase. Que le llevara por el buen camino.
            Y Sarah estaba segura de que ella era la mujer que iba a ayudar a Darko en su redención. Mistress Wynthrop contempló conmovida el rostro de su hija.
          ¡Cómo le recordaba a su hermana! El mismo brillo en su cara...En sus ojos...Quería pensar que aquel hombre era sincero. Que iba a renunciar a su oscuro pasado y a empezar de nuevo por amor a su hija.
-¿Quién más lo sabe?-inquirió la mujer.
-Mary y Cathy...-contestó Sara-
-Tus hermanas...¿Lo sabían? ¿Y no me han dicho nada?
-Sí, madre.
-¡Dios mío! ¿Y qué quieres que haga? No sé qué hacer. Estoy aturdida.
-Por favor, madre. No sea dura con ellas.
-Eres muy afortunada, hija mía. Tienes el cariño y el apoyo de tus hermanas. He olvidado lo que significa tener una hermana.
-¿Lo dice usted por mi tía?
-Ella ya vivió su propio calvario de amor.
-Han pasado muchos años.
-Pero no se olvida.
              Sarah se levantó.
             Se sentó junto a su madre de nuevo en el sofá.
             Mistress Wynthrop le sonrió. ¿Y si su hija tenía razón?
           De pronto, Sarah tuvo una sospecha. A lo mejor, había acertado al sincerarse con su madre. Los ojos de su madre brillaban de comprensión. Le cogió las manos.
-Hablas de un hombre que te quiere y que te respeta-comentó la mujer-Ya no eres una niña, Sarah. Y hemos sufrido mucho con Cathy. Supongo que no queremos que te pase a ti lo mismo.
-¡Madre!-exclamó Sarah, incrédula-¿Qué me quiere usted decir?
-Yo me casé con tu padre porque lo amaba y él también me amaba. Sé que Mary quiere mucho al conde y que el conde también la quiere. Al menos...Eso es lo que quiero pensar. Y no soy tonta. Sé que Cathy se está viendo con mister Winter a mis espaldas.
            Sarah miró atónita a su madre.



-Si lo sabe, ¿por qué no ha dicho nada?-indagó.
-Me hago la tonta muchas veces-le confíó mistress Wynthrop-Y veo que Cathy es feliz. Eso es lo que yo más quiero. Deseo que mis hijas sean felices.
-¿También yo? ¿También desea mi felicidad, madre? Porque amo a Darko con toda mi alma.
-No depende de mí, por desgracia. La última palabra la tiene tu padre.
-Lo sé.
-Pero yo puedo intentar convencerle. A mí siempre me hace caso.
             Mistress Wynthrop sonrió a Sarah con complicidad. La joven abrazó con fuerza a su madre.
-Además, me gustaría tener muchos nietos-dijo la mujer-Aún estás a tiempo de ser madre de familia numerosa.
-Darko y yo queremos tener diez hijos-le contó Sarah emocionada-Cinco niños...Y cinco niñas...Y...
-Si tienes una hija, llámala Therese. Así era como se llamaba mi madre.
-Se lo diré a Darko. ¡Muchas gracias por ser tan comprensiva conmigo! Es usted la mejor madre del mundo.

6 comentarios:

  1. ¡¡¡¡ me ha encantado!!! un capi super emotivo, pero sospecho que no terminará bien
    Besos cariño

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  2. Estupenda iniciativa la de Dulce, siempre tiene buenas ideas. Me alegro que vayas a enviarle las entrevistas.
    Tengo que ponerme al día con esta historia.
    Un fuerte beso!!!

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  3. Gracias por la información, aún no tengo un booktrailer y ninguna entrevista, pero si se puede, me gustaría participar más adelante.

    El capi, como pone ANne, muy emotivo, como que he sentido los sentimientos muy a flor de piel y eso es maravilloso.

    Besos.

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  4. Anna, vas encaminada. Por desgracia. Pero, de momento, no puedo decir más.
    Un abrazo.

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  5. Tienes razón. Dulce siempre tiene buenas ideas. Te invito a que te pongas al día con la historia.
    Un fuerte abrazo, Rae.

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  6. ¡Adelante, Aglaia!
    Gracias por tu comentario. Quiero pensar que he logrado algo.
    Un abrazo.

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