Con cariño, Olivia acarició el lomo de "Helen" mientras la yegua luchaba por respirar.
En aquel momento, sir Kyle entró en el cajón de "Helen". Era de noche y la luz de la Luna dio de lleno en la cara del aristócrata. Le configuraba un aire sobrenatural. Olivia se ruborizó al pensar que su patrón era un hombre muy apuesto.
-¿Cómo está nuestra amiga?-le preguntó sir Kyle.
-No quiere comer-respondió Olivia-Tampoco quiere beber agua. ¡Usted tenía razón!
La sonrisa que esbozó Kyle fue triste. El corazón de Olivia latía muy agitado. "Helen" emitió un ruido extraño.
-No hables así-le pidió el patrón-A lo mejor, tú tenías razón. Y yo estaba equivocado. Estás cuidando muy bien de "Helen".
Se parece mucho a Jack, pensó Olivia. Los dos son poderosos. Y viriles. ¡Deja de pensar en tonterías!
-Hablastéis de sacrificarla-dijo-Y habría sido lo mejor para ella. No estaría sufriendo. Ella...Ha perdido a su potrillo. ¡Y sabe Dios si se recuperará lo suficiente como para poder quedarse de nuevo preñada y parir otro potrillo!
Olivia tenía una botella de whisky a su lado. La botella iba por la mitad. Kyle se preguntó si pensaba bebérsela entera y emborracharse. A menudo, emborracharse podía ser la solución ideal para los problemas. Por lo menos, durante un rato, no pensabas en ellos porque tenías la mente embotada por el alcohol ingerido.
Kyle vio cómo Olivia se metía la mano en el bolsillo del pantalón. Sacó un daguerrotipo y se lo enseñó. Era la imagen de una chica a la que Kyle no había visto nunca.
-Es mi prima Estelle-contó Olivia.
-Se te parece-comentó Kyle.
Olivia se echó a reír. En el daguerrotipo, Estelle posaba con un vestido de color rosa pálido. Le contó, tras beber otro trago de whisky, que había recibido carta de sus tíos aquella mañana. Y que, adjunta a la carta, iba el daguerrotipo de Estelle.
-No tenía ningún retrato de ella-dijo Olivia-Es mi prima. ¡Ya vé, milord! Tengo familia. Pero no me apetece nada conocerla. ¿Eso me convierte en una mala persona?
-Nadie escoge a la familia en la que nace-aseguró Kyle.
-Habláis igual que Pluma Roja. Pero él diría algo de los espíritus. O de las Lunas...O de la Gran Madre Tierra...
Por lo menos, pensó Kyle mientras observaba a "Helen", la yegua ya no sangraba.
Olivia apoyó durante unos instantes su cabeza contra la cabeza de "Helen". Tenía los ojos llenos de lágrimas. Había decidido quedarse también aquella noche a cuidar de la yegua. Se apartó de ella y bebió otro trago de whisky.
El cabello de color caoba de Olivia le cubría toda la cara. Kyle le apartó el pelo.
No había conocido a nadie más rebelde que Olivia.
Sin embargo, en aquellos momentos, estaba conociendo el lado más vulnerable de la joven.
-Más que un patrón, quiero pensar que soy tu amigo-dijo.
Tampoco había conocido a ninguna mujer más hermosa que ella. Pero no sentía por ella en aquellos instantes una lujuria desenfrenada. Lo que sentía era el fuerte deseo de protegerla. Nadie te hará nunca daño, quería decirle.
Con disimulo, Olivia miró a Kyle. Era un hombre alto e imponente. Era tan viril como Jack. Se ruborizó contra su voluntad. Su cabello era de color rubio metalizado. Sus ojos azules tenían algunas motitas de color ámbar. Tiene los ojos de un gato, pensó Olivia. Y ese rostro...Tan masculino...
En Inglaterra, sir Kyle Saint Leger sería considerado como un excelente partido. Pero había cometido demasiados pecados y había tenido que exiliarse.
-Una joven como tú tendría que estar ahora mismo bailando en Almacks-afirmó Kyle.
-No sé lo que es eso, milord-se sinceró Olivia-¿Es otro rancho?
-Es un salón de baile. Se encuentra en Londres, mi ciudad natal.
Olivia era poco femenina. De vivir en Londres, preferiría escaparse al campo para montar a caballo durante horas.
-Creo que mi madre mencionó una vez que estuvo en Almacks-dijo la joven-Pero no lo recuerdo.
Los ojos de Kyle brillaron al posarse sobre Olivia. Le tocó el rostro con la yema de los dedos.
-Yo no soy como mi madre-admitió la joven-No me gustaría ir a esos sitios. Yo prefiero quedarme aquí. No encajaría en ninguna parte por culpa de mi maldito genio. Me condenarían al ostracismo por mi manera de ser y me encontraría sola. Milord...Os confieso que no me gusta estar sola. Los vecinos me critican porque soy una marimacho. Sé que hablan de mí a mis espaldas. Callan en cuanto aparezco. Ha pasado varias veces. Finjo que no me importa. Pero sí me importa. Me importa que hablen mal de mí, milord.
-Olivia...-dijo Kyle-Livie...Yo admiro tu manera de ser. Por eso, te pido que nunca cambies.
Cogió las manos de la joven y se las llevó a los labios.
-Sé que mi pasado es algo de lo que me avergonzaré siempre-admitió-Y trato, sin éxito, de cambiar.
-No quiero que me contéis nada de vuestra vida-le pidió Olivia.
-Me gustaría sincerarme contigo.
-Y yo no quiero saber nada de las cosas que hacíais en Almacks. Lo único que me importa es que "Helen" se recupere. Pero eso no va a pasar. Se está muriendo. Casi no respira.
-Mandaré a buscar a un veterinario.
-Estaréis perdiendo el tiempo. No funcionará.
-Yo haré que funcione, Livie. Puedes contar siempre conmigo. Nunca te fallaré.
-Milord...
Sir Kyle rodeó con sus brazos el cuerpo de Olivia y la atrajo hacia sí. Ella apoyó la cabeza en el pecho de él. Podía oír los latidos de su corazón. Se sintió rara al estar tan cerca de un hombre. Anne le había contado que el patrón era un amante muy sensual. Olivia se asustó al pensar en estar en la cama con él. O con Jack...
Suavemente, se apartó de él.
-Perdóname, Livie-se disculpó Kyle.
De pronto, Olivia tuvo la plena conciencia de que, a pesar de las apariencias, sus compañeros la veían como a una mujer. Que el propio sir Kyle la veía como tal. Aquel hombre tan grande y tan fuerte la admiraba como peón y la respetaba como a una dama.
Supo que él no le mentía cuando le dijo que podía contar siempre con él.
El rostro de Kyle estaba serio cuando Olivia se apartó de él.
La joven miró el daguerrotipo que todavía tenía entre sus manos. Desde luego, con su cuerpo esbelto y su alta estatura, Olivia no podía competir con su prima Estelle. Eran muy distintas. Jamás encajarían. Olivia tenía un genio muy vivo y era muy terca. En Streetman, los vecinos la miraban de forma rara. ¿Cómo la mirarían en Calcuta por su manera de ser?
Además, estaba su tez tostada por el Sol y su cabello color caoba, que estaba pasado de moda.
Estelle era bonita según la moda. Tenía el pelo rubio. Su cutis era delicado. Su porte era elegante. Y era menuda, bajita y delgada. Tenía los ojos de color azul, como los suyos. Olivia recordó que su tía Brigitte era también rubia.
-Tengo que irme-anunció Kyle.
Besó a Olivia en la frente. La besó en las mejillas. La besó en las manos. Incluso se atrevió a besarla en la comisura de los labios.
-Iré a buscar al veterinario-anunció.
Olivia no dijo nada. Se limitó a mirarle mientras salía del establo y se perdía en la noche.
-El patrón dice que te pondrás bien-le dijo a "Helen"-Habrá que confiar en él.
De vivir los dos en Londres, se habrían conocido en otras circunstancias. A lo mejor, entonces ella, de haber vivido su madre, habría pisado Almacks contra su voluntad. A lo mejor, estaría en aquellos momentos bailando en la pista de baile con sir Kyle. ¿Qué música se bailaba en Almacks? Un vals. Pero dejó de soñar al ver que, en su imaginación, no estaba bailando con el patrón.
Estaba bailando con Jack.
-Dormiré un poco antes de que venga el patrón-pensó-El whisky me está poniendo tonta.
Nunca había tenido esa clase de sueños. Se estaba mintiendo así misma. Una vez, tuvo esos sueños. Fue durante su estancia en el internado. Recordaba la fiesta que se celebró allí. Ella lució un vestido bonito que le había prestado su amiga Aurora.
Aquella noche, Olivia estaba realmente preciosa. Recordaba el sonido de la música de los violines.
Estaba bailando en la improvisada pista de baile. Estaba bailando con Jack. Y, luego, los dos estuvieron solos en el balcón. Era una noche preciosa.
¡No!, gritó Olivia. Debía de apartar aquel recuerdo de su mente.
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