lunes, 30 de enero de 2012

CON EL CORAZÓN ROTO 35

Anne estaba planchando. Había lavado ropa aquel día. Puso carbón en la plancha. Comprobó que ésta estaba caliente. Cogió una falda de Lily y empezó a planchar.
Dos Nubes entró sin hacer ruido por la cocina.
Anne tarareaba una canción.
Ignoraba que Dos Nubes la estaba buscando. La mujer escuchó cantar a la otra.
Siguiendo el sonido de la canción, la buscó. Entonces, la encontró en el cuarto de la plancha. Había terminado de planchar la falda de Lily. Había empezado a planchar los pantalones de sir Kyle.
Anne se sobresaltó al darse cuenta de que no estaba sola.
Dos Nubes no habló. Pero la presencia de aquella mujer la asustaba y la incomodaba.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó.
Anne levantó la plancha a modo de amenaza.
-He venido a buscar a Lily-respondió Dos Nubes.
Avanzó hacia la asustada Anne.
-La señorita Lily ha salido a montar a caballo, como hace todos los días-dijo la mujer.
-Puedes bajar esa plancha-le indicó Dos Nubes-Yo nunca te haría daño.
Hablaba con un tono amistoso y calmado. Anne tragó saliva. Dos Nubes percibió el miedo reflejado en los ojos de la otra mujer.
-He oído que varios de los míos te hicieron mucho daño-dijo-No todos somos así, igual que no toda tu gente es igual. Para bien o para mal, me vas a ver mucho por aquí porque tengo que hablar con Lily.
-Ella no es de los tuyos-replicó Anne.
-Tampoco es de los tuyos. Los míos podrían aceptarla si ella quiere. ¿Qué me dices de tu gente?
-Lily tiene la piel blanca. Es lo único que importa.
Dos Nubes negó con la cabeza.
-Lo que os importa es la sangre y el dinero-sentenció.
-¡No te la vas a llevar!-la amenazó Anne, levantando aún más la plancha.
Notó cómo le sudaba la palma de la mano. Si aquella comanche se acercaba, ella no respondería de sus actos. Por una fracción de segundo, creyó estar oyendo los gritos de su madre mientras era asesinada. ¡Le cortaron la cabellera aquellos malditos!
-No pienso llevarme a Lily a ningún sitio a menos que ella quiera-le aseguró Dos Nubes-Lamento mucho el dolor que te han causado los míos. Y te pido perdón. Pero Lily tiene derecho a conocer a su otra familia. Su abuela era comanche. Fue violada por un hombre blanco. De ahí, nació su padre. Ni él ni Lily tienen la culpa de lo que ocurrió. Su abuela tampoco tiene la culpa.
-¡Un hombre blanco no haría eso!-gritó Anne-¡Es mentira! ¡Estás mintiendo!
-Piensa lo que quieras. Pero si no asimilas la maldad de tu gente, estás condenada. He dicho lo que tenía que decir. Esperaré a que regrese Lily.
Dos Nubes salió del cuarto de plancha sin hacer el mínimo ruido, tal y como había entrado.
Anne se apoyó en la tabla de planchar para no venirse abajo.
Había creído que aquella comanche había ido allí para matarla.
Pero había hablado con mucha serenidad y en un tono muy dulce y amistoso. Quería pensar que estaba equivocada. Pero la propia Anne sabía que Dos Nubes tenía razón. Y que el hombre blanco era capaz de cometer las mayores atrocidades. No tenía ningún derecho a privarle a la señorita Lily de conocer sus raíces. Quizás era bueno para ella.
He mentido, pensó Anne. Los blancos no la aceptarán. ¡Y menos los que son como sir Kyle!
Por lo menos, había alguien que no era sir Kyle que se preocupaba por el bien de Lily.
Dejó la plancha y fue a buscar a Dos Nubes para decirle que Lily no había salido a montar caballo, sino que estaba en la biblioteca leyendo ensayos. Tal y como la estaba enseñando sir Kyle.

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