martes, 14 de julio de 2015

GRANDES TÓPICOS DE LA LITERATURA ROMÁNTICA: LA INSTITUTRIZ

Hola a todos.
El día de hoy lo he consagrado a hablar de institutrices. Es una de las protagonistas más frecuentes de las novelas románticas. Es rara la persona que no haya leído una novela romántica protagonizada por una institutriz.
El resto...Sabemos lo que va a pasar.
La institutriz logra ganarse el cariño y la devoción de su pequeño pupilo o su pequeña pupila. Entonces, aparece el aristócrata encarnado en el familiar de ese niño o de esa niña. Pocas son las veces que es el padre. Él es un libertino redomado que ha pasado por miles de cama. Ella es todo lo contrario.
Es una joven recatada, pero también tiene mucho carácter. No ha conocido hombre alguno. Los dos se enamoran y, al final, terminan casándose.
Sin embargo, la vida real de una institutriz es bien distinta. Estoy releyendo una novela que me marcó mucho cuando la leí por primera vez. Se trata de Agnes Grey. Posiblemente, sea la novela sobre institutrices más realista que jamás se ha escrito. Anne Brönte, su autora, quiso reflejar en esa novela su propia experiencia como institutriz.
Y os advierto que la vida de una institutriz no es nada agradable. Os estoy hablando de su vida real. Olvidaos de lo que os cuentan las novelas románticas que tanto nos gustan. Este post es para desmitificar esa vida. Para acercaros un poco a la realidad.
Por lo general, las institutrices eran jóvenes que habían recibido una educación esmerada. Al mismo tiempo, carecían de dote para poder casarse, o bien porque eran huérfanas o bien porque sus familias estaban en la ruina.
Por lo general, vivían con la familia que la contrataban. Sin embargo, su situación dentro de la casa era compleja. Olvidaos de la institutriz que se hace amiga rápidamente de los criados. O de la institutriz que da consejos y se hace amiga de su señora.
Estaban en una especie de limbo. Por un lado, no eran miembros de la servidumbre. Por el otro lado, tampoco eran miembros de la familia. Los niños no la adoraban en la mayoría de los casos, como sí ocurre en las novelas románticas. Las institutrices eran víctimas del desdén de las familias de sus alumnos. Y, al mismo tiempo, también sufrían las crueles bromas de éstos. Sólo en contadas ocasiones existía una relación cordial entre las familias y la institutriz.
En ocasiones, la institutriz se desquitaba con los alumnos. ¿Qué quiero decir?
Pues que podían llegar a ser crueles en su forma de educar. Podían llegar a emplear la violencia física contra los niños.
Por lo general, eran mujeres que vivían casi aisladas en la casa donde trabajaban porque vivían precisamente en ese limbo del que he hablado antes. Tenían una habitación propia y comían y cenaban allí. Olvidaos del aristócrata de turno que aparece en su vida. Y se casa con ella.
Es cierto que han habido casos (muy pocos) de aristócratas que se han casado con la institutriz de algún familiar. Sin embargo, esos matrimonios eran prácticamente condenados al ostracismo. La alta sociedad les hacía la cruz.
Por lo general, eran mujeres que se quedaban solteras, ya que fueron muy pocas las que se casaban. Se ocupaban de enseñar a los niños y a las niñas (más a las niñas, ya que los niños eran enviados a la escuela). La educación que recibían las niñas en esa época era realmente básica. Estaba mal visto que una mujer fuera inteligente.
Podían aprender nociones de Historia. Pero, por lo general, debían de aprender más a bordar. O a bailar. O a pintar.
Las institutrices tuvieron su auge en la Inglaterra victoriana. De hecho, casi todas las novelas de institutrices que hemos leído transcurren en ese periodo de tiempo.
Sin embargo, existieron institutrices bastante antes. Las hermanas Brönte fueron las que mejor describieron la vida real de una institutriz, si bien, Charlotte fue más idealista a la hora de darle un final feliz a Jane Eyre. Anne, por el contrario, aunque dotó a Agnes del final feliz que ella, por desgracia, no llegó a tener, se decantó por darle también un final realista.
La vida de la institutriz no es como la describen las novelas románticas que tanto nos gustan. Es una vida bastante dura donde hay que aguantar mucho. Donde esas mujeres vivían en un limbo con limitaciones. Donde el final feliz no existía.
Pero no les habían permitido escoger otra vida.

 Portada de la novela que Roberto Carrasco ha dedicado a la institutriz más famosa de los dibujos animados: la señorita Rottenmeier.

Sin embargo, esta novela se acerca mucho al género de terror. La visión que se da acerca de este personaje es cruda. Es desgarradora. ¡Es recomendable!

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