viernes, 29 de junio de 2012

CRUEL DESTINO

              Aún no se lo creía.
             El destino no podía ser tan generoso con ella. Sarah vivía en una nube. Estaba flotando.
             Sabía que podía caer al suelo en cualquier momento. Pero no quería pensar en eso. Quería disfrutar de aquel momento de alegría.
-Sarah...-la llamó su hermana Katherine.
           Sarah se había acostado ya en la cama. Era ya algo tarde.
-¿Qué ocurre?-inquirió.
            El corazón empezó a latirle muy deprisa. Tuvo la sensación de que Katherine estaba tramando algo. O había hecho algo. No se equivocó en absoluto.

                  Mi queridísima Sarah:

                 No sé por dónde empezar. Me siento ridículo. He escrito miles de notas. 
                 Sin embargo, esta carta es distinta.
                Me tiemblan las manos. 
                Todo lo que escriba podría sonarte falso. Ya sabes cómo soy. No quieres alejarte de mí. Y soy tan egoísta que no quiero alejarte de ti. 
              Nunca he rezado. Pero he empezado a rezar. ¡Qué Dios tenga piedad de nosotros dos! De ti... Y de mí...Sarah...No sé qué hacer. Pero quiero verte de nuevo. 
               Nos vemos en el parque a las seis. Será mañana por la tarde. Yo te estaré esperando. Te ruego que no faltes.
              No sé lo que me pasa. No sé lo que me has hecho. Siempre he sido hombres de muchas mujeres. Sin embargo, empiezo a pensar que eso ya no podrá ser nunca más. Soy tuyo, Sarah. 
              Y quiero ser tuyo siempre. 
              Darko. 

             ¡Bendito fuera el corazón de Katherine! Sarah releyó varias veces aquella nota. ¿Estaba siendo sincero Darko con ella? No quiso dudar de él.
-He visto a tu amado-le dijo-Y me ha dado esto para ti.
              Le entregó la nota que le había dado a Sarah.
-¿En serio lo has visto?-se asombró la joven-¿Y has estado hablando con él?
-Da miedo verle-sonrió Katherine.
              Sarah devoró con ansia cada una de las letras que había escritas en aquella nota. Alzó la vista y se topó con la mirada sonriente de Katherine.



             Ahora, Sarah estaba sentada en un banco del parque.
             Esperaba con ansiedad la llegada de Darko. Pero parecía que éste se estaba retrasando un poco. Katherine la acompañó hasta el parque. En casa, pusieron la excusa de que iban a encargar telas con las que les confeccionarían vestidos nuevos. En el caso de Katherine, esto era verdad. Quería tener vestidos nuevos para lucirlos ante Stephen. Sarah estaba empezando a ponerse nerviosa. Miraba de un lado a otro, pero parecía que Darko no iba a venir. ¿Y si le había pasado algo? Estaba segura de que él jamás le mentiría.
Entonces, cuando estaba a punto de levantarse e irse a buscar a Catalina para regresar a casa, apareció Darko.
            Sarah quiso llorar al verle. Había pensado que él no iba a venir y se sentía como una tonta. ¿Cómo pudo dudar de él?
-¡Has venido!-se asombró.
-No podía dejar de venir-le aseguró Darko.
            La besó con fuerza en la boca.
-¿Has venido tú sola?-quiso saber Darko.
            Empezaron a caminar por el parque.
-Me ha acompañado una de mis hermanas, Katherine-contestó Sarah-Pero ella no está aquí.
-¿Y dónde está?-inquirió Darko.
-Ha ido a encargar tela para hacerse nuevos vestidos-Sarah se colgó de su brazo. Apoyó su cabeza en el ancho hombro de él-¡Quiere estar guapa para su amado!
-¿Tiene un amado?
-No sé si lo conocerás. Se llama Stephen Winter. Nuestros padres no aceptan su relación. Él es...Bueno, él fue su profesor de piano. Se enamoraron. Katherine quiere estar con él y quiero ayudarla. Y ella sabe lo nuestro.
-¿Lo sabe?
-Sí. Y ha prometido que nos va a ayudar.
              Pasaron por delante de una pareja de enamorados que estaban sentados en un banco y que no se atrevían ni a mirarse porque estaba con ellos la dama de compañía de ella.
            Sarah besó a Darko en la mejilla.
-Cathy es de total confianza-le aseguró.
-¿La joven con la que hablé ayer es tu hermana?-le preguntó Darko-No me quiso decir quién era, excepto que venía en tu nombre.
              Un niño estaba jugando al diávolo ante la mirada atenta de su niñera.
-Ésa es Katherine-respondió Sarah-Dice que la asustaste.
-Entró en la taberna en la que estaba reunido con unos amigos-recordó Darko.
-Cathy es una chica tranquila y serena. Pero estoy descubriendo una faceta suya que me sorprende. ¡Es una loca temeraria!-Sarah se echó a reír.
-Se acercó a la mesa en la que estaba sentado. Me dijo que venía en tu nombre. Me entregó una nota. No se fue de allí hasta que no escribí la contestación. Es una joven agradable.
-¡Sabía yo que te caería bien!
-La invité a que tomara una cerveza conmigo.
             Sarah soltó una risita. Casi podía imaginar a su hermana en la taberna rodeada de hombres brutos. Sin perder el control. Muy tranquila...Como ella era. Sonriendo de un modo casi angelical. Era imposible resistirse a ella.
-¡Oh, Darko!-se rió-¡Qué malo eres! Cathy no bebe. Ni vino ni cerveza. Es toda una señorita.
-Lo sé-admitió Darko.
-¿Y no se ofendió?
-Se echó a reír. Me recordó mucho a ti.
            Un matrimonio estaba paseando a su hijo de escasos meses en su cochecito. Sarah miró con ternura a la pareja. Podríamos estar Darko y yo dentro de un año paseando así a nuestro hijo, pensó.
           Dos caballeros jóvenes, de unos treinta años, estaban paseando por el parque y hablaban de manera animada. Sarah pensó que el parque estaba más vivo que nunca. Y todo es porque estoy con Darko, pensó. El Sol brillaba en lo alto del cielo. Un cielo azul intenso...Ni una sola nube lo cubría. Los pajarillos volvían a posarse en las ramas de los árboles y cantaban. Los niños reían y jugaban.
-Cuando veas a Cathy, ya sabes cómo es y ahora sabes quién es, habla con ella-le sugirió a Darko-Es mi hermana. Y también es nuestra aliada. Piensa que estás hablando conmigo.
-Lo dudo mucho-apostilló el hombre.
-¿Por qué dices eso?
                Darko la besó en la frente.
-Katherine será tu hermana-le dijo-Pero te voy a decir una cosa. Ella es guapa. Pero tú eres la mujer más hermosa que jamás he conocido.
-¡Oh, Darko!-se emocionó Sarah-¡Qué cosas dices!
             Sonrió. Lo abrazó con fuerza. Se sentía capaz de enfrentarse al mundo con tal de estar al lado de aquel hombre. Todo nos va a ir bien, pensó. Katherine nos apoya. Y nos queremos. Antes o después, mis padres acabarán por entenderlo.
-Lo único que lamento es el tener que irme-se sinceró Sarah-Quiero pasar toda mi vida así. Contigo.

2 comentarios:

  1. Espero que sigas disfrutando de esta historia más adelante, Anna. Porque, en breve, las cosas empezarán a ponerse feas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar