domingo, 12 de febrero de 2012

CON EL CORAZÓN ROTO 50

Todo el mundo adoraba a Tracy. De pequeña, había sido una niña alegre y traviesa. Tracy parecía normal. Sus brotes de mal genio tenían gracia. Pero la cosa cambió cuando se convirtió en una mujer adulta. Tracy cambió y comenzó a tener unos ataques de ira que cada vez iban a más. El laúdano la ayudaba a controlarse. Tracy se peleaba con todo el mundo. Los peones que trabajaban en el rancho del señor Wallace la encontraban atractiva, pero, al mismo tiempo, tenían miedo de ella.
Abby confiaba ciegamente en la ayuda de Freddie. Aquel muchacho tímido era la salvación de su hermana.
Se asomó a la ventana. Vio a su hermana y a Freddie sentados en el porche. Freddie era poco hablador.
Pero, cuando abría la boca, Tracy lo escuchaba atentamente. Lo miraba con arrobo. Y Freddie se ponía rojo cada vez que su mirada se cruzaba con la mirada de Tracy.
En una ocasión, Tracy le comentó a Olivia que sus primas les parecían un duo de niñas mimadas y egoístas. Olivia le dio la razón. No conocía a sus primas personalmente. Pero ya las odiaba. Abby lo recordó. Tracy odiaba al mundo en general. Sin embargo, había una persona a la que la joven no odiaba. Y esa persona parecía que era Freddie. Sus ojos brillaban cada vez que lo veía.
Sospechaba que a Freddie le pasaba lo mismo. Los ojos del joven brillaban cada vez que veía a Tracy. ¿Y si se han enamorado?, se preguntó Abby. ¿Sería bueno para Tracy? A lo mejor, eso era lo que su hermana necesitaba. El amor de un hombre...Y Freddie era un buen muchacho.
Tracy se había quedado a vestir Santos. Lo mismo que Abby. En opinión de algunos, Tracy tenía que se esterilizada. ¿Qué clase de madre sería para sus hijos, de llegar a tenerlos? Sería una madre terrible. Tracy había agredido a todos los miembros de su familia. Incluso había golpeado a algunos cuantos peones. Éstos se preguntaban el porqué no la encerraban. Tracy estaba loca. Eso lo sabía todo el mundo.

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