Hola a todos.
Quisiera hacer hoy una reflexión. Es sobre la inocencia.
Cuando somos niños, todo el mundo es bueno. Nos sentimos queridos y protegidos. Ésa es la sensación que debería sentir siempre un niño. Que le quieren. Que le protegen. De pronto, dejamos de ser niños.
¿Qué nos pasa? Descubrimos que el mundo no es tan bonito como nos lo pintan. Que hay gente mala cerca de nosotros. Gente que nos quiere hacer daño. Que nos hace daño.
El sentimiento es horrible.
Creces.
Pierdes la inocencia. Ya no eres un niño. Te has convertido en un adulto.
¿Dónde está el niño que una vez fuiste? ¿Dónde están tus sueños? ¿Dónde queda tu antigua visión del mundo? En algunos casos, te vuelves duro. Otras veces, te vuelves un cínico. Parece que nada te importa. Ya no quieres ser un niño.
No quieres volver a ser el que eras.
Tienes miedo.
Pero pienso que se puede conservar algo de aquella inocencia que se perdió. En algún rincón de nuestro corazón, siempre queda un atisbo de esa inocencia. De pensar que todo irá bien. Que nada malo te puede pasar.
De algún modo, esa inocencia infantil te mantiene en pie. Porque te aferras a ella como un naúfrago. Es una sensación llena de esperanza. ¿Podéis sentirla?
Volver a ser un niño.
Volver a tener ilusión.
Hace poco, me reconcilié con la niña que llevaba dentro.
La niña que adoraba escribir. La niña que todavía jugaba con muñecas. La niña que quiere soñar. Esa niña me decía que no debía de hundirme. Que debía de mantenerme firme. Esa niña me habla de un futuro lleno de alegrías. Y yo quiero creer en todo lo que me dice. Porque, si pierdo esa parte de inocencia que aún me queda, ¿qué me pasaría? No me pasaría nada. Pero me convertiría en una persona distinta. En un ser al que terminaría odiando.
Y no quiero que me pase eso.
Nunca debemos de perder ese toque de inocencia de nuestra infancia. Nunca debemos de perder la ilusión. No hemos de perder nunca la esperanza. Aún podemos soñar.
Creo que sin inocencia no podemos disfrutar de la vida, es ella la que nos permite apreciar esas cositas mágicas que nos acompañan en el día a día.
ResponderEliminarEstupenda reflexión, besos.
Opino lo mismo que tú, Aglaia. Sin ese toque de inocencia que conservamos de la infancia, difícilmente podremos ser felices.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Lilian, buenas noches,
ResponderEliminarmmm que difícil que es crecer,
y aún mas crecer concervando esa inocencia,
si todos pensaríamos de la misma manera no habría riesgo alguno, pero lamentablemente siempre hay alguien que está como buitre queriendo sacar ventaja, allí creo que perdemos hasta el último rastro de niño.
Pero, bueno, nunca hay que darse por vencido, y si hay un niño es maravilloso convivir con él, solo hay que cuidarlo como si fueramos su padre en lugar de una parte de nuestro ser, para no dejarlo expuesto.
ok ok ok... sabias que me dejo llevar? =)
feliz fin de semana
un cálido abrazo
Hola Ricky.
EliminarBuenos días desde La Unión.
Por desgracia, tienes razón en lo que dices. Siempre ha habido y, por desgracia, hay personas malvadas que se aprovechan de los demás. No siempre podemos mostrarnos tal y como somos a los demás por miedo a que nos hagan daño.
Tienes razón cuando dices que es muy difícil crecer.
Y me gusta que te dejes llevar. ¡Eso es muy bueno!
Un fuerte abrazo, Ricky.
Feliz fin de semana.
Me recordaste a reflexiones que leí hace poco en un libro que me pareció precioso, La elegancia del erizo.
ResponderEliminarBesos.
"La elegancia del erizo" es un libro que está en mi lista de pendientes. He oído hablar de él muy bien y me pica la curiosidad por leerlo.
EliminarUn fuerte abrazo, Luciana.