viernes, 13 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Sé que hoy iba a subir la segunda parte de mis publicaciones hechas este año.
Pero he decidido dejarlo para mañana. ¡De verdad que lo subo mañana!
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un nuevo fragmento de mi novela Segundas oportunidades. 
Finalmente, Jonathan llega a la isla de Sanda, donde se hospedará en la casa de los Hollins.
¡Arranca la historia!

                          Jonathan partió al cabo de unos días. Para él, resultó muy duro despedirse de sus padres. Nunca se había separado de ellos. Antes de partir, escribió al detective privado que había contratado para encontrar a su verdadera madre. Le anunció que iba a partir en un viaje muy largo. Ya se pondría en contacto con él. Antes de partir, Jonathan visitó a Abby por última vez en el cementerio. Ante la tumba de su esposa, Jonathan lloró amargamente.
                         Lloró al recordar los momentos tan maravillosos que habían vivido juntos. Habían sido un matrimonio feliz. Pero aquel maldito accidente lo estropeó todo. Te llevo en mi corazón, pensó Jonathan.
                          La diligencia que tenía que tomar el joven abandonaba Chedworth al día siguiente. Sus padres le acompañaron hasta el puesto de diligencias. Antes de partir, Eire le dio un fuerte abrazo.
-Cuídate mucho, mi niño-le pidió la mujer.
-No te preocupes por nada-le aseguró Jonathan.
-Y escríbenos. Le diré a tu madre nos lea a mi Duncan y a mí tus cartas.
                         El viaje se prolongó durante varias semanas. Adam le mostró en un atlas a su hijo dónde se encontraba la isla de Sanda. Estaba muy alejada de Chedworth.
                            La primera fase del viaje transcurrió a bordo de la diligencia. La misma le llevaría hasta el puerto. Jonathan debía de embarcar en un barco que lo llevaría hasta el Fiordo de Clyde. Desde allí, continuaría el viaje en una barca de alquiler hasta la isla de Sanda.
                             La diligencia se detenía en las posadas al caer la noche. Jonathan apenas probó bocado durante aquellos días. Se sentía extraño al estar tan alejado de su casa.
                            Finalmente, la diligencia le llevó hasta el puerto. Apenas iban viajeros en la misma. Jonathan notó que los viajeros estaban sumidos en un profundo mutismo. Lo agradeció. No le apetecía entablar conversación alguna con alguien.
                          Subió a bordo del The River Witch. Así se llamaba el barco que le llevaría hasta el Fiordo de Clyde.
                           El viaje se prolongó por espacio de tres semanas. Jonathan tenía los huesos doloridos de pasar horas metido en el interior de la diligencia. Intentaba conciliar el sueño para no pensar en nada. Pero no podía.
                           Por suerte para él, descubrió que no se mareaba a bordo de un barco. Permaneció en la cubierta mientras contemplaba cómo el puerto se perdía de vista. Los pasajeros se despedían entre gritos y lágrimas de sus familiares. Jonathan había dejado a toda su familia en Chedworth.



                     Jonathan pasaba largas horas encerrado en el camarote que tenía asignado. Otras veces, decidía subir a cubierta a dar un paseo. Se decía así mismo que estaba haciendo lo correcto. Había llegado el momento de pasar página. Pero le costaba mucho trabajo dar aquel paso. En ocasiones, se sentía tentado a tirarse al agua y regresar nadando al puerto. Desde allí, buscaría la forma de regresar a Chedworth. Pero no podía hacer quedar mal a sus padres.
                    Se ganó la fama de solitario entre los pasajeros. Casi nunca hablaba con nadie. Prefería estar solo.
                      Jonathan se sintió aliviado cuando el barco atracó en el puerto. Habían pasado tres semanas desde que zarpó. Y estaba a punto de cumplirse el mes desde que abandonó su casa. Decidió pasar la noche en una posada. Al día siguiente, alquiló una barca que lo llevaría hasta la isla de Sanda. El barquero no quiso entablar conversación alguna con él. Jonathan lo agradeció.
                       Al anochecer, el barquero le informó que habían llegado a su destino. La barca quedó varada en la tierra. Jonathan saltó y cogió sus maletas. La isla de Sanda le parecía demasiado pequeña en comparación con Chedworth.
-¿Sabe dónde vive la familia Hollins?-le preguntó al barquero.
-Me parece que viven cerca de la capilla de San Ninian-respondió éste.
                   Jonathan empezó a caminar. Era la primera vez que visitaba a sus parientes. Se encontró con una mujer que estaba esperando el regreso de su marido, un pescador.
-¿Podría decirme dónde se encuentra la capilla de San Ninian?-le preguntó.
                  La mujer le dio las señas de la capilla. Jonathan le dio las gracias. Siguió caminando. Su padre le decía que la isla de Sanda tenía forma de cuchara. Jonathan sonrió con aquel pensamiento. De pronto, tropezó con una mujer que parecía venir del cementerio. La mujer debía de tener más de cuarenta años. Quizás, estaba próxima a la cincuentena.
                    Jonathan se fijó en que iba vestida por completo de negro. Llevaba su cabello de un intenso color rojo recogido en un moño muy apretado.
-Lo siento-se excusó Jonathan-Iba distraído. No me he dado cuenta. ¿Se ha hecho usted daño?
-No...-contestó la mujer.
-¿Vive usted cerca de la capilla de San Ninian? Me temo que me he perdido.
-No...
                     La mujer se quedó mirando fijamente a Jonathan. Hacía años que había llegado a la isla. Venía huyendo de su pasado. De un pasado tan doloroso que le impedía seguir adelante con su vida. Al ver al joven, tuvo la sensación de que un fantasma de aquel pasado había vuelto.
-¿Quién es usted?-le preguntó con la voz ahogada.
-Me llamo Jonathan Lennon-respondió el joven.
-No es posible.
                   


                       Jonathan no entendía nada de lo que le estaba diciendo aquella mujer. De pronto, echó a correr como alma que lleva el diablo.
-¡Oiga!-la llamó Jonathan-¡Espere!
-¡Aléjese de mí!-le gritó la mujer.
                       Jonathan no sabía el porqué aquella mujer había huido. Acababa de conocerla. Pensó que sus parientes podían darle alguna explicación lógica. Siguió caminando.
                          Finalmente, llegó hasta la casa de los Hollins. Le abrió el mayordomo.
-¿Quién es usted?-le preguntó.
-Me llamo Jonathan Lennon-respondió el joven-Estoy buscando la residencia de la familia Hollins.
-Es ésta. Pase. Le estábamos esperando.
                       Edwin y Phoebe fueron corriendo a saludarle. La última vez que le vieron, Jonathan era un adolescente. Su rostro seguía siendo el mismo. Pero le veían más maduro.
-¡Estás hecho todo un hombre!-exclamó Phoebe.
-Pasa al salón-le invitó Edwin-Quiero presentarte a mi sobrina Margaret.
-Muchas gracias por todo...-dijo Jonathan-He hecho un viaje muy largo. Y me apetece descansar.
                      Phoebe la abrazó con fuerza. Edwin también le abrazó.
-Siempre hay tiempo para descansar-afirmó el hombre-Tu habitación ya está preparada.
                       Le condujeron al salón. Jonathan vio a dos jóvenes sentadas en el sofá. Al darse cuenta de que no estaban solas, las dos muchachas se pusieron de pie. Los ojos de una de ellas se abrieron de manera desorbitada.
-¡Primo Jonathan!-exclamó.
                       Sin pensar en lo que estaba haciendo, Edith, loca de contenta, se precipitó sobre Jonathan. Le abrazó con mucha fuerza. Y le estampó un beso en la mejilla. Jonathan tardó en reaccionar.
-Eres Edith, ¿verdad?-inquirió.
-Veo que todavía te acuerdas de mí-sonrió la chica.
-Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez. ¡Has crecido mucho!
                      A su vez, Jonathan besó a Edith en la mejilla.
-Ven, quiero presentarte a mi prima Margaret-dijo la chica, cogiéndole de la mano.
                       Lo llevó ante la otra joven que estaba con ella.
-Prima Margaret, éste es Jonathan Lennon-lo presentó Edith-Te hemos hablado de él muchas veces. Primo Jonathan, ésta es mi prima Margaret. Está pasando una temporada con nosotros.
-Es un placer conocerla, señorita-dijo Jonathan.
                      Le dedicó una reverencia.
-Lo mismo digo-contestó Margaret.
                      A su vez, le hizo otra reverencia. Los dos se estudiaron con curiosidad.
-¿De dónde es usted?-le interrogó Margaret.
                       Jonathan sintió un pinchazo en su corazón. Margaret era una joven muy directa. Le recordó mucho en aquel aspecto a Abby.
-Soy de Chedworth-contestó.



-Háblanos de tus padres-le pidió Edwin-¿Cómo están?
                        La criada sirvió tazas de café caliente para todos, excepto para Edith. La chica se tuvo que conformar con tomar una taza de leche caliente.
                          Margaret no le quitaba el ojo de encima a Jonathan. Había algo especial en aquel joven.
                         Jonathan puso al día a Edwin y a Phoebe acerca de cómo iban las cosas en Chedworth. Sus padres, por suerte, gozaban de buena salud. Las tierras seguían dando sus frutos. Los negocios marchaban viento en popa. En cuanto a él, estaba intentando seguir con su vida.
-Pero no es tan fácil como parece-se sinceró Jonathan-Extraño a Abby. Siempre pensé que envejeceríamos juntos.
-Me acuerdo de ella-intervino Edith.
-Niña, no debes de hablar cuando están hablando los mayores-la regañó Phoebe.
-Déjela que hable, tía Phoebe-le pidió Jonathan-Cuando ibais a vernos a Chedworth, Edith trataba también a Abby.
-Era una chica maravillosa-afirmó Edith-Jugaba conmigo a las muñecas. Me invitaba a que subiera con ella a los árboles. Decía que yo le recordaba a una muñequita de porcelana. La noticia de su muerte llegó hasta aquí. Lo sentí muchísimo. Era como una hermana para mí. Nunca me vio como una niña. ¡Al contrario! Decía valorar mis opiniones. Yo se lo agradecía.
-Abby era muy especial-dijo Jonathan con pesar-Su recuerdo me acompañará siempre, dicen. Pero yo no quiero un recuerdo. Yo la quería a ella. Quería hacer tantas cosas. Queríamos tener hijos.
-Cuéntanos cómo te ha ido el viaje-le pidió Edwin.
-Ha sido muy largo. Pero ha sido también muy tranquilo. Ningún sobresalto...
                    De pronto, Jonathan frunció el ceño. Recordó su encuentro con la extraña mujer camino de la casa de sus parientes. Así se lo contó. Sus parientes no le dieron la mayor importancia.
-Ha visto a La Ermitaña, señor Lennon-le comentó Margaret.
-¿La Ermitaña?-se extrañó Jonathan.
-Es una pobre loca que vive en la isla-le explicó Phoebe-Por lo que me han contado, no es escocesa. Pero no se relaciona con nadie. Vive sola. Nadie sabe nada de ella.
-Yo he tropezado con ella camino hacia aquí. Se ha asustado muchísimo al verme.
                       Edwin y Phoebe le restaron importancia al incidente.
                       En su opinión, Jonathan no debía de hacerle caso.
-Hace tiempo que esa pobre mujer perdió el juicio-afirmó Edwin-Nadie sabe el porqué.
                        Finalmente, Jonathan pudo subir a su habitación. Le agradeció a sus parientes su amabilidad hacia él. Besó cariñosamente a Edith en la frente.
                         Entonces, fijó la vista en Margaret. Pensó que era una mujer muy atractiva. Llevaba puesto un vestido de color gris que parecía resaltar su esbelta figura. Se preguntó así mismo el porqué había pensado eso.
-Celebro haberle conocido, señor Lennon-dijo Margaret-Que descanse.
-Lo mismo digo-contestó Jonathan.
                      Cogió la mano de Margaret y se la besó con cortesía. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la joven.
                        La criada le llevó hasta la habitación de invitados. Aquel cuarto sería suyo mientras estuviera en aquella casa.
                           Era una habitación muy similar a la habitación que tenía en Chedworth.
                         El mayordomo se había encargado de subir las maletas.
                          Decidió que las desharía al día siguiente. También tomaría un baño largo y prolongado.
                         La criada deshizo la cama y se retiró de manera discreta. Jonathan se desnudó. Abrió las maletas para buscar una camisa corta de dormir. Se la puso. Se metió debajo de la ropa de cama. No quería pensar en nada. Tan sólo quería descansar.
                          Mañana, pensó. Mañana todo será distinto. Una nueva vida...Conocer a Margaret. Y la mujer ésa...¡Qué extraña! Hablar con Edith. Cerró los ojos. No tardó mucho tiempo en quedarse profundamente dormido. Ignoraba la clase de sentimientos que había despertado en Margaret.

2 comentarios:

  1. Uy veamos q ue pasara entre Margaret y Jonatahn te mando un abrazo y te me cuidas.

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    Respuestas
    1. Hola Citu.
      Te invito a que sigas leyendo.
      Un fuerte abrazo. Y cuídate mucho, amiga.

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