miércoles, 18 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Durante los próximos días, empezaré a subir más de seguido trocitos de esta historia.
Mi mayor deseo es sorprenderos con ella.
La llegada de Jonathan revoluciona la casa de los Hollins. En concreto, revoluciona a la sobrina de los dueños de la casa.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                          La presencia de Jonathan en la casa de los Hollins tenía a Margaret algo nerviosa. La noche antes, le había costado mucho trabajo conciliar el sueño y pensaba en que su habitación estaba pegada a la habitación en la que dormía Jonathan. Tuvo mucha suerte. El joven dormiría hasta muy entrada la mañana. Cuando Margaret se reunió con su familia en el comedor, encontró la silla que iba a ocupar Jonathan vacía.
-¿Dónde está nuestro invitado?-preguntó con algo de sorna.
-Está descansando-respondió tía Phoebe-Aún no me has contado qué te parece. Yo le encuentro muy guapo.
-¡Tía Phoebe!
                   La mujer le dio un mordisco a su tostada con aire distraído.
                  Edith bebió un sorbo de su taza de leche para disimular una sonrisa.
                  En aquel momento, Margaret bebió un sorbo de su taza de té. Estuvo a punto de atragantarse cuando vio a Jonathan entrar en el comedor.
-Buenos días...-saludó amable.
-Creía que ibas a dormir hasta muy tarde-se sorprendió tío Edwin.
-Ya he descansado. Y tengo hambre.
-Siéntate al lado de Margaret-le invitó tía Phoebe.
                Jonathan aceptó la sugerencia. Se sentó en una silla al lado de Margaret. La joven le miraba de reojo.
               


-¿Ha dormido bien?-le preguntó.
-He descansado bastante-respondió Jonathan.
-Si quiere, puedo enseñarle la isla. No hay mucho que ver. Pero llevo poco tiempo viviendo aquí y puedo decirle que es preciosa.
-¡Margaret!-se asombró Edith.
                    Jonathan se sirvió una taza de café. Bebió un sorbo. No le importaría conocer aquella isla.
                    Margaret era una joven directa.
-Tu prima os acompañará-anunció tío Edwin-Hay que pensar en los vecinos. Una pareja sola paseando por la isla.
-Daría de qué hablar-añadió Margaret-Ya lo sé. Mi madre me lo decía muy a menudo.
                     Jonathan disimuló una sonrisa. La isla le había llamado la atención cuando se acercó a ella en la barca. Tenía una curiosa forma. Pero le llamaban la atención la gente que vivía en ella. Como la mujer de cabello rojo que había huido de él.  Y la propia Margaret...Había algo en ella que le recordaba mucho a Abby.
-¿De dónde es usted?-le preguntó Jonathan a Margaret.
-Soy de Manchester-respondió la joven.
-Inglesa...Es curioso.
-¿Por qué dice eso?
-No conozco a muchos ingleses. Tiene usted un acento muy bonito.
                     Edith emitió una risita. Margaret luchó por no ruborizarse.
-Es usted muy amable, señor Lennon-dijo Margaret.
                     Tío Edwin y tía Phoebe intercambiaron una sonrisa complaciente. Su plan empezaba a dar sus primeros frutos.
                      Jonathan se fijó en que el cabello de Margaret era de un reluciente color castaño. Había algo en aquella mujer que la convertía en alguien muy interesante. No sólo por el hecho de que era dos años menor que él, (tenía veinticinco años). Poseía unos rasgos perfectos y hermosos, en su humilde opinión. Se preguntó el porqué una joven tan atractiva seguía siendo soltera a aquella edad.
                     Los ojos de Margaret eran de un intenso color azul que tiraba hacia el azul oscuro. Su mirada era descarada y, al mismo tiempo, inteligente. Por lo que le habían contado, era una mujer sensata. Podía parecer mucho más mayor de lo que era. Pero, al mismo tiempo, podía parecer mucho más joven de lo que era.
                  Se fijó en los pechos de Margaret. El corpiño de su vestido de color marrón revelaba unos pechos pequeños, pero firmes. Sintió asco de sí mismo. ¿Qué hacía mirándole los pechos a una desconocida?
                  Margaret poseía una figura ligeramente redondeada, pero no estaba gorda. No era rolliza. Estaba rellena en los sitios precisos donde debía de estarlo. Jonathan movió la cabeza. El viaje le había debido de dejar trastornado porque estaba pensando que aquel vestido de color marrón no le hacía justicia a Margaret.
                      Bebió un sorbo de su taza de café.



                    Mentalmente, comparó a Margaret con Abby y quiso pensar que su esposa habría salido ganando de manera amplia. Pero las encontraba muy similares.

                    Aceptó de buen grado dar un paseo en compañía de Edith y de Margaret. La primera no paraba de parlotear. Le enseñó a Jonathan los pocos árboles que crecían en la isla. El joven le prestó atención. Edith estaba encantada de vivir en aquel lugar. Caminaron por Wood Hill. Edith se lamentó de que los árboles estaban desapareciendo de aquel lugar. Margaret, en cambio, guardó silencio. Cuando Edith hablaba, prefería callarse.
-¿Le gusta vivir en este lugar?-le preguntó Jonathan.
-Es una isla tranquila y pequeña-respondió Margaret-No se diferencia de otras islas.
-¡Te equivocas!-replicó Edith-Esta isla tiene una forma graciosa de cuchara. ¿Te has fijado, primo Jonathan? Cuando venías hacia aquí.
-Me fijé-contestó Jonathan-Tienes razón, prima. Tiene una forma graciosa de cuchara. Nunca antes había visto nada semejante. Lo cierto es que nunca antes he salido de Chedworth. Me siento raro. Es la primera vez que estoy lejos de mi casa.
-Puedo entenderle-intervino Margaret-Yo echo de menos Manchester. Es una ciudad muy alegre.
                    Siguieron caminando.
                   Jonathan se fijó en el porte orgulloso y altivo de Margaret. Habló de Manchester con pasión. La misma pasión con la que Edith hablaba de Sanda.
                   Jonathan admiró a ambas por ello.
-¿Tiene familia en Manchester?-le preguntó a Margaret.
-Mi madre...-respondió la joven-Mi hermana...Las dos viven allí. Mi hermana se llama Lucy. Es un poco mayor que yo. Está casada. Se casó hace poco.
-Me gustaría que me contara más cosas. Manchester parece una ciudad interesante.
                    Margaret sonrió. Le habló de su casa en la ciudad. De la relación que mantenía con su madre.
                    Le contó lo mucho que echaba de menos a su hermana Lucy. De que deseaba que fuera feliz en su matrimonio. Pero lo dudaba mucho. No le contó que el matrimonio de Lucy había sido un tanto forzado. Eso era algo que a Jonathan no le importaba.
-¿Tiene algún pretendiente esperándola en Manchester?-le preguntó Jonathan.
-¿Un pretendiente?-se rió Margaret-¿Habla en serio?
-¿He dicho algo gracioso? Su hermana está casada. Y usted puede ser cortejada por cualquier hombre con dos dedos de frente.
                      Margaret se echó a reír con ganas. Desde luego, pensó, el señor Lennon no podía estar hablando en serio. ¿Cómo podía tener ella un pretendiente? Edith le dio un codazo. Era su manera de hacerle ver que Jonathan estaba hablando en serio. Sin embargo, Margaret no dejó de reírse. Jonathan la miró con las cejas arqueadas. No entendía el porqué Margaret se estaba riendo sólo porque él le había dicho que podía haber un pretendiente esperándola.
-Le ruego que me disculpe-se excusó Margaret-Pero he encontrado gracioso su comentario, señor Lennon. Se equivoca. No hay ningún pretendiente esperándome en Manchester.
-Es una pena-opinó Jonathan.
-Mi prima es todo un tesoro-intervino Edith-El hombre que se case con ella tiene que ser especial. Tiene que quererla por encima de todo.
                     Margaret la miró con cariño.
-Eres muy amable, Edie-le dijo.
                      Jonathan miró a ambas primas. Más que primas, Margaret y Edith parecían hermanas. Estaban muy unidas.
                       Le había agradado escuchar la risa de Margaret.
                       Los ojos de la joven brillaban cuando se reía. Advertía en ella a una joven inteligente. Y eso le agradó.

2 comentarios:

  1. Uy extrañaba está historia a doro a Jonathan, te mando un abrazo y te deseo un buen miércoles

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    1. Hola Citu.
      A partir de ahora, podrás disfrutar de Jonathan casi a diario, je, je. Tú y todos, naturalmente.
      Un fuerte abrazo, Citu.

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