jueves, 8 de agosto de 2013

CRUEL DESTINO

Hola a todos.
La historia continúa.
Erika está obsesionada con conseguir a Darko como sea. En el fragmento de hoy, proseguirá con su empeño. ¿Será el amor que siente Darko por Sarah tan fuerte como para resistir?

               La noticia del compromiso corrió como la pólvora por toda la isla. Hasta la posada donde se alojaba Darko llegó la noticia. Era oficial. El conde de Maredudd iba a casarse con la señorita Mary Wynthrop. La boda se celebraría en cuestión de semanas.
              Erika se miró en el espejo de la habitación de Mary.
              Hacía ya un largo rato que la joven había bajado al salón. Su madre insistía en empezar con los preparativos de la boda. Había mucho que hacer. ¡Mary ni siquiera tenía preparado el vestido de novia!
              Erika abandonó la casa de los Wynthrop por la puerta de la cocina. La cocinera estaba demasiado atareada partiendo carne. No se dio cuenta.
              Los pasos de Erika la llevaron hasta la posada donde se hospedaba Darko. Sonrió al pensar en él. Con un poco de suerte, a lo mejor, conseguía seducirle. Pero sabía que la batalla estaría perdida. Él insistía en que sólo amaba a la señorita Sarah. Erika creía conocer mejor que nadie la mente de los hombres. Darko era un hombre demasiado viril como para estar sin desfogarse con una mujer. Muy sensual...Erika recordó una frase que oyó decir a un vecino suyo. Existían dos clases de mujeres. Las mujeres con las que un hombre se divierte. Y las mujeres con las que un hombre se casa.
           Sonaba cruel. Pero era verdad. Erika ya no pertenecía al grupo de mujeres con las que un hombre se casa. Pertenecía al grupo de mujeres con las que un hombre se divierte. Darko podía divertirse con ella.
           Entró en la taberna.
           Había unos pocos hombres allí. Erika se sobresaltó cuando el tabernero le dio una palmada en el trasero.
-Tienes un buen culo-afirmó-¿Qué haces por aquí, guapa?
-¿Y a ti que te importa?-replicó Erika. Tenía las mejillas enrojecidas-Vengo buscando a un hombre.
-¿Sólo a un hombre?
-¡Sí!
               Erika encontró a Darko sentado en una de las mesas del fondo.
              Se acercó a él y le estampó un beso en la mejilla.
              Darko se sobresaltó y se giró para mirarla risueño. Creía que se trataba de Sarah. El cabello castaño y los ojos azules de Erika le sacaron de su error. No era Sarah.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le increpó.
-¡Qué recibimiento más cariñoso!-se burló Erika-Creía que te alegrarías de verme.

 

             Darko tenía delante de sí una jarra llena de cerveza. Erika pidió otra jarra de cerveza. La moza de la taberna no tardó mucho tiempo en traérsela.
            Darko bebió un sorbo de su jarra de cerveza.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó a Erika.
-He venido a verte-respondió la joven.
             Su tono de voz asustó a Darko. El hombre pensó que nadie de los que estaban allí estaba al tanto de su relación con Sarah. De saberlo, no tardarían mucho en ir a contarle que su doncella estaba intentando seducirle. ¿Y qué iba a pensar Sarah de él? ¿Desde cuándo le importaba tanto la opinión de Sarah?
-Será mejor que te vayas-le pidió a Erika.
              Quería a Sarah. No le haría ningún daño. Se lo había jurado así mismo. Se lo había jurado a Sarah.
             Erika quería pegarse un poco más a él. Darko se apartó de ella.
-¿Te molesta que te vean conmigo?-inquirió Erika-Los dos somos iguales.
             Le estaba tuteando.
             Darko movió la cabeza. No se parecía en nada a Erika. Él había tenido una infancia muy dura. Y Erika, posiblemente, había tenido que trabajar siendo niña en el campo. Quizás, se dijo así mismo, no eran tan diferentes como pensaban.
-Insisto-le ordenó a Erika-Vete, por favor. No quiero que Sarah se entere de que he estado contigo.
-No estamos haciendo nada malo-se rió Erika.
             La joven tenía una risa parecida a la de una hiena.
            Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Darko. Erika podía meterle en un buen lío con Sarah. Debía de tener cuidado con ella.
             Erika le estampó un beso en la boca. Se puso de pie y abandonó risueña la taberna. Darko la fulminó con la mirada, pero ella fingió ignorarle.

              Sarah y Darko habían acordado en verse en un lugar bien distinto: en la falda de la montaña de la isla, que también se llamaba Holyhead. Cuando Darko llegó, Sarah lo estaba esperando sentada en la falda de la montaña. Darko tomó asiento a su lado.
-Te noto preocupado-observó Sarah.
-He estado pensando en la boda-mintió Darko-En la boda de tu hermana, quiero decir. Significaría que nosotros también nos casaríamos.
-Aún falta algo de tiempo. Unos meses...Madre tiene que hablar con padre. Tú podrías ir a pedir mi mano cuando nosotros volvamos de la isla de Church. La familia del conde vive allí. Mary se irá a vivir allí con ellos. Pero queremos ir a verla y pasar unos días con ella cuando esté instalada.
            Darko pensó que la vida de Sarah había sido demasiado fácil en comparación con la vida de Erika.
-Tu padre no aprobará nuestra boda-se lamentó.
-Madre hablará con él, como te he dicho-le recordó Sarah-Y conseguirá que dé su visto bueno.
              Darko arrancó una brizna de hierba sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Él y Sarah estaban solos al pie de aquella montaña. La joven cogió la mano de Darko y le besó la palma. El hombre se inclinó sobre ella y la besó en la frente. Le asustaba estar cerca de ella.
-Podría no pasar eso-dijo con apenas un susurro-Podría decir que no.
              Darko llenó de besos el rostro de Sarah. Aquel rostro tan perfecto y tan hermoso...Tan casi aristocráticos...Sintió a la joven más lejos de él que la más lejana de las estrellas. Se apartó de ella. Sarah aún podía sentir los labios de Darko posados sobre sus mejillas. Los ojos brillantes de la joven se llenaron de miedo. ¿Por qué iba a oponerse su padre? Pero Darko quería ser el realista de aquella relación.
-Me escaparé contigo-le prometió Sarah-Huiremos a cualquier parte. Tú y yo...
            Se pusieron de pie y empezaron a caminar.



             Darko comparó mentalmente a Sarah y a Erika. Para ser sincero consigo mismo, tenía más en común con Erika que con Sarah. Se odió así mismo por tener aquella clase de pensamientos con la doncella de la mujer que amaba.
-Lo último que quiero es hacerte daño-le confesó a Sarah-Y tengo la sospecha de que acabaré haciéndote daño. Siempre ha sido así. He sido un egoísta por pensar sólo en mí. Nunca he pensado en ti a la hora de tomar una decisión. Mi amor puede ser perjudicial para ti, cariño. Y...
            Sarah le hizo callar.
-Perjudicial sería no verte más-le aseguró-Dañino sería estar lejos de ti.
            Sarah sonrió con dulzura. Darko era un hombre bueno y noble. Pensaba mucho en ella. Su padre acabaría rendido ante él. Lo presentía.
-Disfrutemos de esta montaña-le pidió Sarah.
              Se fundieron en un beso cargado de ternura.

1 comentario:

  1. Ainsss las dudas, que crueles son a veces, pero el corazón no atiende a razones. Un besazo.

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