miércoles, 7 de marzo de 2012

HISTORIA DE DOS HERMANAS 8

Sarah contaba los días que faltaban para viajar a Dublín.
¿Por qué el tiempo pasaba cada vez más despacio?
El sueño de su vida era casarse por amor, pero su familia parecía haberse compinchado para obligarla a casarse con Luke Kirkcaldy. ¡Eso era lo último que quería! ¿Qué puedo hacer?, se preguntó Sarah. Se paseaba de un lado a otro de la habitación.
Se detuvo. Se dejó caer en la cama.
En cuanto lleguemos a Dublín, todo cambiará, pensó Sarah. No estaría tan controlada por sus padres. Y, con un poquito de suerte, Brigitte encontraría un buen partido y se casaría. Entonces, con el ajetreo de los preparativos de la boda, Sarah gozaría de mayor libertad.
Se rió con nerviosismo.
Sabes que eso no va a pasar, pensó.
A veces, los vecinos creían que ella era mayor que Brigitte. Su hermana apenas le llegaba al hombro.
Sin embargo, Brigitte era mucho más madura que Sarah. A veces, su hermana creía que sentía celos de ella. Como la vez que fue a contarle a sus padres que la había visto besándose con un caballero con fama de libertino durante el descanso de una obra de teatro. Sarah se enfadó con Brigitte. Dejó de hablarle durante varios días. La llamó "solterona amargada". Una punzada de miedo se apoderó de Sarah. Ella también podía seguir los pasos de Brigitte.
Sarah no se ajustaba a los cánones de belleza de la época. Pero había logrado convertirse en todo un éxito. Era todo lo carismática que no era Brigitte. Deslumbraba allá por donde pasaba. Algo que no ocurría con Brigitte. Sarah era todo lo que Brigitte no podía o no quería ser.
Sarah se frotó las sienes.
Sus pensamientos la llevaron hasta Luke Kirkcaldy. Él estaba interesado en ella. Pero sólo veía en ella un envoltorio hermoso. No quería ver su personalidad.
Lo cual la llevaba a otra cuestión que no quería tratar. Era su segunda temporada y era posible que aparecieran otras damas. La eclipsarían. Nadie querría proponerle matrimonio. Y menos después de haber rechazado ofertas. ¡Cinco ofertas de matrimonio había rechazado! Y era de caballeros aristocráticos y prósperos terratenientes. Sus padres estaban enfadados con ella. Decían que seguía los pasos de Brigitte. Quedarse soltera.
Yo sólo quiero casarme por amor, pensó Sarah. ¿Y si nunca me caso porque estoy aferrada a una fantasía absurda? El amor no es absurdo.
Unos golpes en la puerta sacaron a Sarah de su ensimismamiento.
-Adelante-invitó.
La puerta se abrió y entró una criada.
Le comunicó que la cena se estaba sirviendo en el comedor. De buena gana, Sarah no habría bajado. No quería acabar discutiendo con sus padres o con Brigitte.
Sin ánimos de empezar una discusión, decidió que lo mejor que podía hacer era bajar a cenar.
Salió de la habitación. Cerró la puerta.
Había oído a los vecinos hablar de ella en alguna que otra ocasión.
Decían que leía demasiadas novelas románticas. Y que la lectura de aquella "bazofia", como la llamaban, le había secado el cerebro. Y quizás estaban en lo cierto. Porque Sarah vivía esperando un amor parecido al que se relataba en aquellas novelas. Un caballero de brillante armadura aparecería. Y la reclamaría como suya. Pero los caballeros de brillante armadura no existían en el mundo real.
Y había demasiados sinvergüenzas en el mundo disfrazados de Príncipe Azul.
Sarah suspiró antes de descender por la escalera.

1 comentario:

  1. Casarse sin amor es lo peor que puede suceder a la pobre sarah.
    Queriendo saber que sucedera ahora
    Besos

    ResponderEliminar