martes, 15 de diciembre de 2015

UN CORAZÓN SE APAGA

Hola a todos.
Aquí os traigo otro relato. No es un relato muy alegre y tampoco es muy romántico.
Sin embargo, me he animado a compartirlo con vosotros.
Deseo de corazón que sea de vuestro agrado.

UN CORAZÓN SE APAGA

CIUDAD DE WESTMINSTER, 1996

                                Los recuerdos acudían sin cesar a la dolorida mente de Paula. Escuchaba a los médicos hablar del accidente que había sufrido. Paula yacía en una cama, sin poder moverse. 
                               Los médicos decían que estaba en coma y que, de despertar, le quedarían muchas secuelas. Pero Paula podía escuchar y lo último que recordaba era oír la risa de sus tres hijos en el interior del coche en el que viajaban con su marido, Charlie. 
                             Cuando era pequeña, Paula descubrió que su vida había sido una mentira. Sus padres la habían adoptado. Más tarde, siendo una adolescente, descubrió que tenía una hermana melliza. Agnes...
                            En la época en la que se conocieron, eran dos adolescentes. Se hicieron amigas sin imaginar el lazo de sangre que las unía. Agnes también era adoptada. En su caso, había escuchado una conversación entre su madre adoptiva y una vecina. 
                         Paula no se atrevía a dar el paso de buscar a su madre biológica. 
                         Agnes vivía obsesionada con aquel tema. 
                         En el caso de Agnes, veía que Paula se parecía mucho a ella. Incluso, tenían un lunar muy curioso en el brazo. 
                         Llegó a la conclusión de que Paula era su hermana. 
                         Se lo comentó una tarde. 
                        Estaban dando cuenta cada una de un refresco en un concurrido bar de Bond Street. Paula pensó que Agnes se había vuelto loca. 
-Estoy hablando en serio-insistió la chica-Piénsalo. Son demasiadas coincidencias. ¿No te parece? 
-Nacimos en el mismo hospital-contestó Agnes. 
-El mismo día...Y a la misma hora...
-En los hospitales, nacen miles de niños el mismo día y a la misma hora. 
-Paula, creo que tú y yo somos hermanas. 
                          La aludida guardó silencio. No dejaba de pensar en lo que le acababa de decir Agnes. ¿Y si era cierto? ¿Y si eran hermanas? 
                         Durante el tiempo que duró la búsqueda, Paula pudo conocer mejor la vida de Agnes. 
                        Ésta le presentó a su novio. A Charlie...Llevaban saliendo poco tiempo. Pero Agnes estaba locamente enamorada de él. 
                        Nunca lo supo. Pero Charlie y Paula se enamoraron nada más verse. Se vieron en un bar situado en los alrededores de Picadilly. Paula pensó que Charlie se parecía mucho a Billy Idol, su cantante favorito. Incluso, llevaba el pelo igual que él. 
                       Charlie conocía toda la historia. Agnes se la había contado. Los dos se conocían desde que eran muy pequeños. Habían sido amigos desde siempre. El paso siguiente era hacerse novios. Y, luego, casarse. 
                        Charlie quería muchísimo a Agnes. Pero el amor que sentía por ella era el mismo que sentía por sus hermanos. No sabía cómo explicárselo a su novia. 
                         Charlie había sido el primer chico que había besado a Agnes en los labios. En un arrebato de locura, hizo mucho más que besarla en el sofá de la casa de sus padres. 
                         Durante el tiempo que duraron las investigaciones, Agnes comenzó a sentirse mal. Se desmayó mientras Paula discutía con la recepcionista del hospital donde ambas habían nacido. La mujer se negaba a que viera los archivos del día en el que las dos chicas nacieron. Agnes creía que estaba embarazada. 
                         El pensar en ello aumentaba en la chica su deseo de encontrar lo antes posible a su madre biológica. Un deseo que acabó contagiando a Paula. Tenían muchas preguntas que hacerle. Paula le dijo a Agnes que la apoyaría. Sin embargo...El bebé que podía estar esperando Agnes era de Charlie. Y no debía de sentir envidia. O dolor...Charlie era el novio de Agnes. Pertenecía a ella. A pesar de cómo la miraba. Me alegro por ellos, pensaba Paula, queriendo convencerse a sí misma de que era cierto. 
                       Habían hecho el amor en otras ocasiones. 
                      Charlie había besado a Agnes en el cuello intentando no pensar en Paula. Había acariciado su piel con las manos. Pero siempre imaginaba que estaba besando a Paula. 
                        Además del desmayo, Agnes llevaba varias semanas quejándose de lo mucho que le dolía el pecho. Para su sorpresa, un análisis al que se sometió en el Centro de Planificación Familiar la dejó desolada. No estaba esperando un hijo de Charlie. La médica que atendió a Agnes le dijo que era demasiado joven como para casarse. Su mal tenía otro origen. Y no tenía nada que ver con los bebés. 
                      Paula sintió cómo su corazón se desgarraba. Poco pudo disfrutar de Agnes. En su corazón, sabía que era su hermana. No necesitaron pruebas que se lo confirmaran. 
                      Agnes ingresó en el hospital del que nunca más volvió a salir. Charlie y Paula no se separaron de su lado en ningún momento. Toda la familia adoptiva de Agnes estuvo allí hasta el último momento. 
                       Sufriendo. Llorando a escondidas. 
                       Una soleada mediodía, Agnes acabó falleciendo. Paula creyó que moriría de dolor en aquel mismo instante. 
                       Charlie besó con arrebato los labios de Agnes después de exhalar ésta su último suspiro. Paula se abrazó al cuerpo de su hermana. El corazón de la chica había dejado de latir para siempre. 



                         La muerte de Agnes dejó a Paula y a Charlie devastados. Paula sentía que había perdido a la persona más importante de su vida. No había podido pasar mucho tiempo sin verla. Había perdido a su hermana sin tener del todo la certeza de que era su hermana. Su corazón le decía que ambas se habían gestado en el mismo vientre. Paula no se atrevió a pisar el cementerio. No quería visitar la tumba de su hermana. Agnes se había ido para siempre. No volvería a verla. No volvería a estar con ella. Y, además, estaba Charles. Charlie...
                       Lo abrazó durante el velatorio de Agnes.
                       Habían decidido que lo mejor para los dos era no volver a verse. No le habían engañado a Agnes en vida. Sin embargo, existía algo entre ellos.
                       Paula no sabía cómo definirlo. Era una fuerza extraña. La atraía hacia Charlie.
                      Sabía dónde vivía. Sabía su número de teléfono.
                       Podía llamarle. Podía ir a verle.
                      Y fue Charlie el que dio el primer paso. Estudiaban en institutos distintos. Sin embargo, una mediodía, Paula salía del instituto.
                      Vio a un joven subido en una moto. Era Charlie. Paula nunca antes le había visto con aquella moto. Él le explicó que era suya. Sin embargo, había dejado de ir en moto a todas partes. A Agnes no le gustaba.
                       Se ofreció a llevar a Paula a casa en moto. Ella aceptó.
                      Pensó que Charlie sólo quería ser amable con ella. Después de todo, de algún modo, era la hermana melliza de Agnes.
-Yo también la echo de menos-le confesó mientras arrancaba-La quiero muchísimo.
                     Charlie empezó a llamarla por teléfono. La llamaba todas las tardes.
                     Se pasaban una hora entera hablando de cualquier tema. Él iba a buscarla a la salida del instituto. Y, un día, la invitó a tomar un refresco. Paula aceptó sin pensar. En aquel momento, pensaba que Charlie y ella sólo eran buenos amigos. La muerte de Agnes estaba aún muy reciente. Solían ir a tomar algo. O iban al cine. Las amigas de Paula decían que Charlie y ella eran novios. La chica, naturalmente, lo negaba.
                      Un día, estando en un parque, Charlie le cogió la mano.
                      Paula se envaró.
-¿Te molesta que lo haga?-le preguntó Charlie.
                       Ella no supo qué responder. Tenía la sensación de que era incapaz de detener lo que sentía por Charlie. De noche, era incapaz de conciliar el sueño. Estaba convencida de que acabaría soñando con Agnes.
                      Intuía que estaba furiosa con ella. Charlie seguía siendo su novio.
                     Los padres adoptivos de Agnes no se habían puesto en contacto con Paula. No habían vuelto a verse desde el entierro. Paula no sabía si ir a verles.
                      Tenía la mente hecha un lío. Sólo sabía que estaba enamorada de Charlie. Pensaba que era el chico con el que quería estar el resto de su vida. Intuía que a él le pasaba lo mismo. Y no tardó en descubrirlo.
                    Era un sábado por la noche. Habían ido al cine a ver una película. Se llamaba Juegos de Guerra. 
-¡Ningún ordenador puede provocar una guerra!-afirmó Charlie en voz alta.
-Baja la voz-le siseó Paula.
-Lo siento.
                       Charlie no prestó atención a la película en ningún momento. Sólo tenía ojos para Paula. Pensaba en lo guapa que estaba aquella noche. La chica se envaró. La mano con la que estaba comiendo palomitas no dejaba de temblar.
                      Trató de pensar en Agnes. Lo último que quería era traicionar su memoria. Sin embargo, estaba con Charlie.
                       Y él...
                       Acabó besándola por primera vez en los labios.



                        La siguiente vez que se vieron fue en una pista de patinaje.
                        Era la primera vez que Paula patinaba.
-¡Me voy a caer!-gritaba mientras intentaba mantener el equilibrio.
                         Quería ir sola. Era más que evidente que Charlie tampoco había patinado antes. En un momento dado, los dos cayeron sobre la fría pista de hielo a la vez.
                          Charlie aprovechó aquel momento para darle a Paula un largo beso. Un beso lleno de amor...
                         A partir de aquel momento, se hicieron novios. Ya era algo oficial. Paula quería olvidar el remordimiento.
                         En su cabeza, Charlie seguía siendo el novio de Agnes. Pero él le había dicho que estaba enamorado de ella. Le gustaba hablar con ella. Le gustaba estar con ella. Era amor lo que sentía por Paula.
                        O eso pensaron los dos. La relación duró dos años. Paula era una joven chapada a la antigua. No quería entregarse a Charlie hasta no haberse casado con él. El joven respetó su decisión. Amaba con todas sus fuerzas a Paula. Hicieron muchos planes de futuro. Querían tener muchos hijos. Paula llegó a la conclusión de que Agnes la perdonaba. Y que se alegraba por ella.
                        La noche de bodas, Paula le devolvió a Charlie todos los besos que él le dio. Disfrutó al sentir sobre su piel las caricias que él le brindó.
                         Paula soñaba con ir a la Universidad. Era el sueño de Agnes. Habían hablado alguna que otra vez de estudiar Medicina. Pero no pudo ser.
                        La oscuridad se abatía sobre ella. Los médicos hablaron de los tres niños que viajaban con ella en el coche y que habían muerto en el acto.
-Pobre mujer...
-Lo malo será cuando despierte. Su familia...
-El marido acaba de fallecer.
                        Charlie estudió arquitectura. Su padre era un conocido arquitecto. Al terminar la carrera, comenzó a trabajar en su estudio. Era un joven lleno de ideas.
                         Paula acabó convertida en ama de casa. Los hijos no tardaron en llegar. Primero, nació una niña, Dawn. Después, vino el niño. Alexander...Y, finalmente, llegó otra niña. Emma...
                         Eran un matrimonio feliz. O eso era lo que Paula quería pensar. Ella era feliz cuidando de sus hijos.
                        Aquellos tres ángeles lo eran todo para ella. La hacían reír con sus travesuras.
                       Era cierto que los malcriaba. Pero eso era algo que no podía evitar.
                       Notaba que la pasión había disminuido en su matrimonio. A veces, Charlie volvía a altas horas de la madrugada. Decía que estaba trabajando.
                       Luego, le llegaron a Paula rumores de que Charlie se acostaba con otras mujeres. No ocurría siempre, naturalmente. Pero lo hacía en ocasiones.
                        No hacían el amor tan a menudo como antes. Paula llegó a agradecerlo.
                        Charlie se había convertido en un desconocido para ella. Y él, a su vez, había dejado de creer que Paula era la mujer de sus sueños. Se acabaron distanciando.
                        Paula llegaba a envararse cuando Charlie la besaba en el cuello. O cuando acariciaba su piel con las manos.
                         Cuando quisieron darse cuenta, empezaron a discutir. Y los niños estaban presentes en aquellas discusiones.
                         Recordaba que estaban discutiendo en el interior del coche. Volvían de visitar a los padres adoptivos de Paula.
                        Charlie perdió el control del volante. Paula recordaba haber chocado contra algo. No recordaba nada más.
                        No valía la pena despertar. No tenía nada por lo que vivir.
                        Escuchó jaleo a su alrededor. Alguien estaba gritando que se iba.
                        Pero Paula sentía cómo su alma se separaba de su cuerpo. Había un inmenso túnel ante ella. Una intensa luz blanca lo cubría todo.
-Paula...-la llamó alguien.
-¿Agnes?-se sorprendió la aludida.
-Te estaba esperando.
                     Paula escuchó la risa de sus hijos. Quería ir adonde estaban ellos. Poder ver de nuevo a Agnes.
                     Empezó a caminar en dirección hacia aquel túnel. Su familia estaba allí. La estaba esperando. Debía de ir adonde estaban ellos. Llamó a sus hijos por sus nombres. Dawn...Alex...Emma...
-¡Estamos con la tía Agnes!-oyó gritar a Dawn-Es muy guapa.
-Sí que lo es-sonrió Paula con alegría.
                       Su corazón dejó de latir en aquel momento. Paula se había ido para siempre.

FIN

7 comentarios:

  1. Lo siento tanto, tanto, tantísimo, Laura... Como si hubieras sabido de antemano que te irías...

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  2. Que duro tú relato cariño, lo mismo que tu perdida, era una premonición de lo que te ha sucedido.
    Desde donde estes tienes todo mi cariño, Eras un Ángel y los Ángeles solo pasan de pasada por la vida para dejarnos con su recuerdo cosas bellas.
    Mi mas sentido pésame a toda tú familia en estos duros momentos, que por desgracia se como son tienen todo mi apoyo y un abrazo enorme. Solo decirles que aunque tú cuerpo no ya no les pertenezcas, tú alma estara siempre con ellos ayudandolos y protegiendolos.
    Hasta siempre mi bombón, hasta que nos volvamos a encontrar un súper besote.

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  3. Mi más sentido pésame a sus familiares. Que sepan k somos muchos l@s que la queríamos (y aún keremos), y k jamás nos olvidaremos de ella.

    Fue una gran persona, una excelente escritora y una maravillosa socia del Club de escritoras.

    Bs!

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  4. Mi más sentido pésame a sus familiares. Que sepan k somos muchos l@s que la queríamos (y aún keremos), y k jamás nos olvidaremos de ella.

    Fue una gran persona, una excelente escritora y una maravillosa socia del Club de escritoras.

    Bs!

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