jueves, 9 de enero de 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Segundas oportunidades, conoceremos más a fondo a la mujer de negro de la isla de Sanda.
Una mujer con un pasado muy triste...
También, como no, veremos cómo sigue evolucionando la relación entre Jonathan y Margaret. Y cómo Mary recibe una visita especial.

                         Jonathan no había podido conciliar el sueño durante la noche, pensando en Margaret y en Abby.
                         Su matrimonio había sido feliz.
                         Quizás, Jonathan había echado en falta algo más de pasión.
                         Una vez a la semana, él y Abby tenían relaciones. Intentaba apartar aquellos recuerdos de su mente porque mancillaban lo que él consideraba que había sido un matrimonio idílico. Pero le asaltaba la visión de estar encima de Abby y su esposa no reaccionaba cuando él la besaba.
                        Por lo demás, la relación entre ambos había sido perfecta. Jonathan no recordaba el haber discutido en ninguna ocasión con Abby. La vida había sido plácida y tranquila a su lado. Una felicidad que se truncó cuando Abby intentó salvarle la vida a aquel perro que se detuvo en mitad de la calle. Y el carruaje les pasó por encima, matándolos a ambos casi en el acto. Jonathan trató de apartar aquel recuerdo de su mente. Quería recordar a Abby como la joven hermosa y llena de vida de la que se había enamorado.
                         A la mañana siguiente, una vez que se hubo lavado, vestido y peinado, salió al pasillo. La primera persona a la que vio fue a Margaret. Estaba frente a la puerta de su habitación y Jonathan pensó en que el vestido de color azul oscuro que llevaba puesto resaltaba su cuerpo.
-Lo he estado pensando mucho-dijo Margaret con cierto titubeo-Y he tomado una decisión.
-¿Qué ha pensado?-inquirió Jonathan.
                       La última vez que se puso nervioso fue cuando se le declaró a Abby en las ruinas romanas de Chedworth.
-Señor Lennon, nunca he sido cortejada por ningún hombre y me siento muy halagada al saber que he logrado captar su atención-contestó Margaret-No le voy a negar que usted tampoco me es indiferente.
-Se agradece el cumplido-sonrió Jonathan.
-He decidido que quiero que me corteje. Quiero que me galantee como las jovencitas son galanteadas por sus pretendientes. Y...
                        Jonathan la interrumpió besándola de lleno en la boca.
-Así lo haré-le prometió el joven con voz ronca.
                          Margaret le cogió la mano y se la besó con fervor.



-Gracias...-dijo la joven.
                        Sus ojos estaban llenos de lágrimas de alegría.

                         Mary llevaba algunos días sin querer salir a la calle.
                         Sabía que podía toparse con aquel extraño joven en cualquier momento.
                         Veintiocho años antes, Mary tenía veintitrés años. Iba camino de convertirse en una solterona. Sus padres le decían que era su deber como hermana mayor el casarse la primera porque, si no lo hacía, sus hermanas jamás se casarían. Apenas un año después, Mary estaba ingiriendo ruda en plena madrugada. Y soportando en la oscuridad de su habitación unos terribles dolores mientras abortaba el niño que llevaba en sus entrañas. Pudo haber esperado un par de meses más, pero no pudo.
                         Se estaba volviendo loca.
                         Su vida quedó por completo destrozada la noche en que lord Richard Templeton la violó. Todavía sufría pesadillas recordando aquella espantosa noche. Mary estaba al tanto de la fama que tenía el duque de Caine cuando éste se encaprichó de ella. Era un hombre casado con una conocida de su familia. Y, además, su hermana ilegítima, Eliza, era una de las mejores amigas de Mary. La mujer recordaba cómo intentó evitarle. Pero aquel hombre no dejaba de acosarla, si bien intentó no tener miedo.
                         Hasta aquella espantosa noche en que le destrozó la vida. Mary cerró los ojos. Lord Caine no sólo la había violado. Había dejado su semilla en su interior.
                          Aún sentía los dolores que le causó la ruda que ingirió aquella calurosa madrugada.
                         Recordaba la visión de aquel feto ensangrentado tirado en el suelo.
                          Estuvo sola durante el tiempo que pasó con dolores. Fue la peor noche de su vida.
                          Se paseó por toda la habitación.
                          Mary llegó a pensar que acabaría muriendo.
                          No fue capaz de cumplir la promesa que le hizo Eliza.
                          Nunca le contó que fue su hermano el hombre que la había violado. No fue capaz de decírselo. Además, Eliza no se lo habría creído.
                            Lo peor de todo no fueron los dolores que Mary experimentó. Lo peor...
                           Tragó saliva. Le costaba mucho trabajo olvidar todo lo ocurrido durante aquella aciaga noche. Pero los recuerdos volvían sin control a su cabeza desde que vio a Jonathan Lennon. El vivo retrato de lord Caine...
                               Lo peor fue cuando, con las pocas fuerzas que le quedaban, se despojó de sus calzones y vio la sangre. En aquel momento, Mary sintió el deseo de gritar, pero no lo hizo. Después, no recordaba nada porque se desmayó. Cuando se despertó, tras pasar varios días debatiéndose entre la vida y la muerte, el primer rostro que vio fue el de Eliza.
-Perdóname-le susurró.
-Descansa, Mary-le exhortó Eliza.
-Ya no está.
                                Después de eso, Mary se volvió a quedar dormida. Cuando se recuperó, abandonó Lennon Cottage.
                                   Nunca más volvió a tener contacto con Eliza. Dio por sentado que su amiga no le perdonaba el haber abortado al niño que pensaba entregarle en adopción. Durante veintisiete años, la única imagen que conservaba Mary de su hijo era la de una masa sonrosada cubierta de sangre. Hasta que tropezó con Jonathan Lennon.



                              Unos golpes en la puerta sacaron a Mary de su estado de aturdimiento. La mujer fue a abrir. Para su sorpresa, quien estaba detrás de la puerta era Jonathan.
                                Deseó poder cerrarle la puerta, pero no lo hizo.
-Venía a devolverle su cántaro-le dijo el joven.
                                Era cierto. Sujetaba el cántaro entre sus manos.
-Se me olvidó-dijo Mary.
-No soy ningún monstruo-le sonrió Jonathan-No sé porqué salió corriendo.
                               El corazón de Mary se detuvo. Jonathan tenía la sonrisa franca de su hermana Sarah, la segunda de las tres hermanas que eran.
-Pase-le invitó.
                               Le hizo pasar dentro de la casita de madera donde vivía.
-Es usted muy amable-dijo Mary-¿Puedo preguntarle de dónde es?
-Soy natural de Chedworth-contestó Jonathan.
-Tiene un acento muy inglés.
-Usted tampoco tiene acento escocés.
                               Mary esbozó una tímida sonrisa.
-¿Es familia de los Hollins?-quiso saber-Oí decir que se estaba hospedando con ellos.
-Edwin Hollins es primo de mi padre-contestó Adam-Su madre y mi abuelo paterno eran hermanos.
-No lo sabía. Yo conocía a un matrimonio que se apellidaba Lennon. Y, casualmente, eran de Chedworth. A lo mejor, usted los conoce. El hombre se llamaba Adam. Y la mujer se llamaba Eliza.
-Son mis padres. Adam y Eliza Lennon...
-Entiendo.
                                El corazón de Mary empezó a latir a gran velocidad. Hacía años que no rezaba porque había perdido por completo la fe. Sentía que nadie podía ayudarla. Pero, de pronto, tuvo la sensación de que alguien había estado con su hijo mientras ella intentaba deshacerse de él. Un nudo se formó en su garganta. Miró a Jonathan y una ola de ternura desconocida la inundó. Le acarició el rostro con la mano.
-Puede venir a verme siempre que quiera-le invitó-Mi casa estará siempre abierta para usted.
-No sé cómo se llama.
-Me llamo Mary.
                              Mary, pensó Jonathan. Mi verdadera madre se llama también Mary.
                              Se marchó. Mary se dejó caer sobre una silla y rompió a llorar. Hacía mucho que no lloraba, pero sus lágrimas eran esta vez de alegría. ¡Gracias, Dios mío, gracias!, pensó. Ya no le cabía la menor duda. Jonathan Lennon era su hijo.
                            Y, por algún motivo, había llegado hasta ella.
                             ¿Sabría la verdad?, se preguntó Mary. Se paseó nerviosa por toda la casita de madera. ¿Cómo pudo Eliza ocultarle lo ocurrido durante tanto tiempo?
                              Hemos de hablar, decidió Mary. Aún no...Pero he de ir a verla a Chedworth y contarle lo que sé. ¡Pero he encontrado a mi hijo!

3 comentarios:

  1. Uy y ahora que hará Mary ? Esta re interesante espero ver que pasa entre Jonathan y su madre. Te mando un beso y te deseo un genial gin de semana

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    1. La relación entre Mary y Jonathan ha de ir fluyendo poco a poco. Tienen que sentarse y hablar largo y tendido.
      Un fuerte abrazo, Citu.
      Y deseo que pases un feliz fin de semana.

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  2. ……….!Oh No! El destino está jugando una mala pasada a Jonathan y Margaret. Pero como así? Tan emocionados que están ambos.
    Saludes

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