miércoles, 8 de enero de 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Segundas oportunidades, Edith hará las veces de consejera del amor entre Jonathan y Margaret. Además, seremos testigos de un nuevo encuentro entre estos dos tortolitos.
¡Vamos a ver qué pasa!

-Tenemos que hablar-le susurró Edith a Jonathan-A solas, si puede ser.
                  Toda la familia estaba reunida en el salón. Tía Phoebe había cogido un libro para leer en voz alta a su familia. Jonathan se fijó en que Edith parecía estar seria. La mirada de Margaret, por su parte, estaba ausente.
-¿De qué quieres que hablemos?-inquirió Jonathan.
-Es sobre mi prima Meg y sobre ti-contestó Edith-Sobre lo que vi el otro día.
-No creo que sea algo en lo que debieras meterte. Y perdona que te lo diga. Pero sólo nos concierte a tu prima y a mí.
-Os quiero mucho a los dos. Y me duele que seáis tan cabezotas. Es obvio que hay algo especial entre vosotros. Me gustaría ayudaros.
-No sabes nada de lo que hay entre tu prima y yo. Casi no has tenido tiempo de vivir.
                  Jonathan posó la vista en Margaret. La joven sentía los ojos de Jonathan fijos en ella. Se puso rígida. Llevaba dos días intentando evitarle a toda costa. Casi no le miraba. Aún podía sentir sus labios sobre los labios de ella.
                    A Jonathan le pasaba lo mismo. Hablaba lo menos posible con Margaret. Intentaba borrar de su mente lo ocurrido entre ellos. Tenía la sensación de que había traicionado a Abby. Sentía auténtico asco de sí mismo. ¿Cómo podía explicárselo a Edith?
                  Tía Phoebe leyó:

                  Aun antes de que la señorita Taylor cesara en sus funciones nominales de institutriz, la blandura de su carácter raras veces le permitía imponer una prohibición; y entonces, hacía y a tiempo que había desaparecido la sombra de su autoridad, habían seguido viviendo juntas como amigas, muy unidas la una a la otra, y Emma haciendo siempre lo que quería; teniendo en gran estima el criterio de la señorita Taylor, pero rigiéndose fundamentalmente por el suyo propio.

-Mamá, dispensa que te interrumpa-dijo Edith-Pero acabo de acordarme de que Eve quiere enseñarme unas cintas que ha comprado. 
-¿Te vas ahora?-inquirió tía Phoebe. 
-Vendré para la hora de cenar. Jonathan me acompañará al embarcadero. 
                  De aquel modo, lograron escaquearse. Se alejaron de casa lo suficiente. Entonces, Edith pudo hablar con total confianza. 
-Sientes algo por Meg-afirmó de manera rotunda-Lo que te pasa es que te da miedo admitirlo. Primo Jonathan, tienes derecho a rehacer tu vida. A volver a enamorarte. 



                    Jonathan se quedó de piedra al escuchar hablar a Edith. La muchacha aún no había cumplido dieciocho años. Pero parecía tener las ideas muy claras con respecto a lo que estaba pasando entre sus dos primos.
-Empiezas a hablar igual que mis padres-observó Jonathan.
                   Edith siguió hablando. En su opinión, Jonathan debía dejar de tener miedo y confesarle a Margaret que estaba enamorado de ella.
-¿Y a ti quién te ha dicho que yo estoy enamorado de tu prima?-le espetó a Edith.
-No soy ciega-contestó la chica-Lo veo con mis propios ojos.
-Entonces, estás equivocada. Casi no conozco a tu prima.
                   Edith se echó a reír. Le dijo que creía que existía el amor a primera vista. En su opinión, creía que había surgido el amor a primera vista entre Margaret y Jonathan. El joven arqueó las cejas al oírla.
-No puedo amar a tu prima-insistió-Casi no la conozco. Y, además, está Abby. En mi corazón, sigo casado con ella. No puedo traicionarla.
                  Edith se colgó del brazo de Jonathan mientras caminaban. Notó el calor que desprendía el esbelto cuerpo del joven. Vio la gran tristeza que había reflejada en sus ojos de color turquesa. Sintió que podía apoyarse en él. Pero, al mismo tiempo, deseaba también ser un apoyo para Jonathan. Una ola de calor recorrió el cuerpo de Edith.
-Lo único que quiero es que seas feliz y pienso que sólo serás feliz al lado de una mujer como Meg-le aseguró-Es muy parecida a Abby. Pero también es seria y reflexiva, como lo eres tú. Os complementáis a la perfección.
-Es demasiado pronto-murmuró Jonathan.
                  Se fijó más detenidamente en Edith. A sus ojos, siempre había sido una niña, pero se había convertido en una mujer adulta. Madura...Llevaba puesto un vestido de color amarillo. Cubría su pelo un sombrero del mismo color. Las mejillas de Edith estaban sonrosadas. Sus facciones eran adorables. Y sus ojos de color azul cielo eran bonitos y reflejaban algo que no pudo identificar. Seguridad en sí misma...
-Habla con Meg-le pidió Edith-Por lo menos, intentad llevaros bien.
-Nos llevamos bien-replicó Jonathan-Fue lo que pasó. No estoy en mi casa. No quiero que mis tíos me odien por propasarme con su sobrina. Cada vez que cierro los ojos, recuerdo lo que pasó. Y me siento mal conmigo mismo.
-No deberías de sentirte mal sólo porque hayas besado a Meg.
-Me siento mal porque tengo la sensación de haberle hecho daño a tu prima. Y a Abby...
                      Sólo había besado a dos mujeres a lo largo de su vida. Y, desde luego, los besos tiernos que compartía con Abby eran una cosa. Pero...Los besos que había compartido con Margaret habían estado cargados de pasión. De fuego...Tenía que admitir que sentía un fuerte deseo por Margaret.
-Nunca le harías daño a Meg si de verdad la amas-sentenció Edith.
                     Jonathan pensó que no debía de sentir sólo deseo físico por Margaret. Podía satisfacer su deseo con ella. Pero el daño estaría hecho. El deseo era algo efímero que se esfumaba si no existía algo más profundo.
                      Admiró a Edith por haber sido tan clara y tan sincera con él.
                      Le dio un beso en la mejilla.
-Gracias...-dijo.

                        Margaret se retiró temprano después de cenar. No podía soportar el sentir la mirada de Jonathan fija sobre ella.
-La acompaño-se ofreció el joven-Yo también tengo sueño.
                    Margaret se puso tensa. Salieron los dos del comedor.
                    Era la primera vez en dos días que Jonathan y ella se quedaban a solas.
-Necesito hablar con usted-dijo el joven.
-No hay nada de qué hablar-replicó Margaret, casi a la defensiva-Estuvo mal lo que pasó.
                   Empezaron a subir por la escalera. Margaret se aferró a la barandilla con fuerza.
-No puedo disculparme por lo que pasó porque no me arrepiento-se sinceró Jonathan.
                   La sangre se agolpó en las mejillas de Margaret. En Manchester, la joven rara vez se ruborizaba. Incluso, odiaba ruborizarse. Sin embargo, en los últimos días, acababa con las mejillas encendidas. Y la culpa era de Jonathan Lennon por haber aparecido en su vida.
                    Llevaba dos noches sin poder conciliar el sueño.
                    Evocaba una y otra vez aquel momento.
-No quiero que sienta obligado a nada conmigo-le aseguró-Mi hermana Lucy se vio obligada a casarse por ser sorprendida en una situación parecida a la que nos encontró Edie. Agradezco a mi prima su silencio. Mi hermana es muy desdichada en su matrimonio.
                   Llegaron hasta el final de la escalera. Era la primera vez que Margaret le contaba a alguien la verdadera situación del matrimonio de Lucy.
-Lo único que deseo es conocerla mejor-dijo Jonathan-Quiero que me deje cortejarla.
-¿Cortejarme?-se extrañó Margaret.
                    Jonathan se asombró al escucharse así mismo decir que quería cortejar a Margaret. La joven notó cómo su corazón empezaba a latir de un modo alocado. Pensó que le estaba gastando una broma. ¡No tiene ninguna gracia!, pensó con rabia. Le fulminó con la mirada.
-No se ría de mí-masculló indignada.
                      Jonathan bufó con enfado. Margaret estaba sacando de contexto sus palabras. Deseaba ser sincero con ella. Quería cortejarla de verdad.
                      Se detuvieron ante la puerta de la habitación de la joven. Margaret se resistía a mirarle a los ojos. Jonathan tenía la respiración agitada. Notó cómo el cuerpo de Margaret temblaba con violencia. La joven sentía por Jonathan algo que nunca antes había sentido por ningún hombre. Una atracción tan intensa que la asustaba. Deseó meterse dentro de su habitación para escapar de él.
                    Pero Jonathan la retuvo. Le cogió suavemente el brazo. Aquel acto, tan simple, provocó una corriente que recorrió los cuerpos de ambos.
-No soporto que nadie se ría de mí-afirmó Margaret-Se lo ruego, señor Lennon. No se burle de mí.
-Le aseguro que no me estoy burlando de usted-le aseguró Jonathan-No puedo negar la evidencia, aunque lo intento. Hay algo entre nosotros. Lo que ocurrió el otro día así nos lo demuestra.
-¿Y qué pasa con Abby?
-En toda mi vida he estado tan confundido como lo estoy ahora. Déjeme cortejarla.
                          He de aclarar mis ideas, pensó Jonathan. Cortejaré a Margaret para salir de dudas. ¡Perdóname, Abby!
                          Puede enamorarse de mí, pensó Margaret con estupor.
                          Se oían voces procedentes del salón que parecían estar hablando acerca de la fiesta de cumpleaños de Edith.
-Debería de bajar-sugirió Margaret-No quiero que mis tíos piensen mal de nosotros.
-Así lo haré-aceptó Jonathan.
-Gracias...
                          Colocó su mano sobre la mejilla de Margaret. La miró fijamente a los ojos. Poco a poco, los dos se fueron acercando. Margaret no pensó en nada. Sus ojos se perdieron entre los ojos de color turquesa de Jonathan.



-Margaret...-susurró el joven.
                  No dijo nada más. No pudo seguir hablando. Sus labios se posaron sobre los labios de la joven. Margaret abrió los labios y correspondió a la intensidad con la que Jonathan le estaba besando. Rodeó con sus brazos el cuello del joven. Apretó su esbelto cuerpo contra el cuerpo bien formado masculino. El beso se hizo más hondo y apasionado. Era la clase de beso que conducía a otra cosa.
                   Con reticencia, Jonathan se separó de Margaret.
 -Hasta mañana...-susurró la joven, con voz sofocada.
-Que descanse-contestó él.
                    Se alejó de su lado.
                    Margaret abrió la puerta de su habitación.
                   Sus manos le temblaba. Todo su cuerpo le temblaba con violencia. Tenía la sensación de estar metida dentro de un sueño.
                    Jonathan...
                   Le había dicho que quería cortejarla. A pesar de que entre ellos existía el fantasma de Abby. Puede que exista una oportunidad para nosotros, pensó Margaret maravillada.

8 comentarios:

  1. ¡Wow! Ya casi… ya casi! Que suspenso… cuando lo aceptara. Que emoción. =)
    Saludes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Yessy.
      Todo parece indicar que la relación entre Margaret y Jonathan marcha viento en popa. Pero...
      ¡Y hasta ahí puedo leer!
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Ains! No puedo leerlo, llevo unos días sin visitarte y quiero leerlo en orden. A ver si me pongo al día rápido.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Jessica.
      ¡Que alegría me da verte de nuevo por aquí!
      Tómatelo con calma. Le queda todavía mucho a esta blog novela. Y espero sorprender con ella.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  3. Uy espero que se de la oportunidad de amarse Jhonatan y Margaret son una pareja muy linda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Citu.
      Ya sabes que no todo está dicho del todo. ¿Pueden llegar a amarse Jonathan y Margaret de manera sincera?
      ¡Vamos a descubrirlo!
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  4. Hola... te encontré casualmente y me senté a leerte, es muy fácil y entretenido y la historia realmente bonita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Citu.
      Me alegro muchísimo de que te esté gustando esta historia y que pienses eso de ella. ¡Mil gracias de corazón!
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar