viernes, 10 de enero de 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Segundas oportunidades, veremos a Margaret contarle a Edith nuevas acerca de su relación con Jonathan.
Además, y aunque soy la primera en admitirlo, introduzco una escena tan tópica como típica de las novelas románticas que es todo un clásico. Chica, biblioteca, estantería demasiado alta, escalera y chico que pasa por allí en el momento oportuno.

                             Sentadas en el sofá del salón, Margaret y Edith dieron cuenta cada una de una taza de té bien caliente. Margaret bebió un sorbo y le pareció que estaba muy dulce. La vida puede ser también dulce, pensó con alegría.
-Te veo muy contenta-observó Edith.
                             Margaret sonrió al recordar lo ocurrido el día antes con Jonathan.
-Creo que estoy enamorada-le confesó a su prima.
                             Edith sonrió para sus adentros. Sospechaba quién podía ser el joven que había conquistado el corazón de Margaret.
-Puedo adivinar de quién se trata-apostilló Edith-Y me alegro mucho por los dos.
                             Margaret pensó que lo que estaba pasando entre Jonathan y ella no podía ser real. Le parecía absurdo el haberse enamorado de un hombre al que conocía desde hacía casi dos semanas.
-Quiero pensar que él también está enamorado de mí-admitió la joven.
                             Edith pensó que Margaret se había enamorado de Jonathan porque era un joven muy especial. Le palmeó con cariño la mano a su prima.
-Lo que debéis de hacer es daros tiempo-le aconsejó a Margaret-Jonathan quería muchísimo a Abby y quiere estar seguro de cuáles son sus verdaderos sentimientos hacia ti antes de dar un paso en falso. Me alegro mucho de que estés enamorada de él. Y me alegro también de que te quiera cortejar. Así, os iréis conociendo poco a poco.
-Me dijo que quería cortejarme-contó Margaret. Bebió un sorbo de su taza de té-Me dijo que yo le gustaba. Que sentía algo por mí. Nunca antes me ha pasado nada parecido. ¡Oh, Edie! ¡Tengo mucho miedo! Tengo miedo de que se trate de un sueño. ¡Tengo miedo de despertar y ver que era mentira!
                        Edith pensó que el amor hacía cambiar a las personas. Margaret siempre había tenido las ideas muy claras. De pronto, se enamoraba. Y todo cambiaba. De pronto, su prima empezaba a tener dudas.



-Jonathan es un chico muy serio-le aseguró Edith a su prima-Nunca daría un paso así de no estar muy seguro. Pero tendrá muchas veces dudas sobre si está haciendo lo correcto. O sobre si se está equivocando. Es muy bueno. Nunca te haría daño de manera intencionada.
-Pareces conocerle muy bien-observó Margaret.
                    De pronto, sintió una punzada de celos. Se dijo así misma que era absurdo estar celosa de Edith. Su prima había pasado largas temporadas en Lennon Cottage.
                      ¡Por supuesto que conocía bien a Jonathan! Y también debía de conocer muy bien a Abby.
-¿Cómo era Abby?-quiso saber Margaret.
                        Edith arqueó una ceja al escuchar aquella pregunta. ¿En serio su prima quería saber más cosas acerca de la mujer de Jonathan?
-¿Por qué quieres saberlo?-inquirió la muchacha.
-Tú la conociste-contestó Margaret-¿Cómo era? Físicamente hablando.
-Era la joven más hermosa que jamás he conocido. La recuerdo con su cabello de color rojo. Sus ojos eran de color verde musgo. La recuerdo bien formada. Era tan alta como tú, prima Meg. Su rostro estaba salpicado por algunas pecas, pero sus facciones eran perfectas. Caminaba como tú, muy deprisa. Siempre estaba moviéndose de un lado para otro, como tú. Los labios eran carnosos. Su nariz era respingona. Para mí, era perfecta.



                            Había mucha admiración en la voz de Edith al hablar de Abby. Margaret pensó que estaba actuando como una estúpida. Primero, sentía celos de Edith, ¡de su prima que ni siquiera tenía dieciocho años! Y, luego, sentía celos de una mujer que estaba muerta. Los celos nunca son buenos consejeros, le habría dicho Lucy de haber estado allí.
-¿Y cómo era su carácter?-volvió a preguntar Margaret.
-Era muy inquieta, como tú-respondió Edith-La recuerdo actuando de un modo impulsivo y alocado. Se parecía mucho a ti.
-Entiendo. ¿Cómo murió?
-La atropelló un carruaje. Abby adoraba a los animales. Vio que su perro estaba en mitad de la calle y corrió a quitarlo. El carruaje que pasaba por allí los atropelló a ambos.
                      Edith sólo había estado en un funeral. Cuando murió Abby. Sus padres no la dejaron acercarse a Jonathan para darle el pésame. Le vieron devastado por la muerte de su mujer. No tendría ánimos para aguantar a una niña de catorce años.

                     Era casi la hora de cenar. A petición de tía Phoebe, Jonathan fue a buscar a Edith para avisarle de que la cena estaba lista. Después de buscarla por toda la casa, la encontró en la biblioteca.
                      Edith había ido a la biblioteca a buscar un libro que leería un ratito en su habitación, antes de apagar la luz.
                       Había un libro que había captado su atención. Lo había traído Margaret de Manchester. Tenía muchas ganas de leerlo. Se llamaba Barry Lyndon. Había sido publicado apenas un año antes. Se trataba de un regalo que le había hecho Lucy a Margaret antes de casarse.
                      El libro se encontraba en una de las estanterías más altas.
                      Edith decidió subirse a una escalera para cogerlo.
                      No tardó en darse cuenta de que había cometido un terrible error.
                      Le daban mucho miedo las alturas.
                      Y, encima, la escalera no le permitía alcanzar el libro. Edith pensó que acabaría resbalándose y cayéndose. En aquel momento, Jonathan entró en la biblioteca. Se quedó de piedra al ver a Edith subida en lo alto de la escalera.
-¿Qué estás haciendo ahí?-le preguntó.
                     A Edith no le dio tiempo a contestar. Acabó perdiendo el equilibrio.
                    Jonathan sintió cómo se le paralizaba el corazón al ver a la muchacha tambalearse. Y precipitarse al vacío.
-¡Edith!-gritó.
                        La chica gritó al notar que estaba cayendo. Pensó que acabaría dándose de bruces en el suelo. ¡Dios mío!, pensó aterrada. Pero no fue así.
                        Jonathan se precipitó sobre ella. Y pudo cogerla en brazos.
-Gracias...-murmuró Edith, visiblemente avergonzada.
-No hay de qué-contestó Jonathan.
                          Edith pensó que era una situación extraña. Jonathan acababa de cogerla en brazos porque iba a caerse.
                          Sin embargo, se sentía cómoda en aquella situación. Sintió el deseo de abofetearse así misma. ¿En qué estaba pensando?
                         Jonathan no era el único que lo pensaba. Edith era una joven esbelta. Su cuerpo desprendía calor. Podía percibir el aroma que impregnaba su piel. Meneó la cabeza y pensó que se estaba volviendo loco.
                         Depositó con cuidado a Edith en el suelo. La muchacha casi no se atrevía a mirarle a los ojos.
                         Margaret, pensó Edith de manera casi obsesiva. Piensa en Margaret.
-¿Se puede saber qué estabas haciendo subida en la escalera?-quiso saber Jonathan.
-Quería coger Barry Lyndon-contestó Edith-Prima Meg lo trajo de Manchester. Desearía leerlo esta noche.
-¿En qué estantería está?
-En la más alta...
                         Jonathan empezó a subir por la escalera.
-Recuerdo que eras un pequeño ratón de biblioteca-comentó.
-¿Todavía te acuerdas de eso?-se asombró Edith.
-Era yo quién solía acompañarte a la biblioteca cuando aún no sabías leer. Y te leía a Charles Perrault.
-¿Aún te acuerdas de cuál era mi cuento favorito de Charles Perrault?
-El gato con botas...
-Mi personaje favorito era el hijo del molinero. El falso marqués de Carabás...Yo le ponía tu cara.  ¿Cómo es posible que todavía te acuerdes?
                      Jonathan pudo acceder al libro.
-No soy tan viejo-le contestó con una sonrisa-Mi memoria aún funciona a la perfección. Y, además, te leí tantas veces El gato con botas que se convirtió en mi cuento favorito.
                     Bajó la escalera. Le tendió el libro a Edith.
-Toma-le dijo-No lo he leído. Pero he oído hablar de él. Si te gusta el siglo pasado, te gustará este libro. ¡Disfruta de la lectura!
-¡Lo haré!-trinó Edith.
                   La muchacha estampó un beso en la mejilla de Jonathan, muy cerca de su boca. Aferró con fuerza el libro, oprimiéndolo contra su pecho.
                    Salió de la biblioteca.
                   Jonathan se quedó ahí parado. Parecía que estaba en estado catatónico. Debería darte vergüenza comportarte como un niñato inmaduro cuando tienes veintisiete años, pensó con rabia. Conjuró la imagen de Margaret. Y se odió así mismo por todo lo que había sentido en la biblioteca. Es algo pasajero, pensó. Respiró hondo. Sentía algo muy fuerte por Margaret. Y sus dudas le estaban confundiendo. Dudas sobre sí mismo...Sobre si valía para Margaret. ¿Podría contarle la verdad? Si seguía dudando, aquello podía terminar mal.
                   Contarle la verdad sobre sus orígenes sería la demostración definitiva de que estaba enamorado de Margaret. Las dudas se disiparían. ¿Qué puedo hacer?, pensó. ¿Qué he de hacer, Abby?

4 comentarios:

  1. Tengo que empezar a leer una de tus novelas desde el principio :) Me encanta la escena, chica, biblioteca, estantería, chico ;)
    Besitos

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  2. creo que igual que trinity me pasa igual , pero es complicado a ver si me aclaro con las etiquetas, besos wapa

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  3. Esa chispa que salió de Jonathan y Edith no creo sea pasajera. Que torbellino le espera a Jonathan con ambas chicas. Está muy en suspenso estos últimos capítulos.
    Un abrazo

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  4. Uy parece que Edith atacó con toda la pasión de su corazón. Pobre Jonathan le tocara decidir ami me gusta más Margaret aunque Edith también me cae bien sigue está muy interesante.

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