sábado, 28 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Ya sé que me había hecho el firme propósito de no publicar nada en ninguno de mis blogs hasta enero.
Sin embargo, no puedo estarme quieta.
Aquí os dejo un nuevo fragmento de Segundas oportunidades. 
Seguimos viendo cómo va avanzando la relación entre Jonathan y Margaret. ¿Rehará su vida Jonathan al lado de Margaret? ¿U ocurrirá algo imprevisto?
¡Todo os puede pasar!
Deseo de corazón que esteis disfrutando de unos días llenos de paz y de alegría al lado de vuestros seres queridos.

-¿No tiene una carta buena?-le preguntó Margaret a Jonathan. 
-Me temo que voy a tener que pasar-respondió el joven. 
-Sospecho que no está acostumbrado a jugar a las cartas. Pero yo le puedo enseñar. 
                     Jonathan había accedido a jugar una partida de naipes con Margaret. La compañía de aquella joven le era muy grata. De hecho, se estaba acostumbrando a estar con ella. Habían pasado toda la mañana hablando. El saber que Margaret era apenas dos años menor que él le hacía pensar a Jonathan que poseía una madurez que no encontraría entre ninguna debutante. Había averiguado, gracias a Margaret, que su familia era más bien modesta, ya que el padre de Margaret era un sencillo vicario que había pasado toda su vida trabajando. 
-¿Ha jugado a los naipes?-quiso saber Jonathan. 
-Antes, jugaba con mi hermana Lucy-contestó Margaret-Una amiga suya le enseñó. Nuestro padre decía que eso era vicio. Pero nos dejaba jugar. 
-Usted tuvo suerte. Tuvo una hermana. Yo soy hijo único. 
                     El origen de Margaret no le importaba mucho. Siendo sincero, Jonathan creía que la joven le rechazaría si le contaba la verdad. Había ensayado mentalmente aquel momento con Abby en numerosas ocasiones. 
                      Jonathan se fijó mucho en Margaret. Por la mañana, cuando habían salido a pasear, se había percatado de que caminaba muy deprisa. Igual que Abby...No encajaba con la imagen de solterona que él había elaborado en su mente con otras mujeres. Con conocidas de su madre...Y volvió a pensar en su verdadera madre. ¿Se habría casado? ¿Dónde estaría? Apartó aquellos pensamientos de su mente. Miró las cartas que sujetaba.
                       Margaret era muy buena jugando a los naipes. Estaba encantada de poder enseñarle a jugar. Jonathan lo agradecía. Los juegos de mesa nunca habían sido su fuerte. 
                      Comparaba mentalmente a Abby con Margaret y también comparaba a Margaret con Edith. No se parecían en nada. Edith era una joven que debía de medir un metro y cincuenta y cinco centímetros. En cambio, Margaret era mucho más alta que su prima. Vestía de manera muy severa. El vestido que llevaba puesto de color oscuro no le sentaba nada bien. 
-Ya he conseguido ganar otra baza-sonrió Margaret. 
-Y yo me temo que he vuelto a perder-se lamentó Jonathan. 
-¿Su padre no jugaba nunca a las cartas, señor Lennon?
-Mi padre no creo que jugara a las cartas en casa. Sí recuerdo que viajaba mucho a Londres. Supongo que iría a Clubs de caballeros. Nunca he ido a un club de caballeros. Puede reírse lo que quiera de mí. 
-¡Es usted digno de ser estudiado, señor Lennon!
-No se lo imagina. 

 

-¿Y por qué nunca asiste a un club? Mi hermana me cuenta que mi cuñado se pasa el día en el club. Viéndolo así. Quizás, sea lo mejor. Pero no quiero aburrirle con mis cosas.
-No me aburre en absoluto. Hableme de su hermana. Se nota que la quiere mucho.
-Lucy y yo siempre hemos estado muy unidas. Desde que se casó, no hay ni un solo día en el que no la eche de menos. Compartíamos habitación. Nuestra casa en Manchester no es muy grande. Pero es muy acogedora. ¡Tiene que venir a vernos algún día! Manchester tiene muchos defectos, como el humo de sus fábricas. Pero la gente...¡Es encantadora! Mi madre tenía de su familia una casita en el campo. Lucy y yo íbamos mucho allí cuando éramos pequeñas. ¡Cómo disfrutábamos subiéndonos a los árboles! Leíamos libros subida en las ramas más altas de los árboles. Nos escondíamos entre las hojas para leer. Nuestra madre decía que parecíamos monos. Fue la época más feliz de mi vida mi niñez. Se lo puedo asegurar.
-No me cabe la menor duda. 
                    Margaret le dedicó una sonrisa abierta a Jonathan. No estaban solos en el salón. Tía Phoebe estaba sentada en la mesa escribiéndole una carta a una amiga. 
-La clase de hombre que andas buscando existe, querida-intervino la mujer. 
                    Margaret sintió cómo una ola de calor la atravesaba. 
-¿Y qué clase de hombre anda buscando, señorita?-quiso saber Jonathan. 
                    Margaret empezó a barajar las cartas. 
-Busco un hombre que sea serio-contestó-Que no sea un libertino. 
                    Jonathan pensó que él no era ningún libertino. Le parecía ridículo el haber estado sólo con una mujer en su vida. 
-No soy la clase de hombre que va por el mundo seduciendo mujeres-se sinceró Jonathan-O forzando mujeres. 
-Por desgracia, existen hombres así-admitió Margaret. Empezó a repartir cartas-No admiten que una mujer les rechace. O que no quieran que las seduzcan. Prefieren ser decentes. Yo respeto a esas mujeres. Pero ellos...Deciden que las van a tomar. Aunque sea por la fuerza. No les importa que, después, las dejen con una vida destrozada. ¿Sabe qué es lo peor? En ocasiones, esas mujeres quedan embarazadas de sus violadores. Esos niños no los quieren sus madres porque son el fruto de algo horrible. Sabe Dios lo que puede hacer una mujer en esos momentos. No quiero verme en esa situación. 
-Entiendo lo que quiere decir. El hombre que fuerza a una mujer deja de ser hombre. Y se convierte en un hijo de puta. 
-Tiene razón. 
-No hablemos de eso-intervino tía Phoebe-Me pone enferma. Cambiad de tema. Hablad de cosas bonitas. Edith está a punto de llegar. 
                        Margaret decidió hacerle caso a su tía. No se fijó en Jonathan. 
                        El joven se había puesto blanco. Le temblaban las manos al coger las cartas. 
                        Edith había ido a visitar a una amiga suya. Vivía en la vecina isla de Sheep. 
                        Había salido hacía dos horas acompañada por su dama de compañía. El reloj de la sala de estar de pie dio las cuatro y media. En aquel momento, alguien golpeó la puerta. El mayordomo acudió a ver quién era. Abrió la puerta. Entraron Edith y su dama de compañía. Edith venía contenta de visitar a su amiga. 
                       Jonathan estaba mirando fijamente a Margaret. Le gustaba mucho su espeso cabello de color castaño con algunos matices claros. Sus ojos de color azul le miraban fijamente. Sus mejillas eran sonrosadas. Sus labios eran de trazado carnoso. Y emanaba una seguridad en sí misma que le recordaba demasiado a Abby. No es Abby, pensó Jonathan. 
                    La voz de Edith le sacó de su ensoñación. Entró en el salón. 
-Hola, mamá-saludó contenta. 
-Has llegado a la hora que has dicho que ibas a llegar-observó tía Phoebe. 
-Ya sabes que no me gusta preocuparte. Me he divertido mucho. Hemos estado en casa de Penélope Wingfield. ¡Esa mujer es fascinante! Ha estado en Edimburgo. 
                    Tía Phoebe frunció el ceño. Penélope Wingfield era la mujer del primo de un duque. Los dos se habían ido a vivir a la isla de Sheep nada más casarse. En realidad, Penélope tendría que haberse casado con el duque. Pero lo abandonó para escaparse con su primo a Gretna Green. 
-Está muy enamorada de su marido-afirmó Edith-¡Yo también quiero vivir un amor como el que está viviendo ella! 


                       Margaret le dedicó una sonrisa a su prima. Le gustaba verla de buen humor. Edith era romántica, como lo podía ser cualquier chica de diecisiete años. 
                        El rostro de Edith reflejaba la alegría de haber visitado a su amiga y de haber disfrutado de la compañía de una mujer tan interesante como Penélope Wingfield. 
-¿Conoces al señor Wingfield?-quiso saber Margaret. 
-Aún no me lo ha presentado-contestó Edith. 
                      Se percató de que su prima estaba con Jonathan. Se acercó a saludarle dándole un beso en la mejilla. Contempló con alegría que los dos estaban entretenidos jugando a las cartas. Habían pasado todo el día juntos. Les había acompañado en su paseo aquella misma mañana. Para sus adentros, Jonathan y Margaret hacían una hermosa pareja. Jonathan era un poco más alto que Margaret. 
-Yo conocía a un joven apellidado Wingfield cuyo primo era el hijo de un duque-recordó Jonathan-Se llamaba Frederick. 
-¡Frederick!-se asombró Edith-¡Así se llama el marido de Penélope Wingfield! ¿Cómo lo sabes?
-Frederick y yo éramos amigos en la niñez. Sus padres estuvieron viviendo en Chedworth. 
-Espera que haga memoria. Conozco a gente allí, de cuando iba a visitarte. 
                    Edith buscó una silla y se sentó junto a Jonathan mientras intentaba hacer memoria. 
-Nunca he estado en Chedworth-se lamentó Margaret. 
-Puede venirse conmigo cuando regrese-le ofreció Jonathan-Yo, con mucho gusto, le enseñaría mi pueblo. 

sábado, 21 de diciembre de 2013

¡FELIZ NAVIDAD!

Hola a todos.
Hago esta entrada rápida para daros una noticia.
Todos mis blogs van a permanecer inactivos hasta enero.
Recuerdo que dije en verano que intentaría estar de vacaciones durante los meses de calor, pero no cumplí mi promesa. Soy demasiado inquieta y no puedo parar.
Sin embargo, esta vez voy a intentar cumplirla. Hacer un pequeño parón y volver con energía renovada en el 2014. La idea de cerrar el blog por Navidad luchaba contra mi idea de que permaneciera abierto. Pero, finalmente, se ha impuesto la primera.
 Han puesto un mercadillo navideño en la Calle Mayor de mi ciudad. El Árbol de Navidad es muy bonito. Los villancicos suenan todo el rato. Y me apetece descansar en Navidad para volver con las pilas cargadas después de Reyes.
No habrá actividad en ninguno de mis blogs hasta después de Reyes. Después de eso, quiero terminar todo lo que tengo a medias.
Y traeré nuevos proyectos para el año que viene.

¡FELIZ NAVIDAD!
¡Y PRÓSPERO AÑO NUEVO A TODOS!

¡MIL GRACIAS POR ESTAR AHÍ!


viernes, 20 de diciembre de 2013

EL REENCUENTRO

Hola a todos.
Aquí os traigo la segunda entrada del día.
Se trata de un relato con el cual quiero presentarme al reto navideño que organiza el blog "Acompáñame". Tiene que contar las peripecies de un perro en la cocina y tiene que ser cortito (no más de dos páginas de word).
Este relato, junto los demás relatos que se vayan a presentar, se juntarán en una Antología de descarga gratuita.
¿A que suena bien?
Mi relato se llama El reencuentro. Es de época, tiene tintes románticos y un perro como testigo de todo.

LONDRES, 1803

            Hacía rato que los criados se habían retirado. Habían dado cuenta de su particular cena de Nochebuena. Era su momento. Llevaba toda la noche esperando. 
                  Siro era un dálmata que estaba en la cocina. Daba cuenta de las sobras de la cena de Nochebuena. En el salón, se oía el sonido de unos violines interpretando un vals. Su dueña, lady Jessica Pettigrew, entró en aquel momento en la cocina. 
-Tú también buscas estar solo, amigo-le dijo al dálmata con una sonrisa triste. 
                  Jessica era la hija del conde de Smith. Se trataba de una joven que había recibido una esmerada educación. Se había comportado durante años como se esperaba de ella. Sabía tocar muy bien el arpa. Era hermosa. Era dulce. Poseía una larga melena de color castaño. Sus ojos eran de color azul oscuro. Además, su padre le iba a proporcionar una elevada dote. 
-No soporto estar allí fuera-le confesó a su amigo peludo-Me agobio. 
                  Siro escuchó la música que salía del salón. Los invitados, pensó, ya habrían cenado. Jessica quería alejarse de aquel bullicio. El baile ya había empezado, pero ella quería estar sola. 
                  Recordó la cena de Nochebuena. El mayordomo trinchando el pavo. Los invitados hablando entre ellos de temas frívolos. Recordó a su prima Sarah callada. Y ella fingía escuchar y seguir aquellas conversaciones. Pero algo en el interior de Jessica había cambiado. 
                 Siro se acercó a su ama. Jessica agradeció el tenerle cerca. Su familia no la entendía. En realidad, era Sarah quien no la entendía. Sus padres no sabían nada. Ni siquiera lo sospechaban. Era mejor así. ¿Cómo se le había ocurrido enamorarse de un traidor? Lord Smith era un vehemente enemigo de Napoleón, si bien no pensaba viajar a la Península a luchar contra él. Prefería quedarse sentado en el sofá del salón de su mansión en el lujoso barrio de Mayfair. 
-Brian no es ningún traidor-le dijo Jessica a Siro-Puede que tenga razón. Puede que Napoleón sea un buen gobernante. Yo sólo quiero estar con Brian. No conozco a Napoleón, pero no puede ser peor que nuestro Rey. 
                     Jessica vivía con sus padres y con su prima Sarah. Siro había oído a Jessica discutir con Sarah en numerosas ocasiones. Y todo porque Jessica se había enamorado de un partidario de Napoleón. No de un agente del Servicio Secreto que se estaba haciendo pasar por traidor. No...De un verdadero partidario de Napoleón...Y eso era algo que Sarah no podía entender. 
                    A pesar de que lo intentaba. 
                   Siro las había oído discutir aquella misma tarde, en la habitación de Sarah. 
-Si Brian regresa, me iré con él-le informó Jessica a su prima-Nos amamos. 
-¿Cómo has podido enamorarte de un traidor?-le increpó Sarah-¿Has olvidado que sirve a Napoleón? Si fuera un agente secreto en plena misión, fingiendo que es un traidor, yo lo entendería. ¡Pero no es así!
                 Siro estaba echado sobre la cama. Pensaba en la cena de Nochebuena que le esperaba. Pero... Odiaba ver a Jessica sufrir. Su propia familia parecía estar en contra de ella. 
-No me importa-afirmó la joven-Brian es el amor de mi vida. 
                     Unos golpes en la puerta de la cocina sobresaltaron a Jessica. Siro se puso en guardia. Jessica ahogó un grito al ver quién era. 
-¡Brian!-chilló feliz. 
                 Siro ladró contento. 
                 Brian había vuelto a casa. 
                  Brian Harper era hijo de un matrimonio inglés perteneciente a la nobleza rural. Le gustaba leer desde que cayó un libro por primera vez en sus manos, tiempo atrás. Los ecos revolucionarios de Francia llegaron hasta la casa solariega de sus padres. 
                   Brian acababa de regresar de una dura misión. Varios compañeros suyos habían muerto a manos de un agente del Servicio Secreto Británico. Aquel hijo de perra se había hecho pasar por partidario de Napoleón. Se había ganado la confianza de varios compañeros de Brian. Y los había matado de manera atroz. 
                     Brian lo estuvo persiguiendo por toda Inglaterra. Finalmente, dio con él. 
                    No dudó en matarlo ni un sólo instante. Después de eso, envió coordenadas falsas a los superiores de aquel tipo, indicándoles dónde iban a realizar los partidarios ingleses de Napoleón una entrega de armas. Se trataba de una trampa y algunos espías ingleses cayeron en una emboscada. No sobrevivió ninguno de ellos. 
-¡Jessica, amor míio!-exclamó Brian feliz-¡Por fin! ¡Por fin he vuelto! ¡Estoy aquí!
                     Siro se acercó a él para saludarle. Movió la cola contento. 
-¡Hola, Siro!-le saludó Brian. Se agachó. Le acarició el lomo-¿Cómo estás, amigo? ¿Estás contento de verme? ¿Has cuidado bien de Jessica?
                    El dálmata volvió a ladrar. 
-No hagas mucho ruido-le recomendó Brian-Escúchame. Nadie, excepto Jessica y tú, deben saber que estoy aquí. ¿Entendido? Estás mucho más gordo que cuando me fui-Le rascó detrás de la oreja-Los cocineros te tratan como a un Rey-Se rió. 
-Sí...-intervino Jessica-Es muy buen perro. 
-Te lo regalé yo-le recordó Brian. 
                    Los dos enamorados se fundieron en un fuerte abrazo. Brian llenó de besos el rostro de Jessica. Los dos acabaron fundiéndose en un beso apasionado y cálido. 
                      Siro había sido testigo fiel de los besos dados por los dos enamorados en el jardín trasero de la casa de los condes. 
                       Se amaban. Más allá de la guerra...De todo...
                       Cayeron sobre el suelo de la cocina. 
                       Sus manos buscaron la piel del otro bajo la ropa. No les importaba nada. 
                       Se abrazaron. Se besaron. Se acariciaron mutuamente. 
                      Se besaron muchas veces con fuerza. Se abrazaron muchas veces con intensidad. 
                      Siro no entendía nada. Se retiró a un rincón a seguir cenando. Estaba contento porque veía a su ama contenta. Miraba, de vez en cuando, hacia la puerta. Si alguien entraba en la cocina en aquel momento, se lo impediría. 
                     Jessica se dejó llevar por lo que le dictaba su corazón. Se abandonó a los brazos de Brian. Él llenó de besos su hermoso rostro, el rostro de su amada. Mordisqueó el lóbulo de su oreja. La besó varias veces en el cuello. Los dos se habían quedado medio desnudos. Llenó de besos sus hombros. No podía parar de acariciarla bajo la ropa. 
                       Jessica tocó el cuerpo de Brian por todas partes. 
                        Siro no entendía el porqué se chupaban mutuamente sus amos. 
                       Sólo sabía que los dos se amaban. Terminó de dar cuenta de su cena de Nochebuena. Estaba lleno. La cena había sido exquisita. Se retiró a su rincón de la cocina. Dormía allí. Hoy, pensó Siro, es una noche de felicidad. 


FIN

He optado por convertir al protagonista humano en un inglés al servicio de Napoleón porque me cansa un poco el rollo de que el malo malísimo de las novelas de la Regencia sea un inglés partidario de Napoleón. He querido cambiar un poco eso. 
En líneas generales, el relato es éste. 
Espero que os guste. 

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Segundas oportunidades, veremos cómo avanza la relación entre Jonathan y Margaret ante la mirada de Edith y el beneplácito de los tíos de Margaret.
Pero, como he dicho, cualquier cosa puede pasar en esta historia.

                          La familia Hollins estaba dando cuenta de una taza de café después de la cena.
-Dentro de un par de semanas, estaremos de celebración-le informó tía Phoebe a Jonathan-Nuestra pequeña Edith cumple dieciocho años. Lo vamos a celebrar con una fiesta.
-¿En serio la pequeña Edith ya no es tan pequeña?-sonrió Jonathan-¡Cómo pasa el tiempo! Yo aún recuerdo a la niña que jugaba a las casitas de muñecas.
-Hace ya algún tiempo que ya no juego con muñecas-afirmó Edith, intentando componer un gesto maduro-Soy ya toda una mujer. Ya uso vestidos largos.
                        Pero seguía tomando leche caliente en una taza antes de acostarse, pensó la chica.
                         Todos se rieron.
                        Margaret clavó sus ojos en los ojos de Jonathan. El joven se sintió observado por ella. Era una sensación extraña la que recorría todo su cuerpo.
-Espero que se quede a la fiesta de cumpleaños de mi prima, señor Lennon-dijo Margaret-Será muy divertido.
                        Hacía mucho que Jonathan no acudía a ninguna fiesta. Desde la muerte de Abby, se había encerrado en sí mismo. No quería salir a la calle. Rechazaba todas las invitaciones que le hacían.
-No creo que tenga el ánimo suficiente como para ir a una fiesta-se sinceró-Hace mucho que no voy a una. Y...
                    Tío Edwin le interrumpió. Aseguró que la fiesta de cumpleaños de Edith sería algo muy íntimo y muy sencillo. Asistirían las amigas que la chica tenía en la isla.
-Pero habrá una orquesta, ¿no, papá?-inquirió Edith-¡Yo quiero bailar!
-Estoy buscando una orquesta-le contestó tío Edwin-Y, por supuesto, tendrás la ocasión de bailar. Nuestra Edith está muy ilusionada-Se dirigió a Jonathan-Es su primera fiesta. Y, aunque sea sólo por ella, espero que estés con nosotros para entonces.
-Si le soy sincera, yo tampoco voy a fiestas-le confesó Margaret al joven-No sé bailar. Puede hacer como yo. Sentarse y ver cómo los jovenzuelos se divierten.
                    Margaret le dedicó a Jonathan una sonrisa resplandeciente. El joven se quedó sin hablar. Pensó que, cuando Margaret sonreía, su rostro se iluminaba de un modo increíble. Igual que Abby, pensó.
                     No tenía ganas de ir a fiestas. Tenía que escribirle al detective de Scotland Yard que estaba buscando a su verdadera madre. Llevaba ya tres días viviendo con los Hollins. Y aún no se había puesto en contacto con él.
-¿Van a invitar a la mujer de negro?-quiso saber Jonathan-Puede que sea una ermitaña. Pero...Si les soy franco, agradecería la compañía de la gente.
                     Sus tíos lo negaron.
                     Aquella mujer parecía huir la gente.
-Es una pena-admitió Jonathan.



                        Jonathan decidió retirarse temprano. Se despidió de todos los miembros de la familia Hollins. Cogió la mano de Margaret y se la besó con suavidad.
                         Salió del comedor.
-¡Espera!-le gritó Edith, de un modo muy poco correcto.
-¿Adónde vas, Edie?-le preguntó tía Phoebe.
                         La muchacha se puso de pie.
                         Antes de llegar a la escalera, Jonathan fue abordado por Edith.
-¿Qué quieres, prima?-le preguntó.
-Quería desearte las buenas noches-respondió Edith-Y decirte que nos alegramos mucho de que estés aquí. Sobre todo, mi prima Margaret se alegra de que estés aquí.
                      Al escuchar aquella respuesta, Jonathan arqueó las cejas.
-Prima Edith, me siento halagado de que pienses así-dijo-Pero no creo que tu prima piense así. ¡Si casi no me conoce!
-Pero ella dice que le pareces un buen muchacho-le aseguró Edith-No pareces la clase de hombre que se van a los Clubs. Ni la clase de hombre que haga sufrir con sus engaños a una mujer. Eres todo un caballero, primo.
                     Jonathan sonrió. Se sintió halagado. Pensó que Margaret no le conocía bien.
-Prima, no sabes lo que dices-afirmó.
-Yo estoy muy contenta de que estés aquí-insistió Edith-Y de que vayas a estar presente en mi fiesta de cumpleaños. Mi prima no sabe bailar. ¡Pero tú sí sabes bailar! Bailarás una pieza con ella. ¿Verdad que sí?
-Eres muy amable, prima. Pero...Hay cosas de mí que no sabes. Y puede que no quieras saber. El mundo es un lugar terrible. Hay muchos hombres que no merecen ser llamados hombres. Y les hacen cosas terribles a las mujeres.
-¿Conoces a un hombre así?
                      Jonathan sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta.
                       Sé de un hombre que violó a una mujer de una manera tan brutal que por poco la mata, pensó con rabia. Sé que esa mujer quedó embarazada a consecuencia de aquella brutal violación. Y sé que esa mujer estuvo a punto de volverse loca por portar en sus entrañas el hijo de un ser tan abyecto y abominable. No pudo soportarlo. Y se provocó un aborto. Pero ocurrió algo. Y yo estoy aquí hablando contigo.
                       Recordó algo. Nunca le contó a Abby la verdad acerca de sus orígenes. Para su esposa, ella era el hijo de los señores Lennon. Se sintió incapaz de sincerarse con ella. Había pensado en decírselo. Pero nunca encontró el valor para hacerlo. Había imaginado la escena cientos de veces. El horror dibujado en los ojos verdes de Abby...Su rostro mirándole con gesto desencajado. Su boca contraída en un rictus de asco. De repungnancia...Él querría cogerle las manos. Pero Abby se apartaría de él. ¡No me toques!, le gritaría. ¡Nunca vuelvas a tocarme! Ello le hacía pensar en el aspecto íntimo de su matrimonio. No era sólo el hecho de que, en la cama, Abby se sentía rígida entre sus brazos. Le costaba mucho trabajo devolverle un beso. No se trataba de recato. Era auténtica falta de pasión.
                       Jonathan no podía mirarla a los ojos y contarle la verdad. Que él era un feto que debió de haber sido expulsado muerto del vientre de su madre. El fruto de una violación...Tenía miedo de la reacción de Abby.



                      Y no podía contárselo a Edith. Su prima era una muchacha pura y virginal y se horrorizaría al saber la verdad.
-¡Pero tú no tienes nada que ver con ese malnacido!-afirmó Edith con firmeza.
-Prima...-titubeó Jonathan-Hay cosas que tú no sabes.
-¡Te equivocas! Hay algo que sí sé. Eres un buen hombre, Jonathan. La clase de un hombre que enamoraría a una mujer.
                      Edith le estampó un beso en la mejilla a Jonathan. Un gesto de cariño...El joven se vio reflejado en los ojos de color azul cielo de Edith. Vio que no había asco en aquellos ojos de mirada limpia. La besó en la frente.

jueves, 19 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Esta mañana, toca un nuevo fragmento de Segundas oportunidades. Veremos cómo Edith intenta sonsacarle a Margaret lo que siente por Jonathan.

                          Sentada en el sofá, Margaret removía una y otra vez su taza de té con gesto serio.
-Creo que has removido ese té cien veces-observó Edith, quien estaba sentada a su lado-¿Vas a contarme de una vez lo que te pasa?
-A mí no me pasa nada-contestó Margaret.
-Te conozco bien, prima. Pones esa cara cuando estás pensando en algo. O, mejor dicho, en alguien.
                       Margaret bebió un sorbo de su taza de té.
-¿Y en quién crees que estoy pensando?-se burló.
-Piensas en cierto caballero que hace dos días que llegó a esta casa-apostilló Edith-Cierto caballero de ojos color turquesa...Hijo de un primo de papá...
-¡Por el amor de Dios, Edith! ¡Si casi no le conozco!
                       La aludida arqueó las cejas.
                       Estaba siendo sincera. Jonathan había llegado hacía apenas dos días. ¿Cómo podía sentirse interesada en alguien que era casi un desconocido para ella?
-Lo único que sé de él es lo que me habéis contado-añadió-Que es viudo. Y que su padre es primo de tío Edwin.
-El primo Jonathan es hijo único-le contó Edith-Siempre ha sido un muchacho serio y tranquilo. Yo le recuerdo muy enamorado de su mujer, de Abby.
                     Margaret se fijó en que había admiración en la voz de Edith al hablar de aquella mujer. Su prima cogió una galleta y le dio un mordisco.
-Recuerdo que los vi una vez besándose en la cocina-recordó-Abby era la hija de la doncella personal de la madre de Jonathan, Eliza. Pero todo el mundo se alegró muchísimo cuando decidieron casarse. Es algo raro. Yo he oído hablar de matrimonios que han puesto el grito en el cielo cuando sus hijos se casan con los hijos de la servidumbre. Pero no fue el caso. Una vez, oí a la prima Eliza contarle a una amiga que le estaba muy agradecida a Eire, la madre de Abby. Cuidó de ella cuando estaba enferma. Le debía la vida. Quería a Abby como si fuera una hija. La recuerdo como una chica muy parecida a ti, prima.
                   Margaret la miró atónita.
-No te creo-afirmó.
-Eres tan inquieta como lo era Abby-insistió Edith-Y también eres tan impulsiva como lo era ella. Yo siempre la admiré. Y deseé ser como ella. Sin embargo, mi carácter es éste y no lo puedo cambiar.
                 Margaret le palmeó las manos.
                Se sintió rara al saber que Edith la comparaba con una mujer que estaba muerta.
-¿Sabes de qué murió?-le preguntó.
-Oí decir que sufrió un accidente-respondió Edith-Perseguía a su perro, que se había escapado. Un carruaje la atropelló. Murió al día siguiente. Por lo que sé, Abby y Jonathan siempre quisieron tener hijos. Pero los niños nunca llegaron.



-Entiendo.
-Estoy muy contenta con que el primo Jonathan esté aquí. ¡Casi no ha cambiado nada desde que lo vi por última vez!
-Tiene que haber cambiado en algo. Ahora, tiene veintisiete años. Ya no es ningún chiquillo.
-Supongo que no. Veo mucha tristeza reflejada en sus ojos. Amaba perdidamente a Abby. Y sospecho que la sigue amando.
                          Margaret frunció el ceño al escuchar a su prima. Lo último que quería era sentirse atraída por un hombre que nunca se fijaría en ella.
-Tus padres hacen mal en querernos emparejar-opinó Margaret-Su plan está condenado al fracaso.
                        Edith lo negó moviendo la cabeza.
                        Al igual que sus padres, estaba convencida de que Margaret era la mujer que más le convenía a Jonathan. De momento, su prima estaba empezando a interesarse en él.
-Intenta verle a solas-le sugirió-Habla con él. ¡Los dos sois muy parecidos también! Prometo que no le diré nada ni a mamá ni a papá-Levantó la mano derecha-¡Jurado!
-¿Te has vuelto loca?-se escandalizó Margaret.
                       Pensó que Edith podía ser una excelente casamentera. Pero debía de estar loca cuando le sugería verse a solas con Jonathan. Lucy tuvo que casarse con aquel hombre después de que les sorprendieran besándose.
-¿Has pensado en el peligro que correría mi reputación si se sabe que me veo a solas con un hombre?-le reprochó a Edith.
-No estaréis a solas-la tranquilizó la chica-Yo estaría con vosotros.
                       Margaret mordisqueó una galleta con gesto pensativo.
-Nunca he hecho eso-admitió.
                        Nunca antes se había citado con un hombre a solas. El caso era que ningún hombre la había cortejado antes. Y tampoco veía a Jonathan dispuesto a cortejarla. Si su prima Edith tenía razón y Jonathan seguía enamorado de la difunta Abby, Margaret estaría perdiendo un tiempo muy valioso interesándose en él.
-¡Seguro que es fácil!-palmoteó Edith, encantada.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Durante los próximos días, empezaré a subir más de seguido trocitos de esta historia.
Mi mayor deseo es sorprenderos con ella.
La llegada de Jonathan revoluciona la casa de los Hollins. En concreto, revoluciona a la sobrina de los dueños de la casa.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                          La presencia de Jonathan en la casa de los Hollins tenía a Margaret algo nerviosa. La noche antes, le había costado mucho trabajo conciliar el sueño y pensaba en que su habitación estaba pegada a la habitación en la que dormía Jonathan. Tuvo mucha suerte. El joven dormiría hasta muy entrada la mañana. Cuando Margaret se reunió con su familia en el comedor, encontró la silla que iba a ocupar Jonathan vacía.
-¿Dónde está nuestro invitado?-preguntó con algo de sorna.
-Está descansando-respondió tía Phoebe-Aún no me has contado qué te parece. Yo le encuentro muy guapo.
-¡Tía Phoebe!
                   La mujer le dio un mordisco a su tostada con aire distraído.
                  Edith bebió un sorbo de su taza de leche para disimular una sonrisa.
                  En aquel momento, Margaret bebió un sorbo de su taza de té. Estuvo a punto de atragantarse cuando vio a Jonathan entrar en el comedor.
-Buenos días...-saludó amable.
-Creía que ibas a dormir hasta muy tarde-se sorprendió tío Edwin.
-Ya he descansado. Y tengo hambre.
-Siéntate al lado de Margaret-le invitó tía Phoebe.
                Jonathan aceptó la sugerencia. Se sentó en una silla al lado de Margaret. La joven le miraba de reojo.
               


-¿Ha dormido bien?-le preguntó.
-He descansado bastante-respondió Jonathan.
-Si quiere, puedo enseñarle la isla. No hay mucho que ver. Pero llevo poco tiempo viviendo aquí y puedo decirle que es preciosa.
-¡Margaret!-se asombró Edith.
                    Jonathan se sirvió una taza de café. Bebió un sorbo. No le importaría conocer aquella isla.
                    Margaret era una joven directa.
-Tu prima os acompañará-anunció tío Edwin-Hay que pensar en los vecinos. Una pareja sola paseando por la isla.
-Daría de qué hablar-añadió Margaret-Ya lo sé. Mi madre me lo decía muy a menudo.
                     Jonathan disimuló una sonrisa. La isla le había llamado la atención cuando se acercó a ella en la barca. Tenía una curiosa forma. Pero le llamaban la atención la gente que vivía en ella. Como la mujer de cabello rojo que había huido de él.  Y la propia Margaret...Había algo en ella que le recordaba mucho a Abby.
-¿De dónde es usted?-le preguntó Jonathan a Margaret.
-Soy de Manchester-respondió la joven.
-Inglesa...Es curioso.
-¿Por qué dice eso?
-No conozco a muchos ingleses. Tiene usted un acento muy bonito.
                     Edith emitió una risita. Margaret luchó por no ruborizarse.
-Es usted muy amable, señor Lennon-dijo Margaret.
                     Tío Edwin y tía Phoebe intercambiaron una sonrisa complaciente. Su plan empezaba a dar sus primeros frutos.
                      Jonathan se fijó en que el cabello de Margaret era de un reluciente color castaño. Había algo en aquella mujer que la convertía en alguien muy interesante. No sólo por el hecho de que era dos años menor que él, (tenía veinticinco años). Poseía unos rasgos perfectos y hermosos, en su humilde opinión. Se preguntó el porqué una joven tan atractiva seguía siendo soltera a aquella edad.
                     Los ojos de Margaret eran de un intenso color azul que tiraba hacia el azul oscuro. Su mirada era descarada y, al mismo tiempo, inteligente. Por lo que le habían contado, era una mujer sensata. Podía parecer mucho más mayor de lo que era. Pero, al mismo tiempo, podía parecer mucho más joven de lo que era.
                  Se fijó en los pechos de Margaret. El corpiño de su vestido de color marrón revelaba unos pechos pequeños, pero firmes. Sintió asco de sí mismo. ¿Qué hacía mirándole los pechos a una desconocida?
                  Margaret poseía una figura ligeramente redondeada, pero no estaba gorda. No era rolliza. Estaba rellena en los sitios precisos donde debía de estarlo. Jonathan movió la cabeza. El viaje le había debido de dejar trastornado porque estaba pensando que aquel vestido de color marrón no le hacía justicia a Margaret.
                      Bebió un sorbo de su taza de café.



                    Mentalmente, comparó a Margaret con Abby y quiso pensar que su esposa habría salido ganando de manera amplia. Pero las encontraba muy similares.

                    Aceptó de buen grado dar un paseo en compañía de Edith y de Margaret. La primera no paraba de parlotear. Le enseñó a Jonathan los pocos árboles que crecían en la isla. El joven le prestó atención. Edith estaba encantada de vivir en aquel lugar. Caminaron por Wood Hill. Edith se lamentó de que los árboles estaban desapareciendo de aquel lugar. Margaret, en cambio, guardó silencio. Cuando Edith hablaba, prefería callarse.
-¿Le gusta vivir en este lugar?-le preguntó Jonathan.
-Es una isla tranquila y pequeña-respondió Margaret-No se diferencia de otras islas.
-¡Te equivocas!-replicó Edith-Esta isla tiene una forma graciosa de cuchara. ¿Te has fijado, primo Jonathan? Cuando venías hacia aquí.
-Me fijé-contestó Jonathan-Tienes razón, prima. Tiene una forma graciosa de cuchara. Nunca antes había visto nada semejante. Lo cierto es que nunca antes he salido de Chedworth. Me siento raro. Es la primera vez que estoy lejos de mi casa.
-Puedo entenderle-intervino Margaret-Yo echo de menos Manchester. Es una ciudad muy alegre.
                    Siguieron caminando.
                   Jonathan se fijó en el porte orgulloso y altivo de Margaret. Habló de Manchester con pasión. La misma pasión con la que Edith hablaba de Sanda.
                   Jonathan admiró a ambas por ello.
-¿Tiene familia en Manchester?-le preguntó a Margaret.
-Mi madre...-respondió la joven-Mi hermana...Las dos viven allí. Mi hermana se llama Lucy. Es un poco mayor que yo. Está casada. Se casó hace poco.
-Me gustaría que me contara más cosas. Manchester parece una ciudad interesante.
                    Margaret sonrió. Le habló de su casa en la ciudad. De la relación que mantenía con su madre.
                    Le contó lo mucho que echaba de menos a su hermana Lucy. De que deseaba que fuera feliz en su matrimonio. Pero lo dudaba mucho. No le contó que el matrimonio de Lucy había sido un tanto forzado. Eso era algo que a Jonathan no le importaba.
-¿Tiene algún pretendiente esperándola en Manchester?-le preguntó Jonathan.
-¿Un pretendiente?-se rió Margaret-¿Habla en serio?
-¿He dicho algo gracioso? Su hermana está casada. Y usted puede ser cortejada por cualquier hombre con dos dedos de frente.
                      Margaret se echó a reír con ganas. Desde luego, pensó, el señor Lennon no podía estar hablando en serio. ¿Cómo podía tener ella un pretendiente? Edith le dio un codazo. Era su manera de hacerle ver que Jonathan estaba hablando en serio. Sin embargo, Margaret no dejó de reírse. Jonathan la miró con las cejas arqueadas. No entendía el porqué Margaret se estaba riendo sólo porque él le había dicho que podía haber un pretendiente esperándola.
-Le ruego que me disculpe-se excusó Margaret-Pero he encontrado gracioso su comentario, señor Lennon. Se equivoca. No hay ningún pretendiente esperándome en Manchester.
-Es una pena-opinó Jonathan.
-Mi prima es todo un tesoro-intervino Edith-El hombre que se case con ella tiene que ser especial. Tiene que quererla por encima de todo.
                     Margaret la miró con cariño.
-Eres muy amable, Edie-le dijo.
                      Jonathan miró a ambas primas. Más que primas, Margaret y Edith parecían hermanas. Estaban muy unidas.
                       Le había agradado escuchar la risa de Margaret.
                       Los ojos de la joven brillaban cuando se reía. Advertía en ella a una joven inteligente. Y eso le agradó.

martes, 17 de diciembre de 2013

FRAGMENTO DE "LA VIUDA DE LA ATALAYA" Y ANUNCIO

Hola a todos.
Hoy, el fragmento de La viuda de la atalaya va a ser muy breve. El motivo es que se trata de una despedida. ¡No! No pienso dejar de subirla a este blog.
El caso es que dejaré de subirla durante la Navidad y me gustaría retomarla cuando hayan pasado las fiestas. Todos los sábados, ya en enero, veremos cómo termina esta historia de amor y de fantasmas.
Y aprovecho para decir que retornaré a subir historias mías que escribí hace la tira de tiempo cuando pasen también las Navidades.
El año 2014 está llegando y sólo Dios sabe lo que podría pasar. Yo espero que sea un poquito mejor que el año 2013, que está llegando a su fin.
Nuevos retos nos esperan. Y hay que echarle narices para enfrentarse a ellos. Yo, de momento, estoy muy contenta con los pequeños pasos que estoy dando. Por lo menos, no quiero sentir que soy una cobarde.
Y, sin más dilación, os dejo con el fragmento de hoy de La viuda de la atalaya. 
En enero, veremos cómo continúa esta historia de amor y fantasmas.
¡Espero que os guste!

                      Erin estaba acostada en su cama. Había pasado una noche intranquila, sin poder conciliar el sueño. Su doncella advirtió a Lucille en el salón de la palidez cadavérica que presentaba el rostro de Erin.
-Descansa, querida-le exhortó Lucille a su sobrina cuando fue a verla a su habitación.
-Yo me encuentro bien-le aseguró Erin.
-Y yo no quiero que caigas enferma. De modo que pasarás todo el día en la cama.
-De acuerdo...
                 Vanessa entró al cabo de un rato en la habitación de su prima. Vio a Erin muy pálida.
                 Llevaba puesto el camisón. Su cabello rojizo estaba suelto. Vanessa ahogó un grito al verla.
                 Fingió una sonrisa y se sentó a su lado en la cama.
-¿Me estoy volviendo loca?-le preguntó Erin a Vanessa.
-Siempre has sido un poco loca-respondió la chica.
                 Quería hacerla sonreír bromeando con ella. Pero Erin parecía estar realmente angustiada.
-He estado soñando con Nicole Bascomb-le contó-Estaba aquí, en mi habitación. Sus ojos carecían por completo de expresión. Me decía que yo era otra viuda abandonada, como lo era ella.
                  Vanessa respiró hondo. Se preguntó qué pretendía Nicole de ellas. No podía percibir la presencia de aquella mujer en la habitación de Erin. La ventana de la habitación estaba cerrada. Las cortinas también estaban echados.
-Tengo mucho miedo-admitió Erin-Puede hacerme cualquier cosa.
-No es mala persona-le aseguró Vanessa-Ha sufrido mucho en esta vida. Conozco su historia. Perdió al hombre que amaba. Perdió el hijo que esperaba.
-¿Qué me estás contando?



                     Vanessa le contó la visita que Stephen y ella habían hecho al vicario Laurens. Le explicó la información que habían conseguido acerca de Nicole Bascomb. Gracias a aquella información, habían logrado averiguar algo más.
-Esa mujer ha sufrido el mismo calvario que he sufrido yo-opinó Erin con tristeza.
                    Vanessa tuvo que admitir dos cosas. Ignoraba qué había hecho el médico con el hijo no nato de Nicole. Y también ignoraba dónde estaba enterrado el conde de Berwick.
-¿Tú crees que eso es importante?-le preguntó Erin.
-Lo único que quiero es que Nicole descanse en paz-respondió Vanessa.
                   La aludida entró en la habitación.
                   Escuchó lo que Vanessa acababa de decir. Negó moviendo la cabeza.
                   Yo no puedo descansar en paz, pensó. Estoy atrapada en este castillo hasta que Duncan venga a buscarme. He jurado que le esperaré siempre.
-¿Y qué tienes que ver esa mujer conmigo?-se asustó Erin.
                   Vanessa había llegado a una conclusión. El espíritu de Nicole se acercaba a aquellas mujeres que estaban sufriendo por amor.
-Sobre todo, cuando ese amor es ingrato-añadió Vanessa-Erin, tenemos que ser francas. Bastien nunca estuvo enamorado de ti.
                    Al escuchar aquella afirmación, la joven rompió a llorar.
-Ya lo sé-se lamentó.
                    Nicole sintió rabia al ver llorar a Erin. También ella había derramado demasiadas lágrimas por culpa de su tía Phoebe. Ella nunca había entendido que amaba a Duncan con todas sus fuerzas. Culpaba a tía Phoebe de su desgracia. De haber perdido a Duncan. Y del aborto que había sufrido.
-Está aquí-susurró Erin, abriendo los ojos de manera desmesurada.
                   Vanessa buscó a Nicole con la mirada por todas partes. También ella podía sentir que aquel espíritu estaba cerca de ellas.
-¿Qué es lo que quieres?-le preguntó en voz alta.



                      Erin empezó a temblar de manera violenta. Si Nicole hacía o decía algo, se desmayaría. Estaba segura de ello.
-¡Déjanos en paz!-le gritó Vanessa a Nicole-¡Haz lo que sea para que descanses en paz! Pero deja a mi prima tranquila. No tiene nada que ver contigo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Después de dos semanas sin subir ningún fragmento de esta historia, hoy, por fin, retorna a mi blog La viuda de la atalaya. 
En esta ocasión, el fantasma de la atormentada Nicole Bascomb va a hacer de las suyas.
Es un fragmento corto. Pido perdón por no haber subido esta historia antes y porque este fragmento sea tan corto.
Pero espero que os guste.

                    En opinión de todos, Vanessa sólo poseía un único talento. Era bastante buena pintando. La chica pasaba largas horas dibujando. Compraba lápices de colores. Compraba cuadernos de dibujo. Plasmaba todos sus pensamientos en aquellos cuadernos.
                     Aquella tarde, subió a la atalaya a dibujar.
                     Pasabas muchas horas aquí, pensó Vanessa.
                     Podía percibir a Nicole cerca de ella. No la veía y tampoco la escuchaba. Pero sí la sentía.
-¿Qué estás dibujando?-le preguntó Lucille.
                     Vanessa estaba sentada en el suelo. Lucille se inclinó para mirar bien el dibujo.
-Es Nicole Bascomb-respondió Vanessa-La estoy dibujando. Yo siento que ella está aquí, mamá.
                     Lucille veía una figura femenina. Estaba envuelta en la oscuridad.
-¿Estás dibujando a un fantasma?-se inquietó la mujer.
-No sé qué hacer para ayudarla-admitió Vanessa.
-No me gusta que pienses en esas cosas. Los fantasmas están para dejarlos quietos y no meterse con ellos. ¡Quién sabe lo que podrían hacer! Y no te preocupes por Erin, querida. Nosotros la ayudaremos.
                     Vanessa no lo creía.
                     Antes, Erin era distinta. Bromeaba con ella y le decía que iba a ser una pintora famosa.
                     Nicole se acercó a Vanessa. Iba camino de convertirse en una hermosa muchacha, delicada y educada. Todo lo que Nicole nunca había sido en vida.



                   A Vanessa se le habían deshecho los rizos que le había hecho Erin días antes. No se atrevía a rizarse ella misma el pelo. Estaba segura de que se le quemaría. Era un desastre. Erin siempre había sido mucho más coqueta que ella.
                   Vanessa poseía un porte digno de una aristócrata. Y sus modales eran muy refinados.
-Te has enamorado-oyó que una voz le susurraba-Y eso no es bueno. El amor lo destruye todo.
                   Vanessa sintió cómo se le paraba el corazón. Lucille se angustió cuando la vio ponerse pálida de golpe. Es ella, pensó Vanessa.
-¿Estás bien, cariño?-le preguntó Lucille.
-Nicole está aquí, mamá-respondió Vanessa.
                   De pronto, Lucille empezó a tiritar de frío.
-Será mejor que nos vayamos-sugirió-Están a punto de dar las cinco. Y me gustaría tomar el té con tu prima.

                    Stephen se despertó empapado en sudor.
                    Se sentó en la cama. Miró por todas partes. Ella ya no estaba. Se había ido.
                    Ella...
                    Una joven a la que nunca antes había visto. ¿Quién sería?
                     De pronto, tuvo la sensación de que sabía con quién había estado soñando. Nicole, susurró. Encendió la luz de la lámpara de su mesilla de noche. Estaba solo en su habitación. Pero había sentido a Nicole. Había sentido a Nicole cerca de él.
                    Stephen volvió a acostarse. Había soñado con Nicole Bascomb. Meneó la cabeza con nerviosismo. Aquel asunto estaba poniéndole los pelos de punta. Los fantasmas no existen, pensó. Los fantasmas no existen.
                     Se preguntó qué significaría aquel sueño. Es sólo un sueño, pensó. Nicole Bascomb es un maldito fantasma. Y debería de estar descansando en su tumba en lugar de rondarnos. Nos haría un favor. Le haría un favor a Nessie.
                     ¿Sólo un sueño? Stephen lo dudaba.
                     Era mucho más que un sueño. ¿Una pesadilla? Podría ser.  

domingo, 15 de diciembre de 2013

UNO DE MIS RELATOS EN "RELATOS DEL SÁBADO"

Hola a todos.
Hoy, estoy super contenta. Os voy a explicar el motivo.
Una buena amiga nuestra, María Esther Borrero, tiene un blog literario. Os dejo el link para que lo visitéis porque os invito a que os paséis por allí:

http://anescris.blogspot.com.es/

Se trata de un blog muy bonito y también muy completo. En él podéis encontrar reseñas literarias muy interesantes. Hay fotos preciosas. E incluye las biografías de los autores.
Puedes ponerte en contacto con ella a través de su correo electrónico. Te enviará un cuestionario que debes responder.
María Esther te ayudará de una manera desinteresada. Se le ha ocurrido una idea original que es muy buena.
Todos los sábados, subirá un relato que el que quiera le puede enviar. Puede ser un cuento o el primer capítulo de la novela que quieres dar a conocer. ¡No importa! Ponte en contacto con ella y cuéntale que quieres que tu relato aparezca en su sección llamada Relatos del sábado. 
Y digo esto porque ahí es donde quiero ir a parar. Yo lo hice. Me puse en contacto con María Esther y le envié, antes de anteayer viernes, el relato que quería ver publicado en su sección. Se trata de Nunca te enamores de un hombre lobo. 
He de confesar que le he cogido muchísimo cariño a esta historia. La subí a mi blog "Romántica Lilith" para celebrar Halloween y decidí hacerla un poco más larga, cambiándole el nombre a los personajes, pero el resultado sigue siendo el mismo.
El argumento es el siguiente:
Nicholas es un joven que vive atormentado por una terrible maldición que afecta sólo a los varones de la familia y que le convierte en una bestia en las noches de Luna llena. Nicholas lucha contra la atracción que siente hacia una de sus primas, hacia Roberta. Una atracción que es correspondida. ¿Descubrirá Roberta la maldición que afecta a su familia?
Es un relato más bien corto, en el que intento recuperar lo que es para mí la esencia del hombre lobo clásico. Un hombre atormentado por una terrible maldición que le convierte en lobo en las noches de Luna llena. Los hombres lobos siempre se han caracterizado por ser personajes atormentados y solitarios que tienen miedo de hacerle daño a sus seres queridos. Se les ha envuelto de un aura romántica que me da pena que haya desaparecido entre clanes licántropos que no existían en la película de Lon Chaney.
Llamadme tonta, pero echo de menos ese aura de romanticismo. Ese halo atormentado que les envolvía. Hombre...Bestia...Ni una cosa ni la otra...Y la Luna llena como testigo de todo...
Os dejo el link para que lo leáis.

http://anescris.blogspot.com.es/2013/12/relatos-del-sabado-nunca-te-enamores-de.html

Y espero de corazón que os guste.
Y, de esta manera, termina, al menos en este blog, el promocionarme.
Mañana, os espera una sorpresa que tiene que ver con cierto fantasma de cierta viuda que vive en la atalaya de cierto castillo.
¡Hasta mañana!

sábado, 14 de diciembre de 2013

MIS PUBLICACIONES DE ESTE AÑO PARTE 2

Hola a todos.
Hoy, sigo recordando en lo que he avanzado a lo largo de este año 2013 que se está marchando poco a poco.
Sigo dando pequeños saltos y quiero pensar que lo mejor está por llegar. Otras veces, pienso que me voy a dar la leche del siglo.
Sin embargo, he llegado a la conclusión de que, si no arriesgo, no voy a conseguir nada. Que si, algún día, miro hacia atrás, veré que no he conseguido nada porque he sido una cobarde. Y no quiero que eso pase.
Éstas son las publicaciones que he colgado en Calameo. Se trata de un portal de Internet donde puedes colgar tus relatos y que la gente los lea online de manera gratis. Os dejo con el título, el argumento y el link para leer cada relato:

1-NUNCA TE ENAMORES DE UN HOMBRE LOBO: Este relato nació en mi blog "Romántica Lilith" para celebrar Halloween y, para mi sorpresa, gustó. Lo he hecho un poco más extenso y le he cambiado el nombre a los personajes, pero el argumento es el mismo. Una chica se siente atraída por su primo del que ignora que es víctima de una terrible maldición que afecta a los varones de la familia y que le convierte en bestia. Tomo como base el hombre lobo original, el que nos impresionó con Lon Chaney, un ser solitario que vive atormentado por una maldición que le convierte en bestia en las noches de Luna llena. El link para leerlo es el siguiente:

http://es.calameo.com/read/002665390c11870fa15c4

2-NOCHE DE BODAS EN MARSHALL ABBEY: Este relato está colgado en mi blog "Berkley Manor" y lo escribí hace mucho tiempo. El argumento gira entorno a dos primas, Eden y Melinda. Las dos viven en Marshall Abbey, la mansión familiar situada en la isla escocesa de Papa Stour. A Eden la obligan a casarse contra su voluntad con un hombre al que no ama. Melinda se reencuentra durante el banquete nupcial con Justin, su mejor amigo desde que eran niños. Pero los sentimientos entre ellos han cambiado y la amistad da paso a otra cosa.
El link para leerlo es el siguiente:

http://es.calameo.com/read/0026653904acba4edeb82

3-NO ES AMOR: Morgana es una joven que vive en la Irlanda de principios del siglo XIX y que es víctima de malos tratos por parte de su marido, Rian. Morgana hará algo terrible para poder salvar su vida y escapar de su marido.
El link para leerlo es el siguiente:

http://es.calameo.com/read/0026653906bd91fab001f

4-EL NORTE: En los albores de la Prehistoria, una hembra tumai lleva una vida relativamente tranquila junto a su clan en un pantano de África. La hembra tiene fantasías con un lugar desconocido para ella y para su clan: el Norte.
El link para leerlo es el siguiente:

http://es.calameo.com/read/0026653900dda094a6342

5-DESEO CONCEDIDO: Brighid y Seosamh son un matrimonio irlandés que vive en la Calcuta colonial. Seosamh tiene un hijo, Víctor, fruto de su primer matrimonio. El deseo de Brighid es poder darle un hijo a su marido, pero, tras años de matrimonio, los hijos no vienen. Sin embargo, a pesar de que Brighid ha tirado la toalla, Seosamh piensa que el deseo de su mujer se hará realidad.
El link para leerlo es el siguiente:

http://es.calameo.com/read/0026653906f2516f2228c

6-VOLVERTE A VER: Una de mis historias más queridas, aunque esté mal que lo diga. Jacobo es un joven soldado que se enamora de la hermana menor de su superior, Eugenia. El estallido de la Guerra en Cuba hace que la pareja se separe. La incertidumbre de que puedan no volver a verse y la guerra supondrá una dura prueba para ambos.
El link para leerlo es el siguiente:

http://es.calameo.com/read/002665390c5b2c42842dd

Tengo pendientes para el año:
-La Antología Literaria Gatuna en la que participo.
-Mi relato Te esperaré siempre, que verá la luz en la Antología que El Club de las Escritoras prepara con motivo de San Valentín.
¡Y no sé qué más puede pasar el año que viene!

viernes, 13 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Sé que hoy iba a subir la segunda parte de mis publicaciones hechas este año.
Pero he decidido dejarlo para mañana. ¡De verdad que lo subo mañana!
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un nuevo fragmento de mi novela Segundas oportunidades. 
Finalmente, Jonathan llega a la isla de Sanda, donde se hospedará en la casa de los Hollins.
¡Arranca la historia!

                          Jonathan partió al cabo de unos días. Para él, resultó muy duro despedirse de sus padres. Nunca se había separado de ellos. Antes de partir, escribió al detective privado que había contratado para encontrar a su verdadera madre. Le anunció que iba a partir en un viaje muy largo. Ya se pondría en contacto con él. Antes de partir, Jonathan visitó a Abby por última vez en el cementerio. Ante la tumba de su esposa, Jonathan lloró amargamente.
                         Lloró al recordar los momentos tan maravillosos que habían vivido juntos. Habían sido un matrimonio feliz. Pero aquel maldito accidente lo estropeó todo. Te llevo en mi corazón, pensó Jonathan.
                          La diligencia que tenía que tomar el joven abandonaba Chedworth al día siguiente. Sus padres le acompañaron hasta el puesto de diligencias. Antes de partir, Eire le dio un fuerte abrazo.
-Cuídate mucho, mi niño-le pidió la mujer.
-No te preocupes por nada-le aseguró Jonathan.
-Y escríbenos. Le diré a tu madre nos lea a mi Duncan y a mí tus cartas.
                         El viaje se prolongó durante varias semanas. Adam le mostró en un atlas a su hijo dónde se encontraba la isla de Sanda. Estaba muy alejada de Chedworth.
                            La primera fase del viaje transcurrió a bordo de la diligencia. La misma le llevaría hasta el puerto. Jonathan debía de embarcar en un barco que lo llevaría hasta el Fiordo de Clyde. Desde allí, continuaría el viaje en una barca de alquiler hasta la isla de Sanda.
                             La diligencia se detenía en las posadas al caer la noche. Jonathan apenas probó bocado durante aquellos días. Se sentía extraño al estar tan alejado de su casa.
                            Finalmente, la diligencia le llevó hasta el puerto. Apenas iban viajeros en la misma. Jonathan notó que los viajeros estaban sumidos en un profundo mutismo. Lo agradeció. No le apetecía entablar conversación alguna con alguien.
                          Subió a bordo del The River Witch. Así se llamaba el barco que le llevaría hasta el Fiordo de Clyde.
                           El viaje se prolongó por espacio de tres semanas. Jonathan tenía los huesos doloridos de pasar horas metido en el interior de la diligencia. Intentaba conciliar el sueño para no pensar en nada. Pero no podía.
                           Por suerte para él, descubrió que no se mareaba a bordo de un barco. Permaneció en la cubierta mientras contemplaba cómo el puerto se perdía de vista. Los pasajeros se despedían entre gritos y lágrimas de sus familiares. Jonathan había dejado a toda su familia en Chedworth.



                     Jonathan pasaba largas horas encerrado en el camarote que tenía asignado. Otras veces, decidía subir a cubierta a dar un paseo. Se decía así mismo que estaba haciendo lo correcto. Había llegado el momento de pasar página. Pero le costaba mucho trabajo dar aquel paso. En ocasiones, se sentía tentado a tirarse al agua y regresar nadando al puerto. Desde allí, buscaría la forma de regresar a Chedworth. Pero no podía hacer quedar mal a sus padres.
                    Se ganó la fama de solitario entre los pasajeros. Casi nunca hablaba con nadie. Prefería estar solo.
                      Jonathan se sintió aliviado cuando el barco atracó en el puerto. Habían pasado tres semanas desde que zarpó. Y estaba a punto de cumplirse el mes desde que abandonó su casa. Decidió pasar la noche en una posada. Al día siguiente, alquiló una barca que lo llevaría hasta la isla de Sanda. El barquero no quiso entablar conversación alguna con él. Jonathan lo agradeció.
                       Al anochecer, el barquero le informó que habían llegado a su destino. La barca quedó varada en la tierra. Jonathan saltó y cogió sus maletas. La isla de Sanda le parecía demasiado pequeña en comparación con Chedworth.
-¿Sabe dónde vive la familia Hollins?-le preguntó al barquero.
-Me parece que viven cerca de la capilla de San Ninian-respondió éste.
                   Jonathan empezó a caminar. Era la primera vez que visitaba a sus parientes. Se encontró con una mujer que estaba esperando el regreso de su marido, un pescador.
-¿Podría decirme dónde se encuentra la capilla de San Ninian?-le preguntó.
                  La mujer le dio las señas de la capilla. Jonathan le dio las gracias. Siguió caminando. Su padre le decía que la isla de Sanda tenía forma de cuchara. Jonathan sonrió con aquel pensamiento. De pronto, tropezó con una mujer que parecía venir del cementerio. La mujer debía de tener más de cuarenta años. Quizás, estaba próxima a la cincuentena.
                    Jonathan se fijó en que iba vestida por completo de negro. Llevaba su cabello de un intenso color rojo recogido en un moño muy apretado.
-Lo siento-se excusó Jonathan-Iba distraído. No me he dado cuenta. ¿Se ha hecho usted daño?
-No...-contestó la mujer.
-¿Vive usted cerca de la capilla de San Ninian? Me temo que me he perdido.
-No...
                     La mujer se quedó mirando fijamente a Jonathan. Hacía años que había llegado a la isla. Venía huyendo de su pasado. De un pasado tan doloroso que le impedía seguir adelante con su vida. Al ver al joven, tuvo la sensación de que un fantasma de aquel pasado había vuelto.
-¿Quién es usted?-le preguntó con la voz ahogada.
-Me llamo Jonathan Lennon-respondió el joven.
-No es posible.
                   


                       Jonathan no entendía nada de lo que le estaba diciendo aquella mujer. De pronto, echó a correr como alma que lleva el diablo.
-¡Oiga!-la llamó Jonathan-¡Espere!
-¡Aléjese de mí!-le gritó la mujer.
                       Jonathan no sabía el porqué aquella mujer había huido. Acababa de conocerla. Pensó que sus parientes podían darle alguna explicación lógica. Siguió caminando.
                          Finalmente, llegó hasta la casa de los Hollins. Le abrió el mayordomo.
-¿Quién es usted?-le preguntó.
-Me llamo Jonathan Lennon-respondió el joven-Estoy buscando la residencia de la familia Hollins.
-Es ésta. Pase. Le estábamos esperando.
                       Edwin y Phoebe fueron corriendo a saludarle. La última vez que le vieron, Jonathan era un adolescente. Su rostro seguía siendo el mismo. Pero le veían más maduro.
-¡Estás hecho todo un hombre!-exclamó Phoebe.
-Pasa al salón-le invitó Edwin-Quiero presentarte a mi sobrina Margaret.
-Muchas gracias por todo...-dijo Jonathan-He hecho un viaje muy largo. Y me apetece descansar.
                      Phoebe la abrazó con fuerza. Edwin también le abrazó.
-Siempre hay tiempo para descansar-afirmó el hombre-Tu habitación ya está preparada.
                       Le condujeron al salón. Jonathan vio a dos jóvenes sentadas en el sofá. Al darse cuenta de que no estaban solas, las dos muchachas se pusieron de pie. Los ojos de una de ellas se abrieron de manera desorbitada.
-¡Primo Jonathan!-exclamó.
                       Sin pensar en lo que estaba haciendo, Edith, loca de contenta, se precipitó sobre Jonathan. Le abrazó con mucha fuerza. Y le estampó un beso en la mejilla. Jonathan tardó en reaccionar.
-Eres Edith, ¿verdad?-inquirió.
-Veo que todavía te acuerdas de mí-sonrió la chica.
-Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez. ¡Has crecido mucho!
                      A su vez, Jonathan besó a Edith en la mejilla.
-Ven, quiero presentarte a mi prima Margaret-dijo la chica, cogiéndole de la mano.
                       Lo llevó ante la otra joven que estaba con ella.
-Prima Margaret, éste es Jonathan Lennon-lo presentó Edith-Te hemos hablado de él muchas veces. Primo Jonathan, ésta es mi prima Margaret. Está pasando una temporada con nosotros.
-Es un placer conocerla, señorita-dijo Jonathan.
                      Le dedicó una reverencia.
-Lo mismo digo-contestó Margaret.
                      A su vez, le hizo otra reverencia. Los dos se estudiaron con curiosidad.
-¿De dónde es usted?-le interrogó Margaret.
                       Jonathan sintió un pinchazo en su corazón. Margaret era una joven muy directa. Le recordó mucho en aquel aspecto a Abby.
-Soy de Chedworth-contestó.



-Háblanos de tus padres-le pidió Edwin-¿Cómo están?
                        La criada sirvió tazas de café caliente para todos, excepto para Edith. La chica se tuvo que conformar con tomar una taza de leche caliente.
                          Margaret no le quitaba el ojo de encima a Jonathan. Había algo especial en aquel joven.
                         Jonathan puso al día a Edwin y a Phoebe acerca de cómo iban las cosas en Chedworth. Sus padres, por suerte, gozaban de buena salud. Las tierras seguían dando sus frutos. Los negocios marchaban viento en popa. En cuanto a él, estaba intentando seguir con su vida.
-Pero no es tan fácil como parece-se sinceró Jonathan-Extraño a Abby. Siempre pensé que envejeceríamos juntos.
-Me acuerdo de ella-intervino Edith.
-Niña, no debes de hablar cuando están hablando los mayores-la regañó Phoebe.
-Déjela que hable, tía Phoebe-le pidió Jonathan-Cuando ibais a vernos a Chedworth, Edith trataba también a Abby.
-Era una chica maravillosa-afirmó Edith-Jugaba conmigo a las muñecas. Me invitaba a que subiera con ella a los árboles. Decía que yo le recordaba a una muñequita de porcelana. La noticia de su muerte llegó hasta aquí. Lo sentí muchísimo. Era como una hermana para mí. Nunca me vio como una niña. ¡Al contrario! Decía valorar mis opiniones. Yo se lo agradecía.
-Abby era muy especial-dijo Jonathan con pesar-Su recuerdo me acompañará siempre, dicen. Pero yo no quiero un recuerdo. Yo la quería a ella. Quería hacer tantas cosas. Queríamos tener hijos.
-Cuéntanos cómo te ha ido el viaje-le pidió Edwin.
-Ha sido muy largo. Pero ha sido también muy tranquilo. Ningún sobresalto...
                    De pronto, Jonathan frunció el ceño. Recordó su encuentro con la extraña mujer camino de la casa de sus parientes. Así se lo contó. Sus parientes no le dieron la mayor importancia.
-Ha visto a La Ermitaña, señor Lennon-le comentó Margaret.
-¿La Ermitaña?-se extrañó Jonathan.
-Es una pobre loca que vive en la isla-le explicó Phoebe-Por lo que me han contado, no es escocesa. Pero no se relaciona con nadie. Vive sola. Nadie sabe nada de ella.
-Yo he tropezado con ella camino hacia aquí. Se ha asustado muchísimo al verme.
                       Edwin y Phoebe le restaron importancia al incidente.
                       En su opinión, Jonathan no debía de hacerle caso.
-Hace tiempo que esa pobre mujer perdió el juicio-afirmó Edwin-Nadie sabe el porqué.
                        Finalmente, Jonathan pudo subir a su habitación. Le agradeció a sus parientes su amabilidad hacia él. Besó cariñosamente a Edith en la frente.
                         Entonces, fijó la vista en Margaret. Pensó que era una mujer muy atractiva. Llevaba puesto un vestido de color gris que parecía resaltar su esbelta figura. Se preguntó así mismo el porqué había pensado eso.
-Celebro haberle conocido, señor Lennon-dijo Margaret-Que descanse.
-Lo mismo digo-contestó Jonathan.
                      Cogió la mano de Margaret y se la besó con cortesía. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la joven.
                        La criada le llevó hasta la habitación de invitados. Aquel cuarto sería suyo mientras estuviera en aquella casa.
                           Era una habitación muy similar a la habitación que tenía en Chedworth.
                         El mayordomo se había encargado de subir las maletas.
                          Decidió que las desharía al día siguiente. También tomaría un baño largo y prolongado.
                         La criada deshizo la cama y se retiró de manera discreta. Jonathan se desnudó. Abrió las maletas para buscar una camisa corta de dormir. Se la puso. Se metió debajo de la ropa de cama. No quería pensar en nada. Tan sólo quería descansar.
                          Mañana, pensó. Mañana todo será distinto. Una nueva vida...Conocer a Margaret. Y la mujer ésa...¡Qué extraña! Hablar con Edith. Cerró los ojos. No tardó mucho tiempo en quedarse profundamente dormido. Ignoraba la clase de sentimientos que había despertado en Margaret.

jueves, 12 de diciembre de 2013

MIS PUBLICACIONES DE ESTE AÑO (PARTE 1)

Hola a todos.
Aunque se me da mal esto, ha llegado el momento de darme auto-bombo, por así decirlo.
A lo largo de este año, he ido avanzando, si no mucho, sí poco a poco.
Logré subir mi historia completa Berkley Manor a mi blog que, precisamente, se llama igual. Y me gustaría subir la segunda parte de esta historia a modo de epílogo largo. Pero eso será más adelante.
Me han publicado un relato en la Antología La Llave que organizó el blog literario "Kiss a book", una antología que se puede descargar de manera gratuita.
He participado en el Certamen de Microrrelatos que organizó nuestra buena amiga Anna en su blog "Romance". He de darle las gracias porque participé en el Certamen de Relatos que organizó. No gané en ninguno de los casos, pero se me quitó el miedo a que un escrito mío viera la luz.
He participado en el reto de San Valentín que organizó el blog "Acompáñame" con un relato romántico. Todos los relatos que participaron se juntaron en una Antología de descarga gratuita.
Hace poco que participé en el reto de Halloween que "Acompáñame" organizó con un relato que mezcla terror, época y romance. Todos los relatos, como ya os anuncié ayer, además de constar cada uno de 666 palabras (número diabólico donde los haya), se han juntado en una Antología que se puede leer de manera gratuita.
Y no descarto participar en el reto que "Acompáñame" ha preparado para celebrar la Navidad.
Si queréis conocer más datos sobre este reto, os invito a que os paséis por este link:

http://podemos-juntos.blogspot.com.es/2013/12/reto-navideno.html

Y eso es todo por hoy.
Mañana, si puedo, me gustaría hablaros de lo que tengo colgado en Calameo, que se puede leer de manera online de forma gratuita.
El año que viene me depara muchas sorpresas. No sé cuáles son. Pero confío en que sean buenas.
Ya falta menos para que el 2014 llegue.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

DESCARGA GRATUITA DE LOS RELATOS DE HALLOWEEN

Hola a todos.
Os acordaréis que en octubre, el blog "Acompáñame" organizó una serie de retos para celebrar Halloween. El último de los retos consistió en escribir un relato a partir de las fotos que se presentaron con motivo del penúltimo reto, un relato que debía de constar de 666 palabras y que debía de tener buenas dosis de terror y de suspense.
Pues bien, desde hace algunos días, podéis descargar los relatos que participaron en el reto de Halloween. Yo también participé en el reto y me lo pasé bien escribiendo una historia de terror, aunque con tintes románticos.
Los relatos están unidos en un libro. Para más información acerca del link de descarga, aquí os dejo el link:

http://podemos-juntos.blogspot.com.es/2013/12/descarga-gratuita-del-libro.html

Estoy muy contenta de haber participado en el reto. ¡Ha sido terroríficamente divertido!
Pienso contaros a lo largo esta semana los nuevos retos que el blog "Acompáñame" prepara para celebrar la Navidad.

martes, 10 de diciembre de 2013

¡FELIZ ANIVERSARIO, RAE! (EDITADO)

Hola a todos.
Nuestra buena amiga Raquel Campos, más conocida como Rae, está de celebración. Su blog cumple dos años.
En estos dos años, Raquel ha visto realizado el sueño de toda escritora: ver su novela publicada. Pero, para que llegara ese momento, tuvo que luchar muy duro. Finalmente, tras una mala experiencia, lo consiguió gracias a Amazon. Tenemos entre nosotros Un amor en el tiempo. Si estáis hartos de libertinos, os recomiendo el personaje de Keith, un apasionado de la informática nada mujeriego que se enamora de Josephine, una chica de principios del siglo XIX. Una historia de amor que se verá puesta a prueba en numerosas ocasiones, más allá del hecho de que Keith sea un viajero en el tiempo. ¡Keith enamora!
Desde aquí, le deseo muchas felicidades. Mi querida Rae, deseo de corazón que tu blog siga abierto durante muchos años. Y te deseo toda la suerte del mundo en tus futuros proyectos. Eres una gran escritora y sabes construir personajes creíbles que saben ganarse el cariño de los lectores.
Tiene muchos relatos que estoy convencidísima de que verán la luz antes o después. Tiene muchos personajes construidos que os conquistarán.
Sus historias son dulces. No esperéis esperéis escenas subidas de tono porque lo que mejor sabe hacer Rae es construir escenas que te elevan la temperatura de la sangre, sensuales, pero tiernas, dejando a la imaginación del lector lo que está pasando, describiendo sentimientos, y sin chabacanerías ni alargamientos innecesarios.
Las historias de amor van naciendo poco a poco y de manera creíble. Los personajes se enamoran, pero, antes de llegar a la cama, hablan de sus sentimientos. Se cuentan su pasado. Se hacen, antes que amantes, amigos. Antes de irse a la cama, construyen una base sólida basada en la confianza. En el respeto...En el cariño...En la amistad...
Sus heroínas son dulces, sencillas, pero llenas de energía y de determinación. Sus héroes son serios y respetuosos. Una cosa que llama la atención es que, de acuerdo, ellas son vírgenes. Pero ellos no son los típicos libertinos que saltan de cama en cama, como los canguros. Son chicos serios que buscan la estabilidad sentimental, no un rollo de una noche. Han estado con escasas mujeres a lo largo de su vida porque no piensan con la entrepierna, sino con el corazón. O sea, que si estáis cansados de los casanovas de turno, Rae os presentará a unos cuantos chicos que os cautivarán sin necesidad de caer en el arquetipo de libertino reformado por amor.
Rae, amiga, te deseo toda la suerte del mundo en tus próximos proyectos. Y, desde aquí, te deseo un feliz aniversario y que tu maravilloso blog esté abierto durante muchos años.
Si estáis buscando conocer las novedades editoriales. Si queréis conocer nuevos autores. Si queréis leer muy buenas reseñas. Rae os está esperando en su blog.
Pasaos por este link:

http://raecj.blogspot.com.es/

¡Felicidades, Rae!




EDITO: Me he visto forzada a cambiar el gif porque no salía. A menudo, pienso que Blogger quiere hacerme lo que empieza por p.

¡Enhorabuena, Rae!

lunes, 9 de diciembre de 2013

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi novela Segundas oportunidades. 
Veremos dos escenarios bien distintos: la casa de los Hollins en la isla de Sanda y la casa solariega de los Lennon en Chedworth. El tema a tratar en ambos escenarios es el mismo: Jonathan se hospedará en la casa de los Hollins, quienes están decididos a casarlo con su sobrina Margaret.
¡Vamos a ver lo que pasa!

-Es ya oficial-anunció tío Edwin, muy entusiasmado.
-¿El qué es oficial, papá?-inquirió Edith.
-El hijo de mi primo Adam pasará una temporada con nosotros. Ha pasado mucho tiempo desde que lo vi por última vez.
                       Margaret estaba intentando centrarse en la lectura del libro que tenía entre sus manos. Sin embargo, le costaba trabajo concentrarse en lo que estaba leyendo.
-No te veo muy entusiasmada, querida-observó tía Phoebe-¿Ocurre algo?
-No conozco a ese joven-contestó Margaret-No puedo opinar sobre él. Y va a venir aquí. Es normal que esté un poco nerviosa.
                        Intercambió una mirada cargada de significado con Edith. Debía de fingir que estaba sorprendida. Sus tíos debían de haberse vuelto locos si estaban planeando emparejarla con Jonathan Lennon. ¿Qué clase de hombre podía fijarse en una mujer como ella?, se preguntó.
-¿Tú tienes ganas de ver de nuevo a tu primo, Edie?-le preguntó a su prima.
-No sé qué decir-respondió Edith-Apenas me acuerdo de él.
-Era muy apuesto-contó tía Phoebe-Una vez, recibí carta de Eliza, la esposa de Adam. Me dijo que su hijo le daba un aire al duque de Caine.
-¡Ese depravado!-masculló tío Edwin-Toda Gran Bretaña está al tanto de las fechorías que ha cometido ese sinvergüenza. Despilfarrador...Juerguista...Violento...
                    Edith y Margaret decidieron que no querían saber nada de aquel hombre. Edith estaba bordando un mantel. La rosa que estaba bordando con punto de cruz le estaba saliendo perfecta.
                       Margaret pensó que su prima era una joven bonita y perfecta. En su opinión, ella sería el mejor partido para Jonathan. Lo cierto es que empezaba a sentir curiosidad. Una parte de ella, deseaba conocer a aquel joven que, en opinión de sus tíos, era un dechado de virtudes. Pero se dijo así misma que no surgiría nada entre ellos. No era ninguna belleza. Al menos...No era como Edith. El pensamiento la turbó.
                     Margaret se sintió demasiado alta. Demasiado patosa, si bien no era patosa. Era fea, que no era lo mismo. A pesar de que Edith y tía Phoebe le decían que era toda una belleza.
-¿Cuándo vendrá el señor Lennon?-preguntó Margaret.
-En los próximos días...-respondió tío Edwin.
-¡Cielo Santo!-se escandalizó tía Phoebe-¡Hay que tenerlo todo preparado! La habitación de invitados...

 

                 En aquel momento, entró el ama de llaves en el salón. Traía en sus manos un sobre. Se lo tendió a Margaret.
-Señorita, ha llegado esta carta para usted-le informó-Es de su hermana.
-¡Carta de Lucy!-se entusiasmó Margaret. Se puso de pie de un salto-Disculpadme. Voy a leerla a solas. ¡Qué alegría!
                         Se la veía contenta porque recibía noticias de su hermana. Margaret subió a su habitación. Se encerró en ella. Rasgó el sobre. Extrajo la carta. Se sentó en la cama. No recordaba la última vez que supo de Lucy. Espero que todo esté bien, pensó.

                          Espero que estés bien, Maggie. 
                          Ni yo misma sé porqué te escrito. Supongo que necesitaba desahogarme. 
                          Te preguntarás cómo está mi matrimonio. 
                          Te confieso que estamos regular. Mi marido y yo convivimos bajo el mismo techo. 
                         Pero no estoy enamorada de él. Me dejé llevar porque me estaba cortejando. Era el primer hombre que se fijaba en mí. 
                          Por ser tan estúpida, me encuentro en esta situación. Me hallo atrapada en un matrimonio carente por completo de amor. Los hijos no vienen todavía. Madre dice que tener un hijo nos uniría aún más a mi marido y a mí. Pero yo no lo creo. Un hijo sufriría mucho al vernos a su padre y a mí infelices. 
                         Maggie, me gustaría darte un consejo. No confundas nunca la admiración con el amor. Puede hacerte muy desdichada si te dejas llevar. Sé siempre prudente. 

                        Margaret se sintió mal cuando terminó de leer la carta. Sospechaba que Lucy era desgraciada en su matrimonio. Y sus sospechas se confirmaban al leer aquella carta. Se dijo así misma que sería prudente. No se dejaría llevar por unas palabras bonitas. Necesitaba gestos. Sentirse amada por un hombre.

                           Mientras tanto, en la casa solariega de Chedworth, Adam Lennon estaba sentado a la mesa junto con su mujer y su hijo. Era la hora de la cena. Estaban dando cuenta cada uno de un plato de sunday roast. Este plato consiste en un filete asado acompañado por patatas y verdura.
                          Adam estaba de buen humor.
-En los próximos días, partirás para la isla de Sanda-le anunció a Jonathan-He recibido carta de mi primo Edwin. Te hospedarás en su casa.
-Padre, ¿en serio tengo que irme?-se indignó Jonathan-Yo quiero quedarme aquí.
                        Eliza tampoco quería separarse de Jonathan. Pero tenía que darle la razón a Adam. Su hijo tenía que alejarse de los dolorosos recuerdos de Abby.
-Sólo será por unas semanas-intervino Eliza.
-Espero que no estéis pensando en emparejarme con la sobrina de su primo-avisó Jonathan-Aún recuerdo cómo mi bisabuela intentaba emparejarme de manera sutil con Abby.
-Tu bisabuela era una gran casamentera-se jactó Adam-Pero no se trata de eso. Sólo queremos que seas feliz.
-Yo soy feliz aquí, padre-afirmó Jonathan-Os tengo a usted y a madre. Y están también Eire y Duncan. No se me ha perdido nada en esa isla. No conozco a ese pariente suyo.
-Haz memoria. Vino a verte unas pocas veces. Su mujer siempre te revolvía el pelo. Decía de ti que eras un encanto de criatura y hablaba en serio. Tienen una hija. Edith...¿Te acuerdas de ella?
                     Jonathan intentó hacer memoria.
-Edith...-murmuró.
-Era una niña adorable-recordó Eliza.
                    Entonces, Jonathan se acordó. Edith Hollins era la hija del primo de su padre. La recordaba como una niña tranquila y nada bulliciosa. Le gustaba mucho jugar a las muñecas. Abby y él solían jugar con ella a las muñecas. Tuvo que reconocer que la niña era encantadora. Pero ya no era una niña.
                     Los Hollins habían invitado a su sobrina Margaret a que pasara una temporada con ellos.
                     Por lo que Adam le explicó a su hijo, Margaret era unos dos años menor que él. No se había casado todavía. Y nunca había tenido un pretendiente. La falta de dote en Margaret era algo que no le importaba a Adam. Su abuela le decía que una mujer valía más por su personalidad que por la dote que tuviera. Se inclinaba a darle la razón.
-Padre, no me engaña-observó Jonathan.
-Sólo queremos que conozcas gente nueva-le aseguró Adam-Te vendría bien salir de aquí. Eire y Duncan están de acuerdo conmigo. Tienes que seguir adelante con tu vida.



                       Seguir adelante con mi vida, pensó Jonathan. No puedo seguir adelante con mi vida si me falta Abby.
-No pienso volver a casarme-sentenció Jonathan-No traicionaré la memoria de Abby.
-Hijo, sé por lo que estás pasando-aseveró Eliza-Yo también sufrí mucho cuando murió Brian, mi primer marido. Pensé que no lo superaría nunca.
                      Jonathan quiso decirle a su madre que su caso era distinto. Eliza no había amado a Brian como sí amaba a Adam. Al menos, eso era lo que Jonathan quería pensar. Le costaba trabajo imaginar a su madre enamorada de otro hombre. ¿Le podía pasar a él lo mismo? ¿Podía volver a enamorarse? ¿Acabaría olvidando a Abby?
-Niño, tienes que seguir adelante-intervino Duncan, el padre adoptivo de Abby. Aquel hombre gigante y con un potente vozarrón había envejecido treinta años desde que perdió a su querida Abby-Aunque te duela.
-Y me lo dices tú-se asombró Jonathan.
-Eres joven-le recordó Duncan-Tienes toda la vida por delante. Eire y yo te estaremos agradecidos toda la vida porque fuiste un buen esposo para nuestra Abby. Nos habría gustado ser abuelos. Supongo que es mejor así. Pero no puedes pasarte la vida anclado al pasado. Es una lección que me enseñó Eire.
                    Jonathan guardó silencio durante unos minutos que se hicieron interminables. Pensó que su familia obraba de aquel modo por su bien. En cierto sentido, todos tenían razón. Debía de seguir con su vida. Pero no se atrevía a dar ningún paso. ¿Cómo podía mirar hacia delante cuando siempre había imaginado su futuro al lado de Abby? Decidió que visitaría al primo de su padre y a la familia de éste en la isla de Sanda. Pero intentaría implicarse lo menos posible con la sobrina de éste. Además, tenía cosas más importantes de las que ocuparse. Como seguir con la búsqueda de su verdadera madre.
-De acuerdo...-cedió Jonathan.
-Gracias, niño-dijo Duncan-Me duele. Pero es lo mejor para todos.
-No he dicho que vaya a casarme con nadie. Sólo quiero pasar una temporada allí. También son mi familia.
-Por supuesto que sí, hijo-sonrió Adam.
                      Era el turno de Edwin. Él haría milagros a la hora de emparejar a Jonathan y a Margaret. Su hijo volvería a enamorarse.