miércoles, 24 de abril de 2013

ERRORES EN LAS NOVELAS ROMÁNTICAS

Hola a todos.
Hoy, me gustaría empezar a hablaros de algunos errores que se cometen mucho en las novelas románticas históricas.
Nuestro subconsciente, cuando escribimos novela romántica, nos traiciona. Ponemos pensamientos y manera de expresarse que hace doscientos años no existían. Pensamos en caballeros y en damas de la Regencia como en personas de hoy en día.
Un error muy común es el trato de los dueños de la casa con la servidumbre.
Por lo general, vemos en las novelas románticas que los dueños de la casa, especialmente, las señoras, toman cariño a los sirvientes, sobre todo, a las sirvientas. Hemos podido leer relatos en los que las damas visten a sus doncellas con sus vestidos, les compran ropa y, cuando inician una relación con algún aristócrata (casi siempre, un miembro de la familia), la aplauden y apoyan.
Eso no pasaba.
Se podía tener un criado o una criada de confianza en algunos casos, pero se marcaba mucho las distancias con ellos. Estaba mal visto confraternizar con la servidumbre. La aristocracia siempre ha sido para echarle de comer aparte, como se suele decir, con sus bodas pactadas, su endogamía (en algunos casos), su modo de hacer y deshacer a su antojo, su estilo de vida, etc. Miraban por encima del hombro a todo el mundo, incluso a los burgueses. Relacionarse con un burgués era para ellos casi como rebajarse. ¡Imaginaos lo que sería relacionarse con un criado! Una boda entre un miembro de la aristocracia y un miembro de la servidumbre era algo impensable.
Sí podía darse estos casos en la burguesía, quizás, por un sentimiento de igualdad, pero no era muy frecuente.
Con quien sí podía tener confianza la dueña o el dueño de la casa era con el ama de llaves y, en algunos casos, con su antigua nodriza, que solía quedarse siempre en la casa y podía llegar a hacer las veces de dama de compañía.
Es a partir del Romanticismo cuando empiezan a derribarse, poco a poco, los tabúes sociales. Cuando comienzan las escapadas románticas. Cuando todos empiezan a mezclarse con todos. Pero eso lleva su tiempo y no ocurre de la mañana a la noche.
Y aquí se acaba la entrada de hoy.
Pronto, os daré una nueva sorpresa.
¡Prestad atención!

Un ejemplo de historia romántica que pudo pasar a partir del siglo XIX, La violetera, de Sara Montiel.

6 comentarios:

  1. Interesante reflexión, Laura, por eso es tan importante el documentarse cuando se escribe una historia ubicada en una época que no es la nuestra.

    Besos.

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  2. Grscias x el aporte y la aclaración kerida!

    Bs!

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  3. Muy interesante, a veces olvidamos que estamos en otra época, pero para ello hay que documentarse mucho e intentar no meter gazapos.

    Besos!!

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  4. Hola Guapetona, me ha encantado tu entrada. Una reflexión muy curiosa e interesante de la que no tenia ni idea.
    Gracias por la información... Aunque me he quedado pegada a la pantalla esperando saber más de este tema.

    Besitos... Nos leemos.

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  5. Muy interesante y totalmente cierto yo que ando queriendo hacer una novela de época y me gusta ese genero aveces te concentras tanto en la historia que olvidas esos aspectos. Te mando un beso y te me cuidas

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  6. Tienes razón, en esa época era impensable una relación entre clases. Si alguien se casaba por debajo de su posición social, la sociedad de la época los marginaba. Una entrada muy interesante que hace reflexionar :)

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