miércoles, 9 de abril de 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
¡Por fin!
He podido escribir un trozo de mi blog novela Segundas oportunidades. 
Tenía ganas de avanzar, aunque sólo fuera un poco, en esta historia, y, ¡al fin!, he logrado escribir un fragmento.
En este fragmento, la relación entre Jonathan y Margaret prosigue su curso. El joven va a visitar a Mary sin sospechar el parentesco que les une. Sin embargo, Eve, una de las mejores amigas de Edith, entrará en escena. ¿Será capaz de meter cizaña entre ellos?

                        Mary vertió té en la taza de Jonathan.
-Me alegro muchísimo de que hayas venido a verme-le dijo la mujer.
                       Tomó asiento junto a él a la mesa.
                       Jonathan había sentido aquella tarde el fuerte impulso de ir a visitar a Mary. La actitud de la mujer desde el día en el que le devolvió el cántaro había variado. Antes, parecía querer huir de él. Ahora, era bien recibido en su casa.
-¿Qué está haciendo usted en este lugar?-inquirió Jonathan-Por favor, no se ofenda por mi pregunta.
-Necesitaba estar sola-contestó Mary.
-Yo también quería estar solo. Mi esposa falleció y pensé que me moriría con ella. Fue muy duro.
-¿Has estado casado?
                       Mary pensó que, a lo mejor, Jonathan tendría hijos. Sus nietos...
                       La ilusión duró poco.
-¿Tienes hijos?-indagó.
                        Jonathan respondió meneando la cabeza en sentido negativo.
                       Abby y él habían deseado tener muchos hijos. Pero los niños nunca llegaron. Jonathan creía que él era estéril.
-¿Por qué dices eso?-se extrañó Mary.
                        Jonathan suspiró con gesto cansado. No se atrevía a contarle a aquella mujer tan bondadosa las espeluznantes circunstancias en las que había sido concebido y la forma tan horrible en la que vino al mundo.
-Abby siempre gozó de una salud de hierro y sus padres adoptivos decían que podía parir una docena de hijos, si así lo quería-contestó Jonathan-Supongo que debió de ser culpa mía la ausencia de hijos. Además... Eso no importa.
                       Tampoco quería entrar en detalles acerca de cómo era la vida íntima en su matrimonio. Abby era una joven muy decente y pudorosa que le tenía cierto pánico al contacto físico con él.
-Eres un joven muy apuesto y sospecho que también muy noble-observó Mary-Antes o después, encontrarás a otra mujer. Aunque suene duro. Pero deberías de darle otra oportunidad al amor.
-Eso es lo que estoy haciendo-le confesó Jonathan.
                       Entonces, le habló a Mary de su relación con Margaret. Con la sobrina de los primos de sus padres adoptivos...
-¿Estás enamorado de ella?-le preguntó Margaret.
-He llegado a quererla mucho-respondió Jonathan.
                       Todo lo que le estaba contando era verdad. Margaret era una persona muy importante en su vida. Sentía cosas que nunca antes había sentido con Abby. Le embargaba un fuerte deseo de tenerla entre sus brazos. De hacerle cosas que jamás se había atrevido a hacer con Abby porque ella no lo habría querido. Veía el fuego de la pasión reflejado en los ojos de Margaret.
-Ten mucho cuidado, Jonathan-le exhortó Mary-Es fácil confundir el deseo y el cariño fraternal con el amor verdadero.
-Yo nunca le haría daño a Margaret-le aseguró el joven.
-Eso espero.

                         Al salir de la casa de Mary, Jonathan decidió dar un paseo antes de regresar hasta el hogar de los Hollins. Hacía una tarde soleada.
                        De pronto, Jonathan escuchó una voz que le llamaba.
-¡Señor Lennon!-le gritó una voz.
                       Al principio, Jonathan no reconoció aquella voz. Pertenecía a una joven.
                      Pero no era la voz de Margaret. Y tampoco era la voz de Edith.
                      Se giró y vio a Eve Kipling, que se dirigía a toda prisa hacia él.
-¡Menos mal que le encuentro!-exclamó la joven al llegar a su altura.
                       Jonathan la saludó depositando un beso en su mano.



-Celebro verla de nuevo, señorita Kipling-le dijo.
-He tenido un problema espantoso y espero que usted me lo solucione-le contó Eve.
-¿De qué se trata?
-He venido a visitar a Edie. Sin embargo, mi doncella se ha sentido indispuesta y me ha dejado sola en el embarcadero. Ha tenido que volver a casa una vez aquí.
-Lo siento mucho. Yo puedo acompañarla a su casa, si así lo deseo.
-¡Oh, se lo agradezco de veras!

                       Jonathan acompañó a Eve hasta la casa de los Hollins.
                       El mayordomo le abrió la puerta a la joven. Jonathan decidió quedarse un rato paseando por el jardín. Se agachó para coger una flor que estaba creciendo entre la hierba.

 

                     Se sobresaltó cuando se percató de que había alguien más con él en el jardín. Era Margaret.
-Ya has regresado-comentó la joven.
-He ido a ver a Mary-le contó Jonathan.
-Eres capaz de hacer salir de su encierro hasta a una ermitaña. Nunca la he visto relacionarse con alguien de la isla. Eres especial.
                      Los labios de ambos se encontraron en un beso cargado de calidez. Un beso lleno de ternura...Un beso lleno de pasión...
                     Dieron un paseo por el jardín. Jonathan quería hablar con los tíos de Margaret.
-Deseo hacer las cosas bien-le expuso a la joven.
                      También quería escribirle una carta a sus padres adoptivos.
-Siento que todo está pasando muy deprisa-sonrió Margaret-¡Y que estoy soñando!
                       Se echó a reír. Jonathan la abrazó y los dos giraron sobre sí mismos.
-No estás soñando-le aseguró-¡Esto es real!
                       Llenó de besos la cara de Margaret.
-¡Debo de contárselo a Lucy!-exclamó la joven, muy contenta.
                    Su hermana no sabría qué pensar. Le diría que estaba loca por haberse enamorado de un joven al que casi no conocía. O, a lo mejor, le diría que se alegraba por ella. Lucy era muy desdichada en su matrimonio. No quería que Margaret corriera su misma suerte. Jonathan la besó de lleno en los labios.
-Deseo conocer a tu hermana-le confesó.
-Le escribiré una carta pidiéndole que venga a la isla-decidió Margaret-Pero, antes, he de hablarlo con mi tío.
-Está bien.
-¡Estoy segura de que no pondrá impedimentos a que Lucy venga a verme!
-Y yo estoy seguro de que me caerá bien.
-¡Te adorará en cuanto te vea!



                        Tuvieron que separarse cuando Eve abandonó la casa de los Hollins.
-¿Me estaba esperando en el jardín, señor Lennon?-le preguntó acercándose a él con una sonrisa radiante-Es muy amable por su parte.
                        Margaret miró a Jonathan extrañada.
-Le he prometido a la señorita Kipling acompañarla a su casa-le contó-Ha venido sola a visitar a tu prima porque su doncella se ha sentido mal.
-Pero volverá a casa enseguida-le aseguró Eve a Margaret-Me siento muy halagada de tener durante un rato a este gallardo joven sólo para mí.
                        Se echó a reír.
                        Margaret quiso pensar que Eve estaba bromeando. Pero un escalofrío recorrió su columna vertebral. Vio a Jonathan y a Eve salir del jardín.
                       Sintió una dolorosa punzada dentro de su pecho. Parecía que Eve iba a colgarse del brazo de Jonathan en cualquier momento. Se dijo así misma que no debía de sentir celos. Después de todo, Eve casi no conocía a Jonathan. No podía sentir nada por él.
                       Margaret se percató de que no estaba sola en el jardín. Edith estaba a su lado. Se daba cuenta de que su prima parecía estar sufriendo un ataque silencioso de celos. Rodeó los hombros de Margaret con su brazo. En silencio, intentó animarla y consolarla.

3 comentarios:

  1. Uy extrañaba mucho esta historia te mando un beso y te me cuidas

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  2. Buen capitulo. Una prima celosa es como una víbora venenosa.
    Saludos

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  3. Y tan especial que es, porque poca gente alegra la vida de otros de esa manera. Un besazo.

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