domingo, 13 de abril de 2014

LA NOVIA

Hola a todos.
Hoy, os traigo el desenlace de La novia. 
Vamos a descubrir lo que finalmente va a pasar entre Mikel y Penélope.
Espero que os guste.

                      Mikel y Jorge tenían una hermana menor, Mercedes, quien había decidido años antes, durante la guerra, ingresar en el convento de San Francisco, en Bermeo.
                       Hacía mucho que no la veían.
                       Mikel entró en el despacho de Jorge. Volvía a ser su despacho. Pero no lo sentía ya suyo. Se sentía como un ladrón.
                      Encontró en un cajón del escritorio un montón de cartas. Reconoció en el acto la letra de Mercedes. Buscó una hoja en blanco. Mercedes no lo sabe, pensó. Abrió el bote de tinta. Le quedaba ya poca tinta. Mojó la pluma. Empezó a escribir.

                     Mi querida hermana:

                   Te sorprenderá recibir esta carta, si tienes noticia de mi muerte en los últimos días de la guerra. Quiero que sepas que la Providencia ha estado conmigo en todo momento. Por eso, me hallo de nuevo en casa. En el caserío de nuestra familia en Garraitz...
                    Debes de pensar que soy un impostor. Que no soy tu hermano Mikel. Pero no es así. 
                   Han ocurrido una serie de desgracias. 
                   No sé si te lo ha contado Jorge. Él y nuestra cuñada Liliana tuvieron un hijo. 
                   El pobrecito murió cuando ni siquiera tenía un mes de vida. Ocurrió hace unas semanas. Jorge y Liliana regresaban de enterrarlo cuando llegué a Garraitz. Fue un duro golpe para ellos. Me creían muerto. Tengo la sensación de que tienen miedo de mí. Piensan que quiero echarles del caserío. 
                   No es mi intención hacerlo, Mercedes. 
                   El caserío es de nuestra familia. Le pertenece a Jorge y a Liliana. Me siento como un ladrón. 
                     Tengo la sensación de que estoy aquí para arrebatarles lo que tienen. 
                   Y te puedo asegurar que no es así. 
                    Yo también tengo mis planes para el futuro. 
                     Mi querida Mercedes...Liliana tiene una prima llamada Penélope. No sé si la conocerás. Yo apenas tengo un vago recuerdo de ella. Acuérdate que Liliana, antes de conocer a Jorge, me conoció a mí. 
                   Penélope se ha convertido en el principal apoyo de mi cuñada. No la deja ni a Sol ni a sombra. 
                    Penélope y su madre, doña Elisa, viven con nosotros, en el caserío. Son de mucha necesidad para mi pobre cuñada. 
                    Han salido a dar un paseo las tres. Pasan mucho tiempo juntas. Liliana parece una sombra de lo que fue. Perder a un hijo es lo más doloroso que le puede pasar a una persona. 

                     Cuando terminó de escribir la carta, Mikel abrió el libro de cuentas. Sonrió al pensar en Penélope. Liliana la quería tener a su lado porque la necesitaba. Para ella, Penélope era casi como una hermana pequeña. Penélope...La dulce Penélope...¿Por qué? ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella?
                     Meneó la cabeza. Tenía que centrarse en el libro de cuentas.
                     No tenía ningún agujero.
                     Aitor Goicoechea había sido un buen administrador. Digno de la confianza de la familia...La pena era que había muerto en un combate pocos meses antes de que a Mikel se le diera por muerto. Desde entonces, Mercedes vivía casi sumida en un profundo mutismo.



                     Aitor había sabido administrar bien tanto el dinero de la familia como la dote de Mercedes. Cuando sus difuntos padres intentaron casarla con un duque, ella se negó. Intentaron convencerla, alegando que se trataba de un hombre muy apuesto y muy rico, pero Mercedes se mantuvo en sus trece. Dijo que Dios la había llamado. Por eso, quería ingresar en un convento. Mikel estaba convencido de que la vocación religiosa de su hermana no era del todo cierta, a pesar de que Mercedes era muy devota.
                    Aitor no tenía familia.
                    Cuando empezó a sentirse enfermo, Mercedes pidió abandonar el convento para cuidarle. Ya era novicia.
                   ¿Y por qué mi hermana abandonó el convento para estar con él?, reflexionó Mikel en la soledad de su despacho. Recordaba la abnegación con la que Mercedes cuidó de Aitor. Era bastante mayor que ella.
                     Pero Mercedes lo amaba.

                    No había nadie en la playa. Sólo estaban Penélope y Mikel. Se sentaron en la arena. Cerca de la playa, un conejo había construido su madriguera.
                     Se habían besado en otras ocasiones anteriores en los labios. La vez anterior había sido en el pequeño bosquecillo de pinos que hay en la isla. Fue un beso mucho más apasionado que el que se habían dado en el salón. La última vez fue también en la playa. En aquella ocasión, fue Penélope quien besó a Mikel de manera golosa.
-No me pidáis que me arrepienta de lo que acabo de hacer porque no pienso hacerlo-afirmó Penélope.
                     Volvían a estar en la playa.
-Hay algo entre vos y yo, Penélope-afirmó Mikel-Es inútil que lo sigamos negando.
                        Se miraron a los ojos y Mikel cogió la mano derecha de Penélope, oprimiéndosela suavemente. Estaba empezando a anochecer. Los pájaros estaban cantando en algún lugar, cerca de donde estaban ellos.
                     Penélope se llevó la mano de Mikel  a los labios. Se la besó. Sintió el hombre algo parecido a un revoloteo de mariposas dentro de su estómago. Parecía un adolescente.
                      Sabía que estar a solas con Penélope estaba mal. Pero no le importaba porque quería estar con ella. Con su amada...
                       Se acercó a ella y la besó en los labios.
                     No se arrepintió de haberla vuelto a besar. Deseaba volver a besarla.
                    No fue un beso corto. No fue un beso suave. Penélope ya no recordaba la última vez que vio a Jorge besando a Liliana. El beso que le dio Mikel fue dulce. Un beso tierno...Los labios de él se pegaron a los labios de ella. Su boca se pegó a la boca de Penélope. No fue un beso rápido. No fue un beso casto. Penélope pensó que aquel beso era mejor que los anteriores que él le había dado.
                      Ella...
                      Correspondió a aquel beso.
                      Abrió un poco sus labios. La lengua de Mikel invadió su boca. Penélope rodeó su cuello con los brazos. Los brazos de Mikel rodearon la cintura de ella.
                     Se abrazaron. Fue un beso largo. Fue un beso apasionado. La lengua de Mikel tocó la lengua de Penélope. Probó el sabor de la joven. Sabe a fresa, pensó. Sus dientes rozaron los dientes de ella.
                      El tiempo dejó de existir mientras se besaban. Se besaron de forma lenta. Se entregaron a aquel beso. Ella acabó apartándose de él. Entonces, Mikel recordó que Penélope era virgen. Él había perdido la virginidad tiempo antes, cuando era un adolescente. Penélope debía de preservar su honra. Mikel pensó que nunca antes había sentido tanta necesidad de estar con una mujer. Y Penélope estaba roja como la grana. Pero ella era distinta.
-Cásate conmigo-le soltó de pronto.
                    Le cogió la mano y se la besó.
-Te amo y te necesito-se sinceró Mikel.
                      Penélope lanzó un grito de alegría.
-¡Me casaré contigo!-exclamó-¡Yo también te amo!
                       Llenó de besos el rostro de Mikel.



          Penélope regresó al caserío a toda prisa.    
                    Iba corriendo. Casi no podía sentir los pies en el suelo.
                Le informaron que Liliana estaba en el salón.
                 Encontró a su prima sentada en el sofá. Estaba bordando un pañuelo.
-¡Deja eso que estás haciendo!-le ordenó Penélope, casi histérica-¡Tengo que darte una buenísima noticia!
                     Se dejó caer en el sofá. Entonces, aprovechó para contarle a su prima que iba a casarse.
-¿Con quién?-inquirió Liliana.
-Tu cuñado Mikel me ha pedido que me case con él-contestó Penélope-Le he respondido que sí. ¡Oh, prima, lo quiero tanto!
-¿Te vas a casar con mi cuñado?
                   Liliana no salía de su asombro.
-¿No te parece una buena idea?-sonrió Penélope-Además de primas, seremos concuñadas.
                     Liliana tenía que asumir lo que estaba pasando. Penélope se iba a casar con Mikel. Su cuñado había recuperado su título de  conde de Garay. Entonces...
-Tú serás la condesa de Garay-alcanzó a decir.
-Me temo que sí-dijo Penélope-¡Oh, prima, no te enfades conmigo!
                    Liliana no estaba enfadada. Tan sólo estaba aturdida. Pero no sabía qué decir. Penélope la abrazó. Entonces, Liliana se dio cuenta de que estaba llorando.        

                La boda se celebró semanas después en la Ermita de San Nicolás.
                     La noche de bodas tuvo lugar en la playa.
                     Yacieron desnudos sobre la arena.
-No te haré daño-le prometió Mikel.
-Confío en ti-dijo Penélope-Porque me amas y yo también te amo.
                      Se fundieron en el más apasionado y largo de los besos. Mikel llenó de besos los hombros de Penélope. La besó repetidas veces en el cuello.
-Estaremos siempre juntos-le aseguró-Siento que Dios bendice nuestra unión porque nuestro amor es sincero.
                       Acarició el cuerpo de Penélope con los labios. Lo acarició con las manos. Mordisqueó el lóbulo de la oreja de la joven.
                        Se atrevió a chupar sus pechos.
                        A recorrer con la lengua el vientre de la joven.
                       Penélope no sintió miedo alguno cuando Mikel invadió su cuerpo. Apenas sintió el dolor que debía de sentir cuando una joven era desvirgada. Sentía que lo que estaba haciendo su recién estrenado marido estaba bien. Sentía que se convertían en un solo ser.
                      Al día siguiente, no salieron de la cama. Regresaron al caserío al amanecer. Se metieron directamente en la cama de Mikel. Desde ese día, Penélope debía de compartir la cama con él. Pasaron todo el día besándose. Abrazándose. Acariciándose mutuamente. Lamiéndose el uno al otro. Penélope descubrió el significado de lo que era la pasión. Y Mikel supo que el deseo no era pecado si estaba unido al amor verdadero.

                       Desde entonces, Mikel estrechaba cada noche entre sus brazos a Penélope. La abrazaba con fuerza.
                        La besaba con pasión en los labios una y otra vez. Ella se sentía protegida cuando estaba con él. Se sentía amada.
                        Recibía en su cuerpo las caricias de los labios y de las manos de Mikel.
                        Él llenaba de besos cada porción de la piel de la joven. La lamía.
                        Liliana se conformaba sintiendo que su prima era feliz. Por lo menos, Penélope tenía algo que ella no tenía. Verdadero amor...Liliana y Jorge siguieron viviendo en el caserío. Pero sentían que ya no era lo mismo. Mikel había regresado. Y había escogido a Penélope para pasar con ella el resto de su vida.

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