domingo, 20 de abril de 2014

EPÍLOGO DE "LA NOVIA"

Hola a todos.
Me he decidido a hacerle un epílogo a mi cuento La novia. 
Espero que os guste.

                       En el pasado, Mikel había besado a otras mujeres. Sin embargo, no era nada comparado con los sentimientos que se apoderaban de él cuando besaba a Penélope. La manera en la que ella le besaba le hacía recuperar el tiempo perdido. Los besos que Penélope le daba en la intimidad de su alcoba le hacían regresar a la vida.
                       Había pasado un año desde la muerte del hijo de Liliana y de Jorge. Aquella tarde, Jorge acudió al cementerio solo a visitar la tumba del niño. Liliana no le acompañó. Se quedó encerrada en el caserón. No se sentía con fuerzas para visitar la tumba de su hijo. Las pesadillas sobre el día en el que el niño murió la atormentaban. Y ver a Penélope y a Mikel felices le hacía sentirse más desdichada.
                      Su tía doña Elisa la encontró acurrucada en el sillón del salón. Se sentó a su lado.
-Me destroza el corazón verte tan triste, cariño-le dijo-Ya ha pasado un año.
-Era mi hijo, tía-le recordó Liliana-No podré tener más hijos después de haberle perdido.
-Antes de tener a Penélope, perdí un bebé. El dolor no se supera nunca, pero el paso del tiempo hace que se mitigue.
-No creo que eso me pase.
                        En aquel momento, Penélope entró en el salón. Regresaba con su doncella de haber ido a hacer una visita a Lekeitio. Su rostro estaba iluminado de una manera extraña. Desde hacía algo más de un mes que no le bajaba el periodo. Su mano estaba posada en su vientre, todavía plano.
                        Liliana alzó la mirada para ver a Penélope. De pronto, tuvo la sensación de que estaba viéndose así misma tiempo atrás.
-No has ido a Lekeitio a visitar a una amiga-afirmó Liliana-¿Dónde has estado?
                       Penélope esbozó su sonrisa más radiante. Doña Elisa lanzó un grito de alegría al escuchar la noticia. Dentro de unos meses, su hija la haría abuela. Liliana tuvo la sensación de que el salón le daba vueltas.
-¿Qué está pasando aquí?-preguntó Mikel, saliendo del despacho.
                      Había recibido una carta de Mercedes. En ella, su hermana le decía que se alegraba muchísimo de saber que estaba vivo.
                       Entonces, Penélope le contó lo que estaba pasando. Había ido a visitar a una comadrona a Lekeitio. Había confirmado las sospechas que llevaba algún tiempo (unas semanas) albergando en lo más profundo de su ser.
-¡Vamos a ser padres!-anunció Penélope riendo de felicidad.
                    Mikel tardó unos segundos en reaccionar. De pronto, pareció entender lo que acababa de comunicarle Penélope. Lanzó un grito de alegría. Alzó en brazos a Penélope. Llenó de besos su cara. La besó de manera apasionada y profunda. Aquel beso arrancó lágrimas de los ojos de Liliana.
                        En el fondo, se alegraba por su prima.
-Podría ser un niño-dijo Mikel-Pero también podría ser una niña.
                        El sexo del bebé no le importaba. Sólo le importaba que naciera sano. Y que tanto Penélope como el bebé estuvieran bien.
                         Liliana se levantó del sillón en el que había permanecido sentada. Se acercó a Penélope y a Mikel. Esbozó una sonrisa triste, pero, al mismo tiempo, alegre.
-Me alegro muchísimo por vosotros-dijo-Os lo merecéis. Os amáis mucho. Los hijos han de ser fruto del amor.
-Prima, tú también podrías tener otro hijo-le auguró Penélope-No hagas caso de lo que diga el médico. Jorge y tú os queréis, aunque digas lo contrario.
-No sé qué pensar.
                    Liliana salió a dar un paseo por la playa. Necesitaba estar sola.
                   Tenía muchas cosas en las que pensar. En cuestión de un año, había dejado de ser la condesa de Garay.
                     Penélope iba a ser madre. Iba a dar a luz a la heredera o al heredero del conde de Garay.
                    Liliana y Jorge seguían viviendo en el caserío. No habían pensado en abandonarlo todavía. Antes o después, Jorge vendrá, pensó Liliana. Entonces, tendría una larga conversación con él.
                     Se detuvo. Miró hacia atrás. Vio a Penélope y a Mikel caminando por la playa. Se detuvieron para fundirse en un beso largo y profundo. Acabaron abrazándose, sintiéndose los más felices del mundo. Sintiendo que lo tenían todo. Se tenían el uno al otro.



FIN



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