sábado, 20 de julio de 2013

INFIEL

Hola a todos.
¡He vuelto! Sé que había prometido que regresaría en septiembre. Aunque ya avisé de que, a lo mejor, se me cruzaban los cables y regresaba antes de tiempo.
El caso es que no he podido resistir la tentación. He estado escribiendo. No puedo estarme quieta, ni siquiera en verano. He salido a pasear. He visto un precioso fortín que hay en las afueras de La Unión, en la zona del Garbanzal, que se llama Torreblanca. Ahora, está rehabilitado, pero este fortín data del siglo XVI. Servía para avisar a la escasa población de las entonces nacientes pedanías de Roche, Portmán, Las Herrerías y El Garbanzal de los ataques de los piratas berberiscos que eran el azote del Mar Mediterráneo en aquella época.
He salido con una buena amiga, que me da sabios consejos. Se llama Antonia. Siempre me está diciendo que no me estanque. Que escriba sobre otras épocas. No todo ha de ser la mitad del siglo XIX. ¡Y es verdad! Escribo sobre otros periodos de la Historia. Quiero terminar todas las historias que llevo a medias. Y quiero compartir con vosotros los pequeños relatos que escribo.
Este relato lo escribí hace unos días. Es de los más cortos que he escrito. Es de temática romántica, pero aborda otras dos caras del amor: el desamor y la infidelidad. No descarto alargarlo más adelante. Siguiendo el consejo de Antonia, no transcurre en el siglo XIX, sino en la década de los sesenta. Espero que os guste.
Por cierto, ¡qué asco de calor, por Dios! ¡A 35ºC a la hora de comer! ¿Quién tiene ganas de moverse? A fecha de hoy, todavía no ha caído ni una miserable gota de lluvia. ¡Con las ganas que tengo yo de que llueva! Pero con moderación...Así, nos refrescamos un poco.
Aquí tenéis mi relato corto Infiel. 


INFIEL


             NEWPORT, GALES DEL SUR, 1963

            Dacia no soporta que su novio Alec la toque. No quiere ni pensar que él fantasea con la idea de copular con ella. No quiere que él la tome entre sus brazos. No quiere que él la bese. Es su novio, sí. Y lo quiere mucho. Sin embargo, hay cosas que ella no soporta, como que Alec tenga la manía de jugar con su pelo. O de acariciarle el pelo. ¿Por qué hace eso? ¿No se da cuenta de que está mal? 
           Alec se lleva un mechón del cabello de Dacia a los labios. Lo olfatea. Ella se pone tensa. Piensa que lo que está haciendo su novio está mal. Se lo echa en cara. No soporta estar cerca de él. A veces, Alec se pregunta si Dacia está realmente enamorada de él. Es una pregunta que se hace desde que se conocieron. Lo achaca a la educación de la joven. Dacia es muy religiosa. Fue a un colegio de monjas. Su familia es católica. Su fe, en ocasiones, roza el fanatismo. Alec es creyente. Pero no es ningún fanático religioso. El amor tiene que ser alegre. Tiene que ser motivo de alegría, en su opinión. Dacia no soporta estar a solas con él. Lo desea. Pero de un modo tan retorcido que Alec no logra entender. 

            Van caminando por el Puente Colgante. 
             Dacia mantiene la vista baja. No se atreve a mirar a su marido a la cara. Es hermosa. Desearía ser más alegre. Desearía sonreír más. Ser más sociable. Pero no puede salir del caparazón que ella misma ha construido. Alec sufre ante el rechazo de Dacia. La ama. Quiere tocar su cabello de color rojizo. Dacia se aparta de su lado. Parece querer fulminarle con la mirada. No entiende su rechazo. 
-¿Qué haces?-le espeta ella.
-Sólo te estoy tocando el pelo-le contesta él.
-¡No lo hagas!
-¿Por qué no quieres que lo haga?
-Porque no me gusta.

-Pero somos novios, Dacia. Nos queremos. 
-Yo te quiero mucho, Alec. Pero hay cosas que no están bien que las hagamos. ¿Por qué no lo entiendes? 
-Te entiendo, cariño. 
-Yo quiero que me respetes. Aún no soy tu mujer. Pero nos casaremos pronto. 
-De verdad...
-Entonces, seré tuya en todos los sentidos. 
-¿Y qué pasará cuando estemos casados?
-Te lo he dicho. Seré tuya en todos los sentidos. ¿No puedes esperar un poco? 
-Yo espero. 
-¡Oh, Alec! ¡Eres muy bueno conmigo! 
-Te quiero, Dacia. 
-Yo también te quiero. 
            De aquel modo, zanjaban las discusiones. 
            Yvonne, la antigua novia de Alec, no se parece en nada a Darcia. Era más tranquila. Yvonne disfrutaba haciéndole cosquillas a Alec...Le revolvía el pelo de manera cariñosa con la mano...
            Alec compara a Yvonne y a Dacia. Yvonne no puede calificarla como novia. Era su medio novia. No llegaron a ser nunca novios formales. Tontearon mucho durante años. Pero no llegaron a hacer nada más. En cambio, Dacia es distinta. Le ha pedido relaciones. Son novios formales. Quizás se casen algún día. 
           Dacia es una buena chica, piensa Alec. Lo piensa mientras se aleja de su casa. Su noviazgo será largo. Se casarán. Frunce el ceño al pensar en su vida en común con Dacia. 

              Comparte piso con otros dos chicos. Apenas se relaciona con ellos. Hacen vidas al margen. Pero intentan llevarse bien. Alec no puede contarles nada. En ocasiones, se siente muy solo. 

             Darcia y Alec van a comer a la cafetería que está en la esquina de la calle de la peluquería en la que trabajan Yvonne y Darcia.
            Piden siempre un bocadillo de cualquier cosa. Acompañan el bocadillo con una Coca-cola.
-Pago yo-dice Alec.
-Pago yo mi parte-replica Darcia.
           Alec sonríe y se inclina encima de la mesa para besar a su novia. Dacia se deja besar. Piensa en la clase de besos apasionados que han debido de compartir Alec y Liz.

-Te noto pensativa-observa Alec. 
              Le coge la mano por encima de la mesa. 
-El día de hoy ha sido duro-miente Dacia. 
-Cuéntame cómo te ha ido el día-le pide Alec. 
             Dacia empieza a hablar. 

             Alec y Dacia salen a pasear por las calles de Newport. Se cogen de la mano. Becky se deja coger de la mano por Alec. No hay pasión en su relación.
-¿Por qué eres tan arisca conmigo?-le pregunta Alec a Dacia.
-Yo no soy arisca con nadie-le responde la joven-Al contrario...Intento ser lo más sociable posible.
-Te noto distante conmigo desde que nos hicimos novios formales.
-Sólo te pido que mantengas las distancias. No soy una cualquiera.
-Yo te respeto, Darcia. Por eso, te pedí que fueras mi novia. Algún día, tú y yo nos casaremos.
               Darcia tiene dudas. Es peluquera. Ella y Yvonne trabajan juntas en la misma peluquería. Ve todos los días a Yvonne en el trabajo. Sabe que ella y Alec fueron novios. Él dice que fueron medio novios. Ella no le cree. Su cabeza funciona muy deprisa. Tiene una imaginación muy calenturienta. Ve a Yvonne besando con pasión a Alec. Ve a Yvonne besando a Alec con lengua...¡Dios! ¿Cómo puede ser tan desconfiada? ¡Alec es su novio! ¡Alec se va a casar con ella!
            Dacia e Yvonne realizan los mismos trabajos. Tiñen cabellos de todos los colores y de muchos matices. Rubios...Castaños...Caobas... Morenos...Rojizos...Rizan cabellos ... Peinan... Lavan... Cortan... Cortan raíces...Ponen a las clientas bajo el secador...Ponen rulos... Secan cabellos mojados... Cepillan...Desenredan...Es todos los días la misma rutina. Una y otra vez. Yvonne nunca se queja. Dacia odia su trabajo. 
         Y odia también a Yvonne . La ve tan alegre...Tan risueña...
         Dacia sólo deja que Alec la bese de manera casta. 
          Cree que Alec besa a Yvonne con pasión (y hace otras cosas con ella) a sus espaldas. Es muy celosa.
            Yvonne ha puesto a una señora bajo un secador de pelo. Tiene que atender a otra clienta. Quiere cortarse el pelo. 
            Dacia aplica un tinte oscuro sobre las canas de una mujer de unos sesenta años. 
-No te entiendo-le dice a Yvonne. 
-¿El qué no entiendes?-inquiere su compañera. 
-El que estés tan contenta. 
-Tengo mis motivos para estar alegre. 
           Ya, piensa Dacia.
           La clienta se queja. 
-Creo que me estás echando demasiado tinte-le hace saber. 
            Dacia frunce el ceño. Siente el deseo de arrojarle el tinte a la cara a la mujer. Pero se contiene. Lo último que quiere es perder su trabajo. Es lo único que tiene. Y Alec... 

             Alec jamás pensó que acabaría siéndole infiel a Dacia. Ha pasado, piensa. No sabe cómo mirarle a la cara después de eso. 
             Siente asco de sí mismo. 
            Mira a Yvonne a los ojos. Están sentados en el sofá del piso de Alec. La joven tiene los ojos hinchados de tanto llorar. Es consciente de que ha hecho mal. Desea poder dar marcha atrás. Pero no puede. 
-Esto no ha debido de pasar-le dice a Alec-¡No ha pasado!
            Él asiente. No quiere pensar en lo que ha ocurrido en el sofá de su casa. No quiere pensar en los latidos acelerados del corazón de Yvonne. En sus labios recorriendo el cuello de la joven. Aparta de su cabeza esos recuerdos tan recientes. Dacia no sabe nada. 
-No quiero que Dacia se entere-prosigue Yvonne-¡Me odiaría!
              Alec no dice nada. No quiere contarle nada a Dacia. 
-No sabrá nada-le asegura a Yvonne-De eso no te preocupes. No ha pasado nada. 
             Tiene la radio encendida. Están dando las noticias. Yvonne busca un cigarrillo en el bolsillo de su blusa mal abrochada. Quiere tranquilizarse. 
              Alec le da lumbre. Al mismo tiempo, coge un cigarrillo de Yvonne. Se lo enciende. Le da una calada. 
              Él e Yvonne han pasado un buen rato besándose con auténtica pasión. Se han abrazado con fuerza. Se han acariciado de un modo íntimo. 
             ¿Cómo ha podido pasar?, se pregunta Alec. En el fondo, sabe la respuesta. Ha ido a ver a Yvonne. Quería devolverle un disco que ella le había prestado hacía unos días. En el fondo, el disco se trata de una excusa. Yvonne comparte piso con otra chica que trabaja en un bar. Su compañera no estaba. Alec quiere achacarlo a la cerveza que él e Yvonne se han tomado. A los recuerdos del pasado que tuvieron. A cualquier cosa...Se quedaron a solas. Y se dejaron llevar por la pasión. Alec no culpa a Yvonne de lo ocurrido. Se culpa así mismo de todo. 
               Yvonne le abrió la puerta. Estaba sola en el piso. Le dijo que estaba leyendo un libro. Se pusieron a hablar. Se bebieron cada uno una botella de cerveza. Yvonne puso la radio. Bailaron una pieza que sonó en aquel momento. Y...Alec no quiere seguir pensando en lo que vino después. Recuerda con total nitidez el momento en el que sus labios se posaron sobre los labios de Yvonne. 
-Tengo que irme-anuncia Alec-Mis compañeros de piso deben de preguntarse dónde me he metido. 
-¡Por Dios!-se asusta Yvonne-¡Que no se entere Dacia! 
-Descuida. No le contaré nada. Te lo juro. 
               Alec e Yvonne hacen otro juramento. No volverán a verse a solas. Lo ocurrido aquella tarde no ha de volver a repetirse. Alec se pone de pie. Apaga el cigarrillo a medio fumar en el cenicero que hay en una mesita de cristal que hay en la salita de estar. Se pone la chaqueta. Sale del piso de Yvonne. No quiere pensar que va despeinado. No piensa en su camisa mal abrochada. Ni en que se sube la bragueta del pantalón antes de salir a la calle. 
             No piensa en el delicioso sabor de la piel de Yvonne. 

              Va a buscar a Dacia para acompañarla al trabajo al día siguiente. Se dirigen a la peluquería a pie. 
-Has pasado mala noche-observa Dacia. 
              Se despiden con un beso suave en los labios. 
              A Alec le parece repulsivo besar a Dacia con tanta suavidad. Aún puede sentir sobre sus labios los besos apasionados que le dio Yvonne. 
-Hola...-la saluda cuando la ve a través del cristal de la puerta de la peluquería. 
             Ella le aparta la vista, visiblemente avergonzada. Alec se siente igual que ella. 
            Los ojos de Yvonne son oscuros. No miran a Dacia a la cara. Siente vergüenza de sí misma. 
-¿Estás bien?-le pregunta una compañera. 
-He pasado mala noche-responde Yvonne. 
             Dacia la mira con desprecio. Yvonne...Tan hermosa...Tan seductora...Se siente insignificante a su lado. 

                Alec e Yvonne se abrazan en el interior del coche del joven. 
-¿Qué va a pasar ahora?-se pregunta ella-Tengo mucho miedo. 
-No sé lo que va a pasar-admitió Alec-Esto es una locura. Dejaré a Dacia si tú me lo pides. Aunque...
-Nos quieres a las dos. Eso es lo que pasa. 
                No saben qué van a hacer de ahora en adelante. Se abrazan. Se besan con pasión. Quieren vivir el presente. Aún sabiendo la verdad. Que le están haciendo daño a Dacia. 



                        Y ella no se lo merece. Nos odiará, piensa Alec. Nos odiará cuando sepa la verdad. Y nos estará bien empleado. Por haberla engañado. Me estará bien empleado porque le estoy siendo infiel con Yvonne.
                  Ésa es la verdad.


FIN

                                 

4 comentarios:

  1. Cuando uno miente y traiciona solo uno se engaña. Un beso genial relato.

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  2. Hola!!!

    Cuánto me gusto me da leerte de nuevo, bienvenida por aquí.

    Ha sido un relato muy bueno, como siempre, el final me ha dejado un gustillo amargo, tiene un aire triste y amargo.

    Besos.

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  3. Aunque has adelantado tu vuelta ¡que ya lo sabía yo! me alegro un monton verte tan feliz y motivada.
    El relato es maravilloso.
    Me encanta el personaje de Ivonne.
    Un beso

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  4. Un placer volver a leerte!
    Yo también he vuelto de mis vacaciones...sin infidelidades.

    Besos

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