lunes, 20 de mayo de 2013

LO QUE NO SE NOMBRA

Hola a todos.
Para empezar, me gustaría pedirle perdón a Gabriela Margall por haber tomado prestado el nombre de una de sus novelas para darle un título a esta entrada.
Hoy, vamos a seguir hablando sobre el sexo. Pero el sexo tanto en la novela romántica como en la realidad...
Todas las protagonistas tienen en común una cosa. Sienten algo de miedo al pensar en su primera vez. A menudo, he leído escenas en las que la protagonista habla con su madre o con su dama de compañía. Quiere saber lo que pasará la primera vez que esté en la cama con un hombre. La madre suele dar respuestas muy vagas acerca del tema. La dama de compañía es un poquito más clara. Pero no mucho...
Y es que había ciertas cosas que no se podían mencionar en voz alta.
Y la primera vez (siempre en el marco de la noche de bodas) era una de ellas.
La madre empieza con balbuceos y con rubores. Casi siempre, se acaba yendo por los Cerros de Úbeda, como se suele decir. La dama de compañía dice que será un poco doloroso. Que sangrará. Y que, después del dolor de la primera vez, no sentirá nada. Ni siquiera placer...
Por supuesto, la dama de compañía se equivocará. Y la protagonista viajará al Séptimo Cielo gracias al galán de turno. Pero había algunas cosas que no podía comentar en voz alta. La primera vez era una de esas cosas. La llegada de la menstruación era la otra.
Antes, una jovencita no sabía en qué consistía la regla. Sólo sabía que le tenía que llegar algún día. Y que se convertiría en mujer. No le decían que podía ser dolorosa, porque te suele doler el bajo vientre. O que podía sangrar.
La madre intentaba no explicarle nada. Y la chica se conformaba con lo que le contaban en susurros las criadas. O buscaba información en los libros, si era curiosa. Nada más...
Sólo eso...
Nadie le podía decir que su cuerpo iba a sufrir cambios. Que estaba preparada para ser madre. Las explicaciones serían dadas de forma muy vaga. E imprecisa casi siempre...
Lo que no se nombra es una novela que refleja muy bien la manera de pensar de las familias bien de la alta sociedad argentina de principios del siglo XX.
Refleja cómo eran tratadas las jovencitas de esas familias. Como se intentaban mantener intactos, no sólo sus cuerpos. También sus oídos...
Se describe a esas jovencitas de clase alta. Unas auténticas Princesas...Educadas sólo para ser el apéndice de sus maridos...
La protagonista de la novela, Victoria, descubre lo que es el amor. Y descubre en su interior sentimientos que le han enseñado a reprimir, como el deseo. Para mí, Gabriela Margall describe como nadie cómo es la Argentina de los siglos XIX y XX. Con permiso de Florencia Bonelli, otra gran autora.
De ahí que haya escogido el título de su novela para ponerle título a esta entrada.
Hasta no hace nada, una mujer no podía saber ni siquiera cómo iba cambiando su propio cuerpo. Y eso me parece lamentable. No podía, ni siquiera, hacer preguntas.
Y eso mismo le ocurre a Victoria.
Me gusta soñar con otras épocas porque me permite viajar en el tiempo.
Sin embargo, cuando indago más en la época sobre la que estoy escribiendo, me doy de bruces con la realidad.
Era una época complicada para ser mujer. Además de carecer de voz y de voto, existía un grave riesgo de morir al dar a luz. No te permitían saber nada, ni siquiera, sobre tu propio cuerpo. Eran épocas hermosas para soñar. Pero difíciles para vivir.
[081028_lqnsn_grande.jpg] Portada de Lo que no se nombra, de Gabriela Margall. La mejor descripción que he leído hasta ahora acerca de la mentalidad de una familia bien.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado el post, escribes realmente genial... Me suscribo inmediatamente.
    Un besazo!

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    1. Hola Catalina.
      Muchas gracias por tu visita y por tus palabras.
      Ya soy seguidora de tu blog.
      Un fuerte abrazo y espero que vuelvas pronto por aquí.

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  2. Interesante reflexión con la que estoy muy de acuerdo, a veces es tan seductora la idea de soñar en aquellos tiempos, pero la vida no era nada sencilla para una mujer.

    Besos.

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    1. Es bonito soñar con una época de vestidos bonitos, bailes y carruajes. Pero la realidad que se esconde tras todo eso es muy difícil de digerir.
      Un fuerte abrazo, Aglaia.
      Y me alegro mucho de verte.

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