De las dos, Brigitte siempre había sido la más introvertida. Sarah creía que su carácter callado la había llevado a fracasar en su puesta de largo. Brigitte no era fea. Sarah sabía que tenía su carácter. Y que tenía sus propias ideas acerca de la vida y del amor.
Era la innegable belleza de Sarah la que opacaba a Brigitte.
La joven era dulce y abnegada. Era muy devota. Iba a la Iglesia con frecuencia. Rezaba mucho.
Era una joven recta, honrada y leal. Pensaba en trabajar. Lo había hablado con su padre. Mister Allen se negaba y le decía a Brigitte que debía de dejarse de tonterías y de buscar también ella un marido apenas llegaran a Dublín. A lo que la muchacha se negaba. No quería depender de nadie porque sabía que nunca se casaría y también sabía que sus padres no vivirían toda la vida; se negaba a vivir de la caridad de Sarah y de su posible marido.
Creía que Luke era el mejor partido para Brigitte. Tenía mucha experiencia. Era un poco mayor que ella (unos quince años). Era cortés. Era apuesto. Y era educado. Admiraba la gran belleza de Sarah. Y sabía que, a pesar de su carácter, era virtuosa. Había estado con demasiadas mujeres y quería descansar.
Quería tener hijos. Sarah era hermosa, era joven y estaba sana.
Veía en Brigitte a una posible aliada. Sarah acabaría escuchando a su hermana.
Sarah era muy coqueta. Le gustaba vestir bien. Se pasaba las horas arreglándose delante del espejo.
Creía que Brigitte se había vuelto loca. ¿Cómo podía estar pensando en colocarse como dama de compañía? La gente hablaría de ellas en Dublín y Sarah temía que la locura de Brigitte empañara su temporada.
Sarah entró en la habitación de su hermana. La encontró leyendo el periódico. Debe de estar mirando los anuncios, pensó Sarah. Brigitte estaba buscando alguien que buscara una dama de compañía.
-No deberías de hacer eso-le dijo Sarah.
Se sentó en la cama, al lado de Brigitte.
-No quiero vivir de la caridad de nadie-afirmó la joven.
-No digas tonterías-bufó Sarah-Acabarás casándote.
Brigitte negó con la cabeza. Su hermana era demasiado optimista.
Hacía mucho frío. Fuera, había empezado a llover con fuerza. Sarah le arrebató el periódico a Brigitte. Necesitaba enterarse de los últimos cotilleos que circulaban por la ciudad.
-¡Lo estaba leyendo!-la regañó.
-Estás perdiendo el tiempo-replicó Sarah-Este verano está siendo muy aburrido. No ha salido el Sol. No parece que sea verano. Parece que no acaba el invierno.
-Entonces, no habrá ocurrido nada interesante en la capital.
Brigitte llevaba un chal sobre sus hombros. El brasero estaba encendido en la habitación.
Un agradable calorcillo inundaba la estancia.
-¿Y qué es lo que dice?-inquirió Brigitte.
-Sir Joseph Woods está en la ciudad-contestó Sarah.
Brigitte no conocía a aquel hombre. Sólo lo conocía de oídas. Igual que Sarah.
-He oído que se casó en Calcuta-comentó Brigitte.
Sarah le contó que sir Joseph había enviudado. La boda fue considerada un escándalo en la alta sociedad irlandesa porque la esposa de sir Joseph era una joven hindú de alta casta.
-Tuvieron un hijo, Victor-contó Sarah-Sir Joseph lo ha traído consigo. Nadie quiere relacionarse con él. Ni con él ni con lady Woods, su madre. El único crimen que ese hombre ha cometido ha sido enamorarse y casarse.
Brigitte creyó que algunos miembros de la alta sociedad eran idiotas de nacimiento. Sir Joseph no había quebrado ninguna ley divina al casarse con una mujer de la que estaba enamorado. Había tenido la mala suerte de quedar viudo y con un hijo pequeño a su cargo. Muchos hombres y muchas mujeres corrían esa misma mala suerte.
-Pero han recibido el apoyo de mucha gente-recordó Brigitte.
-Esos hombres y esas mujeres no son tan ricos ni tan poderosos como lo es sir Joseph-puntuó Sarah-Y él se enamoró de una hindú. Y su hijo es mestizo. Eso es algo que ningún miembro de alta sociedad perdona. Los han condenado al ostracismo.
-Imbéciles.
-¿Quiénes?
-Esos...Son idiotas. ¡No es ningún delito enamorarse! ¡No es ningún delito perder a la persona que amas! Sir Joseph Woods hace bien. Que se aparte de esa gente y que críe a su hijo en paz.
Por algún motivo, Brigitte se sentía identificada con sir Joseph. Sarah lo percibió en el tono apasionado con el que se refirió a él.
-Me dan pena-comentó la joven-Espero que la gente recapacite. Y que vuelva al redil. Sería un soltero cotizado. Rico y libre...
Le devolvió el periódico a Brigitte.
me encanta el personaje de Brigitte ¡es apasionada!
ResponderEliminarUn beso
El verdadero carácter de Brigitte se está descubriendo. Dará alguna que otra sorpresa. Lo mismo que Sarah.
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