Sarah salió aquel día a pasear.
No le contó nada a la doncella que le había asignado Lilith.
Salió sola.
Durante horas, estuvo vagando por la ciudad. Buscó a Darko. No lo encontró.
Se preguntó si la estaría evitando.
Sarah desechó aquel pensamiento. Darko debía de estar ocupado con sus asuntos. A lo mejor, andaba escondiéndose de los detectives de Bow Street. No debía de olvidar que estaba buscado por la Justicia.
Todo lo que hacía era por protegerla.
Sarah no vio a mucha gente en la calle. Los comercios estaban abiertos. La gente entraba y salía de ellos. Vio unos cuantos carruajes cerrados por la calzada.
Hacía frío aquel día. Ni siquiera su capa la protegía del frío. El cielo se cubrió de nubes. Empezaron a caer unas cuantas gotas de lluvia. Se había ido sin sombrilla. Por suerte, no se mojó. Sarah vio un carruaje vacío.
-¿Está libre?-le preguntó al conductor.
-Sí...-respondió el hombre.
-Lléveme a la zona del Valle Profundo, por favor. Es urgente. Le pagaré bien.
-¿Vive en esa zona?
-Estoy pasando unos días allí. Oiga. Dese prisa.
-De acuerdo...Suba, señorita.
Sarah se subió al pescante con el conductor. Era un hombre bastante grueso. No cabían los dos en el pescante. Sarah se aferró al asiento para no caer al suelo. Los caballos le parecieron que iban muy lentos. Desde luego, su estancia en la ciudad estaba resultando un desastre. No había visto todavía a Darko.
El conductor no paraba de hablar.
-¿De dónde es usted?-se interesó.
-De Holyhead...-contestó Sarah.
-No he estado allí. ¿Es cierto que la isla de Holy es tan bonita como dicen?
-¡Tendría que ir y verla! Sobran las palabras. Es como sacada de un cuento de hadas. ¿Sabe?
-Entonces, iré por allí algún día.
Sarah recordó la carta que había recibido de Mary unos días antes. Su hermana le expresó lo mucho que la extrañaba. No daba grandes detalles acerca de cómo avanzaba su romance con lord Robert. Había cosas que le daba pudor contarle a su hermana. A pesar de que el conde era todo un caballero. Y no había pasado nada malo entre ellos.
Según Mary, Llangefni era una ciudad triste. No sé qué es lo que has visto en esa ciudad, solía decir. ¡Siempre está lloviendo! Es tan triste como Holyhead. Cuando Sarah llegó a la casa de Lilith, había mucha niebla. El cochero no sabía por dónde orientarse. Se perdió en varias ocasiones. Sarah no reconocía aquella ciudad.
Por suerte, el carruaje se detuvo delante de la fachada de la casa de su amiga.
Al descender del carruaje, Sarah empezó a toser. El humo parecía querer metérsele en los pulmones. Golpeó la puerta de la casa de Lilith. Pasó detrás de ella un niño vendiendo The Times. Pero Sarah no tenía ningún interés en saber lo que estaba pasando en el país.
A decir verdad, tampoco tenía ganas de meterse dentro de aquella casa. Alexander no estaba. Pero sí estaba Lilith.
Su amiga intentaba mantenerse fuerte. Pero se derrumbaba a la mínima de cambio.
Estaba sufriendo mucho. Y Sarah no sabía qué hacer para ayudarla.
Se sentía impotente. Deseaba regresar a Holyhead.
El mayordomo le abrió la puerta.
-Miss Wynthrop...-dijo al verla-Pase. Mi señora la está esperando.
Sarah penetró en el interior de la casa. El mayordomo la ayudó a quitarse la capa que cubría sus hombros. Sarah le entregó su sombrero.
-¡Por fin llegas!-exclamó Lilith, entrando en el recibidor-Me tenías preocupada.
-Sólo quería dar una vuelta-se justificó Sarah.
-¿Con la tarde tan horrible que hace? Está lloviznando. Pero no tardará mucho en empezar a llover con fuerza.
-¡Oh, Lilly! ¡Estás exagerando!
En aquel momento, un trueno retumbó en toda la casa.
Cualquier persona que estuviera en Llangefni era objeto de cotilleo. Sobre todo, si era un aristócrata. Y, para colmo, rico. Lilith había oído algunos cotilleos jugosos acerca del primer matrimonio de lord Robert Caernafon. Hizo pasar a Sarah al salón.
Tomaron asiento en el sofá.
-Te conviene conocer ciertas cosas acerca de tu futuro cuñado-le dijo.
-Sé que es muy rico-dijo Sarah-Y que quiere casarse con Mary.
-¿Sabías que estuvo casado antes?
Le habló de Paula Barnett. La primera esposa del conde había sido, en vida, una humilde criada. Paula había vivido entregada a su trabajo. Nunca pensó que acabaría casándose con un conde.
-¿De dónde es oriundo ese conde?-quiso saber Lilith.
-Es oriundo de la isla de Church. Toda su familia vive allí.
-¿Cómo es que nunca habéis coincidido?
-Venimos de ambientes distinto. Mi familia es rica. Pero no es tan rica como la suya. Y tampoco somos aristócratas. Por lo que sé, tiene posesiones en distintas partes del país. La mitad de la isla de Church es suya. Me lo ha contado Mary. Se ha informado bastante bien. Su primera esposa era de allí.
-Me imagino que se casará con Mary para engendrar un heredero. Si es que no tuvo ningún hijo con su anterior mujer.
-Por lo que yo sé, no.
-Entonces, se dará prisa tu hermana en quedarse embarazada. Ya no es ninguna chiquilla. Podría pedir ayuda. Conseguir algún tónico que la haga concebir lo antes posible. Existen esa clase de tónicos. Pero...No se lo recomiendo. No...No funcionan.
-Supongo que el conde se casará con Mary por ese motivo. Pero...Dicen...Se habla mucho de su primer matrimonio.
-¿En qué sentido?
-Se casó con una criada. Fue un escándalo.
-No me extraña.
Paula era la hija bastarda de una criada. Su trabajo era duro. E interminable. Y sus señores eran horribles.
-La compadezco-dijo Lilith-Cualquier chica en su situación habría hecho lo mismo que hizo ella.
-Dicen que se casó con el conde por su dinero-opinó Sarah-No lo creo.
-Es la verdad. Las mujeres de su posición sólo buscan una cosa. Prosperar por la vía rápida. ¿Cómo lo consiguen? Seduciendo a nobles con dinero. Pero he oído que las cosas no le fueron nada bien.
Sarah había oído que Paula no fue feliz durante su matrimonio. Incluso se decía que tuvo un amante. Un hombre de su misma clase social. Por lo visto, él la hacía feliz. Y la complacía. En todos los aspectos. Desde la muerte de Paula, Robert había vivido prácticamente aislado. Hasta hacía unos meses, cuando partió con la decisión de recorrer Gales. Intentaría olvidar a su primera mujer. Y parecía que lo había conseguido.
Sarah se preguntó si Mary conocía aquella información acerca de su pretendiente.
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