Después de haber sido una vez más puteada (con perdón) por blogger, me he visto en la obligación de reescribir el final de mi relato De la amistad al amor.
Blogger me ha borrado el trozo final.
Podéis leer lo que ese nuevo trozo en este link:
http://unblogdepoca.blogspot.com.es/2013/09/de-la-amistad-al-amor_23.html
Y podéis empezar a leer esta bonita historia de amor en este otro link:
http://unblogdepoca.blogspot.com.es/2013/09/de-la-amistad-al-amor.html
Vamos a ver lo que pasa entre Marcus y Hester:
Al día siguiente, Marcus y Hester estaban sentados en el sofá de la casa de los Birmingham.
-¿Sois conscientes de lo que habéis hecho?-les increpó el señor Birmingham a los dos.
Su mujer no paraba de llorar. Su hija mayor se había marchado y parecía no querer saber nada de los hombres. Y, ahora, su hija menor echaba por tierra todas sus posibilidades de hacer un buen matrimonio.
-Supongo que pensarás cumplir como hombre-retó el señor Birmingham a Marcus-Me imagino que harás lo que es debido.
Hester sintió cómo un sudor frío recorría su cara.
-Haré lo que es debido, señor Birmingham-afirmó Marcus.
-Eso espero-suspiró la señora Birmingham.
-No lo hagas-le pidió Hester a Marcus.
-Tengo que decir una cosa. Déjame hablar.
Hester se puso tensa. Aquella mañana, se había lavado y se había puesto un vestido limpio. La criada que entró a hacer su cama vio la mancha de sangre en el colchón. No dijo nada. Hester lo agradeció.
-No digas nada de lo que te puedas arrepentir-insistió la chica-Nos conocemos desde hace muchos años. Lo que pasó anoche fue un terrible error. No debió de haber pasado. Tú tienes tu vida. Y no quiero estropeártela.
¿Cómo podía estar hablándole en serio Hester después de la maravillosa noche que habían vivido?, se preguntó Marcus desolado.
-¡Hester!-se escandalizó la señora Birmingham.
Marcus decidió que había llegado el momento de hablar.
-No me pidas que renuncie a ti, Hester-le dijo a la chica-Porque no sería capaz de renunciar a ti por nada del mundo. Lo que pasó anoche fue lo más hermoso que jamás me ha pasado.
Hester le miró atónita. Marcus no podía estar hablando en serio, pensó. El señor Birmingham carraspeó. Aún le dolía recordar la imagen de su hija menor en la cama con aquel joven. Alguien a quien el señor Birmingham conocía desde que iba en pañales. Aún así, dejó hablar a Marcus. Parecía tener algo muy importante que decir. Su mujer le miró con gesto dolorido. Casi no podía creerse lo ocurrido la noche antes. Le parecía que estaba viviendo una pesadilla.
-No me arrepiento de nada de lo que pasó anoche-se sinceró Marcus.
-¿Qué estás diciendo?-se escandalizó la señora Birmingham-Iré a decírselo a tu madre.
-Por favor, señora Birmingham-le pidió Marcus-Déjeme terminar. Es verdad todo cuanto estoy diciendo. Y quiero decirle una cosa a Hester.
La chica sintió que le faltaba el aire.
De algún modo, sabía lo que quería decirle Marcus. Sin embargo, no sabía si quería escucharlo o si no quería escucharlo. Le parecía que todo lo que estaba pasando era demasiado disparatado. No terminaba de creérselo.
-Marcus...-susurró Hester.
-Yo no soy como Hunter-afirmó Marcus.
-Lo sé.
-Yo soy un chico serio. Siempre he pensado en casarme. En tener hijos. En sentar la cabeza. Cuando cerraba los ojos, visualizaba la imagen de mi mujer ideal.
-Búscala.
-No puedo buscarla en otro lugar. La he encontrado. Tú eres la mujer de mi vida.
-Déjale hablar, hija-le exhortó el señor Birmingham a Hester, que la veía deseosa de hablar.
-Lo único que quiero es hacerte feliz-prosiguió Marcus-Estoy enamorado de ti. Te amo desde hace mucho tiempo, Hester. Tú eres todo lo que necesito. No quiero separarme nunca de ti.
Hester estaba demasiado atónita como para poder hablar. Se preguntó si Marcus estaba hablando en serio.
-Tú sientes lo mismo que yo, Hester-le aseguró el joven-Lo puedo ver en tus ojos. Lo noté en el modo en el que te entregaste a mí anoche. Te amo más que a mi propia vida. Cuando esta en el frente, era tu recuerdo lo que me hacía seguir luchando. Lo que me mantuvo con vida mientras nos disparaban balas los sudistas. Conservo todas las cartas que me enviaste. Son el mayor tesoro que poseo.
Los ojos de Hester se llenaron de lágrimas. Sintió una dolorosa presión dentro de su pecho.
Marcus le cogió la mano.
-¿Estás enamorado de mi hija, muchacho?-le preguntó el señor Birmingham.
-Ella lo es todo para mí-respondió Marcus.
-Tu hermano le hizo mucho daño a Meg-le recordó la señora Birmingham.
-Le aseguro que yo no soy como Hunter-afirmó Marcus-Jamás le haría daño a Hester.
Le besó la mano a la chica. La besó también en la frente.
Lágrimas abundantes empezaron a rodar por las mejillas de Hester.
Marcus acababa de confesarle que estaba enamorado de ella. Marcus se le había declarado.
Pensó en Meg. ¿Qué habría hecho su hermana de estar en su lugar? No sabía si Meg se enamoraría algún día. Pero Hester no debía dejar escapar aquella oportunidad. Ser feliz al lado del hombre de quien estaba enamorada. Y ese hombre era Marcus.
Siempre lo había amado. Ahora, lo comprendía.
-No sé qué decir-admitió Hester-No puedo pensar con claridad en estos momentos.
-Hija...-dijo la señora Birmingham-Marcus ha sido honesto contigo.
Muchas imágenes pasaron por la mente de Hester.
Imágenes de ella y de Marcus...
Los paseos cogidos de la mano...La noche anterior...Vivida el uno en brazos del otro...
Y sólo podía pensar en él. En los besos que se habían dado la noche antes.
Las miradas de ambos se cruzaron y Hester supo en aquel momento lo que quería decirle. Todos los miedos...Todas las dudas que había sentido antes se esfumaron.
-No se trata de cumplir con mi deber-añadió Marcus-Es lo que más deseo en el mundo.
-Te has quedado callada-se extrañó la señora Birmingham.
-¡Dejadla hablar!-ordenó el señor Birmingham.
Hester puso su corazón en cada una de las palabras que salieron de su boca al mirar a Marcus a los ojos.
-Yo también siento lo mismo que tú-se sinceró la muchacha.
-Hester...-susurró Marcus-Amor mío...
-Yo también estoy enamorada de ti. Te amo desde que tengo memoria. Lo que pasa es que no me había dado cuenta de ello hasta ahora.
Marcus sonrió y se sintió el hombre más feliz del mundo. Se fue acercando poco a poco a Hester. Los labios de ambos se rozaron y, poco a poco, el beso se fue haciendo más hondo. Hester abrió la boca para facilitar el acceso de la lengua de Marcus.
Fue un beso largo y muy apasionado.
Hester y Marcus habían sido amigos desde que eran muy pequeños. Sin embargo, aquella amistad había ido dando paso a otro sentimiento. Un sentimiento mucho más fuerte...
Los padres de Hester presenciaron perplejos aquella escena. Aún así, se alegraron de saber que su hija menor había encontrado, por fin, el verdadero amor.
FIN
Bueno, no debería de haber puesto fin.
Mi idea es escribir una especie de epílogo de esta historia.
Espero que os guste.
Muy pronto, el epílogo de De la amistad al amor.
Un final muy bonito, de esos que me gustan a mi.
ResponderEliminarBesitos
Hola Anna.
EliminarCuando escribí esta historia, no le vi otro final que no fuera feliz.
Y cuando tuve que reescribir el final, más el epílogo, pensé que tenía que tener un final feliz porque la historia de amor estaba pidiendo a gritos ese final.
Me alegro mucho de que te haya gustado.
Un fuerte abrazo.