Hoy, me gustaría compartir con vosotros un trozo de lo que yo llamo El diario de Mary. Se trata de un fragmento del diario de nuestra Mary Wynthrop.
Vamos conociendo poco a poco esos pensamientos que pasan por su cabeza. Así, entenderéis ciertos acontecimientos que van a pasar en la historia a partir de este momento.
Espero que os guste.
Esta tarde, he subido al desván. El asunto no está en que haya subido o no, sino en que me he sentado en el alfeizar de la ventana. Mi casa tiene un sótano, una planta baja (donde duerme nuestra servidumbre), el primer piso (donde duerme la servidumbre), el segundo piso (donde dormimos mi madre, mi padre, yo, mis hermanas y los invitados) y el desván. Si alguien decide tirarse desde lo alto del desván, tiene muchas posibilidades de no salir con vida de la caída. No sé porqué me senté en el alfeizar de la ventana, ni porqué miré al suelo y me sentí tentada a tirarme y contemplar mi cuerpo flotando por primera vez en el aire. ¿Qué pasaría si lo hiciera? Quiero decir, ¿pasaría algo si me tirara al vacío? ¿Cómo se sentirán los pájaros cuando alzan el vuelo? Jugueteé con mi pelo mientras lo pensaba. Podría morir ahora mismo y nadie se enteraría, me dije. Hace un día muy bonito para morir, pensé. Mi cuerpo se estrellaría contra el suelo. Y podía morir como resultado de la caída. Mucha gente muere al caer de alturas mucho menores. ¿Pasa algo por ello? Sí que pasa porque me he suicidado. Mi madre y mi padre sufrirían al ver que su hija es una loca suicida. ¿Y qué pensarían mis hermanas de mí? No pueden intuir las pesadillas que me acosan desde hace años. Ni siquiera Sarah, que es la única a quién se lo he contado todo, lo sabe. Me odia. Siente asco de mí. Los pensamientos me atormentan. Los recuerdos me persiguen.
Puedo verme a mí misma acostada en una cama. Me recuperaba del aborto que yo misma me había provocado.
La criada de mi amiga Elise me atendía sin hacerme ninguna pregunta. El médico, por lo que han contado, venía a verme dos o tres veces al día. De algún modo absurdo, me aferraba a la vida. Sufría delirios. Tenía la fiebre muy alta. Elise me contó que no podía parar de sangrar. Llegaron a pensar que iba a morirme. Elise no entiende lo que me pasó. Creía que una mujer no podría abortar en un estado de gestación tan avanzado. Yo aborté. ¿Me arrepiento de lo que hice? No lo sé.
Quizás...No pueda tener hijos. Quizás...Me haya quedado estéril.
Mi boda con Robert...
No puedo casarme con él, pero no puedo dar marcha atrás y romper el compromiso. Robert querría saber el porqué de mi negativa a casarme con él.
Los preparativos avanzan lentamente. Desearía poder parar el tiempo. Desearía estar muerta en estos momentos.
Miré para abajo y vi el suelo muy separado de mí. ¿Me sentía capaz de acortar las distancias? El cielo está tan separado del suelo… ¿Tardaría mucho en estrellarse mi cuerpo contra el suelo? Puede que no. Le pediría a Sarah que me empujase al vacío si a mí me faltaba valor, pero ella había salido a dar un paseo con Cathy.
Miré al cielo y vi una bandada de patos surcando el
cielo y rompiendo el silencio con sus graznidos. Los patos vuelan. Las personas
no vuelan. ¿Por qué las personas tenemos brazos en lugar de alas? A mí me hace
ilusión saber qué se siente cuando tu cuerpo flota, cuando no toca el suelo… La
cabeza comenzó a darme vueltas y me aferré al filo del alfeizar. Pensé que me
caería. Aún así, traté de imaginarme volando por el aire, o luchando por volar.
Me sentiría como un pájaro que trata de agitar sus alas. Pero los pájaros
pequeños no saben cómo agitarlas. Al final acaban cayéndose o chocando contra
algo. El final es que siempre acaban muertos en el suelo.
-¿Señorita Mary?-me llama una voz femenina a mis espaldas. La reconozco. Es Lucy-¿Se encuentra aquí?
Me aparto rápidamente de la ventana. Vuelvo a meterme dentro del desván. Espero que Lucy no me haya visto sentada en el alfeizar de la ventana. Podría haber adivinado cuáles eran mis verdaderas intenciones. Podría contárselo a alguien. Y no quiero que haga eso. Me giro para mirar a Lucy a la cara.
-Estoy aquí-contesto-¿Por qué me buscas?
-No la busco yo, señorita-dice Lucy-Me manda su madre. La está esperando en el salón. Quiere hablarle del banquete de boda.
Miro en dirección a la ventana. No sé porqué me quedo quieta donde estoy. Un sudor frío recorre mi cuerpo.
-¿Se encuentra bien?-me pregunta Lucy.
Asiento de manera débil. Todo lo que tiene que ver con la boda me llena de angustia. No hago otra cosa más que pensar en ese día. En lo que pasará cuando estemos a solas Robert y yo. Verá que no soy virgen. Y...
-Señorita...-dice Lucy-¿Le ocurre algo?
-No...-contesto.
-¿Va a bajar? Dice su madre que es muy urgente.
-Debería de consultarlo con mi prometido. Es él el que tiene un título. Yo...No tengo nada. Por favor...Bajo ya mismo.
Bajo la escalera que conduce al desván. Oigo los pasos de Lucy detrás de mí. Intento apartar los recuerdos que me persiguen desde hace mucho tiempo de mi mente. ¡Pero no puedo! ¡Están ahí!
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