Mientras sigo deshojando la margarita de la publicación, aquí os traigo un fragmento de mi novela Un amor prohibido.
Mañana, me gustaría compartir con vosotros una noticias que espero que os agrade.
De momento, aquí tenéis un fragmento de Un amor prohibido.
De
eso habían pasado ya muchos años. Y Sarah se lamentaba de lo que había hecho.
Sean la había defraudado en todos los aspectos. Como marido…Al menos, era un
buen padre para los tres hijos de la pareja: Dillon, Tyler y Olivia.
La
chiquilla parecía un chicuelo. De hecho, vestía como tal. Con pantalones de
muchacho…Camisas de muchacho…Sombreros de muchacho…A Sarah le costaba trabajo
convencerla para que se pusiera un vestido. Sólo accedía a llevar vestidos los
domingos. Cuando tenían que ir a Misa. A la salida de la Iglesia , Olivia se iba
corriendo a casa. Se quitaba el vestido. Se ponía unos pantalones.
Odiaba
su propio cuerpo.
De
buena gana, se habría cortado el pelo y se lo habría dejado tan corto como lo
llevaban los chicos. Pero su madre se oponía. Decía que tenía un cabello
precioso. Olivia no quería llevar trenzas, como las llevaban otras chiquillas
de su edad, por lo que siempre llevaba el cabello suelto. Flotaba al viento.
Sarah
estaba lavando ropa en el lavadero que había detrás del rancho. Oyó algo
parecido a un sollozo ahogado. Dejó los pantalones de Tyler en la pila. Los
estaba lavando. Creía que algo le había pasado a Olivia. Reconocía la voz de su
hija.
La
vio pasar como un rayo. Fue tras ella. La llamaba.
-¡Livie!-gritaba-¡Livie!
Entró
en la casa. Logró alcanzarla cuando Olivia se encerró en su habitación y se
tiró encima de la cama para llorar su pena. ¡Aquel miserable de Shane había
intentado besarla! Contuvo las ganas que tenía de vomitar.
-¡Madre, márchate!-le pidió muy bajito a su
madre.
-No, no me iré-replicó Sara. Se acercó a
Olivia despacio y se sentó a su lado en la cama-Ha pasado algo y necesito que
me lo cuentes. Estás muy alterada, hijita-Le puso una mano en el hombro y le
acarició el enredado cabello color caoba-Dime lo qué te ha pasado. ¿Te has
peleado con alguien?
Olivia
se dio la vuelta y se abrazó fuertemente a su madre mientras sollozaba.
-Tranquila, cariño, ya ha pasado todo-le decía
Sarah mientras le acariciaba el cabello para consolarla-Si no quieres contarme
nada, no hables, pero llora si quieres. Llorar es bueno para el alma.
-Odio llorar-escupió Olivia-Sólo las niñas
lloran. Llorar es de débiles.
Se
apartó de su madre y se secó las lágrimas con furia.
-¿Qué ha pasado, cariño?-le preguntó Sarah.
-Se trata de Shane-respondió Olivia-Uno de los
hijos de Marty.
-¿Qué ha ocurrido?
-Estaba jugando yo al escondite con otros
chicos. Entonces, ha aparecido Shane. Y…- Su estómago se contrajo al recordar
cómo aquel perro había buscado su boca-Ha tratado de besarme.
-¡Jesús bendito!-se horrorizó Sarah-¡Voy a
hablar con Marty ahora mismo!
-Él ya lo sabe. Nos vio mientras yo intentaba
zafarme de las garras de ese…-Olivia sintió cómo las lágrimas volvían a sus
ojos-Supo lo que estaba pasando y me apartó de él. Se quitó la correa y empezó
a golpearle.
Olivia
estaba asqueada. ¿Acaso los hombres sólo querían una cosa de las mujeres?, se
preguntó. ¿Sólo querían sus cuerpos? ¿Por qué Shane había querido propasarse
con ella? ¿Habría hecho mucho más que besarla? ¡Ningún hombre me tendrá!,
decidió Olivia.
Sarah
sintió pena de su hija.
Aún
es muy pronto, pensó.
No
debería de saber todavía cómo son los hombres en realidad. En el caso de Sarah,
lo había descubierto cuando era ya demasiado tarde.
Se
dejó engatusar por aquel apuesto joven. Era alto y fuerte y muy guapo. Y Sarah
era demasiado joven y estúpida.
Cayó
en las garras de Sean.
Ahora,
era demasiado tarde para dar marcha atrás.
Hubo
un tiempo en el que Sarah amó desesperadamente a Sean. Pero aquella época había
pasado. A menudo, Sarah se preguntaba si seguía enamorada de Sean cuando se
escapó con él. En el fondo, ya se le había caído la venda de los ojos. Pero
ella se puso de nuevo la venda para no ver.
A
menudo, sentía las manos de Sean en su cuerpo y ella no sentía nada.
Se
obligaba así misma a cumplirle como mujer. Porque estaba casada con él. Sin
embargo, hacía mucho que el corazón de Sarah ya no le pertenecía a Sean. Seguía
casada con él casi como una manera de castigarse así misma por haber huido con
él. Y porque era el padre de sus hijos. No le debía nada.
Consoló
a Olivia. Su hija estaba descubriendo cómo eran los hombres.
-No hagas caso a Shane-exhortó a la niña-La
próxima vez que intente algo, dale una patada en los huevos.
-Eso fue lo que hice, madre-se sinceró Olivia.
Sarah
se echó a reír.
-¡Ésa es mi niña!-exclamó-Ahora, ve a lavarte
un poco. No quiero verte llorar por Shane, Livie. No vale la pena.
-Madre…-susurró Olivia-No quiero crecer. No
quiero casarme. Los hombres…
-No todos los hombres son malos, hija mía. Te
puedo asegurar que hay hombres buenos en el mundo. Pero es un poco pronto para
hablar de ese tema. ¿No te parece? Anda. Ve a lavarte la cara.
Olivia
fue a lavarse la cara.
Sarah
permaneció sentada en la cama de su hija. Olivia sería el día de mañana una
mujer distinta a ella. No se dejaría engatusar por ningún hombre. No cometería
los mismos errores que cometió Sarah. Y que cometieron, antes que Sarah, otras
mujeres de la familia. Entonces, Dillon asomó la cabeza por la puerta de la
habitación. Vio a su madre sentada en la cama de su hermana.
-He visto pasar a Livie-dijo-¿Está bien?
-Tu hermana es mucho más fuerte de lo que
crees-afirmó Sarah.
-¿Y tú estás bien, madre?
Sarah
no supo qué responderle a su hijo.
Hola Laura,
ResponderEliminarMe encanta la historia, tiene una pinta estupenda. Estaré atenta para seguirla!!
Besos y feliz fin de semana!!
Hola Rae.
EliminarEn realidad, se trata de un fragmento de una de mis novelas, "Un amor prohibido".
No sé cuándo la publicaré, pero he querido colgar aquí un fragmento.
Me alegro de que te guste.
Un fuerte abrazo, Rae. Y feliz fin de semana.