domingo, 15 de septiembre de 2013

UNA NOCHE DE PASIÓN SALVAJE

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este cuento. Es bastante subido de tono.
Tengo otros tantos cuentos tan subidos de tono como éste. Me sirvieron como base para escribir algunas de mis historias. Y me gustaría compartirlo con vosotros.
Existen algunas versiones de mis cuentos. Eso quería decirlo.
Espero que os guste.

                    Estamos en el año 1865.
                    Es el mes de enero. 
                     En una de las pocas casas que había en Grand Island, la isla que hay en el Lago Superior, en el Estado de Michigan, reina el silencio. Todo el mundo está durmiendo. 
                    Hasta que llegó la madrugada.                
                    Tengo muchas cosas en la cabeza. Aún así, consigo conciliar el sueño. 
                     Unos golpes en los cristales de la ventana de mi habitación nos despiertan a mi amiga Sarah y a mí a altas horas de la noche.
-¡Tiros!-exclama Sarah.

                  Sarah y yo dormimos juntas. 
                  Compartimos habitación. 
                  Así ha sido desde que empezó la guerra. 
                  La madre de Sarah murió de un ataque al corazón en los primeros días de combates. A su padre lo mataron en Atlanta. El hermano mayor de Sarah, Bert, decidió alistarse en el Ejército. 
                  Esta noche, mi madre se fijó en que Sarah apenas había probado bocado durante la cena. 
                  La criada sirvió de postre tarta de manzana. Yo ataqué mi porción de tarta de manzana con entusiasma. Pero Sarah la removió. Jugueteó con ella. La miró con cara de asco. 
-Debes de comer-le instó mi madre. 
-No tengo mucha hambre-afirmó Sarah-La pena me está matando.
                 Los ojos de mi amiga se llenaron de lágrimas. Sarah y yo somos amigas desde hace muchos años. Me destroza el corazón verla hundida. 
-Tienes que ser fuerte-le aconsejé. 
               Sarah ahogó un sollozo.
-¡No me pidas que sea fuerte, Claire!-se lamentó-¡Sólo tengo ganas de llorar! 
                 El prometido de Sarah ha muerto en combate. Una bala sudista acabó con su vida hace unas semanas. Hace escasos días que la noticia llegó a Grand Island. Así se llama la isla en la que vivo. 
                 Sarah estuvo a punto de morir junto con su prometido nada más enterarse de la noticia. 
                 Está muy enamorada de él. Y quiero pensar que su prometido también estaba muy enamorado de ella. 
-A él no le gustaría verte así-le aseguró su hermano Bert, quien está de permiso. 
                 Vive con nosotros en casa. 
-Y a tu hermano tampoco le gusta verte así-intervine-Tienes que superarlo. No estás sola. 
-¡No!-sollozó Sarah-¡Lo único que quiero es morirme! ¡No quiero seguir viviendo!
                   Enciende el quinqué que hay en su mesilla de noche. Trata de ir por su pistola, pero no la encuentra. Piensa que los combates se están acercando poco a poco a la isla. Intenta no dejarse llevar por el pánico. No es propio de ella.
-¡No son tiros!-la corrijo mientras me siento en la cama.
-¿Qué es entonces?-me pregunta Sarah.
                 Me desperezo antes de ponerme de pie.
                  Me dirijo hacia la ventana y la abro. Me asomo y busco a quién está haciendo ruido de madrugada. No hay ni un alma en la calle. De pronto, me fijo en una figura que hay debajo de mi ventana, alta y esbelta. Pienso que estoy soñando hasta que vuelvo a posar mis ojos en la figura y le reconozco: ¡Bert! Me pide, mediante señas y en voz baja también, que baje a la calle. Le digo que está loco, que es muy tarde, que no sólo me ha despertado a mí, sino que también ha despertado a Sarah. Pero él insiste en que baje.
-¡Da igual, baja!-sisea.
-Sólo cinco minutos-digo.
-¿Quién es, Claire?-me pregunta Sarah-Hay alguien abajo. ¡Estoy segura! ¿Qué está pasando?
                 Le doy un beso en la frente para calmarla. El cabello de color castaño dorado de Sarah cae en desordenados rizos sobre sus hombros. Me doy cuenta de que está temblando. Respiro hondo. Esta criatura asustada no puede ser la Sarah que conozco desde que empecé a gatear. No es la Sarah valiente. No es la joven a quien admiro tanto.
-No es nadie-respondo. Estoy mintiendo-Anda, duerme.
-¡Hay alguien en la calle!-asegura Sarah.
                  Mi amiga me coge las manos y me las besa mientras su cuerpo tiembla de puro nerviosismo.
-Ten cuidado, Claire-me ruega-¡Por favor! ¡Ten muchísimo cuidado! Tengo mucho miedo. Mis padres han muerto. Sólo me quedas tú.
-De acuerdo-le aseguro-Subiré dentro de un rato.

                 El prometido de Sarah también ha muerto en el frente. Esta tarde, merendamos juntas. 
                 Dimos cuenta cada una de una taza de chocolate con leche. 
                 Sarah y yo tenemos la misma edad. Las dos acabamos de cumplir dieciocho años. Pero Sarah tenía un futuro prometedor ante ella. Iba a casarse con un prometedor político. Hace escasas semanas, en un combate, su futuro marido perdió la vida. 
-No sabes lo sola que me siento-se lamentó Sarah-Mi prometido...Él era toda mi vida, Claire. ¿Qué voy a hacer sin él? ¡Íbamos a ser muy felices los dos juntos! 
-Lo superarás-le aseguré. 
-No lo superaré nunca.
-Sé que es muy pronto para hablar. Pero a él no le gustaría verte así. 
-Lo único que hago es llorar. Y sufrir. 
                Los ojos de Sarah se llenaron de lágrimas. Siente un profundo dolor al pensar en su prometido. Recuerda todos los planes de futuro que trazaron. No sé si su prometido estaba enamorado de ella. Pero sí sé que Sarah sí estaba enamorada de su prometido. Pienso en lo injusta que ha sido la vida con Sarah. Por lo menos, le queda un hermano. Bert es el hermano mayor de Sarah. Tiene dos años más que ella. Al conocer a Sarah desde siempre, también conozco a Bert desde siempre. 
                Hemos sido muy buenos amigos. 
                Hasta ahora...



                No hace nada, Sarah y yo nos estábamos preparando para su boda. Hicimos juntas, acompañadas por mi dama de compañía, un viaje hasta Topeka. Jamás había visto a Sarah tan emocionada. Mi amiga encargó numerosos vestidos. Incluso, encargó su vestido de novia. Su prometido era un hombre respetuoso. A mí, en realidad, me caía mal. 

               Dimos un paseo a pie por la ciudad. 
-¿Lo has pensado bien?-le pregunté a Sarah-El matrimonio es para toda la vida. Mister Raven parece un hombre demasiado serio para ti. Incluso, podría decir que es odioso. No me gusta nada. 
                Sarah se echó a reír. 
-¿Es que estás celosa?-me preguntó con retintín. 
-No estoy celosa-respondí. 
-¡Cómo se nota que no estás enamorada! 
-Eso no lo sabes. 
-Te conozco bien, Claire. 
               A pesar de todo, reconozco que disfruté del viaje. Nunca antes había salido de Grand Island. Disfruté viendo aquellas grandes avenidas. Disfruté viendo aquellos edificios tan grandes. Había salones de té. Todo lo que había visto en mi vida había sido unas pocas casas. Y aquellas pocas casas se encontraban en una porción de tierra pequeña situada en un lago.    
                Sarah se colgó de mi brazo mientras caminábamos. 
                Cuando éramos más pequeños, Bert me enseñó a pescar. A mí siempre se me ha dado muy mal la pesca. 
-¡Pero es muy fácil, Claire!-me aseguró-Es cuestión de paciencia. 
                Pasamos muchas horas juntos con nuestras respectivas cañas de pescar. Intentando atrapar un pez. 
                Sarah y Bert pasaban mucho tiempo en mi casa. Un día, Bert volvió a casa de permiso tras haber pasado una larga temporada en el Ejército. 
-¡Has vuelto!-oí gritar a Sarah en el recibidor. 
-¿Acaso lo dudabas, hermana?-se rió Bert. 
-¡Vamos, ven conmigo! ¡Claire ha cambiado mucho! ¡No la vas a reconocer! 
                Nos fundimos en un fuerte abrazo cuando él entró en el salón. ¿Qué fue lo que vio Bert cuando nos reencontramos? Según él, me he convertido en una muchacha muy bonita. Mi pelo es negro. Mis ojos también son negros. 
-¡Bert!-grité-¡Qué alegría!


   
            Por aquel entonces, no sabíamos nada del prometido de Sarah. 
            A Bert no le dio tiempo a subir a su habitación. Quería cambiarse de ropa. Darse un baño prolongado. Descansar. Pero Sarah le obligó a sentarse con nosotras en el sofá del salón. 
-¿Has visto a Mark?-le preguntó. 
             Se refería a su prometido, Mark Raven. 
-No le he visto-respondió Bert. 
-¿Crees que estará bien?-insistió mi amiga-¿Por qué no lo has buscado? 
             Mi madre tuvo que intervenir. Le dijo a Sarah que Bert necesitaba darse un baño. Después, podría hacerle cuantas preguntas quisiera. 
-Pero...-balbuceó mi amiga. 
-Hablaremos luego, hermanita-le prometió Bert. 
             Se sintió aliviado de poder mantenerse alejado de su hermana. A mí me dirigió una mirada prolongada. Su mirada me resultó extraña. Caló mis huesos. Llegó hasta mi corazón. Había anhelo en aquella mirada. 
-¿Crees que mi Mark estará bien?-me preguntó Sarah. 
-Volverá-le respondí-Estoy segura. 
-Tengo miedo. 
-¿Por qué dices eso?
-Tengo miedo de que los sudistas le maten. Tengo pesadillas.  
               Yo pensé que Bert me había mirado porque el vestido que llevaba puesto era un vestido nuevo. Se trataba de uno de mis primeros vestidos de adulta. Era de color blanco. Pero el corpiño era de color rojo y dejaba un poco mis hombros al descubierto. No se me veía gran porción de carne. Pero...No sé. De pronto...Me sentí cohibida. 
             ¿Qué puedo decir de Bert? 
              No puedo decir nada malo de él. Siempre se ha portado de un modo muy protector con Sarah. Ella lo define como un bribón. Mis padres no saben qué hacer con él. Se refieren a Bert como un joven bondadoso, pero demasiado impertinente. 
              Para mí, Bert es un muchacho simpático. Tiene muy buenos modales. En muchos aspectos, Sarah se parece a él. Es tan encantadora como Bert. Y su sentido del humor, algo irreverente, es el mismo. 
              Según Sarah, ve a su hermano demasiado joven como para comprometerse con alguien. Yo pensaba igual que ella. Antes de la guerra, Bert había sido un muchacho alocado. Seguía siendo igual de alocado. Posee un gran atractivo físico. Tiene un corazón de oro. Y ejerce de protector de Sarah. Y mío...
              Bert quiso enseñarme a bailar. Durante mucho rato, practicábamos en el salón. 
-¡Ay!-se quejaba cada vez que lo pisaba. 
-Lo siento-me disculpaba. 
              La mano de Bert rodeaba mi cintura. 
-Tienes que dejarte llevar-me aconsejaba-Fíjate. 
             Uno...Dos...Tres...Giro...
             Yo tenía la sensación de que estaba flotando en el aire. 
-Así...-me indicaba Bert-Un...Dos...Tres...
-Un...-repetía-Dos...Tres...
            Girábamos. 
             Para ser sincera, he de admitir que Bert es un excelente bailarín. Y estaba siendo un buen maestro de baile. Yo confiaba en él. Lo hacía de un modo ciego. Hasta el otro día...Después de Navidad...
             Bert me besó en la boca. 
             Me quedé asombrada. No me lo esperaba. Supe que algo iba mal en aquel momento. Pero...¿Por qué era malo? 
             Me pongo encima de mi camisón la bata. 
             Apenas aparezco en la calle, Bert se abalanza sobre mí y cubre mis manos y mi cara de frenéticos besos. Trato de apartarle, un poco asustada ante su saludo tan entusiasta, y lo único que consigo es que empiece a besarme también el cuello repetidas y frenéticas veces.
-¿Qué haces aquí, aparte de montar el numerito?-le pregunto mientras me apoyo en la fachada de mi casa cuando me separo de él.
               Me tiemblan muchísimo las piernas y creo que me voy a desmayar.
-Quería verte-responde Bert.
-¿Para qué?-le pregunto.
               Bert responde que quería verme.





                  Una voz que sale de mi interior me dice que me meta dentro de casa. 
                Vuelve a abalanzarse sobre mí y me asusto cuando huelo su aliento mientras vuelve a besarme de manera frenética el rostro porque no ha bebido; su comportamiento sería más justificable si hubiese bebido.
-¿Qué quieres?-le pregunto nerviosa.
-No he bebido nada-responde él-Quería que lo vieras.
              Me aprieta contra su cuerpo. Su boca se apodera de la mía. Me besa de manera larga y profunda. Contra mi voluntad, abro la boca para que su lengua hurgue en mi interior. Bert me aprieta contra la fachada de mi casa y puedo sentir algo duro entre sus piernas que me asusta…aunque intuya lo que es.
Bert me besa las manos. Incluso llega a besarme un brazo. Cubre otra vez de besos mi rostro. Se arrodilla ante mí y besa mis pies descalzos…mientras yo…me estremezco de manera extraña…
               Me aparto de él con cierta brusquedad con la intención de meterme dentro de mi casa. Le digo que venga a verme cuando esté más sereno.
-¡Sólo quería verte, mi dulce Claire!-me asegura.
-¡Pero no así!-le replico-No cuando estás tan…ansioso…
-Lo siento…
              Me retiene una vez más. Me aplasta contra la pared.
               No ha bebido.
-Lo único que quiero es saborearte y quiero hacerlo esta noche-me asegura-No tengas miedo, mi hermosa Claire. Sabes que jamás te haría daño.
            Yo soy consciente de que Bert, conscientemente, jamás me haría daño, pero no quiero que alguien nos oiga.
-Sarah…-balbuceo-Tu hermana…
-Sarah…-balbucea Bert-¿Qué pasa con ella?
-Está arriba…Nos puede oír…

-Y tú tienes miedo.
              Esbozo una sonrisa tímida cuando mi mirada se encuentra con la mirada de Bert. No bajo la vista. Bert me coge la barbilla y me obliga a mirarle.
-Desde que te conozco, has sido el centro de mi Universo-me dice.
-¡No tendría que ser así!-replico-¡Tienes una hermana! ¡Y tienes, también, una madre!
-No es lo mismo. Claire, eres hermosa y dulce, pero también eres fuerte y apasionada, pese a que trates de disimularlo. Te conozco. He llegado a saber lo que piensas. Lo que sientes. Eres como yo. ¡No lo niegues!
-Lo que tendríamos que hacer es…
-¿Qué?
-No sé el porqué tengo que estar contigo a todas horas ni el porqué no paro de pensar en ti cuando estás lejos de mí; pienso que me has lanzado un hechizo para que me vuelva loca y sea tu esclava. Tu esclava sexual…No es bueno…
-¡Vivir obsesionado con alguien no es bueno! Tampoco tiene que ser sano para ti. Tú no estás acostumbrada a ser el centro de atención. Te has pasado la vida a la sombra de mi hermana.
              Bert sabe que siempre he vivido a la sombra de Sarah. La he admirado hasta el punto de que he deseado ser tan rebelde como lo es ella. Pese a que sé que la rebeldía de Sarah no es tal, siempre he querido ser como ella. Ahora, soy la protagonista de mi propia historia.
               No sé en qué momento mi bata y mi camisón desaparecen. No sé en qué momento desaparece la ropa que lleva puesta Bert.
              Él posa sus labios sobre uno de mis pechos.
              Durante mucho rato, Bert me besa los pechos y alterna este gesto con el gesto de pasear su lengua por la base de mi estómago.

              Miro hacia la fachada de mi casa. Reina la oscuridad. No se oye el menor ruido. Un fuerte desasosiego se apodera de mí. La noche está oscura. Ni siquiera brilla la Luna en lo alto del Cielo. Es una noche extraña.
-Sarah…-murmuro.
-No pienses en ella, Claire-me pide Bert.
-¡Bert!
-¡Grita y di mi nombre, Claire! ¡Grita mi nombre! ¡Claire! ¡Claire!
             Bert pasa su lengua por la carne de mis pechos y también hinca sus dientes en mis pechos. Me hace sangre y chupa. Otras veces, Bert hinca sus dientes en la carne de mi entrepierna y me hace sangre ahí abajo.
             Grito de dolor y placer cuando Bert me muerde.
             Me gusta sentir la boca de Bert paseándose por mis pechos. Ya no quiero pensar en nada que no sea él. Lo único que pienso en estos momentos es que Bert me está besando los pechos con frenesí. Hunde su cabeza entre mis pechos y su boca se dedica a pasearse por ellos. Le oigo murmurar frases incoherentes. Me besa en la boca. Y también me besa en el cuello. Baja la cabeza nuevamente y sus labios se entretienen cubriendo de besos el órgano de mi entrepierna.
             Pero disfruta más besándome los pechos. Me chupa los pezones con gran deleite. Creo que, cuando me chupa los pezones, espera sacar sangre de su interior. No puede sacar leche.
                Cuando me muerde en un pecho, Bert lo hace con tanta saña que llego a pensar que lo que quiere es arrancármelo, pero, luego, me doy cuenta de que, lo que quiere realmente, es hacerme sangre. Necesita beber de mí.
             Yo no me quedo quieta y mi boca, sedienta, le besa el cuerpo a Bert. Lleno de besos su torso. En un momento dado, siento cómo Bert me baja poco a poco la cabeza y me introduce, con gran delicadeza, el miembro en la boca para que yo haga con él lo que quiera; lo único que hago es morderlo una y otra vez con gran saña hasta que, por fin, le hago sangre. Después, cuando Bert grita, succiono la carne para que deje de salirle sangre.
-Sarah nos habrá oído-dice Bert cuando subo otra vez la cabeza.
-Te habrá oído a ti-le recuerdo.
-¡Tú me has hecho gritar!
-Tú has sido el que lo ha pedido. No con palabras. Sino con gestos.
           Yo beso de manera golosa a Bert en la boca. El uno lleva, en los labios, el sabor de la sangre del otro.
              Bert baja la cabeza y me besa nuevamente los pechos. Le dejo hacer. Pero no paro de moverme, inquieta.
             Yo cubro de besos el torso de Bert. Mis dientes mordisquean sus tetillas.




               Bert me besa con reverencia el vientre. Yo, a mi vez, le hago subir la cabeza. Bert me besa en el cuello. Después, soy yo la que le besa en el vientre mientras me pregunto qué sabor tendrá su intestino delgado. Bert me lame las ingles. Yo le lamo las ingles. Bert me besa con suma sensualidad los muslos. Yo le beso los muslos, en un intento por repetir en él todo lo que Bert me está haciendo.
             Bert me besa nuevamente los pechos. Los chupa y los lame con gran delicadeza. Bert sabe que yo estoy dispuesta a todo. Quiero aprender de él. Quiero ser yo misma cuando estoy con él. Estoy harta de esconderme…Harta de fingir algo que no soy…Quiero que Bert vea mi verdadera cara cuando estamos juntos…Por ese motivo, cuando Bert me besa con bastante violencia los pechos, yo le dejo hacer y disfruto con ello.
              Bert puede besarme los pechos durante mucho rato, pero, después, baja la cabeza y es capaz de estar besándome, también durante mucho rato, mi entrepierna hasta conseguir que me vuelva loca. Le beso el miembro. Le imito. Bert puede hurgar con su lengua en mi ombligo. Yo hurgo con mi lengua en su ombligo. Me besa en la boca. Me pone de cara a la pared y me besa la espalda en toda su extensión, desde la nuca hasta las nalgas. Me chupa las nalgas. Su lengua entra en mi…¡Agujero de atrás!
              Caemos los dos al suelo y yo estoy sin aliento por la sorpresa de sentir la lengua de Bert…ahí atrás…
              Me pone a cuatro patas y entra dentro de mí por detrás.
         Me quedo sin aliento. Quiero gemir, pero no puedo.
         Bert se aferra a mis pechos mientras se mueve en mi interior detrás de mí. No puedo verle y, durante unos instantes interminables, pienso que estoy siendo poseía por un fantasma. 

              No le veo. Pero le siento. Le siento muy dentro de mí. 
              Me ha hecho daño. 
               No me importa. 
              Mi cabeza no es capaz de razonar. No soy capaz de pensar. No soy yo.
Durante mucho rato, Bert entra y sale de mi interior desde detrás de mí. Se mueve cada vez más deprisa y yo siento su respiración entrecortada en mi cuello. Me acaricia por todas partes. Siento sus manos en mi entrepierna, dentro de ella. Empiezo a gritar. Grito como una loca. Veo lucecitas de todos los colores por todas partes, pero mis gritos son ahogados por los gritos que emite Bert. Da un alarido cuando llegamos a la cumbre que creo que acaba de morir.
              Me separo de él como puedo. Bert cae al suelo. Está dormido. Trato de despertarlo para hacer que entre en la casa. No puedo despertarle. Me siento en el suelo. De pronto, siento frío. Me doy cuenta de que estoy desnuda. Bert también está desnudo. Le llamo, pero él no me contesta.
-Levántate, Bert-le insto-Hay que entrar en casa…Hace frío…¿No lo ves? ¿Qué quieres? ¿Quieres helarte de frío?
                 Bert no me responde.
                Está profundamente dormido. Como veo que él no va a entrar en la casa, decido entrar yo. Me levanto del suelo. Me tiembla todo el cuerpo. Creo que me voy a desmayar.
                 ¿Qué he hecho?, me pregunto.
                ¡Dios mío! ¿Qué he hecho?
                Me pongo los calzones con manos temblorosas. Pienso que me voy a desmayar Me he puesto los calzones del revés, pero no me importa. Pienso en que el corsé disimulará mañana las señales que Bert ha dejado en mi cuerpo. Desearía poder cerrar los ojos. Olvidar todo lo que he hecho. ¡Porque quería hacerlo!  Nadie me ha obligado. Yo quería hacerlo. 

             Me abrocho los botones del camisón. A Dios gracias, me los he abrochado bien. Busco la ropa de Bert, que está tirada en el suelo. Le cubro con ella. Bert se remueve en sueños. Me agacho a su lado. Le beso con suavidad en la frente. Le acaricio el pelo. Le beso en una mejilla. También le beso en los labios.
               Cierro la puerta y subo corriendo las escaleras que conducen hasta mi habitación. Para mi sorpresa, me encuentro con Sarah sentada en la cama, mirándome con los ojos muy abiertos.
-¿Estás bien?-me pregunta.
             La luz del quinqué de noche todavía está encendida y Sarah me mira con cara de horror.
-Estoy bien-contesto.
              Me acuesto en mi cama. Sarah apaga el quinqué. No podemos dormir en toda la noche porque ella se ha desvelado y yo porque me he dado cuenta de que Bert tiene los apetitos carnales propios de un hombre. Ya no le basta con un simple beso. Quiere algo más de mí… De hecho…Ya lo ha obtenido…
-Hasta mañana.
-Que descanses.
-Lo mismo digo.
             No me creo mucho eso de que Sarah quiera dormir en el suelo para no molestarme. Ella le tiene un pánico atroz al contacto físico. La culpa de todo la tiene mi tía. Le ha llenado la cabeza con historias de terror acerca de la primera vez de una mujer. Un dolor intensísimo…Sangre en abundancia…¿Qué es lo que le ha contado? ¿Cómo será su primera vez o una batalla de las que están teniendo lugar ahora?
-Claire...-me llama Sarah.
-¿Qué?-le pregunto.
-¿Quién había en la calle?
-No era nadie. Duérmete.

-Había alguien en la calle. Le oí hablar. Y te he oído hablar a ti. Gritabais. ¿Qué te ha hecho? ¿Te ha hecho daño? 
-No...
               Oigo a Bert caminando de manera sigilosa por el pasillo. Me echo a temblar. ¿Y si entra en la mía?, me pregunto. Sé que es una locura…Pero…¿Y si entra en mi habitación? Deseo que entre en mi habitación…Una parte de mí lo desea…Pero la otra…Me tranquilizo cuando oigo cerrarse la puerta de la habitación de 

Bert.
-He oído la voz de mi hermano en la calle-afirma Sarah.
-No era Bert-le aseguro.
-¡Creo que sí! ¡He escuchado su voz!
-¡Que no era él, pesada!
                Sarah no está conforme con la versión que le he dado.
-¡Era Bert!-afirma.
-¡No era Bert!-replico.
-¿Cómo puedes estar segura?
-Porque he bajado a la calle y no he visto a nadie. No te preocupes por nada, Sarah.
-Claire, has tardado mucho rato en subir.
-Hacía una buena noche y, como no me podía quedar durmiendo, me he quedado tomando el fresco.
-He oído gritos…
-¿Gritos?
-Sí…Gritos…Unos gritos muy raros…De angustia…
-¿Y no eran gritos de placer?
-La persona que estaba chillando no estaba sintiendo placer, sino todo lo contrario.
-¿Y qué estaba sintiendo, si no era placer?
-Era…Dolor…Había dos personas…Estaban dando unos gritos horribles…De angustia y de dolor…Era como si se estuviesen…Muriendo…Una muerte lenta y horrible…
-No te preocupes, que no he visto a nadie agonizando en plena calle.

                Me duele el bajo vientre. Cierro los ojos. La mujer que se ha portado de un modo casi animal en la calle no puedo ser yo. 
                   Me quiero quedar dormida. Abro los ojos. Me veo con Bert. Haciendo esas cosas. 
-Claire...-me llama Sarah. 
-¿Qué quieres ahora?-inquiero. 
-Bert es un buen chico. Pero es un poco salvaje. 
                 Sonrío para mis adentros. Es obvio que Sarah no sabe nada. 
                 Ignora hasta qué punto puede ser salvaje su hermano. 
                 Con ese pensamiento, me quedo profundamente dormida. 

5 comentarios:

  1. Hola Laura, tremendas tardes =)
    ufff y pensar que en un momento me dije...
    -subido de tono? naaaa
    hasta que llegué a la mitad ... MADRE MÍA! =D

    bonito cuento, cargado de erotismo, sensualidad y un poquitín de romance ...

    me gusto mucho,
    preguntale a Citu que opino de éstas cosillas subidas de tono =)

    Excelente inicio de semana
    un abrazo

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  2. uhmmmmm jajaja y quien se va a currar ahora depues de leer esto? jajaj
    la leshe que rato más guapo leyendo la historia.
    Me ha gustado esta subida de tono.
    unos besotes

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  3. atrevido y sensual para un marcado y pudoroso siglo 19.
    muy erotico.
    besos

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  4. Un relato cargado de erotismo!!! Te ha quedado genial!!!

    Besos!!

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  5. Muy bueno, con mucho erotismo y sensualidad
    Esta de vicio!!!!
    Besos

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