sábado, 14 de septiembre de 2013

CRUEL DESTINO

Hola a todos.
El fragmento de hoy de Cruel destino es un poquito más corto que de costumbre.
Vamos a ver lo que ocurre entre Robert y Mary, por un lado. Pero, por el otro, vamos a ver lo que ocurre entre Robert y Sarah.

                   Cuando Robert fue a visitar a Mary, la encontró sentada en una silla en el jardín.
-Hola, Mary-la saludó-Celebro mucho verte de nuevo. ¿Estás nerviosa por la boda?
-Un poco...-contestó la joven.
                  Robert buscó una silla de jardín. Se sentó al lado de su prometida.
                  Mary le hurtaba la mirada. No se atrevía a mirarle a los ojos.
                  Permanecieron en silencio durante un rato.
                   Robert se preguntó cómo iba a ser su vida conyugal con Mary. Su prometida no se parecía en nada a Paula. Sin embargo, tenía la razón de que tampoco era sincera con él. Aún así, sospechaba que el motivo del silencio de Mary era bien distinto a cómo Paula se portó con él en el pasado.
-Me gustaría que hablásemos de manera clara y sincera-decidió Robert-Me gustaría saber una cosa. ¿Tú quieres casarte conmigo?
-Sí...-contestó Mary-Sí...Quiero casarme contigo.
                 


                    Pero la voz de la joven temblaba de un modo muy visible al hablar. Robert se preguntó así mismo el porqué no conseguía enamorarse de ella. Mary era una joven extraordinaria. Era buena, era hermosa, era educada y era agradable.
-¿Y tú quieres casarte conmigo?-le preguntó Mary a bocajarro.
                 Robert se quedó sin habla al escuchar la pregunta que acababa de hacerle su prometida.
-¡Yo sí quiero casarme contigo!-respondió casi sin aliento.
                 Le cogió la mano.
                  Sintió asco de sí mismo.
                 ¿Cómo soy capaz de engañar a Mary? La joven no se lo merecía. Robert la quería, sí. Pero no estaba enamorado de ella.
                   Se iba a casar con ella. E iba a tratar de ser el mejor marido del mundo para ella. Sería un marido fiel, devoto y leal. Le demostraría a Mary que él era capaz de hacerla feliz. Con el paso del tiempo, a lo mejor, llegaban a enamorarse.
-No veo la hora de que nos casemos-dijo Robert-Ya falta menos para que llegue ese día.
-Es lo que más deseo en el mundo-mintió Mary.
               Sus ojos se llenaron de lágrimas. Robert se acercó más a ella con la silla y la abrazó con cariño.
-No llores-le pidió-Te voy a hacer muy feliz.
-Robert...-susurró Mary-Me vas a odiar. Vas a pensar lo peor de mí.
                 El conde negó con la cabeza. Llenó de cariñosos besos el rostro de Mary. La besó de lleno en la boca. La joven se dejó hacer.
-Eres la mejor persona que jamás he conocido-le aseguró Robert-No quiero que pienses eso de ti. Nunca más vuelvas a decir que te voy a odiar. ¡Jamás te odiaría, Mary!

                    Al día siguiente, el ayudante de cámara de Robert fue a buscarlo a su habitación. Acababa de escribirle una carta a su hermana Margaret. Sabía lo que su hermana menor y lo que su prima pensaban de su matrimonio con Mary.
                    El ayudante de cámara le dio a Robert una noticia que le sorprendió hasta sobrecogerlo.
                     Una joven había ido a verle.
                    No se trataba de su prometida. Se trataba de una de las hermanas de ésta. En concreto, se trataba de su hermana mediana. De Sarah Wynthrop...
                     Contra su voluntad el corazón de Robert empezó a dar brincos de alegría.
-Dile que bajo enseguida-le pidió a su ayudante de cámara.
                      Volvía a estar comportándose como un adolescente que descubría de nuevo el amor. Cuando su ayudante de cámara se fue, se miró en el espejo.
                      Comprobó que estaba bien peinado. Sus pantalones no presentaban ninguna arruga. Su camisa estaba en perfecto estado. Le dio el visto bueno a su chaleco. Entonces, decidió salir de la habitación.
                      Al entrar en el salón, encontró que Sarah estaba sentada en el sofá.
-¡Miss Wynthrop!-exclamó Robert al verla-¡Qué agradable sorpresa me da verla!-Sonreía abiertamente-No se levante, por favor-Le cogió la mano y se la besó-Dígame una cosa. ¿Puedo saber el porqué ha venido a verme?
-Milord, tenemos que hablar seriamente-atacó Sarah-Se trata de Mary. Mi hermana es una joven frágil. Y tengo miedo de que le pueda hacer daño.
-Jamás le haría daño a su hermana, miss Wynthrop-le prometió Robert-Es una mujer maravillosa. Se merece ser feliz. Y quiero ser yo quién le haga feliz.
-¡No sabe lo que me alegra oír eso, milord!
                     Robert se sentó a su lado en el sofá.
                     Sarah había decidido ir ella sola a ver a Robert. No le había dicho nada a nadie. No se lo había dicho ni siquiera a Érika. Tampoco se lo había dicho a Mary. Quería cerciorarse de que aquel hombre era bueno para su hermana mayor. Mary había sufrido mucho. Merecía ser feliz.
-¿Está usted enamorado de Mary, milord?-preguntó Sarah a bocajarro.
                    Había tratado en contadas ocasiones a lord Robert.
                     Sin embargo, había algo en él que le hacía diferente.
                    No le veía como un aristócrata frío y prepotente. Le veía como un hombre más bien sencillo y humilde. Un hombre en cuyos ojos se veía reflejada la bondad que anidaba en su corazón.
                    Un hombre bien distinto a Darko...
-Yo quiero a su hermana con toda mi alma, miss Wynthrop-respondió Robert con firmeza-Y mi mayor deseo es hacerla la mujer más feliz del mundo.
                  La casa donde el conde se hospedaba estaba cerca de la playa. Se oía el rumor de las olas.



-Mary se merece lo mejor-afirmó Sarah-Merece tener a su lado a un hombre que la quiera de verdad. Que no la juzgue.
-Entiendo que su hermana, a lo mejor, haya cometido errores-la interrumpió Robert-Pero no soy quién para juzgarla ni tampoco para condenarla. He cometido errores aún peores de los que ella pueda haber cometido. No quiero hablar del pasado. Quiero centrarme en el futuro.
-Me alegra oír eso.
                    Sarah esbozó una sonrisa que Robert encontró adorable.
                    Él también le sonrió. Para su sorpresa, Sarah encontró seductora la sonrisa de Robert. Se echó en cara así misma aquel pensamiento.
-¿Se encuentra bien, miss Wynthrop?-le preguntó el conde.
                   Sarah se puso de pie.
-Me temo que me tengo que ir-respondió-Me están esperando. No quiero que se me haga tarde.
-¿Quiere que la acompañe?-se ofreció Robert.
-No hace falta. Gracias...
                  Robert acompañó a Sarah hasta la puerta. Se la abrió. De pronto, sin saber bien lo que estaba haciendo, Sarah se acercó mucho a Robert. Le dio un beso en la mejilla.
                  Después, salió de la casa. Sintió cómo le temblaban las piernas. Piensa en Darko, se dijo así misma. Ese hombre es el prometido de Mary. Y tú amas a Darko. Si amas tanto a Darko como dices. ¿Por qué tienes que recordarte lo que sientes?
                  Sarah aceleró el paso, deseosa de marcar cierta distancia entre ella y el conde de Maredudd. Se repitió una y otra vez que era el prometido de Mary. Y que ella de quién estaba realmente enamorada era de Darko Raven. Se dijo así misma que estaba enfadada con él por no haber acudido a su cita en la playa. Pero Darko tendría una buena excusa. Le perseguían los detectives de Bow Street. Estaba vendiendo sus negocios en Londres. No importaba. Él siempre iba a verla. Sarah se preguntó si la vida que iba a llevar al lado de Darko sería vida. Huyendo de un lado a otro. Las prolongadas ausencias...¿En serio una pareja podía soportar todo aquéllo por amor?

2 comentarios:

  1. Uy por amor, se hace cada cosa. buen capitulo Un beso y te me cuidas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo sé, Citu.
      Se hacen muchas cosas por amor. Pero hay que diferenciar bien entre amor y enamoramiento. No siempre es lo mismo.
      Un fuerte abrazo, Citu.
      Cuídate.

      Eliminar