sábado, 16 de noviembre de 2013

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, es sábado y, como viene siendo ya costumbre en este blog, os traigo un nuevo trozo de La viuda de la atalaya. 
Vamos a meternos de lleno en la historia de la misteriosa Nicole Bascomb y su trágica historia de amor con lord Duncan Hazzard.

                          Para Nicole, los días transcurrían tranquilos. Era feliz viviendo el sueño de su primer amor de la mano de lord Duncan. Y él sentía algo por ella. No quería admitirlo porque no sabía cómo abordar el tema. Nicole sentía que su vida en la isla de Saint Patrick había empezado realmente cuando conoció a lord Duncan. Había vivido prácticamente sola durante toda su vida. Por supuesto, quería mucho a tía Phoebe. Aquella mujer la había cuidado. Se había esforzado en darle una educación esmerada.
-Debes de tener cuidado, niña-le dijo tía Phoebe una tarde.
                      Nicole estaba leyéndole en voz alta Los viajes de Gulliver. El comentario de tía Phoebe la interrumpió.
                        Cerró el libro de golpe. Intentó disimular que se había puesto nerviosa. ¿Acaso tía Phoebe sospechaba algo acerca de su relación con lord Duncan? Los dos habían sido muy cuidadosos. Ni siquiera los miembros del servicio estaban al tanto de su relación.
-¿Por qué me dice eso, tía?-inquirió Nicole.
-Los hombres sólo buscan una cosa de nosotras, las mujeres-contestó tía Phoebe-Y es llevarnos a la perdición. Acuérdate de lo que le pasó a tu pobre madre.
-A mí no me pasará eso, tía. Sé cuidar de mí misma.
-Eso mismo decía tu madre. ¡Y mira cómo terminó! No quiero que te pase a ti lo mismo.
                     La piel de Nicole era blanca y suave al tacto. Poseía un largo cabello de color castaño con reflejos rojizos. Y sus ojos eran de color verde musgo con destellos azulados. Se había convertido en una belleza casi sin darse cuenta.
-Tendré cuidado, tía-dijo.
-Eso espero, niña-suspiró tía Phoebe-Anda, sigue leyendo. ¿Cómo que hay un país habitado por gigantes?

     

                 Era cierto que Nicole era muy hermosa. Los hombres se sentían atraídos por ella. Nicole maldecía su belleza porque la consideraba culpable del ataque que había sufrido. Pero carecía por completo de dote y, además, era ilegítima. ¿Qué clase de hombre la querría como esposa? Entonces, apareció lord Duncan. Y todo cambió para ella. Hasta aquel momento, Nicole prácticamente había vivido aislada en el castillo.
                    Su corazón daba saltos de alegría cuando el mayordomo anunciaba la llegada de lord Duncan al castillo. Se escribían cartas de amor. Le regalaba ramos de flores. Nicole empezó a soñar con un futuro maravilloso al lado de lord Duncan. Se veía así misma siendo la condesa de Berwick. Teniendo hijos con él. Envejeciendo a su lado.
                    Tía Phoebe, en un primer momento, aceptó de buen grado aquellas visitas porque se trataba de un conde. Lord Duncan tenía familia en la isla, los Williams, quienes no pertenecían a la nobleza y estaban considerados como la rama pobre de los Hazzard. Se había hospedado en casa de éstos. El principal motivo por el cual se encontraba en la isla era porque estaba huyendo. Había protagonizado un sonado escándalo en Londres después de haberse enfrentado en duelo con un compañero de juergas, al cual había herido en una pierna. Lord Duncan ostentaba el grado de teniente en el Ejército inglés. Si era detenido, sería sometido a un consejo de guerra. Y es que el hombre al que había herido en el duelo también ostentaba el grado de teniente en el Ejército.
                   Su pariente fue el primero que le habló de Nicole Bascomb. Lo hizo una tarde en la que estaban jugando a las cartas. Lord Duncan quería saber si vivía alguien en el castillo.
-Lo veo abandonado-dijo.
-En ese castillo vive la vieja solterona Phoebe y la hija de una pariente-le explicó su pariente-Una joven llamada Nicole Bascomb...
-No la conozco.
-Esa joven vive prácticamente recluida desde hace algún tiempo en el castillo. Tiene una historia muy triste a sus espaldas. No creo que quieras conocerla.
-Me apetece conocerla. Y quiero conocerla también a ella.
                    La información que le sonsacó a su pariente despertó la curiosidad de lord Duncan. No conocía a aquella joven, pero no veía la hora de conocerla. Se propuso conquistarla a cualquier precio.
                    Lord Duncan había estudiado en su niñez en Harrow, en su adolescencia en Eton y había querido estudiar en Oxford. Pero acabaron expulsándole de allí debido a su comportamiento pendenciero. Se decía que su padre había muerto de un disgusto porque no sabía cómo meterle en vereda. Lord Duncan era el menor de tres hermanos. Sus dos hermanos mayores eran mujeres. Las dos se habían casado. Las dos tenían hijas. Ningún hijo...Lord Duncan no terminaba de asumir sus responsabilidades. Las delegó en su administrador. Ignoraba que éste era un hombre bastante ambicioso.
                    Lord Duncan había adquirido una merecida fama de libertino y de pendenciero. Por su vida y por su cama habían pasado numerosas mujeres. A pesar de los escándalos que había protagonizado, seguía siendo perseguido por las madres de jovencitas casaderas que lo querían como yerno. Era íntimo amigo del Príncipe Regente. De algún modo, éste le protegía. Y lord Duncan había creído que sería así siempre. Hasta que tuvo lugar aquel maldito duelo.
                   Sus ojos eran de color gris como el acero. Su piel estaba tostada por el Sol. Y su cabello era de color negro como la noche.
                   Conocer a Nicole cambió para siempre su vida. Desde luego, aquella joven no se parecía en nada a otras damiselas que había conocido en Almacks. Damiselas que lo perseguían por su título y por su fortuna.
                    Se fue enamorando de Nicole poco a poco.
                   Para la joven, conocer a lord Duncan le hizo conocer el significado de la palabra flechazo. Guardaba como un tesoro los encuentros en la atalaya del castillo.
                 
                    Se encontraron aquella tarde en la atalaya.
-Voy a pedirle a tu tía tu mano en matrimonio-le prometió lord Duncan a Nicole.
-¿Harías eso por mí?-se ilusionó Nicole.
-Me he enamorado de ti, Nicky. Y quiero casarme contigo. ¿Qué me dices?
-¿Es eso una oferta de matrimonio?
-Lo único que quiero es pasar el resto de mi vida a tu lado. Quiero que seas la madre de mis hijos. Quiero que seas mi condesa. ¿No quieres tú lo mismo?
-¡Claro que sí! ¡Duncan, es lo que más deseo en el mundo!
                    Nicole, enamorada, besó con fuerza a lord Duncan en los labios. Sus ojos brillaban de alegría. Abrazó con fuerza a su amado.



-¿Cuándo vas a venir a hablar con tía Phoebe?-inquirió Nicole-¡Tiene que ser lo más pronto posible! Hoy...
-Vendré mañana. Te lo juro. Nicky, te amo.
                     En aquellos momentos, lord Duncan estaba siendo sincero con ella. Nicole despertaba en él un sentimiento tan fuerte como desconocido hasta aquel momento. Y se dijo así mismo que aquel sentimiento era el amor. Estaba convencido de que tía Phoebe aprobaría su unión con Nicole. Su origen no le importaba nada en absoluto. La quería a ella. Además, estaba acostumbrado a las habladurías.
                    Para entonces, lord Duncan se había convertido en un asiduo visitante del castillo. Nicole se había colado casi sin darse cuenta en su mente y en su corazón. Sus primos pondrían el grito en el cielo cuando se enteraran de cuáles eran sus planes, pero no le importaba. Era el conde de Berwick. Podía hacer lo que le diera la gana.

                        Tía Phoebe reaccionó muy mal cuando, a la tarde siguiente, lord Duncan le informó que quería casarse con Nicole. Fue en el salón y en presencia de la joven. Ésta se quedó horrorizada cuando su tía no quiso ni oír hablar del tema. Lord Duncan se quedó también atónito. Había creído que la mujer estaría encantada de deshacerse de su pariente pobre e ilegítima. Pero eso no entraba dentro de los planes de tía Phoebe.
-¡Nicole se quedará aquí conmigo!-alegó la mujer-Se ha quedado soltera porque tiene que cuidar de mí.
-Si vos así lo queréis, me quedaré a vivir aquí-le aseguró lord Duncan-O, si lo preferís, os podéis venir a vivir a mi mansión solariega. Os aseguro que allí estaréis bien atendida. Mis criados...
-¡Yo no me muevo de este castillo! Estoy segura de que vos no tardaréis en aburriros y volveréis a Londres. Conozco muy bien a los hombres de su calaña, milord.
-Mis intenciones hacia Nicole son las más honorables. Como os acabo de decir, quiero casarme con ella. Conozco la historia de su origen. Y os juro que eso no me importa en absoluto. Cuando Nicole se case conmigo, las habladurías cesarán.
-Las habladurías nunca cesan, milord. Debéis de estar acostumbrado a ellas. Os harán la vida imposible a Nicole y a vos. Y mi sobrina no podría soportarlo. Lo siento, pero me opongo a vuestras intenciones. Buenas tardes...
                    La negativa de tía Phoebe estuvo a punto de matar de dolor a Nicole. La joven pasó todo un fin de semana encerrada en su habitación llorando desconsoladamente. Maldijo a tía Phoebe por ser tan egoísta y por pensar sólo en ella misma.
                   Lord Duncan encontró la manera de colarse dentro del castillo. Siguió viéndose a escondidas con Nicole en la atalaya. Los dos empezaron a planear su huida a Gretna Green, donde se casarían. Pero ocurrió algo que trastocaría para siempre sus planes.

3 comentarios:

  1. Uy que tía tan egoísta pobre Nicole uy sigue que quiero saber e sa triste historia. De tus novelas está es una de mis preferidas

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    1. Hola Citu.
      Y yo me alegro muchísimo de que te esté gustando y que estés disfrutando con ella.
      Un fuerte abrazo, amiga.

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  2. Y bueno, he leído tu relato comiendo un plato de pedacitos de pollo. Y tanto me encanto tu relato, como disfrute de mis pollitos. Si habrá dos razones, en mi opinión, quizá la tía Phoebe está protegiendo a Nicole de la mala reputación que tiene Lord Duncan. O tal vez, es la tía muy egoísta y está pensando solo en ella. Espero que Lord Duncan, no defraude a Nicole. Lo de escaparse, buena idea. Pero quedo en suspenso, ya que algo paso en sus planes. Genial! Te seguiré leyendo.
    Saludes

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