Hola a todos.
Hoy, Devin y Catriona se encuentran de nuevo después de que el chico se le haya declarado. Antes, Catriona tendrá una interesante charla con su madre Evanna.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Era la hora del té.
Catriona se sorprendió cuando, al entrar en el salón, se encontró a Evanna sola. La mujer la invitó a que tomara asiento junto a ella en el sofá. Catriona se sentó a su lado y cogió una pasta para darle un mordisco.
-Me gustaría hablar contigo a solas-empezó a hablar Evanna-Tu padre y yo nos hemos dado cuenta de que ya no eres una niña. Hemos visto cómo tu prima sufría por culpa de ese canalla y no queremos que pases lo mismo que ella. Quiero que seas sincera conmigo, hijita. Sospecho que el amor ha llegado ya a tu vida.
Las mejillas de Catriona se encendieron al escuchar las palabras de su madre. Decidió que debía de sincerarse con ella en la medida de lo posible.
-No te has equivocado en nada, mamá-admitió la muchacha-Lo cierto es que hay alguien en mi vida.
-¿Y ese alguien te quiere?-quiso saber Evanna-¿Te respeta?
Catriona le dio otro mordisco a su pasta. Asintió con la cabeza.
-Cuando estamos juntos, sólo existo yo-contestó. Había sinceridad en su voz-Es muy cariñoso conmigo. No sólo me demuestra lo que siente por mí con palabras. También lo hace con gestos. Sus sentimientos hacia mí son sinceros. Se desvive por mí. Sé que nunca me faltará de nada si me caso con él. He tenido muchas dudas acerca de la veracidad de sus sentimientos. Es educado. Es honesto. Es dulce. Todos los gestos que tiene hacia mí. La manera en la que me mira. Yo siento que él me ama. Y yo también le amo con todas mis fuerzas. Quiere verme sonreír.
Evanna apretó con cariño la mano de su hija.
-Entonces, ese joven te quiere de verdad-opinó la mujer-Seguro que no tarda en pedirte que te cases con él.
-De hecho, ya me ha pedido que me case con él-se sinceró Catriona-Pero, en un primer momento, me negué.
-La última palabra, en mi opinión, tienes que tenerla tú. Hiciste mal en rechazarle, cariño.
Catriona no se atrevió a contarle lo que había pasado antes a su madre entre Devin y ella. Evanna se habría desmayado de la impresión. Y habría pensado que su hija era una cualquiera.
-Siempre se ha dicho que una mujer debe casarse con el mejor partido-afirmó Evanna-Yo pienso que una mujer debe casarse por amor y sabiéndose amada. Lo demás no importa.
-Eso mismo me decía mi institutriz-recordó Catriona. Sonrió con el recuerdo-Nos enseñó a Nelly y a mí a caminar erguidas. Nos enseñó a hablar francés. Pero nunca nos enseñó a enfrentarnos a la vida. A que el amor no es tan bonito como lo pintan en los libros. A que se puede sufrir mucho por su culpa. Yo he sufrido por amor, mamá.
-Me lo imagino-suspiró Evanna-Pero te pareces a tu padre. Nunca demuestras tu preocupación. Habla con ese joven. Que venga a vernos. Si es bueno y te ama de verdad, tu padre no se opondrá a que te cases con él.
Acarició con la mano la mejilla de su hija.
-Eso es lo que haré-decidió Catriona-Tendría que haber hablado contigo antes. Me siento mejor.
Evanna la abrazó.
Catriona salió a dar un paseo. Caminaba por la orilla del lago sumida en sus propios pensamientos. Todo el mundo le había aconsejado que había llegado el momento de que pensara en ella misma.
Catriona no quería ser egoísta. Siempre había antepuesto la felicidad de los demás a la suya.
Se odiaba así misma por ser feliz. No podía ser feliz cuando veía que Nell era tan desgraciada. Maldijo a Douglas por no ser capaz de amarla como merecía ser amada. Y maldijo también a Devin porque se había enamorado de él. Y también le maldijo por amarla. De pronto, se detuvo en seco al oír una voz que la llamaba a gritos. Era la voz de un hombre joven. Con el corazón acelerado, Catriona se dio la vuelta.
Y vio cómo Devin se acercaba corriendo hasta donde estaba ella.
¿Qué está haciendo aquí?, se preguntó Catriona.
-¡Menuda sorpresa te he dado!-le sonrió Devin de aquel modo que la cautivaba.
La tomó entre sus brazos y llenó su rostro de besos. Catriona estaba atónita.
-¿Qué estás haciendo aquí?-inquirió.
-He venido a verte-contestó Devin-Estuve en tu casa y hablé con Nell. Me lo ha contado todo.
-Entonces, ya sabes que mi prima quiere romper su compromiso con tu hermano.
-Si te soy sincero, me alegro muchísimo. Douglas no se merece a una mujer como Nell. Ella merece un hombre bueno. Que la ame de verdad.
-Me alegro de que lo comprendas. Y que no estés enfadado. Después de todo, Douglas es tu hermano. Y, a pesar de todo, lo quieres.
-El bienestar de Douglas no me preocupa nada. Sólo quiero que tú seas feliz, Cathy. Y tu felicidad está unida a la dicha de tu prima.
Catriona se sintió conmovida al escucharla. Devin era el ser más comprensivo que jamás había conocido. Se sentó en la hierba.
Tenía la sensación de que todo le daba vueltas. Devin se sentó a su lado en la hierba. Todo lo que sabía era que no podía vivir sin Catriona.
-Douglas aún no lo sabe-dijo la chica.
Devin se encogió de hombros. Atrajo a Catriona hacia sí para abrazarla.
-Lo que haga o diga mi hermano no me importa nada-admitió el joven-Durante años, ha hecho lo que le ha venido en gana sin hacer caso de los consejos que le daba nuestro padre, que en paz descanse. Él mismo está forjando su propio camino.
-Pero le ha hecho daño a Nell-se lamentó Catriona-Y no se lo merece.
-Quieres mucho a tu prima, Cathy.
-Es como una hermana para mí. Me ha dicho que no me preocupe tanto por ella. Que piense un poco más en mí.
Desde que conoció a Catriona, Devin pudo conocer su manera de ser.
Era una chica alegre e inocente. Pero también era el ser más desprendido que jamás había conocido. Vivía alegremente a la sombre de su hermosa prima Nell. Y ésta se había dado cuenta de que Catriona no podía permanecer escondida por más tiempo. Debía de mostrar su fulgor. Catriona era como una estrella brillante.
Las estrellas no pueden permanecer escondidas por más tiempo.
-Vendré a verte esta noche-le aseguró Devin.
-¡No lo harás!-se escandalizó Catriona.
Devin la besó de una manera tan apasionada que Catriona pensó que se iba a derretir.
Recordó la conversación que había mantenido antes con su madre. Se había sincerado con ella hasta cierto punto. Pero había cosas que una hija no podía contarle a su madre. Y los recuerdos volvieron a su cabeza como un fogonazo.
Aquella noche...
Cuando estuvo en brazos de Devin. Cómo se entregó a él. Los besos que él le dio. Las caricias que de él recibió.
Regresó al presente cuando el joven le cogió las manos para besárselas.
-Y hablaré con tus padres mañana-decidió Devin-No pienso seguir esperando ni un segundo más a hacerte mi mujer.
-¿Y qué va a pasar con tu hermano?-se angustió Catriona-Se enfadará mucho cuando Nell le diga que quiere romper su compromiso.
-Douglas se sentirá herido en su orgullo-Devin abrazó a su amada con fuerza-Sólo vive para sí mismo. Nell está haciendo lo correcto. Se lo he dicho.
-¿Cómo la has encontrado?
-Está mucho más tranquila.
A modo de despedida, Nell le dio un beso en la mejilla.
-Haz feliz a Cathy-le pidió.
Y pensaba cumplir con la promesa que le había hecho.
Volvió a besar a Catriona en los labios. Quería beber de aquella boca que tanto amaba. Y se dijo así mismo que se encargaría de hacer feliz a Catriona hasta el último día de su vida.
Uy que linda pareja hacen Devin y Catriona, . Adoro está historia te mando un abrazo y te me cuidas.
ResponderEliminarEl amor, cuando es verdadero, lo puede todo.
EliminarUn fuerte abrazo, Citu.
Me encantan los personajes de Katriona y Devin. Buen comienzo.
ResponderEliminarSaludes