Hola a todos.
Hoy, subo el penúltimo fragmento de este bonito relato con tintes románticos.
¿Qué harán Christine e Ian para poder casarse?
¡Vamos a averiguarlo!
Después de haber pasado su primera noche de amor, Christine e Ian decidieron encontrarse en el desván.
Debían de hablar de muchas cosas.
Sabían que se amaban. Quizás, al morir, Marsali pensó que Christine sería la mujer que más le convenía a Ian.
En su fuero interno, él siempre albergó profundos sentimientos hacia Christine. Sentimientos que se había esforzado en reprimir. Pero no había podido seguir reprimiéndolos. Quería gritar a los cuatro vientos que la amaba. En muchas familias, los primos se casaban entre ellos. Pero no ocurría eso en la familia de ambos. Lo veían como algo incestuoso.
Sólo había una manera de conseguir que Alyssa aceptara la boda.
-Tiene que encontrarnos juntos en una situación comprometida-opinó Christine.
-¿Tú crees que mi tía aceptará que nos casemos si piensa que te he deshonrado?-inquirió Ian con curiosidad.
-Mi madre no sabe que ya me has deshonrado. Pero tiene que verlo.
-¿Vas a mostrarle la mancha que hay en tu cama? Había sangre.
-Mi doncella piensa que me ha bajado la regla y me ha entregado unos paños, como hace siempre. ¡He sido una tonta por no haber pensado en eso antes!
Fue algo relativamente fácil de conseguir. Alyssa acudió aquella tarde a visitar a una amiga suya, como hacía con frecuencia.
Christine calculó más o menos a qué hora llegaría su madre. Ian y ella se quedaron solos en el salón. El plan era que, al llegar Alyssa, les encontraría en una situación comprometida. Entonces, les obligaría a casarse.
Sin embargo, mientras Alyssa llegaba, la situación se fue calentando entre Ian y Christine.
Los dos cayeron sobre el sofá en el que habían estado sentados.
Los besos que se dieron se tornaron cada vez más apasionados. Las manos de Ian acariciaron la piel de Christine por debajo de su ropa interior. La joven lo abrazó con fuerza al tiempo que el uno se saciaba del otro.
Entonces, oyeron un grito espantoso. Alyssa acababa de entrar en el salón.
Y había encontrado a su sobrino medio desnudo y a su hija debajo de él con el vestido desabrochado y rodeando con sus piernas desnudas la cintura de Ian.
-¿Qué está pasando?-preguntó Alyssa con voz aguda y estridente-¿Qué estáis haciendo?
Los labios de su hija y de su sobrino estaban hinchados por los besos. Ian tenía un pequeño mordisco en el cuello que le había dado Christine.
-¡Exijo una explicación!-añadió Alyssa furiosa-¿Qué estabais haciendo?
-Tía Alyssa...-titubeó Ian-Déjeme que le explique. Nosotros...Chrissy...Y...Yo...
Se vistieron de forma apresurada. Eso era algo que Christine no había previsto. Su madre la había sorprendido con Ian fornicando con él. ¡Fornicar! ¡Qué palabra más espantosa! Pero su amor no era sólo platónico. También era algo carnal. Real...
Debía de ser de otra manera. Debían de fingir que habían tenido relaciones íntimas. No así.
Los criados acudieron al escuchar los gritos de Alyssa. La mujer estaba tan furiosa que parecía estar a punto de emprenderla a golpes con Ian. ¿Cómo se le ocurría deshonrar a su prima bajo su mismo techo? Hubo que tranquilizar a Alyssa. La mujer tuvo que ser sujetada por el ama de llaves porque quería matar a Ian. Con voz serena, aunque temblorosa, el joven le confesó a su tía que estaba enamorado de Christine. Que era con ella con quien quería casarse. Que la había hecho suya en un rapto de pasión. Pero que quería casarse con ella porque no se imaginaba la vida lejos de su lado. Cuando Alyssa hubo llorado, se hubo desmayado, hubo vuelto en sí después de que le aplicaran sales aromáticas su doncella bajo la nariz y hubo vuelto a llorar, tuvo que ceder.
Ian y Christine se casarían.
-¡Qué sea lo antes posible!-concluyó Alyssa con voz chillona.
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