Hola a todos.
Esta mañana, toca un nuevo fragmento de Segundas oportunidades. Veremos cómo Edith intenta sonsacarle a Margaret lo que siente por Jonathan.
Sentada en el sofá, Margaret removía una y otra vez su taza de té con gesto serio.
-Creo que has removido ese té cien veces-observó Edith, quien estaba sentada a su lado-¿Vas a contarme de una vez lo que te pasa?
-A mí no me pasa nada-contestó Margaret.
-Te conozco bien, prima. Pones esa cara cuando estás pensando en algo. O, mejor dicho, en alguien.
Margaret bebió un sorbo de su taza de té.
-¿Y en quién crees que estoy pensando?-se burló.
-Piensas en cierto caballero que hace dos días que llegó a esta casa-apostilló Edith-Cierto caballero de ojos color turquesa...Hijo de un primo de papá...
-¡Por el amor de Dios, Edith! ¡Si casi no le conozco!
La aludida arqueó las cejas.
Estaba siendo sincera. Jonathan había llegado hacía apenas dos días. ¿Cómo podía sentirse interesada en alguien que era casi un desconocido para ella?
-Lo único que sé de él es lo que me habéis contado-añadió-Que es viudo. Y que su padre es primo de tío Edwin.
-El primo Jonathan es hijo único-le contó Edith-Siempre ha sido un muchacho serio y tranquilo. Yo le recuerdo muy enamorado de su mujer, de Abby.
Margaret se fijó en que había admiración en la voz de Edith al hablar de aquella mujer. Su prima cogió una galleta y le dio un mordisco.
-Recuerdo que los vi una vez besándose en la cocina-recordó-Abby era la hija de la doncella personal de la madre de Jonathan, Eliza. Pero todo el mundo se alegró muchísimo cuando decidieron casarse. Es algo raro. Yo he oído hablar de matrimonios que han puesto el grito en el cielo cuando sus hijos se casan con los hijos de la servidumbre. Pero no fue el caso. Una vez, oí a la prima Eliza contarle a una amiga que le estaba muy agradecida a Eire, la madre de Abby. Cuidó de ella cuando estaba enferma. Le debía la vida. Quería a Abby como si fuera una hija. La recuerdo como una chica muy parecida a ti, prima.
Margaret la miró atónita.
-No te creo-afirmó.
-Eres tan inquieta como lo era Abby-insistió Edith-Y también eres tan impulsiva como lo era ella. Yo siempre la admiré. Y deseé ser como ella. Sin embargo, mi carácter es éste y no lo puedo cambiar.
Margaret le palmeó las manos.
Se sintió rara al saber que Edith la comparaba con una mujer que estaba muerta.
-¿Sabes de qué murió?-le preguntó.
-Oí decir que sufrió un accidente-respondió Edith-Perseguía a su perro, que se había escapado. Un carruaje la atropelló. Murió al día siguiente. Por lo que sé, Abby y Jonathan siempre quisieron tener hijos. Pero los niños nunca llegaron.
-Entiendo.
-Estoy muy contenta con que el primo Jonathan esté aquí. ¡Casi no ha cambiado nada desde que lo vi por última vez!
-Tiene que haber cambiado en algo. Ahora, tiene veintisiete años. Ya no es ningún chiquillo.
-Supongo que no. Veo mucha tristeza reflejada en sus ojos. Amaba perdidamente a Abby. Y sospecho que la sigue amando.
Margaret frunció el ceño al escuchar a su prima. Lo último que quería era sentirse atraída por un hombre que nunca se fijaría en ella.
-Tus padres hacen mal en querernos emparejar-opinó Margaret-Su plan está condenado al fracaso.
Edith lo negó moviendo la cabeza.
Al igual que sus padres, estaba convencida de que Margaret era la mujer que más le convenía a Jonathan. De momento, su prima estaba empezando a interesarse en él.
-Intenta verle a solas-le sugirió-Habla con él. ¡Los dos sois muy parecidos también! Prometo que no le diré nada ni a mamá ni a papá-Levantó la mano derecha-¡Jurado!
-¿Te has vuelto loca?-se escandalizó Margaret.
Pensó que Edith podía ser una excelente casamentera. Pero debía de estar loca cuando le sugería verse a solas con Jonathan. Lucy tuvo que casarse con aquel hombre después de que les sorprendieran besándose.
-¿Has pensado en el peligro que correría mi reputación si se sabe que me veo a solas con un hombre?-le reprochó a Edith.
-No estaréis a solas-la tranquilizó la chica-Yo estaría con vosotros.
Margaret mordisqueó una galleta con gesto pensativo.
-Nunca he hecho eso-admitió.
Nunca antes se había citado con un hombre a solas. El caso era que ningún hombre la había cortejado antes. Y tampoco veía a Jonathan dispuesto a cortejarla. Si su prima Edith tenía razón y Jonathan seguía enamorado de la difunta Abby, Margaret estaría perdiendo un tiempo muy valioso interesándose en él.
-¡Seguro que es fácil!-palmoteó Edith, encantada.
Uy veamos que pasara entre Jonathan y Margaret . Te mando un beso y te me cuidas.
ResponderEliminarHola Citu:
EliminarPuede pasar cualquier cosa entre Jonathan y Margaret. ¡Eso seguro, je, je!
Un fuerte abrazo.