Hoy, seguimos con la segunda parte de mi relato La petición.
Christine le está buscando una esposa a su primo Ian, que es viudo. Pero...Las cosas pueden cambiar.
Ian se quedó
una temporada en casa de su tía Alyssa.
Su tía
insistió mucho en que se quedara. Decía que Ian no debía de estar solo en su
casa. Los recuerdos de Marsali acudirían a su cabeza. Le atormentarían.
Hacía doce años que el marido de
Alyssa había muerto.
En teoría, un accidente de caza.
En realidad, se pegó un tiro al darse cuenta de que estaba arruinado. Quiso
acceder a la fortuna de su mujer.
Pero Alyssa se negó. Su marido le
había hecho la vida imposible con sus muchas aventuras con otras mujeres. Sabía
que había llenado toda la región de bastardos.
No le permitiría acercarse a la
dote de Christine.
Ian
también protegía de manera feroz a su prima. Christine estaba al tanto de las
veces en la que su primo se había peleado con hombres que estaban interesados
en ella.
Ian
afirmaba que ninguno de aquellos petimetres le llegaba a la suela de los
zapatos. En su opinión, Christine merecía otra clase de marido. Necesitaba a su
lado a un hombre fuerte. A un hombre que velara por ella. Merecía ser feliz.
A veces, Ian se sorprendía así
mismo mirando demasiado fijamente a Christine. Se daba cuenta de que los ojos
azules de su prima tenían el mismo color que un cielo despejado. Incluso, le
parecían curiosas las espesas y largas pestañas que rodeaban a aquellos ojos.
Christine no era una joven precisamente coqueta.
Los ojos de la joven siempre
estaban alegres. Sólo se oscurecían cuando pensaba en Ian.
Los besos que su primo le daba en
las mejillas parecían haberle hecho olvidar aquel incidente inoportuno durante
uno de sus paseos.
__Hemos de centrarnos en buscarte esposa__le había dicho.
Sin embargo, la forma que tenía
Ian de mirarla últimamente estaba empezando a poner nerviosa a Christine. Debía
de centrarse en la tarea que Marsali le había encomendado.
Christine no podía conciliar el
sueño por las noches. Memorizaba los nombres de las jóvenes solteras de buena
familia que había en Inglaterra. Ella conocía a varias de aquellas jóvenes.
Le había mencionado a Ian los
nombres de varias candidatas a convertirse en su esposa. Pero él no parecía
estar entusiasmado por ninguna de ellas.
__Estás tomándote demasiadas molestias por mí__le dijo una
tarde lluviosa, mientras jugaban a las cartas.
__No quiero que estés solo__afirmó Christine.
__Deberías de pensar menos en mí y pensar un poco más en
ti.
De pronto, Ian empezó a sentirse
incómodo al estar cerca de Christine. Y algo similar empezó a pasarle a la
joven. Alyssa no se dio cuenta en un primer momento de que algo estaba pasando
entre su sobrino y su hija. Sólo sabía que a Christine se le había metido la idea
de buscarle esposa a Ian. Y que su sobrino se negaba a volver a casarse. Para
entonces, varios caballeros empezaron a fijarse en Christine. Y empezaron a ir
a visitarla a su casa con la intención de cortejarla.
Cuando empezaron a robarle besos
a la joven, Ian sintió cómo alguien le estaba dando puñetazos en el estómago.
__¡Son todos unos petimetres indignos de ti, Chrissy!__afirmó
una tarde.
La joven estaba interpretando una
pieza con su arpa.
__Cualquiera diría que estás celoso de ellos__bromeó.
Pero dejó de reírse.
__Estás celoso__murmuró.
Ian la oyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario