miércoles, 28 de enero de 2015

LA VIDA ES UN MOMENTO EFÍMERO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de La vida es un momento efímero. 
Es un relato más bien triste que invita a la reflexión. ¿Cómo vivimos? El futuro se da por hecho cuando no debería de ser así.

                                Kevin era su nombre.
                                Empezamos a salir hace algunos meses. Yo no había tenido nunca antes novio. Pero sí fantaseaba con la idea de encontrar el amor. Quería ir a la Universidad. Incluso, había pensado en estudiar Medicina, como Roberto. La idea de buscar a mi verdadero padre jamás se me pasó por la mente. Mi madre no me dio muchos datos acerca de él.
                             Kevin me gustó. Me gustó desde que le vi por los pasillos del insti.
                             Era un año mayor que yo. Cada vez que lo veía, mi corazón comenzaba a latir a gran velocidad.
                             Si me guiñaba un ojo durante el recreo al cruzarnos nuestras miradas, yo pensaba que me iba a desmayar. Mis amigas me decían que debía de ligármelo porque estaba loco por mí.
-¿Estáis tontas?-les espetaba.
-¡Cati, tía!-insistían ellas-¿Te has fijado en cómo te mira?
-¿Pero vosotras os creéis que un tío así se va a fijar en mí?
                         Las conversaciones en el recreo versaban sobre ese tema.
                         Kevin y su supuesto interés en mí...
                         Lo veía todos los días en el recreo. Pero nada más.
                         Yo acababa de cumplir quince años. Ni siquiera íbamos juntos a las mismas clases.
                         Nos saludábamos. De vez en cuando, me detenía en el pasillo.
                         Me hacía un comentario chorra. Yo me iba a mi clase. Él se reunía con sus colegas. Recuerdo que tenía un pendiente en la ceja.
                           A mí me molaba. Cuando le hablé a mi madre por primera vez de Kevin, le mencioné el piercing en la oreja. Mi madre se asustó.
                          Pensaba que se trataba de un delincuente. Pero yo no lo veía así. Me gustaba cada vez más Kevin. Y fue, justo durante las vacaciones de la Semana Blanca, los Carnavales, cuando todo ocurrió. Se acercó a mí a la hora del recreo.
                          Me invitó a salir con él. Iríamos al cine a ver La Gran Estafa Americana. Yo estaba flipando. ¡Flipando en colores! Mis amigas se contuvieron cuando Kevin se marchó. Yo había contestado que sí. Después, mis amigas y yo estuvimos un rato riendo y dando saltitos.
                         Kevin fue a recogerme al día siguiente a mi casa. Fuimos al cine.
                        No pude centrarme demasiado en la película. En lo único en lo que pensaba era en que estaba allí con Kevin. Que estábamos compartiendo las palomitas. ¡Que me había traído una lata de Coca-Cola!
                           Fuimos a la sesión de las nueve. Y yo tenía que estar en casa antes de la once.
                          Y fue ante la verja del jardín de mi casa cuando nos besamos por primera vez.
                          Un momento mágico que recordaré durante el resto de mi vida.
                          Mi madre y Roberto estaban levantados esperándome. Querían saber, en teoría, cómo había estado la película. Sin embargo, ellos querían saber si Kevin se había propasado conmigo.
                          Casi ni me había enterado de qué iba la película. Sólo había estado pendiente de Kevin. Sólo contaba él en mi mente.



Mañana, subiré el final.

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