Aquí os traigo este relato que transcurre en el siglo XVIII en una isla inglesa situada en el río Támesis. En concreto, está dividido en varias partes para que no resulte pesado.
Se titula La petición y es de corte romántico y bastante más optimista que el anterior.
Espero que os guste.
ISLA DE SANTA MARÍA, EN EL RÍO
TÁMESIS, 1750
Quería mucho a
su primo Ian. Por ese motivo, estaba tan preocupada por él. La esposa de Ian
había caído gravemente enferma. El médico no le daba muchas esperanzas de que
viviera. Sin embargo, Christine quería ser positiva. Pensaba que acabaría
curándose.
Su prima política era una mujer joven y fuerte. Nunca antes había estado
enferma.
Sin embargo, Christine no podía evitar estar preocupada. Trataba de disimular
cuando estaba delante de Ian. Pero éste la conocía demasiado bien. Christine lo
pasaba mal cuando veía al médico practicarle una sangría a la esposa de su
primo. La joven estaba tan débil que apenas tenía fuerzas para oponerse.
__Te vas a poner
bien__solía decirle a ésta.
__Sé bien que me voy a morir__se
lamentaba la joven.
__¡No digas tonterías!
Sin embargo, la mujer de Ian había asumido que iba a morir. Le dolía tener que
dejar a Ian solo. Su matrimonio había ido mal. La pasión que les unió se
esfumó. Pero Ian había sido muy importante en su vida.
__¡No quiero que Ian se quede
solo!__suplicaba.
__¡Claro que no se va a quedar
solo!__le aseguraba Christine.
Le pasaba un paño empapado en agua por la frente. Christine procuró esbozar una
sonrisa. El médico estaba a punto de llegar. Su prima política estaba muy
alterada. Tenía mucha fiebre. Deliraba.
__Te vas a poner bien__proseguía
Christine__Vais a haceros viejos juntos. Y tendréis muchos hijos.
Se turnaba con Ian para cuidar de su esposa.
__No dejes que Ian se quede
solo__le había pedido Marsali, la prima política de Christine, antes de
morir__Búscale una esposa. Una mujer que le quiera de verdad.
__Te lo prometo__le había
asegurado Christine.
Había pasado
un año y Christine no terminaba de creerse que Marsali, aquella escocesa de
cabello de color rojo fuego que había enamorado a su primo Ian, se hubiese
marchado para siempre. Marsali tenía un carácter fuerte y decidido. Y gozaba de
una excelente salud. Hasta que una neumonía fulminante acabó con su vida. Nadie
lo vio venir. Christine creía que las sangrías que le había practicado el
médico habían acelerado la muerte de Marsali.
El periodo de
luto había terminado.
Había llegado la hora de buscarle
una esposa a Ian.
__¿Cuándo vas a empezar a buscar
esposa?__le había preguntado Alyssa, tía de Ian y madre de Christine, a éste
cuando iba a visitarlas.
__No tengo interés alguno en
volver a casarme__respondía el joven.
__Tienes derecho a rehacer tu
vida, hijo.
__Quise mucho a Marsali. Admito
que mi matrimonio nunca fue del todo bien. Nos unió una intensa pasión, pero,
cuando la pasión se evaporó, no quedó nada.
__Tienes veintitrés años. Estás a
tiempo de rehacer tu vida.
Entonces, a
Christine se le ocurrió una idea. Elaboró una lista con las posibles candidatas
a convertirse en la esposa de Ian. Su primo no era un hombre rico precisamente.
Por culpa de
su tío, había desaparecido la fortuna familiar. Alyssa le dio el puesto de
contable.
La situación
de Alyssa era mejor con relación a la familia de su marido, los Bryce. Su
marido y el padre de Ian eran hermanos. Los dos tenían el mismo carácter
derrochador. Sin embargo, Alyssa tuvo la precaución de guardar la fortuna que
le legó su familia.
De aquel modo,
pudo proporcionarle una dote a Christine. Su hija tenía veinte años.
Todavía no se
había casado. Para ella, Ian había sido como un hermano mayor.
Cuando salía a
pasear por la isla en compañía de su primo, Christine enumeraba a las mejores
candidatas. Dado que su primo Ian había estado casado con una escocesa, también
había pensado en las jóvenes de buena familia que habría en Escocia.
Sin embargo,
Marsali venía de familia más bien humilde. Su madre había sido una joven
sirvienta que se había quedado embarazada sin estar casada.
Todo eso no le
había importado nada a Ian cuando se casó con ella. Sin embargo, una vez pasada
la pasión que les unió, su esposa parecía estar siempre furiosa con él.
__No creo que casarme de nuevo
sea una buena idea, Chrissy__opinó Ian durante uno de aquellos paseos.
__Marsali te quería__le recordó
su prima.
__A veces, tengo mis dudas al
respecto. A veces, pienso que me odiaba.
Quería seguir
con su vida. No entendía el porqué Christine se había empeñado en buscarle
esposa. Le mencionó a una joven.
__Su padre es el dueño de una
importante empresa naviera__le comentó__Al morir, le legó toda su fortuna.
Ian pasaba
mucho tiempo con Christine. A veces, tenía la sensación de que pasaba demasiado
tiempo con ella.
El cabello de
color rubio ceniza lo llevaba recogido en un peinado a la moda. Su piel era
blanca como la leche. Su cara tenía la forma de un óvalo perfecto. Y sus ojos
tenían una mirada pícara.
No entendía el
porqué todavía no se había casado.
__¿Por qué no piensas en buscarte
tú un marido?__le preguntó durante otro paseo__Ya tienes veinte años. Van a
pensar que eres una solterona.
__No me casaré hasta que no te
haya encontrado la esposa adecuada__respondió Christine con firmeza__Se lo
prometí a Marsali. Y yo nunca falto a ninguna de mis promesas.
__Eres demasiado leal, Chrissy.
__Sólo quiero que seas feliz.
__¿Y qué pasa contigo?
__Yo estoy muy bien como estoy.
¡De verdad!
__Pero…Mereces ser feliz tú
también, Chrissy. Mereces encontrar a un hombre que te ame por encima de todo.
Piénsalo.
Christine
besó a Ian en la mejilla.
__¡Qué tonto eres!__se rió.
__¿Por qué lo dices?__se extrañó
Ian.
__Alguien debe de cuidar de tus
hijos para cuando vuelvas a casarte y seas padre.
__¡No creo que eso llegue a
ocurrir! Antes, seré el padrino de tus hijos.
Christine
abrazó con cariño a Ian.
Era su primo
favorito.
Ian le
devolvió el abrazo. Le dio un beso en la mejilla.
Christine
había sido su más leal amiga desde que eran pequeños.
Fue la única
que le apoyó cuando regresó de un viaje a Escocia en compañía de Marsali, con
la que se había casado. Fue la única que quiso a su esposa como a una hermana
desde que la vio por primera vez.
__De verdad que estoy bien__le
aseguró Ian__No es mala la soledad.
Quiso darle un
beso a Christine en la mejilla.
Pero acabó
besándola por accidente en los labios.
Fue sólo eso.
Un accidente...
Pero Christine
se puso tensa. E Ian no sabía qué hacer.
__Lo siento__se disculpó, notando
cómo la sangre se agolpaba en sus mejillas.
Le dio un beso
en la frente.
Uy q uedo interesante, te mando un abrazo
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