Los días siguientes, hizo frío.
Estuvo lloviendo durante varios días. No se podía salir a la calle. Sarah y Lilith prácticamente permanecieron encerradas. En cambio, Alexander entraba y salía cuando quería.
Las primeras veces que fue a verla, Sarah podía montar a caballo. Tenía un caballo favorito. Era de color castaño.
Se compró un traje de amazona de color escarlata. Le gustaba montar a lomos de aquel caballo. Lo llamó Trueno. Era el caballo más veloz del mundo, en su opinión.
Una de las veces que fue a visitar a Lilith, Sarah fue al establo a ver a Trueno. Antes, había numerosos caballos, yeguas y potrillos.
Cuando entró en el establo, se encontró con que habían despedido a todos los caballerizos, menos a uno.
Faltaban animales.
Incluso, faltaba Trueno. Sarah le preguntó a Lilith qué había pasado. La joven estaba acostada en el sofá. Una criada pasaba un pañuelo empapado en agua de rosas por su frente. Lilith le explicó a Sarah, con voz cansada, que Alexander había perdido casi todo su establo.
-¡En una partida de cartas!-se lamentó Lilith-¡Ese hombre me lleva a la ruina! ¡Va a acabar conmigo!
-¿Qué estás diciendo?-se asombró Sarah.
-¡Te estoy diciendo la verdad!
Sarah sintió que las piernas estaban a punto de fallarle. Nunca le perdonó a Alexander lo que había hecho. ¡No tenía ningún derecho a privarle de Trueno! Quiso ir a enfrentarse con él. Pero Lilith se lo impidió. Lo último que quería era presenciar un enfrentamiento entre su mejor amiga y su marido.
-¿Es que le tienes miedo?-le escupió Sarah.
Lilith asintió.
-¡Sí!-admitió-¡Tengo miedo de que te eche de aquí! ¡Tengo miedo de no volver a verte!
-¡Oh, Lilly! ¿Cómo has podido llegar a esto?
-No lo sé, Sarah. ¡Te juro que no lo sé! Mi matrimonio iba bien.
Lilith prorrumpió en sollozos. Los ojos de Sarah se llenaron de lágrimas. Su mejor amiga estaba sufriendo. De algún modo, Sarah empezó a ver que el matrimonio de Lilith y Alexander era un completo fracaso. Sin embargo, siguió ciega. Quería pensar que era sólo una crisis pasajera. Alexander hablaría con Lilith. Entre los dos, buscarían el modo de recuperar los caballos. Por desgracia, eso nunca pasó. Sarah no volvió a ver nunca más a Trueno.
Por las tardes, Sarah veía a Lilith sentada en su sillón y envuelta en su viejo chal blanco tiritando de frío, a pesar de que la chimenea estaba encendida. Sarah no podía salir a la calle porque llovía desde hacía ya casi una semana. Se pasaba las tardes con Lilith en el salón. Había empezado a bordar un mantel que formaría parte del ajuar de bodas de Mary.
-Estoy segura de que se casará con el conde-le aseguró a Lilith.
Su amiga, mientras, guardaba silencio mientras veía cómo el fuego consumía la madera.
-¿Estás bien, Lilly?-le preguntó una de aquellas tardes Sarah-Te noto algo callada.
Lilith negó con la cabeza. No estaba bien desde hacía mucho tiempo.
-Sé que Alec me va a enviar al campo-se sinceró.
-Te ruego que no digas eso-le pidió Sarah.
-Es inútil negarlo. Pasa mucho tiempo fuera de casa. Y, cuando regresa, es todavía peor. No le reconozco. No es el mismo hombre del que me enamoré. Con el que me casé. Con el que pensé en fundar una familia y olvidar mi pasado. Ya no conozco a mi marido. Y no sé si quiero seguir así.
-Aún estáis a tiempo de salvar vuestro matrimonio.
-Una parte de mí desea salvar nuestro matrimonio por los años que llevamos juntos. Pero hay otra parte que desea que esto acabe. Esa parte me dice que es lo mejor que me puede pasar. Me envía al campo y se acabó.
-¿Y tú quieres irte?
-No soporto que la gente hable de mí tanto a mis espaldas como a la cara, Sarah.
-Eres la mujer más valiente que conozco. Sé que podrás.
Lilith no quería seguir escuchando.
Se había dado cuenta de que no era valiente.
Tenía demasiado miedo. Había creído que podía enfrentarse al mundo y salir victoriosa. Pero no había sido así. El mundo la había pisoteado sin piedad. Estaba muy cansada de todo.
-No sigas hablando. No soy tan valiente como crees. No podría soportar un escándalo. No puedo soportar que mi marido ya no me ame. Y una separación es lo mejor que nos puede pasar. Que me puede pasar a mí.
Los ojos de Lilith se llenaron de lágrimas.
-Vente conmigo a Holyhead-le ofreció Sarah impulsivamente-Mis padres tienen una habitación libre. Te puedes instalar allí. Les diré que eres viuda. Que Alec acaba de morir. Y que tú necesitas rehacer tu vida tras su pérdida.
-Tus padres no querrían aceptarme-negó Lilith-Y no digas que hablarás con ellos. Te lo prohíbo. No quiero que nadie se entere de que mi marido me engaña y que nuestro matrimonio es una farsa y un fracaso.
-Lilly...
Su amiga rompió a llorar con amargura. Lilith se vino abajo ante la mirada perpleja de Sarah. La joven no pudo hacer otra cosa más que abrazarla e intentar consolarla en su dolor. Su amor por Alexander había muerto hacía mucho tiempo, pero se sentía cansada de luchar contra un matrimonio que era un fracaso desde el mismo instante en que salieron de aquella capilla de Gretna Green convertidos en marido y mujer.
Necesitaba descansar.
-La pasión puede confundirse con facilidad con el amor-afirmó Lilith-No dejes que la pasión guíe tu vida, Sarah. Te ciega y te impide ver el camino.
-El amor y la pasión son los motores que mueven el mundo-replicó Sarah.
-Cuando van cogidos de la mano. Si la pasión va a su aire, puede convertirse en algo nocivo.
-¿Y en qué se puede convertir?
-En obsesión. Y la obsesión es lo peor que le puede pasar a una persona.
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