-¡Danielle!-oyó que gritaba alguien.
Ella se puso de pie de un salto. Fue corriendo a abrir la puerta. Era "EL BIZCO".
-¡Ve corriendo al consultorio!-le ordenó el hombre.
-¿Por qué?-inquirió Danielle-¿Qué ha pasado?
-Se trata de Jack. El muy imbécil ha montado a "Satán". Y ese jodido caballo, con su maldito genio...Lo ha tirado al suelo.
Danielle se santiguó y murmuró algo en español. Ni siquiera se molestó en quitarse el delantal. Montó de un salto a la grupa del caballo en el que iba montado "EL BIZCO".
-Llévame al consultorio-le pidió-Necesito ver a mi marido.
Mientras tanto, Olivia no se separaba del lado de Jack. Sus ojos se clavaron en los ojos del hombre mientras el doctor Castro lo examinaba.
-Debería de darle las gracias a esta señorita, Mackenzie-le sonrió el médico a Jack.
Éste quiso devolverle la sonrisa. Pero le dolía horrores la cabeza. Se preguntaba si la presencia de Olivia en el consultorio era un sueño.
-Le ha detenido la hemorragia-observó el doctor Castro-Un buen trabajo, sí, señor.
-Yo...-Olivia se sintió cohibida.
-Este hombre ha tenido mucha suerte de que lo encontraras-le aseguró el doctor Castro-Hay que coserle la frente. Tiene una buena brecha.
En aquel momento, Danielle entró como una tromba en el consultorio del doctor Castro.
-¡Jack!-le llamó.
Por suerte, no se fijó en Olivia. Ésta se puso tensa al ver aparecer a Danielle.
-¡Por el amor de Dios, Jack!-exclamó en español-¿Cómo demonios te has caído de ese maldito caballo?
Jack entendía lo que Danielle quería decirle. Eran muchos años de convivencia.
-Lo importante ahora es que estoy bien-la tranquilizó en un español imperfecto, pero que dejó asombrada a Olivia.
Danielle llenó de besos el rostro de Jack. Lo besó de lleno en la boca.
-Déjelo respirar, Danielle-intervino el doctor Castro-Lo mejor que puede hacer es esperar fuera.
Entonces, Danielle se fijó en que había alguien más en el consultorio. Era Olivia, que permanecía casi escondida en un rincón. La respiración de la joven se hizo más entrecortada cuando su mirada se encontró con la mirada de Danielle.
-Esta joven lo encontró en la llanura inconsciente-explicó el doctor Castro mientras limpiaba la herida que tenía Jack en la frente.
Olivia mantuvo la cabeza en alto. No apartó la vista en ningún momento.
-Así es-corroboró la joven.
Su voz sonó tranquila. Pero Olivia estaba muerta de miedo. Es la mujer de Jack, se recordó así misma. Poco importa que tú lo ames. Y que él te ame. Danielle es su mujer.
Para su estupor, Danielle fue hacia ella y la besó en ambas mejillas.
-¡Bendita seas!-exclamó en inglés-¡Bendita seas por siempre, Olivia!
Rompió a llorar. Danielle no quería llorar. Pero se había asustado ante la idea de perder a Jack. No lo amaba, pero era su marido. Un compañero...
Estaba con ella siempre.
Decidieron salir del consultorio cuando el doctor Castro enhebró una aguja para coserle la herida a Jack.
-Me he caído mil veces de mi caballo y nunca me ha pasado nada. Conozco a un cowboy que también participa en rodeos. Es un ídolo en mi ciudad. Es capaz de hacer cualquier cosa a lomos de un caballo. Se cae a menudo, pero siempre sale ileso, doctor Castro.
-Deje de hablar-le pidió el médico.
Comenzó a coserle la herida. Jack gritó de dolor.
-Debería de darme un trago de su "medicina especial"-sugirió Jack.
El doctor Castro buscó una botella de whisky que guardaba para aquella clase de heridas. La destapó y se la dio de beber a Jack.
Éste miró hacia la puerta. Le inquietaba saber que Olivia y Danielle estaban solas al otro lado. Y que estarían hablando.
Olivia jugueteaba con su sombrero de ala ancha. Al estar en la calle con Danielle, bajó la vista, sintiendo vergüenza de mirar a aquella mujer a la cara. -¿Crees que Jack se pondrá bien?-le preguntó.
-Mi marido es un hombre muy fuerte-respondió Danielle.
Su marido, repitió Olivia para sus adentros. Es su marido.
-Se ha caído muchas veces del caballo-prosiguió Danielle-He tenido que curarle. Por fortuna, nunca se ha roto ningún hueso. Yo misma le he curado. Confieso que lo he pasado mal. Mentiría si te dijese que me he acostumbrado.
Una no se acostumbra nunca a ver al hombre que ama malherido, pensó Olivia.
-Espero que se ponga bien-dijo-Es un buen amigo.
-Sé que eres buena amiga de mi cuñada-observó Danielle.
-Iré a buscar a Kim. Ella debería de estar aquí.
-Como quieras.
Se marchó de allí. Necesitaba poner la mayor distancia posible entre Danielle García y ella. No soportaba estar al lado de la esposa de Jack amando como amaba a aquel hombre y sabiendo que aquel amor era correspondido.
Se dirigió a la escuela. Kimberly estaba en el aula con sus alumnos.
Entró en la escuela y buscó el aula donde estaba dando clase Kimberly.
Vio a su amiga de pie junto a la pizarra. Estaba escribiendo algunas sumas. Los niños la escuchaban con atención. Olivia golpeó suavemente la puerta y eso atrajo la atención de Kimberly. Se quedó sorprendida al ver a su amiga en el umbral de la puerta y fue hacia ella.
-Ha pasado algo, Kim-atacó Olivia-No te asustes.
-¿Qué ha pasado?-se inquietó la maestra.
-Es Jack. "Satán" lo ha tirado al suelo. ¡Sólo Dios sabe el porqué ese gilipollas lo ha montado!
-¡No digas palabrotas! ¿Está bien?
-Está en el consultorio del doctor Castro.
Kimberly le dijo a los niños que tenía que salir un momento. Fue a buscar a Mary. Le explicó lo que había pasado.
-Vigilaré a tus alumnos-le aseguró Mary.
Kimberly salió corriendo seguida de Olivia.
Minutos después, Kimberly entró como una tromba en el consultorio del doctor Castro. Éste estaba cortando el hilo que había usado para coser la herida de Jack.
-¡Eres el mayor imbécil que jamás he conocido!-le increpó Kimberly a su hermano-¿Cómo se te ha ocurrido montar a "Satán"?
-Yo también me alegro de verte, Kim-ironizó Jack.
-Ni siquiera milord se atreve a montar a lomos de ese caballo y has venido tú y has intentado domarlo. ¡Deberíais de soltarlo en la llanura!
Finalmente, Kimberly se derrumbó. Rompió a llorar. Apoyó la cabeza en el pecho de Jack.
-No llores-Jack acarició el cabello de su hermana-Estoy bien.
-¡No vas a parar hasta que te mates!-le recriminó Kimberly.
Jack no le quiso contar a su hermana la verdad. No habría servido de nada. Había montado a "Satán" porque necesitaba olvidarse de todo. Había pensado en huir porque el caballo era el más rápido que había en "LA PILARITA". Fue un error.
Se había bebido casi toda la botella entera de whisky que le había ofrecido el doctor Castro. Aún así, no estaba borracho. Ni siquiera estaba achispado. Jack presumía de aguantar bien la bebida. A pesar de que había salido borracho y a rastras del "saloon".
Danielle y Olivia se quedaron fueran. Danielle daba paseos inquietos de un lado a otro.
Olivia, mientras, la miraba. Le habría gustado entablar conversación con ella. Antes, se llevaban bien. De pronto, la miraba. Y lo que veía en ella era a una rival. Sería su rival de no ser porque Danielle era una mujer extraordinaria. No era capaz de odiarla. Pero deseaba odiarla porque era la esposa de Jack. Y le recordaba que su amor por él estaba prohibido.
Entonces, Kimberly salió del consultorio. Miró a su mejor amiga y a su cuñada.
-Jack quiere que pases, Danny-le dijo a Danielle.
-¡Gracias!-exclamó Danielle.
Olivia contuvo las ganas que tenía de preguntarle si Jack había preguntado por ella. Kimberly le había oído mencionar a Olivia varias veces. Pero era Danielle la que debía de entrar. Porque era lo correcto.
Olivia se colocó el sombrero sobre su revuelto cabello color caoba.
-¿Cómo está?-le preguntó a Kimberly.
-Tiene la cabeza dura-respondió la mujer-No te preocupes. Se pondrá bien.
-Dile que me alegro por él.
Olivia se dio media vuelta y se alejó de allí.
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