viernes, 30 de agosto de 2013

CRUEL DESTINO

Hola a todos.
Poquito a poco, nos vamos acercando al desenlace de Cruel destino. 
Estoy pensando en escribir la segunda parte de esta historia. Sería bastante más larga que la segunda parte de Berkley Manor, que, más que una segunda parte, es una especie de epílogo largo. Estoy disfrutando mucho escribiendo las historias de amor y de desamor de las hermanas Wynthrop.
El pasado de Mary sigue atormentándola e impidiéndole ser feliz. Katherine sospecha que algo raro le pasa a su hermana.

                     Encerrada en su habitación, Mary intentaba escribir una carta en la mesa de su escritorio.
                     Era una carta dirigida a Robert.
                     Tenía las manos manchadas de tinta.
                      Varias hojas de papel estaban tiradas arrugadas en el suelo. Se sentía frustrada.

                      Perdóname, Robert. Te juro que yo no quería. Te juro que me defendí con todas mis fuerzas. ¡No me odies, por favor! Bastante tengo con odiarme a mí misma. 
                     Robert...Eres el hombre más bueno que jamás he conocido. No te mereces a una mujer como yo. Mi niño no tenía la culpa de lo que me pasó. Pero...
                    No...No podía olvidar el modo en que fue concebido. 
                    


                   Amargas lágrimas rodaron por las mejillas de Mary. ¿Cómo podía sincerarse con Robert?
                   En aquel momento, Katherine entró sin llamar en la habitación de su hermana mayor. Encontró a Mary con la cabeza hundida entre sus brazos. No podía parar de llorar.
-¿Estás bien, Mary?-le preguntó mientras se acercaba a ella-¿Por qué lloras? ¿Y esos papeles? ¿Qué ocurre?
                    Katherine abrazó con cariño a su hermana. Mary no podía articular palabra. Lo único que hacía era llorar.

                    Katherine encontró a Sarah paseando por el jardín con la mirada perdida. Katherine tenía que saber lo que le estaba pasando a Mary.
                    Le contó a Sarah que había visto a la joven llorando en su habitación.
-Son los nervios por la boda-le aseguró Sarah-Nada más...
                     Katherine negó con la cabeza.
-No son los nervios por la boda-afirmó-Sospecho que se trata de otra cosa.
-Mary se va a casar con un conde-insistió Sarah-Es normal que esté nerviosa.
-Conozco bien a Mary. Siempre ha sido la más tranquila de las tres. No creo que esté nerviosa porque se vaya a casar con un conde. Es otra cosa. Tú lo sabes, ¿verdad?



                     Sarah negó con la cabeza. No podía contarle a Katherine el secreto de Mary.
                    Se lo había jurado. Sarah no rompía un juramento.
-No te lo puedo decir-susurró.
                    Katherine oyó hablar a su hermana. Odiaba que hubiera secretos entre ellas.
-¿Qué demonios le pasa a Mary?-indagó-Lo único que quiero es ayudarla. Si tú lo sabes, deberías de decirlo.
-No puedo decírtelo-se lamentó Sarah-Se lo he jurado a Mary. Es un secreto.
                  Lo último que quería Sarah era traicionar la confianza que su hermana mayor había depositado en ella.
                  Odiaba tener que estar ocultándole cosas a Katherine. Y Sarah sospechaba que Mary no se lo había contado todo.
-Le pasó algo a Mary hace algún tiempo-dijo-Algo horrible...
-¿Qué le pasó?-insistió Sarah.
-Fue en una fiesta a la que asistimos las dos. Yo...Estaba dentro. No vi nada.
-¿Y dónde estaba Mary?
-Fuera...Ella...
                 De pronto, Sarah guardó silencio.
-¿Y qué le ocurrió en esa fiesta?-insistió Katherine-Lo sabes. No trates de ocultarlo.
-Fue por mi culpa-se lamentó Sarah.
                 Se alejó del lado de Katherine. La joven no entendía nada de lo que su hermana había querido decirle. Sarah no sabía cómo iba a reaccionar su hermana menor si se lo contaba.
-¿Por qué no me lo cuentas?-inquirió Katherine-¿Qué le ocurrió a Mary? ¡Por favor! ¡Dímelo!
              Sarah se detuvo. Se giró para encararse con su hermana menor.
-Lo que le pasó fue terrible-contestó-La ha marcado profundamente. No lo superará nunca.
               Katherine no entendía nada de lo que su hermana quería decirle.
               Vio cómo Sarah se alejaba de ella.
               Le había pasado algo terrible a Mary. Sarah se culpaba de lo ocurrido. Lo que le había pasado a su hermana mayor la había marcado de manera profunda. Katherine se sentó a la sombra de un árbol. ¿Qué te ocurrió, hermana?, se preguntó así misma. Deseaba con todas sus fuerzas ayudarla. ¿Por qué no dejas que te ayude?, se inquietó Katherine.

                 Sarah encontró a Mary sentada en su cama. Tenía la mirada perdida en un punto indefinido. Sarah se plantó de pie ante ella. Le contó que Katherine estaba empezando a sospechar.
-No sé si debo de contarle la verdad-admitió Sarah-Y tampoco sé si tú has sido del todo sincera conmigo.
-¿Qué quieres decir?-inquirió Mary con apenas un hilo de voz.
                 Los recuerdos se agolparon en la mente de Sarah. Recordó que Mary, tras aquella funesta fiesta, estuvo fuera durante algún tiempo. Oyó decir que iba a estar fuera durante nueve o diez meses. Sin embargo, volvió antes de cumplir su séptimo mes fuera de casa. ¿Dónde había estado metida?
-Quiero que me cuentes la verdad-le pidió Sarah a su hermana mayor.
               Mary negó con la cabeza. No podía contarle toda la verdad a Sarah. Su hermana la odiaría. Pensaría que era una asesina.
-Lo que me pasó aquella noche tuvo consecuencias-empezó a hablar Mary.
-¿Qué clase de consecuencias?-inquirió Sarah.
              Luego, entendió lo que Mary quería decirle.
-Me quedé embarazada-contestó la joven-Iba a tener un hijo de ese miserable que me violó. ¡Dios mío, qué vergüenza!
-Tengo un sobrino-murmuró Sarah. Se puso de cuclillas ante Mary-¿Dónde está?
-No llegó a nacer. Lo perdí. Tenía que irme de aquí. Acordé con una amiga que estaba casada y quería tener un hijo que yo le entregaría al bebé nada más nacer. Pero...Ni siquiera llegó a nacer. Lo perdí. Perdí el niño.
-¡Cielo Santo!
                 Sarah estaba conmocionada.
                 No era sólo la violación.
                 Mary había quedado embarazada a consecuencia de aquella violación. Había perdido el niño que esperaba. Sarah intentaba asumir lo que su hermana acababa de contarle.
                 Mary bajó la vista. No podía contarle toda la verdad a Sarah. No podía contarle que había ingerido ruda para provocarse un aborto.
                 Todavía sentía el dolor. Podía ver la sangre manchando el suelo. Y podía ver al bebé tirado en el suelo. Mary sabía que el niño estaba muerto. Ella misma lo había matado porque no se sentía capaz de traerlo al mundo. Porque sabía que, de soportar los rigores de un parto, se volvería loca. Recordaría lo que aquel miserable le hizo.
-Fue mi culpa-sollozó Mary-El niño está muerto. ¡Por mi culpa!
              Los ojos de Sarah se abrieron como platos al escuchar las palabras de su hermana. ¿Por qué Mary se culpaba así misma de la muerte de su hijo?
-¿Es sólo eso?-inquirió Sarah-El aborto que sufriste fue natural. ¿Verdad que sí? No te lo provocaste. Por favor, hermana. Dime que no te lo provocaste.
-Sarah...-balbuceó Mary-Tú no sabes lo que yo siento. Tú no sabes lo que es llevar en tu vientre a un niño que no deseas. Un niño que fue concebido de la manera más brutal.
              Su hermana ya no la escuchaba. No podía seguir escuchándola. Algo se había nublado en su mente.

2 comentarios:

  1. Desgarrador....
    No hay nada más doloroso que oir una confesión así.
    Creo que Mary debería haber sido más fuerte y haber luchado, al fin y al cabo, por su hijo.

    Un beso guapa

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    1. De todos los personajes que he escrito, la historia de Mary es una de las más duras, no sólo por el sufrimiento que le causaron, sino también por sus actos.
      Sigo preguntándome si he hecho lo correcto con la decisión que Mary ha tomado.
      Un fuerte abrazo, Anna.
      Tu visita ha sido toda una sorpresa.

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