Hola a todos.
Tras varios días sin dar señales de vida, retomo hoy con más ganas Cruel destino.
Ya hemos visto cómo se ha celebrado la fiesta de compromiso entre Mary y lord Robert.
Los temores de Mary a que su prometido descubra su secreto van creciendo a medida que se va acercando la fecha de la boda.
Mary no había pegado ojo en toda la noche. Permaneció despierta mirando al techo de su habitación. Le asustaba cerrar los ojos.
Vería pasar ante ella las mismas imágenes que se repetían una y otra vez en su cabeza desde hacía ya mucho tiempo.
Ya era oficial.
Lord Robert y ella estaban prometidos. Incluso, se había fijado ya la fecha de la boda. Se celebraría en los primeros días de julio de aquel año. Quedaba cada vez menos para que llegara ese día. Y el miedo se iba apoderando cada vez más de Mary.
Al día siguiente, Mary bajó a desayunar. Toda su familia estaba sentada alrededor de la mesa del comedor.
-Me imagino que estarás muy nerviosa-le comentó Sarah.
Mary se sirvió café en su taza con mano temblorosa.
Su padre estaba leyendo el periódico.
-La noticia de tu compromiso llegará a la prensa en los próximos días-le comentó-Después de eso, aparecerá en todos los periódicos de Gales. Con un poco de suerte, aparecerá en todos los periódicos de Gran Bretaña. ¿No estás contenta?
Mary asintió débilmente. No estaba nada contenta. Lo único que quería era morirse. Sus hermanas se dieron cuenta de que había pasado mala noche. Tenía unas profundas ojeras alrededor de sus hermosos ojos. Mary apenas podía articular palabra. Sólo Sarah sabía lo que estaba pasando por la mente de la joven. La entendía.
-¿No estás contenta?-repitió mister Wynthrop-Vas a casarte con uno de los hombres más ricos de Gales. Otra joven en tu lugar estaría dando saltos de alegría.
-Nuestra Mary es muy comedida-intervino mistress Wynthrop-Estoy segura de que es muy feliz. Pero guarda sus sentimientos para sí. Hace bien. No quiero que dé un espectáculo.
-Sí, madre-susurró la aludida-Eso es lo que me pasa. Sí...
Katherine le dio un mordisco a su tostada untada con mantequilla.
Mary intercambió con Sarah una mirada cargada de significado.
-Tengo que hablar contigo-le dijo en voz alta.
Todo el mundo se las quedó mirando sorprendido. Luego, pensaron que Mary querría comentarle a Sarah algo acerca de la boda. Algo que no querían compartir con los demás. Katherine sintió curiosidad. ¿De qué querrían hablar sus dos hermanas mayores?
-¿Tiene que ser ahora?-inquirió Sarah.
Mary asintió con vehemencia. Sentía que todo el cuerpo le temblaba. No veía la hora de salir corriendo del comedor.
-Terminad de desayunar-les ordenó mister Wynthrop-Y, luego, podéis hacer lo que queráis.
-Sí, padre-dijo Mary.
Sarah se fijó en lo pálida que estaba su hermana mayor. Se preguntó si su boda con el conde de Maredudd era lo mejor que podía pasarle.
Sarah y Mary salieron al jardín.
Una vez fuera, Mary rompió a llorar desconsoladamente. Era incapaz de articular palabra. Sus lágrimas resultaron ser más expresivas que sus palabras.
Sarah entendía el terror que su hermana mayor sentía.
-No te cases si no quieres-le aconsejó.
Mary negó con la cabeza. No quería defraudar a sus padres. Los veía más ilusionados que ella misma con aquel enlace.
-Si no me caso con el conde, me odiarán-se lamentó-¡No sé qué hacer, hermana! Tengo mucho miedo. No me atrevo a contárselo a Robert. ¡Me repudiará!
Sarah abrazó con cariño a Mary. No podía entender el porqué la vida se había ensañado tan cruelmente con ella. Mary siempre se había portado bien. ¿Por qué le había pasado aquello? No podía entenderlo. Le costaba trabajo entenderlo.
-Me quiero morir-sollozó Mary.
-¡No digas eso!-le pidió Sarah.
Ignoraba que una idea descabellada empezaba a nacer en la cabeza atormentada de Mary.
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