Hola a todos.
He leído muchas novelas románticas a lo largo de mi vida. Siempre me ha entusiasmado la novela romántica histórica, especialmente, la que transcurría en el siglo XIX. He leído muchas novelas de la llamada La Regencia.
La gran mayoría (no digo todas) están protagonizadas por el mayor libertino del país. Da igual quién sea la autora de la novela, si es Suzanne Enoch, Gaelen Foley o Christina Dodd. Todos los protagonistas son aristócratas que, además, son los mayores libertinos del país.
Se han acostado con tantas mujeres que han perdido la cuenta. Y, curiosamente, no han cogido nunca ninguna enfermedad venérea. Al menos, que yo haya leído. Ni tiene un hijo ilegítimo. El único caso que he leído de hijo ilegítimo del protagonista con una mujer que no era su pareja es el de Christian en Flores en la tormenta. Ni han querido nunca partirle la cara un marido cabreado. Y volvemos al caso de Christian, que se enfrenta a un duelo al inicio de la novela. Eso sería lo más normal.
Todos tienen casa de campo. Todos, o casi todo, tienen una familia con la que o se llevan fatal o se llevan tan bien que desean verle casado y poco les importa que sea con una mendiga de White Chappel.
Todos frecuentan los mismos Clubs para caballero. Todos son íntimos amigos del Príncipe de Gales. Todos practican boxeo o esgrima.
Lo raro es que no se conozcan. Sé que es imposible, pero hay casos de autoras que son buenas amigas. Es el caso de Sara Donati y de Diana Gabaldon. Tan amigas son que Sara Donati menciona (con permiso de Diana Gabaldon) en su novela En tierras lejanas a dos de los personajes más queridos de Sara Donati: Jamie y Claire. Se refiere a Claire como la bruja Clara en el sentido de bruja blanca o bruja que hace el bien. Si Jamie y Claire permanecen en nuestra memoria en medio de la cantidad de libertinos y vírgenes es porque rompen con ese binomio.
Claire es una joven de los años 40 casada y que tiene relaciones sexuales y disfruta teniéndolas con su marido. Mientras que Jamie es un highlander del siglo XVIII con más sangre en las venas y más sentimiento e inteligencia que muchos highlanders macizorros con falda escocesa con los que he tenido el dudoso honor de toparme. Jamie, además, es virgen y Claire, por el contrario, hace tiempo que dejó de serlo. Claire viaja en el tiempo hasta la Escocia dieciochesca y conoce a Jamie. Y se enamoran. Y viven experiencias muy duras. Pero sobreviven y se hacen más fuertes. Al contrario que en otras novelas, es ella la que le inicia a él en los placeres de la carne y no al revés. Cosa que se agradece.
Quien puso de moda a los libertinos, mal nos pese, fue Bárbara Cartland. De acuerdo, fue muy prolífica a la hora de escribir novelas románticas. Y sí, algunas novelas mostraban cómo era la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial. Y sí, las heroínas se acercaban al prototipo de jovencita de su tiempo. Si bien, en algunos casos, parecían ser imitadoras de la Cenicienta.
Pero Bárbara Cartland, que defendía hasta el matrimonio, llevaba a la práctica sus pensamientos en sus novelas. La chica tenía que ser virgen y el galán debía de haberse acostado con miles de mujeres.
He visto casos de mujeres casadas que han permanecido vírgenes hasta que las ha desflorado el protagonista porque la autora ha hecho que el marido fuera homosexual o impotente. Y así ha pasado con varias viudas.
Se la podrá criticar por ser una hortera al vestir, pero ha tenido mucho éxito (escribe bastante bien) y no pocas han imitado su estilo de virgen-libertino, si bien, se sustituye la chica joven por mujer de veintitantos años que sigue virgen.
El caso es que, después de haber leído bastantes novelas con el binomio de virgen-libertino he terminado harta de tanto libertino.
Sé que las cosas funcionaban así en aquella época. Las jóvenes debían de permanecer vírgenes hasta el matrimonio (no siempre se daba el caso) y cualquier cosa, por pequeña que fuera, las condenaba al ostracismo social. En cambio, los hombres podían hacer lo que les viniera en gana.
Debería de crearse en Facebook en el que pusiéramos los nombres de los libertinos que aparecen en las novelas, más un ranking con las mujeres con las que se han acostado. ¿Quién sería el ganador? Un Club de Libertinos...
En fin...La Regencia...
Una época para soñar.
Pero infernal para vivir.
Portada de Forastera, un ejemplo perfecto de cómo romper el binomio virgen-libertino.
Una reflexión muy interesante, Laura. En lo personal, me gustan los personajes complejos, libertinos o no, aunque siempre viene bien un cambio porque es muy cierto lo que mencionas, el personaje masculino en esta clase de novelas generalmente es así, un poco libertino si no es que mucho, e insisto, es interesante la idea de ver otras facetas.
ResponderEliminarBesos.
Hola Aglaia.
EliminarDespués de haber leído numerosas novelas cortadas la gran mayoría por el mismo patrón, acabé harta de los libertinos.
Tengo parejas en las que él no es virgen y tiene poca experiencia y ella es virgen, pero él ha estado con pocas mujeres y esas pocas mujeres son relaciones más bien serias.
Un fuerte abrazo, Aglaia.
Uy, se nota que has leído mucha novela romántica. Ideal para poder hacer todas esas comparaciones tan interesantes ;)
ResponderEliminarHola Trinity.
EliminarNo sé si a ti te gustarán los libertinos.
En mi caso, he terminado saturada de ellos.
Un fuerte abrazo.
Cada vez más desaparecida del mundo blogguer (pido disculpas), tu entrada me recordó a que esta saga está haciendo furor en mi país y todas corren a comprarse los anillos celtas.
ResponderEliminarConfieso no haber leído los libros, pero me dan mucha risa los comentarios de sus fans sobre la saga.
Besos