Hola a todos.
Lo prometido es deuda.
Aquí os dejo con el fragmento que he podido escribir de mi relato En la isla.
Vemos cómo avanza la relación entre Meredith y Gabriel.
-Sabía que te encontraría aquí-le dijo Meredith a Gabriel-Siempre te gustó pasear cerca de la vieja fortaleza.
Era verdad. Desde que era pequeño, a Gabriel le había fascinado la antigua fortaleza del pueblo.
Había sido construida dos siglos antes. Servía para defender el puerto de los posibles ataques. Desde que regresó de la guerra, iba mucho a pasear por aquel sitio. Servía para acallar el sonido de los disparos, que llevaba metidos dentro de su cabeza. Pero también le servía para no pensar en los cadáveres que vio.
-¿Qué quieres, Meredith?-le preguntó a la joven.
-Ya sabes que Phoebe se va a casar-respondió ella-Y ella, en el fondo, no quiere casarse. Gabriel, mi hermana está muy enamorada de ti.
-¿Y qué quieres que yo haga?
Hablar con Gabriel había sido la única solución que Meredith había encontrado. Si Gabriel hablaba con Phoebe, la boda se cancelaría.
Meredith estaba convencida de que Gabriel estaba enamorado de Phoebe. La idea que se le había ocurrido era que el joven hablara con ella. Le confesara lo mucho que la amaba. Y huyeran juntos.
-Puedes encontrarte con Phoebe aquí mismo-contestó Meredith.
Gabriel escuchaba atónito las palabras de Meredith. Nunca había estado enamorado de Phoebe. Apenas había pensado en la joven durante el tiempo que estuvo peleando en el frente. Cuando intentaba olvidar el horror que estaba viviendo, se refugiaba en el recuerdo de otra mujer. Meredith... Pensaba en Meredith.
En su deseo de volver a verla. De estar con ella. De abrazarla.
-Tú también estás enamorado de Phoebe-añadió Meredith.
La joven sintió cómo se exasperaba. Gabriel no decía nada. Parecía estar sumido en sus propios pensamientos.
Estaban solos en la fortaleza.
-¡Di algo!-se exasperó Meredith.
-Yo puedo ayudar a Phoebe a huir de esa boda si ése es tu deseo-afirmó Gabriel-Pero no me pidas nada más.
No miraba a Meredith. No se atrevía a mirarla a la cara porque ella podría descubrir la verdad. Y la joven deseaba que la mirase.
-¿Qué es lo que me quieres decir?-inquirió Meredith-No te entiendo. ¿Es que no estás enamorado de Phoebe? ¡Qué tontería! ¡Por supuesto que estás enamorado de mi hermana! ¡Es imposible que no la ames! Phoebe moriría por ti. Los dos lo sabemos. Y tú...
Se hizo el silencio. Gabriel se atrevió a mirar a Meredith. Sus ojos parecían querer saberlo todo de ella. Meredith se estremeció. No vio amor en los ojos de Gabriel.
No vio amor por Phoebe reflejado en los ojos del joven. Meredith trató de no pensar que Gabriel podría estar enamorado de ella. Le pareció algo absurdo.
Se suponía que él estaba enamorado de Phoebe. Se suponía que iba a fugarse con Phoebe. Se suponía que iba a declararle su amor a Phoebe.
-Meredith...-susurró Gabriel.
Y sus labios se apoderaron de manera apasionada de los labios de Meredith. La joven, en un primer momento, se quedó atónita.
Esto no está pasando, pensó. Notaba los latidos acelerados de su corazón.
Pasmada, Meredith se apartó de Gabriel. Pensó en salir corriendo de allí. No terminaba de creerse lo que acababa de pasar. Su corazón no podía permitirse creer lo que había pasado entre Gabriel y ella.
-¡Esto no está bien!-bramó Meredith.
Meredith no quería admitirlo. Pero su corazón se lo gritaba.
Llevaba toda la vida luchando contra los sentimientos que Gabriel despertaba en ella. Guardaba silencio porque Phoebe lo amaba más que a su propia vida.
-¡Tú también me amas!-exclamó Gabriel.
Su voz sonó alegre. Meredith no quería escucharle. No podía creer lo que había pasado. Se resistía a creerlo.
-¡Esto es una locura!-se inquietó la joven.
-¿El qué es una locura?-le preguntó Gabriel-Nos amamos. Eso no lo podemos negar. Te amo, Meredith.
Ella le miró casi con horror. Pero, al mismo tiempo, lo miró con felicidad. Llevaba mucho tiempo soñando con escuchar aquellas palabras.
-¡No puedes estar hablando en serio!-se asustó.
Estaba hablando en voz demasiado alta. Se dio cuenta de ello. Pero el estado en el que se encontraba la hacía hablar de aquel modo. Conjuró la imagen de Phoebe. Pensar en su hermana la ayudaría a no sentir felicidad.
Era feliz porque Gabriel también la amaba.
No podía dejarse llevar por la dicha que estaba experimentando.
Debía de pensar en Phoebe. En lo mucho que su hermana amaba a Gabriel. Meredith no podía traicionarla.
Gabriel percibió la lucha que estaba sosteniendo Meredith. Él lo último que quería era hacerle daño a Phoebe.
-Nunca le haría daño a tu hermana-admitió Gabriel-Pero no podría estar con ella y fingir que la amo porque eso sería aún peor.
Meredith notó cómo algo se quebraba dentro de su pecho. Sabía que Gabriel tenía razón. Él no podía estar con Phoebe y fingir que estaba enamorado de ella.
A la larga, ella se enteraría de la verdad. Y sería demasiado doloroso. Phoebe no lo podría soportar. Meredith estaba descubriendo el lado más frágil de su hermana. Y no le gustaba nada.
-Podrías fingir que sientes algo por ella-le pidió.
-No podría hacer eso-replicó Gabriel-No podría hacerlo porque eso le destrozaría. Conozco bien a Phoebe. Ella merece ser amada de verdad. Y yo no puedo amarla. No puedo. Te amo a ti, Meredith. Aunque te cueste trabajo reconocerlo.
Y Meredith sabía que tenía razón.
Gabriel se acercó aún más a ella. Se sentía mejor desde que le confesó la verdad a Meredith. Y sentía que el amor que le profesaba era correspondido. Meredith lo admitiría.
El alma se separó del cuerpo de Meredith cuando Gabriel la abrazó con fuerza y los dos cayeron al suelo.
Quedaron medio desnudos. Ella no se dio cuenta. Parecía que estaba flotando en el aire.
Cuando Gabriel acarició su cuerpo por debajo de su vestido. Cuando Gabriel la besó con pasión en la boca. Meredith se olvidó de que sus labios estaban recorriendo su cuello. Mordisqueando el lóbulo de su oreja. Llenando de besos sus hombros. Llenando de besos su cara.
Encima de ella...Dentro de su cuerpo...
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