domingo, 7 de abril de 2013

FRAGMENTO INÉDITO DE "EL FINAL DE LOS BUENOS TIEMPOS" Y SUSPENSIÓN DE "BERKLEY MANOR"

Hola a todos.
Aquí os dejo un fragmento inédito de mi novela El final de los buenos tiempos. Cuando uno escribe, a veces, puede borrar fragmentos enteros de sus novelas porque no queda contento con cómo ha quedado.
Este fragmento es bastante breve y cuento un poco la historia de uno de los personajes secundarios de la historia, Judith.
La semana que viene, os hablaré un poco de Judith.
Espero que os guste.


Judith quiso ganarse el cariño de su madre. Sin embargo, la mujer tenía otras preocupaciones en mente, como ganarse los favores de algún hombre rico. Apenas prestaba atención a su hija y Judith creció bajo los cuidados de terceras personas, ajenas a su familia. Sólo tenía a su madre. Nunca supo quién fue su padre.
            Quien pudo saberlo era su madre. Pero ella nunca habló con su hija del tema. ¿Para qué? No la quería. Fue un accidente en su vida. 
             La madre de Judith solía llegar a casa borracha la mayoría de las noches. Jamás le puso la mano encima a su hija, pero tampoco le hizo mucho caso. Judith había sido un accidente del destino, algo que no tenía que haber ocurrido. Pero estaba allí. Tendría que conformarse. Judith tenía doce años cuando su peor pesadilla se hizo realidad. Su madre la abandonó. 
             La madre de Judith solía llegar a casa borracha la mayoría de las noches. Jamás le puso la mano encima a su hija, pero tampoco le hizo mucho caso. Judith había sido un accidente del destino, algo que no tenía que haber ocurrido. Pero estaba allí. Tendría que conformarse. Judith tenía doce años cuando su peor pesadilla se hizo realidad. Su madre la abandonó. 
              Judith nunca más volvió a saber de su madre. El saber que había sido abandonada la perseguiría durante el resto de su vida.
                En la vida de Judith, empezaron a aparecer hombres. Todos ellos eran idénticos a los mismos a los que se acercaba su madre. Otros, en ocasiones, eran tan miserables como ellas. No ganaban lo suficiente. O tenían unos trabajos terribles. 
                 Judith nunca se casó. Y nunca tuvo hijos. 
                 Había vivido en sus propias carnes la experiencia de ser rechazada por su propia madre. 
                 No quería que su hijo sufriera lo mismo que sufrió ella. 
                 Desde que tenía doce años, Judith aprendió a luchar sola en la vida. 
                 Sin embargo, nunca perdió su aire cándido. En el fondo, Judith se aferraba a los recuerdos de su niñez. Era como una forma de no perder su alma. De no volverse dura. Como se volvió su madre. 
                   Hacía dos que Judith trabajaba en el taller, los mismos años que hacía desde que se trasladó a la pensión a vivir. Habían sido los años más duros de su vida. Los más largos, sin contar con los de su infancia. Judith ya se había hecho a la idea de que jamás se casaría. Nunca tendría hijos.
                   Sin embargo, todo estaba a punto de cambiar. 
                   Un hombre llegaría a su vida. 
                   Sir Jonah Ashwood...
                   Judith sabía que tenía que tener cuidado. 
                   Los hombres como sir Jonah no se casaban nunca. ¡Ni mucho menos con una joven como ella!
                    Judith soñaba despierta. 
                   Sir Jonah era la encarnación de su Príncipe Azul. 
                   Le escribía poemas que copiaba en los libros. Pero Judith no sabía leer. 
                    En cambio, sí sabía lo que era recibir un ramo de rosas. Todos los días, sir Jonah le enviaba un ramo de rosas. De todos los colores...Aquellos regalos emocionaban a Judith. 
                    Sir Jonah se trataba de un caballero auténtico. Trataba con delicadeza a Judith. La joven se sentía como una Princesa cuando estaba con él. 
                   Sir Jonah estaba fascinado con Judith. Y la joven acabó dejándose querer por él. 


Otra cosa que quería comentaros.
Voy a suspender la publicación de mi relato Berkley Manor. Lo estoy subiendo, como ya sabéis, en mi blog "Mi otro blog".
El motivo es muy sencillo. Nadie comenta. No sé si a alguien le gusta la historia porque nadie comenta nada.
Ni un comentario positivo ni un comentario negativo...¡Nada! No sé si estoy en el buen camino o si la estoy pifiando con algo. No sé lo que pensáis de los personajes ni si estoy recreando bien la vida en esa época ni si capto las emociones de la gente. ¡Nada! He subido varios fragmentos que no ha comentado nadie. ¡Nadie! Tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo y de que también os estoy haciendo perder el tiempo a vosotros.
Yo entiendo que tengáis todos una vida más allá del mundo blogger. Todos tenéis trabajos, hijos, parejas. También tenéis vuestros problemas. Todo eso lo entiendo. Yo, por desgracia, no tengo ni hijos ni pareja ni trabajo. Soy una simple ama de casa que encuentra en blogger un aliciente. Mi vida será aburrida porque blogger me motiva, pero también tengo amigos (aunque muy pocos) y una casa.
No es por el ritmo que llevo. Si os fijáis bien, ha habido días en los que no he hecho ninguna entrada con la historia para que os diera tiempo a leerla y a opinar. ¡Y, ni aún así, consigo nada! ¿Qué queréis que os diga? Estoy triste y muy disgustada con todo esto. Dicen que se aprende de los fracasos, pero ¡duele! Y no le ves el lado positivo hasta que no pasa cierto tiempo.
Y, espero que lo entendáis, estoy muy decepcionada. Porque es una historia que estoy subiendo con toda la ilusión del mundo y veo que nadie le hace caso. Un blog se alimenta de comentarios, se suele decir. No se trata de una rabieta.
Se trata de que estoy muy descontenta porque he escrito esta historia con todo el cariño del mundo para compartirla con vosotros y veo que a nadie le interesa. ¡Pues bien! No subo más fragmentos y a otra cosa.
Si alguien quiere saber cómo termina la historia de Melanie y Chris (a veces, he llegado a dudar de que a alguien le interese) lo siento por él.
Suspendo la publicación de más fragmentos de Berkley Manor. Dejo los que están subidos ahí porque no quiero borrarlos. ¡Pero ya no más!
Así, salimos todos ganando. Yo dejo de preocuparme por subir fragmentos que a nadie le importa. No es una rabieta de niña mimada, como se podría pensar. Estoy muy dolida ante esta desidia.
Agradezco a los pocos poquitos que la leen y a quienes la han comentado hasta que han dejado de comentar.
Espero no ganarme la ira de nadie. Estoy mal y lo confieso directamente. Esto no me lo esperaba. Creía que...¡En fin! ¡Para qué seguir hablando!
No quiero seguir con este ejercicio de auto-lamentación. Sólo quería desahogarme. Nada más...

3 comentarios:

  1. Hola Laura.
    Soy la primera que puede entender tu enfado y decisión.
    En más de una vez te he dado el mismo consejo y no te lo voy a repetir. Si quieres tomarlo, bien.
    Cielo, no todo gira en torno a un comentario.
    A veces la gente lee y no tiene tiempo de comentar, por agobio o falta de animo, hay muchos motivos. Debes escribir por ti misma, no por los demás. El mundo no gira en torno a los comentarios, si eso crees vamos mal cariño.
    El problema viene tambien porque la gente no es clara, no dice las cosas a la cara, todo les parece bien y en el fondo piensan lo contrario.
    Tu vales mucho, así que intenta pensar en todo lo que te he dicho ¿vale?
    Yo por ejemplo estoy hoy aquí comentandote, haciendo de tripas corazón porque mi salud es delicada.
    Te quiero mucho y lo sabes
    No dejes que un blog sea el centro de tu vida. Tu vida esta fuera, solo tienes que querer encontrarla, creer en ti misma y seguir para delante.
    Besos

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  2. Hola, Laura.

    Comprendo tu malestar porque de estar en tu lugar es muy seguro que sentiría lo mismo, eso es indudable y no lo veo como una rabieta, estás exponiendo tus sentimientos, es natural y necesario.

    No ofreceré disculpas por no haber leído esta historia en particular, pero sí me parece que una explicación es apropiada. Sabes, creo, que me encantan tus historias y siempre estoy al pendiente de ellas, pero lamentablemente, estas semanas han sido muy difíciles para mí por varias razones que no vienen a cuento, y no se trata solo de lo poco o mucho que pueda pasarme por Blogger, sino que, al menos a mí me pasa, no es lo mismo comentar una reseña, un hecho determinado, que sumergirme en la lectura de una historia; para eso necesito mis cinco sentidos bien puestos, de allí que te mencionara alguna vez esperaba poder ponerme al día desde un principio y leerla de un tirón. Lamento, sí, que te sientas así, pero como Anna dice, es verdad que muchas personas leen y eso lo verás en las estadísticas de tu blog y no comentan por muchos motivos, no porque la historia no les guste, que si no, no pasarían.

    Espero que este sea un malestar pasajero y que puedas sentirte pronto mejor de ánimo, cuentas con mi cariño y si de alguna forma he contribuido a tu malestar, te ofrezco disculpas, nada más lejos de mis intenciones.

    Un abrazo.

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  3. Es una lástima que tu historia no tenga el estímulo que pretendías. No soy seguidora de tu otro blog, por lo que no la conozco, pero como dice Aglaia, leer una narración requiere más tiempo y más atención por parte del lector que sí es una entrada sobre algo más liviano.
    A mi me pasa que hay semanas que no puedo visitar los blogs amigos entre el trabajo y las obligaciones.
    Besos

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