lunes, 20 de enero de 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Hola a todos.
Después de un parón algo largo, retomo desde hoy Segundas oportunidades. 
El fragmento de hoy es algo más corto, pero es bastante revelador. Nos va a permitir conocer mejor cómo era la niñez de Edith y los sentimientos que empezó a albergar hacia Jonathan en aquella época.
¡Vamos a verlo!

                           Habían sido varias las veces que, siendo niña, Edith había visitado junto a sus padres Lennon Cottage. Hizo muy buena amistad con Jonathan. Y encontró en Abby una especie de hermana mayor.
                            A pesar de la diferencia de edad, Jonathan disfrutaba jugando con la pequeña Edith a las casitas de muñecas. Sentía un fuerte cariño hacia aquella niña que le recordaba en algunos momentos a una muñequita de porcelana.
                          Para ella, Jonathan era algo así como la encarnación de su Príncipe Azul.
                          Por supuesto, nunca le confesó que albergaba tales sentimientos hacia él. En su fuero interno, sentía celos de Abby.
                          Edith sabía que no debía de sentir celos de ella. Pero lo pasaba mal cuando veía a Jonathan dando un paseo por el jardín en compañía de Abby. Y la manera en la que se miraban la hacía llorar cuando nadie la veía.
                          Aquel amor infantil que supuso Jonathan se guardó para siempre en su interior. Los años pasaron y no habían vuelto a verse desde el entierro de Abby. Edith creía que su amor por Jonathan había desaparecido, reprimido en lo más hondo de su mente y de su corazón. Pero no había sido así y eso la destrozaba. El cómo le había besado en la biblioteca era una demostración de que aquel sentimiento seguía vivo en su corazón.
                        Acostada en su cama, Edith se dio la vuelta para quedar mirando la pared. Pensó en Margaret. Su prima estaba enamorada de Jonathan. Y sospechaba que aquel amor era correspondido por parte del joven.



                         Ignoraba que Jonathan también estaba pensando en ella en la soledad de su cuarto.
                         Para él, Edith siempre había sido una niña. La pequeña con la que jugaba a las muñecas, a pesar de que ya era un adolescente.
                          Edith era una niña algo tímida e introvertida que se pegó a él. Por supuesto, Jonathan jugaba con ella porque quería ser amable, pero estaba interesado en Abby. Sin embargo, algo en Edith despertaba su cariño. Cuando estaba a su lado, se preocupaba en hacerle reír contándole chistes y haciéndola partícipe de todas las travesuras que planeaba. Edith le seguía a todas partes y eso le hacía mucha gracia a Abby. Naturalmente, la joven no sentía celos de ella. Le parecía algo absurdo. ¿Cómo iba a estar celosa de una niña?
                         En una ocasión, Abby le salió al paso cuando estaba bajando por la escalera.
-Creo que Edith está enamorada de ti-atacó.
-¿Te has vuelto loca?-se escandalizó Jonathan-¡Es tan sólo una niña!
-Las niñas crecen, Jon. Se convierten en mujeres. Pero siguen enamoradas.
-No te voy a hacer caso porque me parece que me estás gastando una broma de muy mal gusto, Abby.
-Piensa lo que quieras. Tan sólo digo lo que veo.
                          Jonathan ya no estaba seguro de nada.
                         Se paseó por su habitación mientras intentaba olvidar su pasado y centrarse en su presente. Sonrió al recordar las caras que le ponía a Edith para hacerla reír. Pero estaba convencido de que la chica no sentía nada por él. Eran sólo buenos amigos. Margaret era su presente.

5 comentarios:

  1. Asi es el amor, veremos que pasa
    Un beso

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  2. Uy parece que va elegir a Margaret, un beso y te me cuidas

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  3. Bueno en esto del amor a veces pasa lo que menos te esperas.
    unos besotesssssssssssss

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  4. El amor es lo que tiene, que no tiene ná y lo tiene tó, jijijiji.

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  5. Y así mismo se dan los grandes amores.

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