domingo, 6 de enero de 2013

DECISIONES EQUIVOCADAS

Aquí os dejo con un cuento que tiene un final muy abierto, como la vida misma. Es un poco como mi regalo de Reyes. Lo escribí hace algún tiempo. Transcurre en un pueblo del Oeste de los Estados Unidos durante la década de 1960. He intentado acercarme a la forma de vida de aquella época y a su manera de pensar. Espero haberlo conseguido.
Espero, de corazón, que os guste.

¿Qué he hecho, Dios mío?, se preguntaba una y otra vez Denise. Tenía la sensación de que estaban ocurriendo los mismos sucesos que tuvieron meses atrás. Se había despertado con una sensación de angustia que le oprimía el pecho. Era la segunda vez que alguien le pedía matrimonio en lo que iba de año. Y tenía ganas de salir corriendo.
            Iba a casarse con Jack Graham. La primera vez que lo vio, pensó que era el sueño de cualquier mujer. Era el hombre más apuesto y más seductor que jamás había conocido. Pero, al mismo tiempo, sabía que era un hombre prepotente que no veía más allá de sus narices. Sólo se quería así mismo. Denise intuía que, dado que a Jack le gustaban mucho las mujeres, ella no tardaría en lucir una bonita cornamenta. Aún así, se iba a casar con él.
            No podía creerse que meses antes hubiese tirado por la borda una magnífica carrera en un bufete de abogados. Me habrían echado antes o después, pensaba Denise. Era una forma tonta que tenía de consolarse. La tonta había sido ella. Jack no quería que ella trabajara. La quería tener en casita. Y criando niños. Muchos niños.
            Cuando vivía en Los Ángeles, Denise había pensado que era infeliz con la vida que llevaba. Ahora, se sentía más desdichada que nunca. Se había dejado engatusar por el enorme atractivo físico de Jack y se había portado como algo que no era. Un ser superficial. El físico no lo era todo en esta vida, pensó. Un hombre musculoso no era el amor de tu vida, pensaba. Se acordó de Matt…Su novio…
            Aquel joven sí la había querido de verdad.
            Había respetado su carácter independiente y la dejaba libre porque amar a alguien no significaba atarle.
            Mi problema es que soy una inmadura, pensó Denise. Se levantó de la cama. Había estado acostada hasta aquel momento.
            Comenzó a pasearse de un lado a otro de la habitación.
            Pensó en poner la televisión. ¿Qué hora era? Últimamente, no conseguía dormir de un tirón toda la noche. No hacía otra cosa más que pensar. Estaba estancada. No sabía qué hacer con su vida.
            Sólo sabía dar palos de ciego.
            La noche antes, había salido con Jack a dar un paseo a pie.
            Él había estado tonteando con otra chica. Ella le había visto.
            ¿Cómo he podido ser tan estúpida?, pensaba Denise. Miró su flamante nuevo anillo de compromiso. De nada servía sentirse culpable. Ella…Había dicho sí…¡Y casi no le conocía!
            Le gusto a todas las mujeres, solía decirle Jack. Y yo admiro la belleza de una mujer, Denise. No puedo renunciar a las mujeres sólo porque esté contigo. Me gustas mucho, no te lo voy a negar. Pero yo soy un hombre libre. No trates de controlarme o me perderás. Te lo advierto.
            ¡Pero sí me puedes controlar tú a mí!, pensó Denise con rabia. Gruñó con fuerza. Tenía ganas de coger el teléfono. Podría llamar a su amiga Dana. Ella la entendería. Pero Dana no tendría muchas ganas de hablar con ella. Se había quedado viuda unos meses antes, justo después de la huida de Denise de Los Ángeles. Hasta entonces, Dana había estado viviendo en Montana, de donde era oriundo su marido. Había aprendido a llevar un rancho y se preparaba para llevar una vida feliz. Pero todo cambió.
            Descolgó el teléfono.
            Llamó a Dana.
-Sí…-susurró una voz femenina al otro lado del hilo telefónico.
-¿Dana?-inquirió Denise-Soy yo. Denise.
-¿Por qué me llamas?
-Te llamo para decirte que me voy a casar.
-¿Has vuelto con Matt?
-No. Me voy a casar con Jack. Ya sabes…Aquel apuesto vaquero del que te hablé.
-No te cases con un vaquero. Mira lo que me pasó a mí. No tengo marido. No tengo rancho. No tengo hijos. Los hombres son unos cerdos. ¿Sabes que iba con otra mujer en el coche cuando sufrió el accidente? ¡Tenía una amante el muy cabrón! No te cases con Jack. Hazme caso. Vas a cometer un terrible error. ¿Qué te da él? ¡Joder, ni siquiera sabe cómo hacerte gritar de placer!
-Dana, por favor, no generalices. Jack no se parece en nada a tu marido. Son muy distintos.
-Los dos eran hombres. Los dos eran vaqueros. Los dos eran unos cerdos. No conozco a Jack. Pero te aseguro que no es tan distinto de mi marido. Me prometió la Luna ese desgraciado. ¿Sabes lo que me ha dejado a su muerte? ¡Deudas! Deudas...Ser el centro de todos los cotilleos habidos y por haber. ¿Por qué tuve que casarme con él? ¿Por qué no me quedé en mi casa? ¿Por qué no le mandé al Infierno? No te he contado nada todavía. Pero te lo contaré. ¡No trabajes, Dana! Yo trabajaré por ti para mantenerte. ¡Mantenerme! ¿Qué se creía que era yo? ¿Su amante?
-Lo siento mucho.
-Hazme un favor, Denise. Coge el primer avión que te lleve de vuelta a Los Ángeles. No te cases con ese tal Jack. Sospecho que te va a hacer muy desgraciada.
-De acuerdo...Lo consultaré con la almohada. Cálmate, Dana.
-¡No puedo calmarme! Cuando pienso en lo estúpida que fui, me dan ganas de gritar.
-Te llamaré en otro momento.
            Dana colgó el teléfono con rabia. Denise bufó. Últimamente, no podía hablar con la que era su mejor amiga desde la infancia. Dana se había convertido en una mujer amargada e irascible. Casi no la reconocía.
            Se sentó en el suelo. Se quedó mirando al vacío.
            Recordó el instante en el que se prometió con Jack.
            La mano de él acarició suavemente su cuello cuando la llevó de vuelta a la pensión en la que ella se hospedaba.
            Él se había reído cuando ella le dijo que no le gustaba que tonteara con otras mujeres. Aquella estúpida risa era una señal clara de que él no iba a cambiar. Miró el anillo de compromiso que estaba en su dedo. Luego, recordó cómo se dejó embaucar. Los potentes músculos de su torso…Sus muslos musculosos…Sus brazos musculosos…
            ¡Soy una cría!, pensó Denise.
-Yo quiero un hombre que me quiera-había afirmado la noche antes-Quiero que me ames. Estoy cansada de sufrir un desengaño amoroso tras otro. Si piensas que no puedes estar conmigo, entonces, acabemos con esto de una vez por todas. Yo seguiré con mi vida y tú seguirás con tu vida. No nos volveremos a ver. Pero si piensas que lo nuestro tiene futuro, demuéstramelo. Necesito estabilidad. Ha llegado el momento en el que tengo que asentarme. Yo he roto con mi antigua vida buscando la felicidad más completa. Creo que la puedo encontrar aquí…Que la puedo encontrar a tu lado, Jack. Pero quiero que me lo demuestres.
            Él se llevó la mano a su bolsillo. Sacó una cajita. Del interior de la cajita sacó un anillo de diamantes.
            Cogió la mano de Denise. Introdujo el anillo en su dedo anular. Ella se lo quedó mirando con expresión atónita. Jack besó la mano de Denise. No hubo una declaración de amor romántica, como la que le había hecho Matt meses atrás. Jack no se puso de rodillas. Había sido una pedida muy sosa, admitió Denise. Pero, en aquellos momentos, su sentido común desapareció. Apareció la Denise superficial que había creído que un rostro de facciones duras, una mirada fría y un cuerpo musculoso eran suficientes como para iniciar una nueva vida.
            Y ella odiaba a aquella Denise inmadura.
            Cada vez que sentía la mano de Jack acariciando su brazo, ella perdía por completo la razón. Jack le besó el dorso de la mano.
            Soplaba una suave brisa que azotó las piernas de Denise.
            Ella había perdido contacto con la realidad. Estaba pendiente de los dedos de Jack, que estaban frotando sus brazos en aquellos momentos. Él jamás la había mirado con dulzura, pensó Denise, pero ella había deseado creer que Jack la amaba. Necesitaba ser amada después de cómo había huido de Los Ángeles dejando a Matt.
-No soy un hombre que se ate a una mujer, pero voy a hacer una excepción contigo-afirmó Jack-Casémonos. Vamos a probar qué tal es la vida conyugal y si podemos ser felices.
            Eso fue todo.
-Me gustas mucho, Denise, pero eres una mujer complicada que lo quiere todo o no le sirve de nada-prosiguió Jack-Soy un espíritu libre. Intentas atarme, pero no lo consigues. Necesitas estabilidad. Quizás yo no sea el hombre adecuado para ti, pero me gustas tanto que quiero intentarlo. Quiero saber cómo es una relación monógama.
-¿Estás hablando en serio, Jack?-se asombró Denise-¿De verdad quieres que nos casemos?
            Jack no había sido nada romántico.
            Pero ella escuchó lo que quiso escuchar. Abrazó a Jack. Se besaron en los labios. Había aceptado probar cómo es el matrimonio y una relación monógama. Fue una pedida muy fría. Sin romanticismo.
            ¿Por qué tuve que decir ?, se preguntó Denise así misma. Pudo haberle respondido que no. Haberle mandado a la porra.
            Pero había mandado a la porra a un chico maravilloso.
            Y había terminado en los brazos de un completo imbécil. Me lo merezco, pensó Denise. Me merezco lo que me está pasando.
            Había renunciado a muchas cosas sólo porque no sabía lo que quería, aunque sí sabía que no era esto lo que quería. Jack no la amaba. Y ella, a su vez, tampoco lo amaba.

            Salió a la calle. Necesitaba tomar el fresco. No se movería del portal. Después de todo, iba en camisón. Unas zapatillas de felpa cubrían sus pies. Llevaba encima la bata de casa. Entonces…Le vio.
            Estaba delante de ella. Denise creyó que se iba a desmayar. Pensó que le faltaba el aire. Era…¡Matt!
            El chico que tanto la había ayudado en el pasado. Su maravilloso novio…El hombre que había querido casarse con ella. Y ella…¡Le había abandonado!
            Pensó en meterse dentro del portal. Podía volver a su habitación. Después de todo, él no la había visto. Pero sus piernas se negaron a responderle. Se había quedado paralizada. Matt pasó de largo.
            Denise no sabía si echarse a reír o echarse a llorar. Matt la había ignorado.
            Todo le parecía demencial. Había huido de Matt. ¡Y sólo quería volver a verle! ¿O no quería volver a verle? ¿Qué era lo que quería?
             Denise subió las escaleras que conducían a su apartamento.
             Pensó en llamar a Dana.
             Descartó la idea en el acto. ¿Qué le diría Dana?
             Su amiga empezaría a quejarse de su difunto marido. ¡Nadie te obligó a casarte con él!, pensó Denise mientras entraba en su piso. Tú solita tomaste esa decisión. Tienes que cargar con las consecuencias. Te hizo una desgraciada.
              Y Jack...Bueno...Él me hará a mí otra desgraciada.

            Le había visto otra vez. Denise estaba saliendo del supermercado en el que solía hacer la compra cuando vio cómo Matt se detenía a hablar con Derek, el dueño del bar. Derek había sido policía, pero un disparo le había hecho jubilarse antes de tiempo. Derek tenía un genio terrible desde que otro disparo acabó con la vida de Megan. Su novia.
            Denise pasó de largo. Pero no pudo evitar fijarse en que Matt seguía sin verla. Toda su atención estaba centrada en Derek. Oyó cómo el ex policía se reía. Jack aseguraba que Derek jamás se reía. Matt tenía el don de hacer la vida más feliz a todo aquel que le rodeaba. Por muy infeliz que se sintiera. Como era el caso de Derek.
            Denise oyó cómo Derek le decía algo a Matt. ¿Se estará refiriendo a mí?, pensó. Aceleró el paso. Apretó la bolsa de la compra contra sí. Matt seguía sin fijarse en ella.
-Vi morir a la mujer que más amaba en el mundo-le dijo Derek a Matt.
-Lo siento mucho-se lamentó el joven-Debió de ser terrible para usted.
-Llámame de tú. No soy tan viejo. Apenas te llevo unos años.
-Gracias.
-No puedo volver a amar. Siento como si…Me hubiesen arrancado una parte vital de mi cuerpo.
-Le entiendo. A mí me pasa lo mismo. Perdón…Te entiendo.
-Eso está mejor. Cogí las manos de mi Megan en el hospital. Ella se estaba yendo. Lo estaba viendo. No podía hacer nada para retenerla porque la bala de aquel miserable le perforó un pulmón. Le repetí una y otra vez lo mucho que la quería, pero pensé que era demasiado tarde. Me arrepentí de no habérselo dicho. Me odio desde aquel día. Pero tú eres joven, chico. Pienso que todavía estás a tiempo de encontrar a esa joven y de demostrarle lo mucho que la quieres. Dile que la quieres todos los días.

            Denise y Jack se encontraron en el bar que regentaba Derek. Se llamaba Megan en honor a su novia muerta. Se sentaron, tal y como tenían por costumbre, en una de las mesas que había en el fondo. Fue Megan la que pidió una cerveza fría y espumosa para Derek. Lo que ella quería era una Coca-cola fría. Derek tomó nota. Les sirvió al cabo de un rato. Denise se sintió incómoda. Derek no hacía otra cosa más que mirarla.
            Había puesto la juxe-box. Estaba sonando una canción de un grupo que estaba causando furor.
            Denise había visto la actuación de Los Beatles semanas antes en El show de Ed Sullivan.
            No entendía la reacción histérica de las chicas que habían acudido al plató. Nunca antes había escuchado tantos gritos.
            Sonrió para sus adentros. Bueno…Sí…Entendía el porqué de aquellos gritos. Tiempo atrás, ella y Dana fueron a un concierto de Elvis Presley. Dana era una fan devota del autoproclamado Rey del Rock. Ella y Denise se pasaron todo el concierto gritando como locas. Elvis seguía causando sensación. Pero Dana ya no le escuchaba. O quizás todavía lo escuchaba. Denise no estaba muy segura de ello. Hacía mucho que no veía a Dana. La echaba de menos.
            Denise se sobresaltó cuando sintió cómo Jack le acariciaba la mano con la yema de los dedos por encima de la mesa.
            En aquellos momentos, ella no estaba pensando en él.
            No sentía nada cuando él la tocaba.
            Había parejas que bailaban en la improvisada pista de baile. Eran parejas muy jóvenes. Recordó que a ella le gustaba bailar. Había bailado al son de La Bamba con Matt. Pero a Jack no le gustaba bailar. Al poco de llegar Denise a Houston, en Dallas un tiro acabó con la vida del Presidente Kennedy. Denise estuvo llorando durante días. Incluso Derek también lloró cuando vio cómo moría el Presidente. Le había votado porque era un firme demócrata. Le apoyó cuando intentó invadir Cuba. Y quiso verle cuando viajó a Dallas. Fue como ver morir otra vez a Megan. Así lo describió. Pero Jack se burló de él. No era capaz de llorar por su Presidente asesinado.
            Jack le confesó a Denise  que se alegraba de la muerte de Kennedy. Él había votado a Richard Nixon.
            Denise recordó que jamás había visto a Jack sonreír.
-Tienes que estar contenta porque hoy estoy contigo-le dijo Jack.
            Derek le había servido su jarra de cerveza. Le había servido a Denise su Coca-cola.
            La joven miró a su prometido con expresión atónita.
            Bebió un sorbo de su vaso de Coca-cola.
-Lo que yo espero es que nuestra relación vaya en serio-dijo Denise-Después de todo, nos vamos a casar. Aunque no hemos fijado la fecha para la boda.
-Me parece que tienes mucha prisa en casarte-sonrió Jack-Yo no tengo tanta prisa por unirme a ti en matrimonio. Somos todavía jóvenes, Denise. Nos divertimos mucho juntos. Todavía no nos hemos acostado juntos, cierto. En ese aspecto, eres muy antigua.
-Puedes llamarme como quieras. No quiero acostarme contigo hasta que no estemos casados. Puede que haya personas que practiquen eso que se llama amor libre. Pero yo no soy de esas personas. Me gusta pensar que el sexo es mucho más que pasar un buen rato. Además, no quiero quedarme embarazada de un hombre que no me va a responder como tal.
-¡Por el amor de Dios, Denise! ¡No seas ingenua! No puedes quedarte embarazada con los adelantos que hay hoy en día. Puedes tomar la píldora si eso te tranquiliza. Yo puedo ponerme un condón. Puedes usar el diafragma. Habla con tu ginecólogo. Creía que la gente que vivía en Los Ángeles era más liberal en sus relaciones sentimentales. Pero, si quieres esperar, que así sea. Esperaremos. Esperaré.
            Aún así, Denise pensó que Jack quería acostarse con ella a toda costa.
            Sólo soy una muesca más, pensó. Tendría que romper mi compromiso… Devolverle  el anillo…
            Pero se contuvo.
-Cuando nos casemos…-dudó Denise-No quieres que trabaje fuera de casa. Luego, tú también eres un antiguo. No pasa nada porque una mujer trabaje.
-La mujer tiene que estar en su hogar y cuidar de su marido y de sus hijos-afirmó Jack-No me fío nada de las mujeres que trabajan. Tienen fama de ser. Promiscuas…
-Hasta que me vine a vivir aquí estuve trabajando. Soy abogada y me gusta mi profesión. Y me considero una mujer decente. Como te he dicho, estoy en contra de las relaciones prematrimoniales. ¡Y me consideras antigua! Pero también piensas que soy promiscua. No te entiendo, Jack.
-Denise-la llamó Derek-¿Puedes acercarte? Tengo que hablar contigo.
            La aludida se puso de pie y se acercó a la barra. Agradeció que Derek la llamase. De seguir hablando con Jack, probablemente le habría tirado la Coca-cola a los ojos. Estaba furiosa con él. Pero también estaba furiosa consigo misma. No era capaz de romper con él. Y se odiaba así misma por eso.
            Me está bien empleado, pensó. Por comportarme igual que una cría.
-¿Qué ocurre, Derek?-le preguntó al dueño del bar.
-He visto a un amigo tuyo-respondió el aludido-Puedo decir que también es amigo mío. Es un chico muy agradable. Me ha caído simpático.
-¿Un amigo mío?-Denise se puso blanca como la cera. Un nombre acudió a su cabeza. Matt.
-Viene de Los Ángeles. Dice que es editor.
-¿No se llamará por casualidad Matthew?
-Así es. Pero sus amigos le llaman Matt. Dice que arde en deseos de verte.
-Gracias…Lo tendré en cuenta.
            Derek fue al cementerio. Llevaba un ramo de rosas amarillas, las flores favoritas de Megan. Se arrodilló delante de la tumba de la mujer que más había amado. Sus ojos se llenaron de lágrimas y no las reprimió. Había pasado toda su vida reprimiendo sus sentimientos por miedo a parecer débil. En aquel aspecto, se había parecido a Jack. Tuvo la sensación de que Megan estaba ahí. No podía verla, pero sentía su presencia.
-Derek…-le llamó una voz.
-Aquí estoy, Megan-contestó él-He venido a verte.
            Cerró los ojos. Sintió cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Un sollozo acudió a su garganta. Recordó todas las veces que él y Megan se habían besado. No reprimió aquel sollozo que pugnaba por salir de su garganta.
-No quiero que estés triste, Derek-le dijo Megan.
-Estoy triste porque no estás tú-contestó él-He perdido a la única mujer que he amado en toda mi vida.
-Pero la vida sigue, mi amor. Y necesitas seguir adelante.
-La gente que conozco parece que vive atascada en su propio dolor.
-Como esa joven…Denise…
            Derek tenía una hija pequeña, fruto de una relación fallida. La niña vivía con su madre.
            Derek no se atrevía a ir a visitar a su hija. ¿Qué le podía decir? Ella le vería llorar. Últimamente, se pasaba los días enteros llorando. Había abierto el bar porque no tenía trabajo. Le habían jubilado de manera anticipada de la policía. Y él era todavía un hombre joven. Necesitaba salir adelante. Pero no le apetecía trabajar. Se estaba hundiendo en la apatía. Y Megan lo sabía.
-Quiero que me hagas un favor-dijo Megan-Necesito que hables con esa joven…Con Denise…Jack es un buen hombre. Pero no es el hombre que ella necesita. Ella llegó a Houston en busca de respuestas.
-Yo no le puedo dar una respuesta-replicó Derek-No sé lo que está buscando esa chica. Es más. Yo también ando muy perdido.
-Pero la puedes orientar. Te has hecho amigo de su novio.
-Soy amigo de Jack.
-Me estoy refiriendo a su otro novio.
-¿Te refieres a Matt?
-A él.
-¿Y qué quieres que haga, Megan? Dímelo.
-Habla con Denise. Trata de abrirle los ojos.
-No querrá escucharme.
-Te escuchará. Ella anda muy perdida. Creyó que estaba haciendo lo correcto cuando se vino a vivir aquí. Se equivocó. No dejes que vuelva a equivocarse.

            Necesitaba estar sola.
            Pero había escogido el peor sitio del mundo para estar sola.
            Denise miraba a los niños que estaban jugando en el parque.
            Sonrió con nostalgia al recordar su infancia. Había tenido una infancia muy feliz, quizás un poco rota por la marcha de su padre al frente. Estuvo combatiendo en el Pacífico hasta el final de la guerra. Denise nunca entendió el porqué el Ejército de su país tuvo que lanzar una bomba sobre una ciudad japonesa sólo para que el Ejército nipón se rindiese.
            Sé comprensiva, Denise, le había dicho su padre. Lo hemos hecho en el nombre de la paz.
            ¿En el nombre de la paz?
            Denise no lo podía entender. ¿En qué país vivía?, se había preguntado. Niños inocentes…Mujeres…Hombres…Todos habían muerto sólo porque un soldado estadounidense había lanzado una bomba sobre su ciudad. Estados Unidos había ganado la guerra. Pero tenía las manos manchadas de sangre. De sangre inocente…Podía decirse que Denise estaba muy decepcionada con su país. Ahora, estaba sumido en otra guerra en Asia.
            Quería llevar la democracia a Vietnam…Matando vietnamitas…
            En aquel momento, Derek se sentó a su lado.
            Le había prometido a Megan que trataría de ayudar a Denise en la medida de lo posible, pero le parecía poco probable.
-Hola, Denise-la saludó-¿Puedo sentarme? Te he visto sola. Y he pensado que, a lo mejor, necesitas compañía.
-¡Claro!-contestó Denise-Puedes sentarte. Estamos en un país libre. O eso dice.
-No te hagas mala sangre, Denise. Estados Unidos es un gran país. Lo que pasa es que…Tiene sus defectos…Como todo el mundo. Pero trata de ser comprensiva. Estamos llevando la democracia al resto del mundo. Cuesta trabajo, lo sé. Liberamos a Europa de la tiranía de los nazis. Somos El País de La Libertad. De La Democracia...Algo es algo.
-No creo que los negros piensen lo mismo. No pueden pisar un parque como éste sólo porque es para blancos. Es un gran país que, si sigue por ese camino, se va a quedar desierto.
-No he venido aquí para hablar de política…Aunque tengas razón…
            Derek se sentó en el banco en el que estaba sentada Denise y trató de reconducir la conversación. No quería hablar con ella de la lucha por los derechos sociales. Pero la muerte de Megan le había abierto los ojos a una realidad que desconocía.
-Jack se parece mucho a nuestro país-afirmó Derek-Es un buen hombre. El problema es que tiene muchos defectos. Cree que el mundo gira alrededor de él y eso no es cierto.
-Jack y yo nos vamos a casar-le comunicó Denise-Tú eres amigo suyo. Espero que te alegres por nosotros y que nos desees mucha felicidad. Yo…Espero ser feliz a su lado.
-No sé la clase de hombre que a ti te conviene. No me malinterpretes; mi interés por las mujeres murió el mismo día que murió mi Megan. Lo que quiero decirte es que tú eres una mujer que quiere ser feliz al lado de un hombre. Eres fiel por naturaleza. Y exiges que tu marido te sea fiel. Y, por desgracia, Jack no es así. Jack te sería infiel.
-Eso lo sé. Pero tengo la sensación de que merezco a un hombre como Jack a mi lado. Aunque esté a punto de cumplir treinta años, me he comportado igual que una niña pequeña. No tengo nada. Dejé mi ciudad, mi trabajo, mi familia, mis amigos y mi novio y me vine a vivir aquí porque deseaba dar un cambio radical en mi vida. ¡Y me equivoqué! Ahora, estoy prometida con un tipo que me será infiel, si no me está siendo ya infiel. Me dejé llevar. ¡Es tan guapo! ¿Qué tengo ahora? Nada. Sólo tengo…Un precioso anillo de compromiso…
-El anillo se puede devolver. No puedo recuperar a Megan. Pero quiero pensar que no vas a tirar tu vida por la borda. Todavía no te has casado con Jack y aún estás a tiempo de suspender la boda. Me imagino que Jack no habrá puesto fecha a la misma. ¿Verdad que no?
-Jack no es muy romántico que digamos. Quiero pensar que, a su manera, él también me quiere. Yo le quiero, pero…No sabría cómo definir exactamente lo que siento por él. Confundí la lujuria con el amor y, ahora, lo único que me queda es la resignación. Estoy cansada de equivocarme. Y quiero convertir esta equivocación en un acierto. Porque no soy tonta. Sé bien que he metido la pata hasta el fondo. Pero…Es muy tarde. No puedo dar marcha atrás.

Jack fue a buscar a Denise al día siguiente. Había quedado con ella en ir a ver la cubertería que usarían en el banquete nupcial. Denise era una mujer muy tradicional, pensó Jack mientras aparcaba el coche.
La puerta del bloque de apartamentos donde ella se hospedaba estaba abierta.
Una vecina estaba barriendo el rellano de su piso.
Se trataba de una mujer prematuramente envejecida. Su marido la había cargado con muchos hijos. Ella quería pensar que él tenía razón cuando le decía que tenía que trabajar hasta por las noches. Miró con interés al hombre que subía la escalera.
-Buenos días...-le saludó.
-Buenos días...-contestó Jack-¿Nos conocemos?
La mujer asintió. Lo había visto subir muchas veces al apartamento de Denise.
-Es usted un amigo de Denise-dijo.
-No soy un amigo de Denise-le corrigió Jack-Me voy a casar con ella. Soy su prometido.
-Denise no se va a casar con nadie.
Jack se quedó de piedra.
-¿Cómo es eso de que no se va a casar con nadie?-inquirió.
Subió a toda prisa las escaleras.
Aquella mujer debía de estar gastándole una broma pesada, se dijo así mismo. Denise había aceptado ser su esposa.
¡Ella nunca le mentiría! Jack no estaba pensando en serle fiel, pero esperaba lealtad por parte de la joven. Sin embargo, no supo qué pensar cuando encontró un papel tirado en el suelo. Estaba perfectamente doblado. Jack se agachó a recogerlo. Reconoció, con creciente horror, la letra de Denise. Leyó varias veces aquel papel intentando descrifrar su verdadero contenido. Tiene que ser una broma, pensó, visiblemente nervioso. ¡Denise no podía haberle abandonado! ¡No era propio de ella! Rompió el papel en mil pedazos con rabia. Le dio una fuerte patada a la puerta.
-¡Maldita zorra!-gritó, lleno de rabia.
En el papel sólo había escritas dos frases:
Me voy, Jack. Lo siento.
Así había sido. Denise se había ido durante la noche. Dentro de su casa, había dejado su anillo de compromiso. No podía casarse con Jack. No cuando sabía que aquel hombre la iba a hacer muy desgraciada. Necesitaba estar un tiempo sola. Pero sí sabía que no quería volver a ver a Jack.

FIN

5 comentarios:

  1. Me gustan las historias ubicadas en esta época y escenario, y eso que casi nunca las encuentro, o alguna que me convenza, pero desde luego que la tuya me ha gustado mucho, y además, es un detalle hermoso de tu parte hacérnosla llegar como un regalito de Reyes, muchas gracias. Espero que ellos sean muy generosos contigo, lo mereces.

    Un besote.

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  2. Hola, me ha gustado el desarrollo y final del cuento.
    Hay tantos jacks y tantas Denises por ahí sueltas que siempre se repetirá la misma historia.

    Un saludo.

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  3. Hola guapa
    Impresionante relato, deja muchas expectativas.
    Felicidades
    Besos

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  4. Bien por Denise podría irse cantando "Hit the road Jack and don't you come back no more".

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  5. Hola guapísima!, vengo x akí para saludarte y de paso decirte que, a eso de las 18:30h, te pases x el club a recoger el premio al que te he nominado >.<

    Saludos y bs, y buen Martes!, muak!

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