Lo prometido es deuda.
Sara Fernández, la protagonista de "Cruel destino", la primera parte de "Pleamar", ha vuelto. Vamos a descubrir hasta donde es capaz de llegar con tal de estar al lado de su amado Darko. ¿Triunfará el amor por encima de todos los convencionalismos? Vamos a descubrirlo.
NOTA: Como veis, Sara Fernández ya no es tal debido a los cambios que le estoy haciendo a la historia. Ahora, es Sarah Wynthrop.
-¿Cuándo volveré a verte?-se preguntó Sarah en voz baja-Hace mucho que no sé nada de ti.
Salió a dar un paseo por el jardín. El cielo estaba cubierto de nubes negras. Es un mal presagio, pensó Sarah. Pero pensó que aquellas nubes negras encajaban a la perfección con su estado de ánimo. La falta de noticias de Darko la estaba consumiendo. No sabía cómo localizarle.
El mundo le parecía un lugar triste y carente de sentido. Darko, pensó Sarah. Darko...Mi amor...
Antes o después, volverían a verse. Él no la había podido olvidar tan fácilmente. Volvería para buscarla. Estaban hechos el uno para el otro. Sarah lo sabía.
Él era un hombre peligroso.
Todo lo que le rodeaba suponía para ella un gran peligro. Sarah lo sabía. Aún así, no quería alejarse de Darko. Estaba dispuesta a morir por él si así lo quería. Todo carecía de importancia. Excepto...Darko...
Pisó una hoja seca. La oyó crugir ligeramente. Hojas secas, pensó Sarah. Los árboles que había en el jardín estaban secos. Los pajarillos no se posaban en sus ramas. No les oía trinar. Ni cantar. Ni piar.
Todo está muerto, pensó Sarah. Estoy muerta.
Se dio la vuelta. Alzó la vista. Sus ojos se posaron en el cristal de la ventana de la habitación de Katherine. Divisó el rostro cansado de su hermana. Sarah se estremeció. Parece una muerta en vida, se dijo. ¡Oh, Cathy! ¡Qué caro estás pagando el haberte enamorado! ¡El haberte arrojado a los brazos de mister Winter!
Mary salió al jardín en aquel momento. Se agobiaba en el salón. Su madre no hacía otra cosa más que hablar de la boda.
Y, para colmo de males, estaba el problema de Katherine.
-No quiere salir de su cuarto-se lamentó refiriéndose a su hermana-Piensa quedarse metida allí dentro. No quiere comer. No quiere salir de allí. Sólo quiere una cosa. Pudrirse y morirse.
-Hablar así no es propio de ti-se escandalizó Sarah.
-Lo lamento. Pero me desespero al ver a Cathy tan hundida. Sobre todo, porque la culpa es mía.
-Está enamorada y de eso nadie tiene la culpa.
-No se trata de amor. Se trata de obsesión. Y eso es distinto. La obsesión te ciega. Ella se habría arrojado a los brazos de ese sinvergüenza. No habría pensado en las consecuencias de sus actos. La obsesión no te deja ver la realidad. Todo está brumoso en tu mente. Sólo ves lo que tu amado quiere que veas.
-Hemos conseguido que Cathy conserve intacta su virginidad.
-La virginidad...Eso...A los hombres...Es lo único que les importa.
Mary se puso blanca.
Empezó a caminar con paso nervioso por el jardín.
Sarah la siguió. Tuvo la sensación de que algo le pasaba a María. Ya no era ninguna jovencita. Trató de recordar cómo era su hermana cuando era una adolescente. Era una joven tranquila. Pero también llena de vida. Parecía que la energía de Mary se había apagado. Sarah no la reconocía. Mary parecía vivir de espaldas al mundo. Hasta que lord Robert se fijó en ella.
-¿Estás bien?-quiso saber Sarah.
-Debe de ser cosa de saber que un conde quiere casarse conmigo-contestó Mary-¡Un conde! Jamás lo habría imaginado. Yo...Condesa...
Mary retorció con nerviosismo sus manos enguantadas. Miró a Sarah casi con miedo. Yo no quería, pensó Mary. A veces, se sentía tentada a hablar con alguien. Quería contarle a una de sus hermanas lo que le había pasado años antes. Cuando todavía no había estallado la guerra. Quería gritar que la culpa no había sido suya. Pero...¿Quién la iba a creer? Nadie...Ella salió al jardín aquella noche. Y...
¡Basta!, quiso gritar Mary.
Ella y Sarah dieron un paseo por el jardín.
Sarah también quería hablar.
-Mary-llamó a su hermana-Yo...No sé cómo decírtelo. Pero...Se...
La aludida la miró. Sarah se sintió cohibida. No podía sincerarse con ella.
-¿Quieres algo?-inquirió Mary.
Sarah negó con la cabeza.
-Es sólo una tontería-mintió.
-¡Ah!
Siguieron caminando.
-Cathy no entiende que lo que hice fue por su bien-comenzó a hablar Mary-Ese hombre...¡A saber quién es! Puede que sea sólo un canalla que lo único que pretende es aprovecharse de ella. ¡Y no lo quiere entender!
Sarah miró de reojo a su hermana. ¿Qué sientes cuando el conde te besa?, quiso preguntarle. Pero no pudo. Le daba vergüenza. No era asunto suyo. Era la vida de su hermana. No la suya. Y bastante tenía con sus propios problemas. Ahora, se le añadía el problema de Katherine. Mary veía al tal mister Winter como a un canalla. ¿Vería de igual modo a Darko Raven?
-Cathy no puede seguir así-afirmó Mary-Estoy muy preocupada por ella. Me asusta. Tengo miedo de que pueda cometer una locura. La veo capaz de eso y de mucho más.
Sarah compartía con ella sus temores.
-Hablaremos con ella-le aseguró-Intentaremos hacerla entrar en razón.
-La culpa ha sido mía-se lamentó Mary-Fui yo la que la vio con aquel malnacido. Fui yo la que fue corriendo a contárselo a padre y a madre. Debí de haberme callado.
-Tú no tienes la culpa, Mary. Hiciste lo que debías. Yo habría hecho lo mismo en tu lugar.
-Ese hombre...No...
Sarah se sintió sobrecogida.
Katherine se había enamorado de un indeseable. ¿Cómo vería Mary a Darko? Lo verá con buenos ojos, pensó Sarah. Darko no es como ese mister Winter. Darko es un hombre bueno y noble. Si ha hecho ciertas cosas que están mal, no las ha hecho por maldad. Lo ha hecho porque estaba desesperado. Pero es bueno. Y se arrepiente.
No puedo vivir sin sus besos, pensó Sarah. Necesito abrazarle. Estar con él. Yo...Lo amo. Pero...Él...No viene. No viene a buscarme. Tiene miedo de que le rechace. ¿Cómo puede pensar eso?
-¡Miss Sarah!-exclamó una voz que se acercaba muy deprisa hacia ellas-¡Miss Mary! ¿Dónde están? ¡Ya las veo!
Las aludidas se detuvieron. Vieron cómo Erika se acercaba corriendo hacia ellas.
-¿Querías algo?-la interrogó Mary.
-Es su madre-contestó Erika.
-¿Y qué es lo que quiere madre?-inquirió Sarah.
-Quiere que vaya al salón con ella. Son las cinco de la tarde. Su madre quiere tomar el té. Y no quiere tomarlo sola.
-De acuerdo-decidió Mary-Vamos dentro.
Se metieron dentro de la casa. Katherine contempló la escena sin articular palabra y sin moverse desde la ventana de su habitación. Era incapaz de sentir algo en aquellos momentos.
Woooooo!!!! por fin ha vuelto.
ResponderEliminarEstupendo.
espero seguir leyendo
besos
Hola, Anna.
ResponderEliminarMe alegra ver que estás contenta por la vuelta de Sara.
Quiero decir que pienso subir todos los días un capítulo de "Pleamar/Cruel destino" y pienso seguir así hasta que termine. Salvo, claro, que algún virus me vuelva a fastidiar. ¡Pero, ahora, tengo instalado un antivirus potente, je, je!
No sólo Sara. María y Catalina piensan dar alguna que otra sorpresa. Todavía no se ha visto lo cabezota que puede llegar a ser Sara.
Un abrazo muy fuerte, Anna.